Capítulo 26
Nunca me había gustado el ruido excesivo aunque viviera en un mundo donde el silencio era poco valorado y poco aceptado. Todo lo contrario, era un mundo de tormento, el ruido abundaba, los sonidos mas abruptos o delicados vivían siempre ahí, presentes. Más sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, no escuchaba nada.
No había nada, aunque mis ojos siguieran cerrados; no sentía nada y mis lagrimas ya habían cesado.
¿Dónde estaba? ¿Como podía respirar tanta paz?
Un tacto suave del que fui consciente poco a poco llamaron mi atención, más porque era una caricia repetitiva y delicada que pasaba por mi rostro, por mis mejillas y mi cabello. De mis labios salió una sonrisa, una que hace mucho tiempo no mostraba, una real y sincera, una que jamás dedicaba.
A excepción de las ocasiones en dónde estaba con alguien en específico, era una sonrisa que nadie más conocía, solo ella.
Ella...
Mis ojos se abrieron levemente, la luz me cegó al inicio, tanto que me fue imposible reconocer a quien estaba arriba de mí, quien me sostenía como a un niño pequeño con la cabeza recostada en sus piernas. Pero no precisamente la poca visibilidad era lo que me hacía creer que aquello era imposible, no.
Era porque, entre tanta luz y paz había encontrado a lo que tanto amaba, había encontrado a...
—¿Violet? —susurré con dificultad, aunque mis antiguos dolores ya no existían en mi cuerpo, o sólo estaba lo suficientemente impactado en lo que mis ojos contemplaban para poder sentirlo.
—Hice muchas cosas para llamar tu atención, me alegra que hoy pudiera lograrlo, después de todo.
Me sobresalté y di un brinco poniéndome de pie de manera inmediata y veloz, con una sonrisa de oreja a oreja que ella también compartió.
—¡Violet! ¡Amada mía! —mis manos sujetaron su cintura y la levanté con delicadeza, dando una vuelta en el aire, ganándome su risa y abrazándola con todas mis fuerzas, como lo era antes.
Mis brazos no la soltaron, pero mis lágrimas se escaparon sin dudarlo. Me aferré a ella, me aferré a ella tanto como debí hacerlo antes, tanto como si esta vez tuviera la oportunidad de quedarme a su lado, tanto como si el deseo por el cual sufrí tantas noches se hubiera cumplido, tanto como si mi alma hubiera regresado a mi cuerpo.
—¡Perdóname! Todo esto es mi culpa, no sé que hice mal, he fallado en muchas cosas, pero no quería perderte, eres lo que mas amo, la razón por la cual vivo, cada parte de mi te ama, Violet y te extrañé más de lo que pudieras imaginar. Lamento hacerte daño, lamento no haberte ayudado, por favor perdóname....
—Axel...—murmura, yo no soy capaz de despegar la mirada de sus ojos, no quiero hacerlo, no podría hacerlo.
—Es mi culpa todo lo que pasó, lo sé, sólo perdóname y vuelve a casa conmigo ¿Quieres? Aún tenemos la oportunidad, estás aquí, conmigo, podemos empezar una vida juntos, como lo habíamos planeado, te ayudaré, estarás bien, solo, no me abandones otra vez.
Sus manos secaban mis lágrimas una tras otra sin cansarse y mis sollozos no paraban, mi lamento era tan grande como mi culpabilidad,.como el deseo de no volverla a perder nunca más. Y su mirada, su mirada angelical, su mirada inocente, hermosa, delicada, perfecta y grisácea, ella no paraba de mirarme con amor.
—Axel... has vivido tanto tiempo con una carga que no te corresponde...—me dice, con el mismo amor que sus ojos expresaban—. No es tu culpa nada de lo que pasó.
—Lo es, debí haberte escuchado, debí ser mas atento y quizás... quizás tú no hubieras...
—¿Hubiera pensado en postergarlo un poco más? ¿Hubiera empeorado todo? ¿Nos hubiera hundido a ambos? No, no es lo que quería, no quiero verte sufrir.
—¿Por qué lo aplazarías?
—Axel...—ella apretó sus labios, miró a su alrededor y una sonrisa de labios cerrados volvió a dibujarse en su rostro—. Porque esto debía pasar, jamás me sentí cómoda entre tanto ruido, entre tanto desorden y una vida como la que todos viven. Siempre pensé que mi alma no pertenecía a la tierra, que solo unas pequeñas pesas me sujetaban de los tobillos y cuando logré deshacerme de ellas...—su mirada volvió a mis ojos—. Sé que no fue la mejor decisión, pero te detenía, Axel.
—Eres mi vida entera ¿Cómo podrías detenerme?
—Como lo hice y lo hago ahora —respondió, al segundo.
—No es así, no lo haces, no es tarde para arreglar las cosas, estamos juntos.
—No, cielo, no es así —su voz suave acaricia mis oídos, pero me confunde— yo ya no tengo salvación, pero tú... tú aún tienes mucho por lo qué vivir.
—Tú eres mi razón. Aún podemos vivir muchas experiencias, aún podemos casarnos, viajar, aún podemos ser tú y yo —le ruego.
—Yo no puedo regresar a ti, no de la manera que quieres —murmuró, para nosotros, con unos ojos melancólicos.
—Entonces solo permiteme quedarme contigo no importa si no puedes venir a mí yo iré por ti las veces que sean necesarias, las veces que me pidas.
—No puedo pedirte eso.
—¿Por qué? ¿Que no vez que mi alma no tiene sentido sin la tuya? ¿Que mi agonía se debe al frío que dejó tu calor antes? Nada tiene sentido si tú no estás aquí, no puedo, no quiero vivir sin ti, no puedo soportarlo más —de rodillas bajo la cabeza, sujetándome a sus piernas. No quiero irme, no quiero dejarla, ni aceptar una vida lejos de ella.
—Esta fue mi decisión, Axel. Y no fue tu culpa, no fue algo de lo que tengas que cargar, no quise dejarte solo, he visto tu dolor, como también he tratado de que me veas a mi lejos de el, esto no es para ti, tú aún no perteneces aquí.
—Pude haber hecho más —me lamento.
—Hiciste lo suficiente —afirma.
Sus manos levantan mi cabeza, las caricias siguen, sus ojos me sujetan y sus palabras son difíciles de digerir pero firmes.
—No quiero lastimarte más, y para eso, debes soltarme.
—No puedo, Violet lo eres todo para mi.
—Y tú siempre lo fuiste y lo serás para mi, pero Axel, no puedo arrastrarte conmigo, no una segunda vez, no por más tiempo. Que me dejes ir no significa que esto finalizará, que esta historia acabará, nosotros siempre existiremos en las noches, en los bailes, en las luces en ese atardecer violeta que tanto me dedicaste, en the night we met. Yo siempre estaré ahí, como tú lo estarás en mí.
—No estoy listo para dejarte ir.
—No tienes que estarlo ahora, pero basta con que entiendas que tu amor fue mi salvación por muchos años, desde que te conocí tuve una nueva perspectiva de todo y agradezco haber sido amada por ti. Agradezco cada acto que hiciste por mi, cada motivo que me hizo quedarme una vez más, cada beso y abrazo que me protegía. Si viví, Axel, fue por ti —sus rodillas tocan el piso, junto a mi. Sus manos toman a las mías, sus ojos no se despegan de los míos—. Debo regresarte ese favor.
Colapso en sus brazos, ella me recibe sin ningún problema, sin cohibirse, y yo tampoco lo hago, no hay restricción cuando se trata de ella, no hay ninguna atadura, ni cadena que me impidiera ser tal cual soy cuando se trataba de ella y sé que ni ahora, ni nunca lo habrá.
—Te amo, cielo ¿Lo sabes?
—Lo sé, porque te amo con la misma intensidad a ti —admiré en sus manos el anillo de matrimonio que le había dado el día de su entierro, la piedra violeta relucía en su mano.
Mi cuerpo y mi corazón estaban en paz y una vez más, solo debía agradecerle a ella.
—Hasta pronto —sus brazos rodean mi cuello, mi nariz posa en su hombro, respiro su olor, lo mantengo para que quede en mis recuerdos, al igual que el tacto de sus brazos y sus manos.
—Hasta pronto.
Ella se separa del abrazo, lo último que conservo en mi memoria son sus ojos y lo que siempre he notado a través de ellos; hermosura. Su cabello castaño seguía siendo brillante, su rostro emanaba paz.
Entendí que si ella estaba bien, yo también podría estarlo, por mi, por ella y por ambos.
—Te esperaré cada noche —sonrió, le correspondí al instante.
—En cada atardecer.
—En The night we met y en Aquella noche nuestra.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top