Capítulo 17
Puedo sentir mi respiración constante, es lenta, suave y forzada a su vez. Mi pecho sube y baja, mis manos descansan encima de el y se atraviesan por mi campo de visión. Hacía frío, era lo único que sentía en ese momento, aparte del dolor en mis huesos y el cansancio que llevaba días soportando, estaba seguro de que en cualquier momento colapsaría, pero no podía hacerlo.
Aún tenía mucho y tan poco por hacer.
El timbre sonó, lo escuché a lo lejos y lo ignoré hasta que aquello fue más constante.
Me puse de pie, me quejé del dolor que atravesó todo mi cuerpo cuando lo hice, pero conseguí llegar a la puerta y abrirla, no tenía que preguntar, sabía quien estaba detrás de la puerta.
Bill y yo nos miramos de la misma manera, ambos cansados del otro, por lo que ya notaba.
—Pensé que seguirías evadiéndome.
—No lograría nada con eso, sé que no te das por vencido fácilmente —le digo e indico con el dedo que cierre la puerta antes de darle la espalda y volver a la habitación.
Puedo escuchar sus pasos detrás de mí. Yo me dejo caer nuevamente a la cama, sin ánimos para hacer algo mas, sin embargo mi vista se engancha a sus movimientos, notando como saca un abrigo del armario y lo lanza a una distancia justa de mí.
—Saldremos.
Frunzo el ceño por su indicación.
—Estoy exhausto, no tengo fuerzas para...
—Eso debiste pensar antes de echarte a morir aquí y no cuidar de ti, ahora necesito que salgamos —ignora por completo mi condición, puedo notar que su semblante serio no ha cambiado desde que cruzó la puerta.
—No necesito salir, Bill.
—¿Y si necesitas seguir aquí? ¿Así? —su mirada me inspecciona una vez y luego sus ojos regresan a mi rostro, él niega xon la cabeza por el resultado que consigue—. Te daré cinco minutos.
—¡Esperarás en vano! —le grito al verlo desaparecer por el pasillo.
—¡Tres minutos!
Pongo los ojos en blanco y clavo la mirada en el abrigo, me pierdo unos segundos en el, puedo sentir como el tiempo pasa de una manera lenta, no obstante, luego de soltar un suspiro me decido y me cambio la vestimenta.
Al terminar camino hasta la sala, regalándole una mueca de disgusto a Bill, mientras él parece muy satisfecho mientras camina fuera del departamento.
Aceptar que había perdido la noción del tiempo no sería problema, realmente parecía que solo con un abrir y cerrar de ojos era tiempo suficiente para que nos encontráramos en el coche de Bill, conduciendo a un destino que no conocía.
El tiempo. Pensar en el como un villano sería algo que jamás hubiera pensado y algo que ahora mismo me cuestionaba. La noción del tiempo ya no importaba, no mucho de lo que veía, sentía o escuchaba a mi alrededor lo tenía, eso también se había perdido.
Como yo en este momento. Salí de mis pensamientos y me enfoqué en la carretera, notando la similitud que esta tenía con mis recuerdos, no tenía que ser el mas experto para conocerla a la perfección, y al identificarla claramente miré a Bill, confundido, él solo lo ignoró y siguió conduciendo.
Al cabo de unos minutos el coche se detuvo, Bill se bajó del coche con las manos en los bolsillos, yo no tardé en hacer lo mismo. El frío me recibió y una pequeña burbuja de humo salió de mis labios cuando dejé que mi respiración se escapara, un escalofrío recorrió mi cuerpo entero cuando vi la casa de los Reynolds frente a nosotros, alcancé a Bill, me posicioné a su lado, esperando a que dijese algo que me ayudara a salir de mi confusión.
Hallé nostalgia en su rostro, él apretó los labios, no porque no estuviera seguro de lo que diría, sino porque sabía lo que eso causaría en mi.
—¿Recuerdas cuando las esperábamos aquí? —murmuró, audible para ambos—. Mishelle siempre se demoraba mas tiempo y debía ser el mal tercio mientras ella salía —él negó con la cabeza y una sonrisa se dibujó en su rostro, el recuerdo nos invadió a ambos.
—Recuerdo lo mucho que solías quejarte por ello.
—Lo hacía, pero nunca me molestó esperar tanto tiempo a Mishelle y realmente, disfrutaba verlos a ustedes dos —confiesa—, era agradable solo ver tu sonrisa y la de Violet, parecían una misma.
—No quiero hablar de eso —le interrumpo, antes de que pueda continuar. No quería entrar en ese tema, que mis sentimientos y pensamientos me dominaran ahora porque estaba sumamente agotado de llorar y mis ojos hinchados lo demostraban.
—Cuando llegábamos a cualquier lugar ustedes siempre acaparaban la atención, parecía que...—murmura la última palabra y trata de hallar las que siguen—, como si todos tuvieran envidia de lo que tenían, no de mala manera, sino que los miraban como si desearan algún día tener algo como eso.
—Bill, no quiero que...
—Violet era alegre, segura de sí misma, siempre te impulsaba a seguir con una vida que no se centrara solo en ella —allí se detuvo, me observó detenidamente con el mismo semblante—. ¿Y tú? Tú eras el hombre mas feliz y sano de este mundo, amabas las cosas que ahora has dejado en el pasado ¿Crees que que a ella le gustaría verte en estas condiciones?
Esa pregunta perfora mi piel, se adhiere a mi mente como si no pudiera borrarse permanentemente y el enojo empieza a hacerse cargo de mis respuestas.
—¿Y a eso me has traído? ¿Para decirme que le gustaría a mi esposa y que no?
—¿Estás orgulloso de quien eres ahora, Axel? Despertar en diferentes lugares, sin comer, sin dormir y preocupando a tu padre.
—¿Mi padre? —pregunto sarcásticamente—. ¿A caso él no te ha contado como estaba luego de la muerte de mi madre? ¿Te contó de las veces que se emborrachaba hasta perder totalmente la consciencia y dejarme solo cuando más lo necesitaba? —solté, con la voz dependiendo de un hilo—. Solo era un niño.
—¿Y piensas seguir siéndolo? ¿Quieres ser como él? ¿Qué diría Violet si estuviera aquí?
—¡Violet no está! —grito, mis manos se aferran a su camisa. Él siquiera se inmutó por mi acción y tampoco lo hizo cuando me derrumbé en el suelo con el alma hecha pedazos—. Violet se fue.
Mi respiración se escuchaba a gran voz, sentía que mis pulmones no se llenaban y mi cabeza empezaría a doler en cuestión de segundos, solo que no podía detener a los recuerdos, a las voces que mi cabeza reproducía y que tenían una dueña.
—Ella no está, yo no sé como o que hacer, ella lo era todo para mi, yo debía casarme con ella, debíamos tener una familia, yo quería amarla hasta que ya no pudiera hacerlo, hasta que mi alma abandonara mi cuerpo, quería ayudarla a cumplir sus sueños, quería tanto y ahora no tengo nada. Ni siquiera a ella.
Estoy sentado en el piso, con la cabeza entre las manos, temblando, sintiendo un dolor profundo, casi como si me estuviera partiendo por dentro. Las lágrimas caen de mis ojos, y el corazón late con fuerza en mi pecho. El dolor se extiende por todo mi cuerpo, como si mi alma estuviera triste, llena de pena. Siento como si no pudiera respirar, y el aire es pesado y difícil de tragar. No puedo pensar, solo siento un vacío profundo y una necesidad de aferrarme a algo. Siento como si mi alma estuviera vacía, como si me hubiera quedado solo en medio de un desierto, completamente abandonado. Estoy desesperado por un alivio, por algo que me alivie este dolor. Siento que mi corazón se está rompiendo por segunda vez.
—No puedo, no quiero avanzar, eso implicaría dejarla a ella atrás y tengo miedo de hacerlo, de olvidarla, de que su voz deje de sonar en mi cabeza, y que este dolor se detenga por su ausencia, porque si lo hiciera significaría que todo el amor que sentí solo fue un sueño y no hay nada que pueda pararlo. El dolor es tan grande, como un abismo sin fondo, en el que me siento perdido y confundido. No sé qué hacer, o qué pensar, solo siento ese dolor. Siento como si mi mente estuviera paralizada, y que no puedo salir de este círculo vicioso. No puedo soportar más este sentimiento, pero no quiero soltarlo Bill.
Mi vista es borrosa, las lágrimas no paran de salir y mis ojos arden, solo quiero que esto acabe, quisiera que nada de esto hubiese sucedido.
—No tienes que hacerlo ahora, Axel, avanzar significa que debas olvidarla, no tienes que dejar atrás a Violet. Yo, Mishelle, todos los vimos, no fue un sueño, ustedes se amaron, pero no puedes seguir atormentándote de esta manera.
—Solo la quiero de regreso, quiero pensar en lo que le gustará, quiero besarla otra vez, sentirla al despertar, quiero decirle lo mucho que la amo.
—No tienes que decirlo, Violet lo supo desde el primer baile y lo supo cada vez que estuvieron juntos. Y lo sabe justo ahora —Bill toma mi cara con ambas manos, su expresión detona preocupación pero sigue siendo firme—. Era hora de que lo supieras, pero Axel, por favor, no te permitas morir así.
Sus manos van a mis hombros formando un abrazo cálido, la angustia, el dolor, la tristeza, el enojo, los sentimientos que acompañan a estos, e incluso los pensamientos no desaparecen, pero no estaba sólo y eso le garantizó un minuto de paz a mi alma cansada.
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