Capítulo 1
¿Alguna vez han sentido que puedes ver algo que otros no? Y que eso no puedes hablarlo con nadie porque, enseguida te consolarían diciendo que la muerte de un ser querido afecta de tal manera y que lo superarás pronto.
Otros... otros solo se excusan, diciendo que estás loco.
Pero yo no lo sentía así, no cuando a quien veía entre la multitud al caminar era a Violet. No cuando no podía evitar el tacto cálido del sol y compararlo con su mirada, con sus brazos. No cuando empecé a cantar nuestra canción y su sonrisa aparecía en mis pensamientos.
Y si eso me convierte en un loco apasionado que extraña con cada respirar al amor de su vida, entonces solo soy un alma desconsolada y sin paz con un toque de locura.
Sentado en una banca vieja en el parque la veo danzar, con una sonrisa dibujada en los labios, su cabello castaño se mueve con rapidez, su cuerpo se mueve con delicadeza al ritmo de la música. Una sonrisa me invade mientras la admiro, su tez blanca brillaba.
En algún momento la música se detiene y ella también lo hace, la miré desconcertado, mi semblante cambió cuando el suyo también lo hizo. Examiné sus ojos cansados, tragó saliva y al bajar la mirada su vestido blanco estaba teñido de sangre.
Abro la boca, sin saber que hacer o decir, Violet me mirá.
—Axel...—murmura, su rostro expresaba su preocupación— ¡Axel!
Me incorporo en la cama tan rápido que termino lastimando mi espalda, suelto una bocanada de aire, hiperventilando. Había sido una pesadilla.
—¿Axel?
—Te escuché papá, ya salgo —tallo mis ojos, con dificultad logro caminar a la puerta del departamento.
Mi padre es lo que veo al abrir la puerta, me recibe con una sonrisa aunque sus ojos me examinan exageradamente.
—¿Como estás?
—Como se supone que esté un chico de veintitrés años por la muerte de su novia. Tú lo entiendes ¿No?
Él asiente con la cabeza, sin saber
que decir, muy en el fondo sabía que estaba
siendo muy duro con él, que él no tenía
la culpa de nada y que mi actitud hacia él no me regresaría a Violet. Solo que, no era algo que manejaba.
—Quise traerte algo de comer —la bolsa marrón cae en la mesa, sabía que la mirada de mi padre me esperaría con ansias de reprochar por toda la comida nueva que él había depositado en mi despensa y que no me había molestado en abrir.
Escuché su suspiro cansado y agotado ¿Que mas esperaba de mi? En cuanto tensó la mandíbula supe que una tormenta de reclamos
—Axel no puedes seguir así.
—No tengo 17 años padre, no te molestes en corregirme.
—Entonces deja de actuar como tal —todo mi cuerpo se tensó, estaba adolorido por las últimas noches en las que, en vano, traté de dormir y sólo di vueltas en la cama hasta el amanecer.
—No voy a permitir que vengas a mi casa e intentes regañarme por como debo actuar ante lo que pasó.
—No es mi intención, pero si no haces algo ya acabarás cómo...
El bello de mi piel se erizó y me encogí un instante, fue como un balde de agua fría y el peor sabor amargo en la boca.
—¿Que padre, como Violet? —acabo por él.
—Como tu madre —corrige y mi mirada se pierde en la ventana abierta que me regala una vista especial al cielo. Ese dolor nuevamente se expande en todo mi ser hasta quebrantar cada músculo de mi cuerpo.
Quien dice que el dolor solo es mental está jodidamente equivocado.
—Solo ha pasado una semana,
no me pidas que siga con mi vida como si nada hubiese pasado.
—No te pido eso, hijo, entiendo tu dolor.
—Entonces déjame sólo —le pido, comenzaba a sentir mi respiración agitada y pesada, esta visita no había cumplido ningún propósito.
Mi padre no protesta, lo escucho soltar una bocanada de aire y tras unos segundos sus pasos alejándose hasta llegar a la puerta.
—Estoy para ti, hijo.
Con eso la puerta es cerrada,
otra vez la soledad me consume y sabía lo que eso significaba, lo que traería consigo y me perseguiría.
Me dejo caer en la silla mas cercana, mi cabeza estaba perturbada entre tanto dolor, al igual que mi cuerpo.
No me había tomado la molestia de salir de este departamento desde el accidente, no quería relacionarme con el mundo ni admirar la vida de las personas cuando la mía se había detenido y todo se había acabado.
Observé a mi alrededor, el lugar estaba tan sombrío, jamás me había fijado en eso, o quizás jamás estuvo así gracias a Violet porque ese era su don, convertir todo lo gris en colores brillantes y relucientes, supongo que eso también se había ido.
Me aferré a mi cama una vez más,
mis movimientos eran tan débiles que me costaba entender como conseguía ponerme de pie. Extendí mis brazos al estar a un costado de la cama, esperaba sentir algo, un tacto y compañía como en las noches anteriores; en su lugar hallé soledad y vacío.
¿Cómo se aprendía a vivir con esto?
Sí, seguimos un ciclo con el paso de los años pero nunca se estaba listo para algo así, más cuando no era la hora, ni el lugar y mucho menos la persona.
Asimilar que este era mi destino y que viviría por siempre con sólo un recuerdo era absolutamente injusto y doloroso, por eso dejaba actuar a mi mente, quien seguía esperando volver a escuchar la dulce voz que me daba los buenos días en las mañanas, el tacto que sus manos me regalaban al ajustar mi corbata y ese destello azul acompañado de una sonrisa que me recibía entre la multitud.
Quería imaginar que, quizás, por mas imposible que fuese, algún día podría experimentar las mismas emociones y sensaciones que sólo ella causaba.
Que iluso.
Mi móvil volvió a sonar, emitiendo el mismo sonido en espera hasta hallar lo que esperaba; Su voz, sin importar que el buzón de espera fuese el único método estable para mi corazón.
—¡Hola! Si no he contestado no es un error o una casualidad, probablemente esté ocupada ahora mismo, así que deja tu mensaje y espera una pronta respuesta. Hasta pronto.
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