Capítulo uno: Solo un mal día

Thea Hunt.

En la vida las personas cambian por dos razones: porque les sucedió un evento que los traumó o porque se volvieron peor de lo que ya eran, solo por pura maldad y placer.

Yo cambié porque la vida me golpeó muy fuerte en diferentes ocasiones y esta vez no sería diferente.

Había sido un día muy agotador, se suponía que hoy debería haberlo pasado bien, pero eso no fue posible. Hoy es el cumpleaños de mi madre, quise visitar a mis padres, ya que desde la secundaria no los veía, pero la bienvenida que recibí no fue la que esperaba.

Todavía no me perdonan por lo que soy, ni por lo que hice.

Así que decidí tomar un bus y volver a mi departamento con mi novia. Veía como el cielo amenazaba con una fuerte tormenta, solo esperaba que no siguiera hasta mañana, pues no me gusta ir a la universidad con lluvia.

Una vez fui con lluvia a la escuela y un trabajo importante se me mojó, pese a que lo llevaba cubierto. Aunque no podía negar que amaba la lluvia, diría que tengo una especie de amor y odio hacia ella.

El bus me dejó a unos pasos de nuestro departamento, en el cual vivía con mi novia desde hace tres años. Subí tres escalones y abrí la puerta del edificio.

Subí al ascensor y apreté el botón número seis, al llegar me dirigí a la puerta del departamento y en cuanto intenté abrirla, oí unas risas. No me sorprendía que una de sus amigas estuviera adentro, era común que su mejor amiga viniera al departamento.

Abrí la puerta y lo que vi me dejó absorta.

Melanie estaba sobre la mesa, abierta de piernas para un hombre que no conozco. 

Mis ojos se pusieron llorosos, sentí como mi corazón dejó de palpitar por unos breves segundos. Todos los recuerdos de nuestra relación pasaron por mi mente, en un valle de los recuerdos, cada recuerdo era como una daga a mi corazón.

Ahora tendría este recuerdo para siempre.

El hombre se acomodó su entrepierna en el pantalón y ella se subió el pequeño short negro que tenía.

Se acercó a mí y fruncí el ceño, las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, mientras sus ojos verdes mostraban miedo.

—Déjame decirte que… —no pude controlarlo y por el miedo y el dolor, le di una bofetada.

Ella se llevó la mano a su mejilla y me miró incrédula, pero dejarme llevar por sentimientos negativos era algo que no solía hacer desde aquel día. Pero no entendía como ella era capaz de esto.

Le había dado todo lo que había podido, amor, atención y alegrías, o al menos yo creía que le daba todo eso y más.

—¿Por qué…? —pregunté con un nudo en la garganta.

—Yo…

—¿Por qué tiene algo entre las piernas? —pregunté irónicamente.

—Tienes que entender que es mejor un hombre que una mujer —comentó el pelirrojo.

No aguanté seguir viendo esa escena horrible y salí corriendo del departamento. Toqué el botón del ascensor repetidas veces, sentía que el corazón se me iba a salir, mi respiración estaba muy agitada y tenía miedo.

El ascensor tardó lo normal, pero en ese momento sentí que tardó siglos, me adentré en él y cerré las puertas, lo último que vi fue como Melanie venía corriendo hacia mi dirección. 

En cuanto llegué a la planta baja salí corriendo del edificio para poder tomar un poco de aire, ya que sentía que ese lugar me estaba asfixiando.

Respiré hondo varias veces, miré a mis alrededores y me di cuenta que a esta hora estaba sola en la ciudad. Con suerte pasaban algunos autos, pero nadie estaba caminando bajo la lluvia.

El agua empezó a mojarme y me pregunté la razón de esto.

¿Por qué me había sucedido esto a mi? ¿Qué fue lo que hice para merecer semejante traición? ¿Tan mala novia fui?

Me puse la capucha de mi buzo, para que me cubriera de la lluvia y caminé bajo la fría y oscura noche. Sentía que ya nada me importaba, mi corazón estaba roto, aunque no fuera literalmente así, era como me sentía.

Estaba sola en el mundo, no tenía a nadie y a quien tenía me traicionó. Varias lágrimas cayeron por mis mejillas y me las limpié, pero era en vano, si las limpiaba salían más.

Mientras caminaba me di cuenta que un auto me estaba siguiendo, hasta que la bocina empezó a sonar y el auto se arrimó hasta mi. La ventanilla se bajó y pude visualizar a una pelirroja, a quien conocía de la escuela, mi mejor amiga.

—¿Thea? —frunció el ceño confundida.

—¿Qué haces aquí, Summer?

—¿Qué haces tú bajo la lluvia? ¿Por qué tienes los ojos rojos? ¿Qué sucedió? —preguntó desesperadamente.

—Tuve un pésimo día y no tengo a donde ir —ella me dio una cálida sonrisa y abrió la puerta del auto para que subiera.

Entré, cerré la puerta y me eché a llorar. Summer me miró extrañada, pero no dudó en darme el abrazo cálido que tanto necesitaba.

Cuando sus brazos me envolvieron sentí el calor de su cuerpo y me sentí un poco mejor, aunque nada podría aminorar el dolor de la traición.

—¿Qué sucedió, amiga?

—Melanie, ella… —suspiré— estaba con otro… —respondí con un nudo en la garganta.

—Esa perra, se arrepentirá de lo que hizo. Iré a hablar con ella —la tomé de la muñeca suavemente.

—No, por favor, no quiero más problemas. 

—Como prefieras. Quédate en mi departamento el tiempo que necesites —abrí los ojos sorprendida ante lo que dijo.

—No quiero molestar, solo estorbaría —me limpié las lágrimas.

—Nunca más digas eso, tú jamás estorbas. Ven conmigo, no tienes a donde ir y dudo que tus padres te reciban —comentó.

—Hoy fui a verlos y…

—Y nada salió como esperabas, ¿verdad? —asentí—. No te preocupes, conmigo estarás bien, llegaremos a casa, comeremos helado y miraremos películas toda la noche —me acarició el brazo dulcemente.

Sonreí de lado, pero por cortesía, porque la verdad tenía ganas de esconderme en el fin del mundo y que nunca más me encontraran.

Summer empezó a conducir y me puse a mirar por la ventana. Tratando de no llorar, de no ser débil, pero no puedo, estoy destruida.

Maltratada por mis padres y engañada por mi novia, supongo que ahora sería mi ex novia, este día no puede ser peor.

La noche seguía fría, mi cuerpo estaba húmedo, ¿pero por qué me importaría morir? Si tengo la sensación de que ya no tengo corazón, me lo quitaron de una manera atroz y nadie puede devolvérmelo.

Luego de quince minutos de absoluto silencio, la pelirroja me avisó que habíamos llegado. Antes de bajar del auto ella tomó su paraguas de color negro y salió del vehículo.

Rodeó el auto, abrió la puerta para que yo pudiera salir y me tapó con su paraguas mientras salía del auto.

Suspiré y salí del auto, ella se aseguró de que estuviera bien cerrado y juntas entramos al hole del departamento. Ella cerró su paraguas, lo dejó contra la pared y de pronto me abrazó con fuerza.

Su abrazo me dio confianza y seguridad, haciendo que me vuelva a echar a llorar sin control alguno.

Summer sabía de mi vida y a veces no necesitábamos palabras, solo actos.

Ella sabía como contenerme, pero yo tampoco era una persona fácil de tratar. Tenía miedo, porque sabía que mi vida de ahora en adelante cambiaría, al igual que en el pasado.

—No estás sola, te tengo —me acarició la cabeza dulcemente.

—Tengo miedo —confesé.

—No lo tengas, estoy a tu lado y nada ni nadie me alejará de ti —nos separamos del abrazo y me dio una sonrisa cálida—. Ahora vámonos, Leoncito se pondrá feliz de verte.

Tomó el paraguas y llamó al ascensor, al entrar tocó el botón número trece y las puertas se cerraron.

Llegamos al piso trece y nos dirigimos a su departamento, abrió la puerta y encendió la luz, para que luego leoncito me viera molesto.

Su departamento tenía las paredes pintadas de color beige claro, el suelo era de color madera, había una luz amarilla iluminando la escena y a los muebles junto a los cuadros.

En el sofá se encontraba el gato de Summer, quien ya me conocía y me quería.

—Ya está gruñón —bromeó.

Ella siempre hacía algún comentario para hacerme sentir mejor, a veces creo que su nombre la hizo quien es, es capaz de ser tan cálida y divertida como el verano.

—Puedo entenderlo, es horrible que te despierten —me acerqué al gato de color naranja con franjas blancas.

Le acaricié la cabeza y empezó a ronronear. 

—Mira que traidor eres, Leoncito —se hizo la ofendida.

Dejó el paraguas en un lugar para que se secara, luego trajo una toalla para mi y un poco de ropa.

—Aquí hay un poco de tu ropa, puedes usarla hasta que vayamos a buscar las cosas al departamento de esa perra —vio la tristeza en mis ojos y suspiró—. Lo lamento, pero las cosas como son, tú eres una persona increíble y ella es una mierda, no te merece.

—Trata de no nombrarla, no quiero hablar sobre lo que sucedió —asintió.

—¿Y si después de bañarte vemos una película de terror? —ofreció.

—Gracias, Summer, pero no tengo ganas, solo quiero descansar.

—Está bien, prepararé tu cama mientras te bañas —asentí.

Tomé la toalla y la ropa que ya tenía aquí. Claramente no era la primera vez que me quedaba a dormir, pero ahora es diferente, antes hacíamos pijamada y cuando estaba soltera, Summer me contaba todo sobre los rumores de la escuela y ahora no tenía ganas de nada.

Me fui a bañar y recordé todo lo que viví al lado de Melanie, tal vez estaba exagerando, pero ahora me sentía sucia, como si no valiera nada.

¿Tan fácil fue reemplazarme? ¿Alguna vez me amó? ¿Debería llamarla?

No, no puedes, después de lo que te hizo no merece saber de ti.

Luego de bañarme me di cuenta que las lágrimas se habían mezclado con el agua, pero ahora no podía llorar. Summer podrá ser mi mejor amiga, pero no me gusta demostrar mis sentimientos, por eso esta traición fue más dolorosa.

Le di todo mi amor y ella lo echó a la basura, como si fuera nada.

Me limpié las lágrimas y salí del baño, para ver a Leoncito vigilando la puerta del baño.

Tenía puesta una remera de color gris y un short que usaba como pijama cada vez que venía aquí.

Summer tenía mala cara, como si algo hubiera sucedido. Me acerqué y me senté a su lado, en el sofá.

La televisión estaba prendida, pero ella estaba entretenida en su celular, hasta que me vio y lo dejó de lado.

—¿Y esa cara?

—La perra te llamó, me vi tentada a contestar y decirle unas cuantas verdades —respondió molesta.

—Gracias por no hacerlo, Sum —me sonrió de lado.

—¿Necesitas hablar? 

—No quiero.

—Puede ayudarte.

—Solo quiero no volverla a ver y desaparecer —sin darme cuenta una lágrima cayó por mi mejilla y la pelirroja la quitó con su suave mano.

—Eres fuerte y no estás sola, Thea —me rodeó con sus brazos e hizo que me recostara a su lado.

—No quiero hablar, Sum.

—Está bien, tendremos tiempo para hablar.

Quería cambiar de tema, no quería recordar nada y si existiera una máquina que me borrara la memoria, eliminaría mi vida al lado de Melanie.

—¿Sigues con el homofóbico? —pregunté sabiendo la respuesta.

—Solo tiene ese defecto, pero es un buen chico —respondió y supe que estaba mintiendo.

—Sabes que toda ley de mejor amiga es aprobar a la pareja de la otra y la verdad no lo apruebo, es muy homofóbico.

—Solo le cuesta aceptarlo.

—Tú lo aceptaste.

—Cada uno lo acepta a su manera.

—En tanto no te haga daño… —empezó a acariciar mi cabello, sabiendo que eso me relajaba.

—Tranquila, descansa que mañana tenemos clases.

—Este día no puede empeorar —en ese momento Leoncito vino hacia nosotras y se puso arriba de mi panza, como si fuera una almohada.

—Te lo dije, es un traidor —bromeó.

Siguió haciéndome caricias en el cabello, hasta que sin darme cuenta me quedé dormida en el sofá, junto a ella y su gato.

—¡Eres una mierda! ¡Lo destruiste todo!

—Típico de homosexual, siempre arruinando todo.

—¡No fue mi intención! —exclamé.

—Ojalá no hubieras nacido.

Esas palabras hicieron eco en mi cabeza, durante toda la noche, junto a él recuerdo de la traición.

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—¡No exageres, Mark! ¡Es mi amiga y no me importa cuanto te moleste, se quedará conmigo el tiempo que ella quiera! —oí.

Abrí los ojos lentamente y vi a Summer que estaba preparando café en la cocina, mientras hablaba por celular, aparentemente con el imbécil de su novio.

Tenía puesto una remera de una banda de rock que le tapaba la cola y estaba descalza.

—No pedí tu opinión, Mark, solo te contaba de mi vida porque tú me preguntaste —hizo silencio y frunció el ceño—. Es mi mejor amiga, nada ni nadie me separará de ella —alejó el celular de su oreja y observó la pantalla—. Que mal humor tiene —se quejó.

Recordé el sueño que tuve y me pregunté hasta cuando me seguiría atormentando el pasado.

Había pasado mucho tiempo, pero esos sueños seguían y la terapia ya no ayudaba, ya nada hacía efecto.

—Hola… —la pelirroja me observó y sirvió el café en una de mis tazas favoritas.

—No creí que tendrías esa taza —dije sabiendo que tenía la bandera LGBTQ+.

—¿Por qué lo dices?

—El homofóbico —respondí.

—Mi departamento, mis reglas —se acercó a mí con mi taza y con la suya, que era de un zorro jugando con una mariposa.

Me entregó la taza y la tomé, soplé por sobre el borde, para que lo caliente se le fuera un poco.

Bebí un poco bajo la atenta mirada de la pelirroja, quien me sonreía como si todo estuviera bien.

—Debemos prepararnos para ir a clases —comentó.

—No quiero ir.

—Ella no te hará nada, la golpearé si te mira —río.

—Mis cosas están en su departamento, no tengo nada conmigo, solo mi celular.

—No te preocupes, yo luego te paso las cosas y las copias, pero si no vas será peor.

Sabiendo que sería inútil, acepté ir. Me vestí y Summer me dio una de sus mochilas, para que nadie sospechara nada. Bajamos por el ascensor en silencio, no tenía motivos para hablar.

Tenía puesto una campera de color beige, un jean con unos borcegos y una musculosa blanca. Algo sencillo, pero era lo que tenía y no me podía quejar.

Summer estaba siendo demasiada bondadosa, incluso porque a su novio no le agrado y el sentimiento es mutuo.

Salimos del edificio, nos acercamos al auto y ella abrió mi puerta para dejarme pasar, luego rodeó el auto y en cuanto entró, cerró la puerta y encendió la radio.

Estaba sonando Don't say goodbye, una canción que me solía alegrar, pero en estos momentos nada podía sacarme una sonrisa.

Mi mente viajó al pasado, en los momentos que fui feliz con Melanie. Cuando nos conocimos ella había chocado conmigo, estaba huyendo de unos bravucones, quienes la molestaban por ser bisexual.

Con el tiempo nos hicimos amigas, hasta que empezamos a tener citas y no sé en qué momento nuestra relación murió. Siempre di lo mejor de mí, no sé qué pudo haber salido mal.

—¿Ya quieres hablar, Thea? —rompió el silencio.

—¿Puedes apagar la radio? No estoy de ánimo —ella asintió y la apagó.

—No quiero preguntar como te sientes, porque es algo estúpido, ¿pero cómo lo descubriste?

—Había vuelto al departamento y los encontré, en pleno acto —dije sin dar muchos detalles, ya que quería borrar esa escena horrible de mi mente.

—¿Con alguien de la universidad?

—No lo sé, un pelirrojo de contextura física muy buena.

—Conozco un pelirrojo, tal vez sea él.

Da igual, ya nada puede cambiar lo que sucedió.

—¿Qué hice mal, Sum? Le di todo el amor que sentía, le di todo y ella me dio alegría, a cambio de mucho sufrimiento. Tal vez sea yo la que esté mal, tal vez soy demasiada aburrida y se cansó de mí —en ese momento la pelirroja frenó en seco y me miró con el ceño fruncido—. ¿Qué rayos, Summer? Casi nos matas.

—Deja de decir que fue tu culpa, tú eres una chica linda, dulce, amable y con muchas cualidades. No eres aburrida, para mi eres la persona más interesante del mundo y no te cambiaría por nada ni por nadie. Que ella sea una mierda y te haga creer que tú lo eres, es pura manipulación.

—¿Entonces por qué se cansó de mí? ¿Qué tengo de malo?

—Nada, Thea. Tú defecto es amar a las personas que no te aman de la misma manera y lamento que tengas que sufrir, porque si de mi dependiera, te entregaría toda la felicidad. Después de todo, te lo mereces.

—Siento que ya nada tiene sentido, estoy sola y no quiero arrastrarte a mis desgracias. No podría pasar por eso otra vez.

—Yo decidí estar en tus desgracias desde que te conocí y no me arrepiento de nada —me dio una sonrisa cálida.

A veces me preguntaba qué había hecho para que Summer estuviera en mi vida. Ella es una chica linda, de buena familia, estudiosa, mientras que yo siempre tuve todo tipo de problemas.

No sé cómo es que todavía me soporta, pero le agradezco seguir a mi lado, de lo contrario ya no estaría aquí.

—¿Ya te dije que estás loca? 

—Sí, un millón de veces, pero tú estás más loca por estar conmigo en un auto —sonrió de manera burlona.

Me preguntó si podía volver a encender la radio, a lo que accedí y el viaje consistió en Summer cantando a todo pulmón cada canción que pasaban. Las otras personas nos miraban raro, pero al ver que ella cantaba con tanta pasión, no le dije nada.

Cantar le hacía feliz, se sentía libre y verla así de relajada, la hacía verse tierna.

Luego de un concierto en el auto, llegamos a la escuela. Suspiré y ambas bajamos, ella me abrazó por los hombros para consolarme y caminamos hacia el interior de la universidad.

Yo tenía la cabeza baja, porque sentía vergüenza de lo que había sucedido, seguro todo el mundo ya lo sabía y sería cuestión de tiempo para recibir burlas.

La pelirroja me acarició el brazo y de pronto oímos como alguien gritaba su nombre, llamando la atención de todos en el pasillo.

—¿Acaso me cambiaste por esta, Summer? —Mark se acercó a nosotras y no parecía nada contento con mi presencia.

—En primer lugar; si le vuelves a elevar la voz de esa manera, te aseguro que te arrepentirás, fuck boy, en segundo lugar; ella puede estar con quien quiera y no voy a tolerar que le hables de esa manera cuando ella no te ha hecho nada —solté mientras lo miraba a los ojos.

—No pedí tu opinión, maldita homosexual.

—¡Mark, ya basta! —exclamó Summer.

—¿Cómo pudiste dejar que se quedara a dormir contigo? 

—Porque es mi amiga y que le gusten las chicas no quiere decir que a mi también. ¿Lo entiendes?

Varios estudiantes llegaron y se acercaron a ver lo que ocurría, hasta que se formó un círculo de muchos alumnos de todos los años, observándonos.

—Ella te va a pegar eso —recalcó la última palabra con asco.

—¡Pues eso es más sano que tu relación tóxica! ¡No voy a tolerar que me hables así y mucho menos que hagas una escena de celos! —exclamé molesta.

—¿La homosexual cree que estoy celoso de ella? Qué idiotez —se burló haciendo una sonrisa arrogante.

—¿Entonces por qué haces esta escena? Si supieras que no soy una amenaza, estarías seguro de ti mismo, pero no es así —los demás empezaron a murmurar comentarios en contra mía y de Summer.

Poco me importaba, pero ella no se merecía pasar por esta situación por culpa de un inseguro tóxico.

—¡Ni una palabra más, maldita homosexual!

—¡Estás rebasando los límites, Mark! —dijo ella.

Mark levantó su brazo, con la palma estirada, me iba a dar una bofetada frente a todos, pero en un pestañeo Summer se interpuso entre nosotros dos y su mano impactó contra ella.

Su mejilla estaba roja, sus ojos estaban aguantando las lágrimas, miré a mis alrededores, pero nadie hizo nada, solo murmuraban cosas.

Malditos cobardes.

La ira me invadió, incluso esta ira era peor que cuando supe el engaño de Melanie, fue entonces cuando cerré mi mano y la dirigí hacia su ojo, dándole un puñetazo.

—¡NUNCA MÁS LE TOCARÁS UN SOLO CABELLO! —grité para que toda la escuela fuera capaz de oírme.

No me importaba lo que decían de mí, estaba acostumbrada, pero jamás permitiría que alguien le hiciera daño a alguien como Summer, incluso porque ella no hizo nada malo.

—¡Hunt, Campbell y Jackson! ¡A detención, ahora! —soltó furioso el director.

Lo que me faltaba, esta semana no podría ser peor.

Nunca había ido a detención, pero por defender a mi amiga, ahora tendría una mancha en mi expediente.

Maldita la hora en la decidí venir a la escuela, solo le causó problemas y sufrimiento a Summer.

Tendré que tomar una decisión inmediata y definitiva.

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