Capítulo seis: ¿Quién soy?

Summer Campbell.

Habían transcurrido algunas horas, la noche había caído, junto a una tormenta. La lluvia caía, los árboles se movían a la par del viento y mi piel se había erizado. Quisiera saber que fue por el frío, pero no fue así.

Recordar lo que sucedió hace unas horas me había hecho sentir mal, o no quería recordar a Mark, pero no estaba lista y lo peor no había sido eso. Durante el viaje creí que con respecto a Melanie, había actuado de esa manera porque no quería que Thea sufriera aún más y aunque era verdad, la verdadera razón era que había sentido celos o eso me había dicho Owen.

Luego de haber actuado así, lo llamé para contarle sobre lo sucedido y volvió a hacerme la misma pregunta, ¿Eres bisexual? No sabía que responder a esa pregunta, ni mucho menos sabía que responderle a Thea o hasta hace unas horas no lo sabía.

Luego de que habíamos vuelto de la discusión entre Thea y Mark, él insistió en que debíamos hacerlo y creí que si lo afrontaba, dejaría de tener miedo, pero no fue así. Cuando Mark solo tenía puesto su bóxer, salí corriendo de la habitación como una niña asustada.

Él me buscó por toda la casa, pero lo único que hice fue meterme dentro del auto y llegar al único hotel en el que Thea podría estar. Ella no tenía pijama, no tenía ropa ni nada, había dejado su maleta en la cabaña.

Así qué antes de irme, fui a la que era su habitación y tomé sus cosas, para luego llevarlas en el auto conmigo.

Al entrar al hotel me dirigí a la encargada de las llaves de las habitaciones, la cual era una señora de edad avanzada, de cabello castaño y una expresión facial que transmitía paz.

Paz.

Eso le faltaba a mi vida.

-Thea Hunt se hospeda aquí, estoy segura. Solo necesito el número de su habitación -la señora de cabello canoso sonrió de lado.

-Ella dijo que tal vez una pelirroja podría venir, supongo que eres tú -sonreí de lado y asentí-. Está en la habitación número quince, en el tercer piso -tomé la manija de su maleta y me dirigí al ascensor, para luego apretar el botón número tres.

Era un edificio pequeño, pero muy acogedor. Aunque ahora poco importaba cómo lucía el lugar, solo necesitaba sus brazos, en donde podía sentirme segura y protegida. Había tomado mi decisión y elegí mi felicidad.

El ascensor marcó el piso al que había llegado, desesperadamente salí de él y fui hasta el final del antiguo pasillo. El edificio era bastante frío, ya que, mayormente en las edificaciones antiguas hacía mucho frío.

Hice de mi mano un puño y con mis nudillos toqué tres veces seguidas la puerta de color blanco. Era probable que a esta hora Thea estuviese dormida, pero la necesitaba. Tenía miedo, estaba asustada y confundida.

No estaba segura de quién fui o de quién soy en estos momentos y la única que podía ayudarme es ella. Sin mencionar que siempre elegiría a Thea sobre todo y todos.

De pronto oí como la puerta se abrió y al verla, simplemente mis brazos la rodearon y la acerqué a mi, delicadamente me abrazó por la cintura y una lágrima cayó sobre su hombro.

-Viniste... -susurró.

-Siempre te elegiría a ti... -la atraje más hacia mi.

Nos separamos y sus ojos me recorrieron de arriba a abajo, hasta que se detuvieron al observar mis ojos rojos. Frunció el ceño ligeramente, tomó su maleta y luego me tomó de la mano para que entráramos a la habitación.

No era muy grande, solo había una cama matrimonial, una mesita de noche con una lámpara de color marrón y blanco, enfrente de la cama había un sofá antiguo, pero en perfecto estado. El ventanal, cuya vista daba hacia el pequeño pueblo, estaba un poco cubierto por unas cortinas de color blanco.

Dejó su maleta cerca del sofá, se acercó a mí y al mismo tiempo nos sentamos al borde de la cama.

-¿Qué sucedió? ¿Por qué lloras?

-Es una larga historia...

-Tenemos toda la noche -hizo una pausa-. ¿Qué te hizo Mark?

Tomé aire y un poco de valor, ya que, aunque fuera mi amiga, me daba vergüenza admitirlo.

-Íbamos a hacerlo y salí corriendo -confesé.

-¿Por qué? ¿Qué sentiste?

-Creí que si lo enfrentaba el miedo se iría, pero no fue así -una lágrima cayó lentamente por mi mejilla.

-A veces los miedos debes enfrentados con la persona correcta -asentí.

-Pensé mucho en todo lo que hablamos y aunque yo lo quiera, creo que necesito un tiempo. Tengo miedo, no sé quien soy o que siento y no quiero perjudicarlo -la ojiverde se acercó a mí y me abrazó por los hombros.

-Él tiene que entender a la increíble mujer que tiene a su lado -empezó a acariciar mi brazo y la piel se volvió a erizar.

Algo que Thea podía hacer, era hacer que mi corazón se acelerara y que la piel se me erizara. Solo necesitaba un toque suyo y causaba un caos en mi.

-Fue horrible, sentía que lo que estaba haciendo no era lo correcto, no me sentía cómoda y fue cuando decidí huir.

-Hiciste bien, Sum -ella me observó durante unos minutos con un poco de pena-. Nunca debes hacer algo que te disguste, ya llegará esa persona que te ame y te respete como mereces -me abrazó más fuerte.

Sin poder soportarlo, más lágrimas cayeron por mis mejillas. Cerré los ojos con fuerza, mientras por dentro deseaba que solo hubiera sido una mala pesadilla, de la cual pronto despertaría, pero a la vez no quería irme de los brazos de Thea.

No entendía porqué Thea si me aceptaba como era y Mark no. ¿Acaso tengo algo de malo? ¿Acaso mis gustos en los libros son extraños? Si es así, ¿por qué Thea siempre me apoya?

Ellos eran muy diferentes, no había duda alguna de eso, ¿pero por qué tenía que ser así? ¿Por qué simplemente Mark no podía aceptarme? Es algo que nunca iba a entender.

La peli marrón no me soltó en ningún momento, sus manos acariciaban mi cabello dulcemente, para calmar un poco la tormenta que vivía y la que había en mi mente.

Mi corazón que palpitaba fuertemente, sintió las caricias de Thea y de a poco la velocidad fue disminuyendo. Me acurruque en ella, como si fuera un peluche el cual nunca soltaría y en parte era así.

No quería alejarme de ella por nada del mundo. Me hacía sentirme segura de mi misma, aunque no tuviera la más mínima idea de quién era en verdad. Era algo que Mark no me hacía sentir y no entendía por qué.

Lentamente nos separamos y su suave mano corrió las lágrimas que caían por mis mejillas.

-Por un momento creí que lo elegirías... -confesó.

-Me pusiste en una posición horrible, no vuelvas a hacerlo -ella bajó su mirada al suelo.

-Perdón, pero solo quería que tomarás una decisión, porque ya no aguantaba ver como él te hacía sufrir e ignorabas mis advertencias.

-El amor a veces ciega, Thea...

-Pero eso no es amor, Summer, es toxicidad pura.

No estaba molesta con Thea por hacerme elegir entre Mark y ella, pero no estuvo bien lo que hizo. Ellos no eran una cosa que yo podía elegir y yo... yo tenía muchas dudas que todavía no han podido ser resueltas.

Me siguió acariciando, hasta que mis párpados se sintieron pesados de tanto llorar. Thea se

-¿Quieres darte una ducha? Estás un poco mojada y no quiero que te resfríes.

No quería darme una ducha, era una batalla entre mis cicatrices, el pasado y yo. Para la mayoría de las personas bañarse era algo tan normal como respirar, pero para mi era entrar en un campo de batalla, del cual nunca sabría cómo saldría de él.

A veces salía normal, a veces con lágrimas interminables y a veces salía con un nudo en la garganta.

No era fácil, pero con Thea lo era. Recuerdo que cuando ella se quedaba a dormir y tenía que bañarme, siempre lo hacía con la puerta abierta, porque sabía que si yo caía, ella estaría para atraparme.

Nunca necesitó saber la razón de mi recelo a ducharme o a usar un bikini, para consolarme. Solo necesitaba saber que yo estaba triste y ella siempre estaría para mi.

Era una de las cosas que me gustaban de ella, siempre estaba dispuesta a consolarme, sin importar el motivo. No importaba si era el motivo más estúpido del mundo, ella siempre estaba ahí.

Con recelo le dije a Thea que lo haría, pero que la puerta estaría abierta en caso de que algo sucediera.

Sin darme cuenta me quité toda la ropa mojada y me metí a la ducha en busca de olvidar, pero eso era algo que no estaba en mi. Mi mente nunca olvida cuando me lastiman o cuando mi cuerpo o mi corazón quedan marcados.

Pasé la yema de mis dedos por las cicatrices y cerré los ojos fuertemente.

Los médicos me habían dicho que algunas heridas podrían cicatrizar y olvidaría que un día existieron, pero que la mayoría de mis heridas estarían en mi vientre para siempre, sin importar cuantas cremas usara o cuantos tratamientos hiciera.

Mientras mis dedos esparcían el shampoo en mi cabello, pensaba en todo lo que había sucedido hoy. Tal vez Owen no estaba tan equivocado, tal vez si hubiera pasado por la misma situación, pero con una chica, tal vez pudo haber sido diferente.

No lo sé.

Traté de concentrarme en cómo Thea me hacía sentir y eso me ayudó a no pensar en lo que pasaría mañana, cuando volviéramos y Owen esté al tanto de todo.

Al salir de bañarme, Thea insistió en que debía dormir en la cama y que ella dormiría en el sofá, pero no quería que estuviera lejos de mi. Tenerla cerca me ayudaba a combatir el miedo que sentía.

-¿Podrías quedarte conmigo hasta que me duerma? -asintió.

-Sabes que siempre me quedaría a tu lado -me acurruque debajo de las suaves sábanas.

Thea lentamente corrió las sábanas y se acurrucó a mi lado. Sus bellos ojos color verdes me observaron durante unos segundos, mientras que los míos trataban de contener las lágrimas.

Sin decir una sola palabra, sus brazos me envolvieron, como un koala envuelve sus brazos y piernas en la rama que no piensa soltar un largo tiempo. Su calor transmitió cierta paz a mi corazón, mientras las lágrimas salían de mis ojos como si fueran una cascada.

Y aunque motivos no me faltaban, no sabía porqué lloraba exactamente.

No sabía si era porque Mark no me trataba como Thea.

No sabía si era porque no sabía quién era en verdad.

No sabía si lloraba por la incertidumbre de todo lo que había a mi alrededor.

La tormenta afuera del hotel no cesaba y la que había en mi interior tampoco.

꧁༻-༺꧂

Nos estábamos yendo del pueblo en el auto. Lo que debería haber sido un fin de semana tranquilo y pacífico, terminó siendo algo desastroso para ambas. Thea se había sentido mal por los comentarios de Mark y yo por sus acciones.

El día estaba nublado, era como si el día acompañara mis sentimientos de tristeza y soledad, porque aunque tenía a Thea a mi lado, ella no podría resolver todas mis dudas.

Había un poco de tráfico en la autopista, aproveché para tomar el libro que la ojiverde me había comprado y tratar de leerlo, pero me fue imposible. Mi mente estaba en los eventos que habían sucedido anoche.

Seguía sin entender porqué con Mark todo tenía que ser en función a sus gustos y sus berrinches, mientras que con Thea todo era mutuo. Y si había alguna duda, lo hablábamos, como dos personas civilizadas.

Nadie es perfecto, eso lo sé. Thea y yo siempre hablamos sobre aquello que no nos gusta de la otra, como anoche, pero con Mark las cosas no eran así. Él no sabía dialogar, solo sabía dar órdenes y que todos cumplieran.

Los ojos de la ojiverde me recorrieron de arriba a abajo, en más de una ocasión. Sabía que quería preguntarme cómo me sentía, pero tal vez era algo que ni yo misma sabía responder.

-¿Está interesante la página? -levanté la cabeza.

-¿Qué?

-Llevas todo el viaje en la misma página -respondió.

-Nunca creí que diría esto, pero no tengo cabeza para leer -suspiré y cerré el libro.

Lo dejé sobre mi regazo y mi vista se centró en los autos que estaban delante nuestro, pero no miraba ninguno en concreto. Mis ojos estaban perdidos, al igual que yo.

No saber quien eres o quien fuiste, es como si una parte de ti estuviera muerta.

-¿Cómo lo haces? -solté de repente.

-¿Qué cosa, Sum?

-¿Cómo puedes ser tan fuerte cuando el mundo es cruel y egoísta? -pregunté con curiosidad.

-No puedes, simplemente aprender a camuflarte entre la crueldad de las personas y su egoísmo. Todos tenemos nuestro momento de debilidad, algunos pasan toda la vida siendo débiles, algunos solo un corto período de tiempo y algunos simplemente no lo aguantan -respondió con sus ojos tristes.

-¿Y si no soy lo suficientemente fuerte? -giró su cabeza y me observó.

-Tienes lo que muchos no, dos padres que te aman, un hermano que siempre está dispuesto a ayudarte y a mi. Sé que no soy lo mejor, pero te prometo que siempre querré lo mejor para ti -sonreí de lado.

¿Cómo puedo decirte que tú eres lo único bueno que tengo? ¿Cómo puedo decirte que no te quiero lejos de mi? ¿Cómo puedo decirte que eres la única que puede calmar mi corazón?

-¿Cómo supiste que te gustaban las chicas? -soltó una pequeña risita, mientras sus manos estaban al volante.

-Solo sé que lo sientes, no hay una manera específica de cómo averiguarlo. Es como cuando sientes que hay algo más en ti, una parte que tienes escondida y cuando te das cuenta que es, te da miedo mostrarlo ante el mundo, porque es algo fuera de lo común, pero te diré algo, las cosas fuera de lo común son las que cambian al mundo.

-¿Para bien o para mal?

-Depende de tu punto de vista.

¿Y si tenía miedo? Tal vez Owen no estaba tan equivocado, tal vez toda mi vida me habían gustado las chicas y ahora me estaba dando cuenta de eso.

Mis padres son religiosos y nunca hablamos sobre las personas homosexuales, pero nunca los ofendieron o discriminaron. Era como si ellos hicieran que no existieran y a su vez, querían que nosotros pensáramos que solo existía la pareja heterosexual.

Cuando conocí a Thea, me mostró que no era así. Me mostró como existían los gay, las lesbianas, las personas intersexuales, los bisexuales, etc.

No sabía qué pensar al respecto.

-¿Y si toda mi vida fue un engaño?

-No saber quien eres y experimentar, no es un engaño, Sum -hizo una pausa-. A veces tienes que probar el helado de menta y el de vainilla, para luego saber cuál es tu preferido -sonrió de lado.

-¡Eso fue hace años!

-Y hasta entonces creías que el helado de menta era único.

Entendía el ejemplo de Thea. Experimentar o probar cosas nuevas no estaba mal, solo así podría darme cuenta de quién era en verdad.

Tal vez solo saltando podría saber quién era en verdad, tal vez solo así la tormenta que había en mi interior podría irse y tal vez la incertidumbre desaparecería.

꧁༻-༺꧂

Al llegar a casa encontramos a Owen y Leoncito en el sofá. Rápidamente ambos vinieron a decirme lo mucho que me extrañaron. Mi hermano me dio un fuerte abrazo, como si hace décadas que no nos veíamos y Leoncito apoyaba su cabeza contra mi pierna derecha y deslizaba su cabeza lentamente.

Lo tomé en mis brazos y empecé a acariciarle la panza.

-Claro, dale más cariño al gato que a mi -dijo bromeando

Thea entró con las valijas y las dejó en la sala de estar.

-Creo que no olvidamos nada -el pelirrojo levantó su brazo y colocó su mano en horizontal, indicando que faltaba alguien alto.

Mark.

-¿Dónde está? -preguntó con cierto brillo en la mirada.

Ambas nos miramos, sin saber qué decir o qué hacer.

Sabíamos que si le decíamos la verdad, Owen sería capaz de ir hasta su casa y romperle un hueso, pero tampoco podíamos mentirle, era mi hermano y mi amigo.

Con Leoncito en mis brazos, nos sentamos los tres en el sofá, yo en medio de ambos. Thea acarició mi brazo con dulzura, en señal de que me apoyaba si lo necesitaba. Lo que ella no sabía, es que solo podía tener el valor para decirle, gracias a su apoyo constante.

Mientras le relataba lo que había sucedido, la expresión facial de Owen cambiaba radicalmente. No quería preguntar, porque era obvio que él estaba imaginando cien maneras distintas de matar a Mark.

-¡¿Cómo se atreve a hacerte eso?! ¡¿Con qué derecho lo hace?! -espetó furioso.

-Cálmate, te dije que no sucedió nada.

-¡Pero pudo haber sucedido algo!

-Owen tiene razón de estar molesto, Sum -giré mi cabeza para verla-, también pensé así cuando me lo contaste, pero no te lo dije porque tú necesitabas mi apoyo -me abrazó por los hombros.

-Lo imaginé, pero de cualquier forma le pediré un tiempo.

-Solo podrás pedirle un tiempo si encuentra la forma en como volver -dijo mi hermano con una sonrisa de oreja a oreja.

A él le gustó la idea de que lo dejáramos en el pueblo sin el auto.

-Las personas malas siempre vuelven, Owen -dijo la ojiverde-, por eso el mundo está repleto de personas malas.

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