Capítulo dos: Discusiones y miradas
Summer Campbell.
No podía creer lo que había sucedido, ni siquiera sé de dónde saqué tanto valor para enfrentarme a Mark.
Iba a golpear a Thea y no podía permitirlo, jamás permitiría que sufriera y si no hacía nada en contra de esa maldita llamada Melanie, era porque ella me lo había pedido.
Ahora los tres estábamos en detención, sin celular, sin poder hablar y sin reloj, solo le faltaba decirnos que no podíamos respirar. Mejor no digo nada, porque son capaces de hacerlo.
Todavía sigo absorta ante lo que hizo Mark, sé que la bofetada iba para Thea, pero no se detuvo cuando me vio.
Eso me hizo pensar que tal vez ella tenía razón, tal vez si era homofóbico. Aún así, yo no me iba a alejar de Thea, por más que quisiera, no puedo.
Thea estaba sentada delante mío, preocupada por mi, mientras que Mark estaba sentado detrás de todo, furioso.
La mejilla todavía me ardía un poco, pero nada me dolía tanto, como ver a la ojiverde sufrir. Sabía cuan afectada estaba por lo de Melanie, aunque intentara ocultarlo, lo podía ver en sus ojos, estaba rota.
Ella siempre la amó y yo siempre sospeché de ella, nunca me agradó del todo. Ahora me moría por decirle las verdades a la cara, para empezar le diría que cambiar a Thea por un rato de placer, sería la mayor estupidez que pudo haber hecho.
Pero le prometí que no haría nada y debo cumplirlo, aunque no quiera.
Nos dijeron que nos quedaríamos tres horas más en la escuela, tres horas que parecen mil siglos y lo peor es que no tenemos un reloj a nuestro alcance.
La maestra a cargo de nosotros era la de matemáticas, me caía muy bien, pero a Thea no le agradaba. Nunca repitió de curso, pero matemáticas le costaba mucho.
Y la profesora tampoco ayudaba.
Ella se levantó de su silla, rodeó la mesa para acercarse a mí y me observó confundida.
—Nunca creí que te vería aquí, Summer —comentó de brazos cruzados.
—También estoy sorprendida, pero ya falta poco para irnos —le sonreí de lado.
—Tengo que irme, estás a cargo hasta que vuelva —asentí.
La profesora caminó por el suelo de mármol de color beige, junto a unas líneas en zic zac. Cerró la puerta y Thea suspiró.
Se dio la vuelta y pude ver en sus ojos verdes que realmente sentía lo que sucedió.
—¿Te duele mucho? —negué con la cabeza.
Nunca me habían abofeteado, pero no quería decirle que me dolía, podría empeorar esto y no quiero que se meta en más problemas.
—¡No te atrevas a hablarle, Summer! —espetó molesto.
—Es mi amiga, Mark, puedo hablarle todo lo que yo quiera —me di la vuelta para verlo y Mark me dio una mirada de odio.
Se levantó de su pupitre y caminó hacia nosotras. Observó a Thea con asco y luego sus ojos marrones se dirigieron hacia mí. Colocó sus brazos en cada extremo del pupitre, apoyándose en las esquinas y me observó fijamente.
—Si no le di un puñetazo fue porque nos interrumpieron, de lo contrario tu amiga estaría en un hospital —susurró mirándome a los ojos.
—Claro, porque eres el típico bully y te crees superior, pero no soy yo quien tiene un ojo morado, imbécil —rebatió.
No voy a mentir, amaba que Thea fuera así de valiente, nunca tuvo miedo de decir la verdad en la cara y lastimosamente no soy como ella. La admiro mucho.
Es una mujer muy fuerte y no debería pasar por esto.
—Basta los dos, ya es suficiente que nos quedaremos aquí tres horas más cada semana, hasta fin de mes —comenté sin mirar a Mark a los ojos.
—¿Suficiente? Mejor piensa en lo que sucedió el domingo, cariño. No quiero que se vuelva a repetir —él se dirigió nuevamente a su pupitre, mientras Thea me miraba confundida, con el ceño levemente fruncido.
Ella me dio una mirada de después hablaremos sobre eso y no me molestaba decirle, tal vez ella podría ayudarme.
Estaba en la casa de Mark, él había cocinado y luego nos pusimos a ver una película que él había escogido.
No sé por qué eligió 365 Días, si es una película que no demuestra nada de amor, solo toxicidad y solo hay puras escenas de relaciones. Sin ninguna trama interesante.
Ahora me gustaría estar con Leoncito o Thea, viendo una película de terror que da más risa que miedo, mientras comíamos comida chatarra.
Mark se acercó a mí y me dio un beso en la cabeza.
—Hoy estás más linda que de costumbre —sonreí por su halago.
—Gracias, ¿Quieres más bebida? —asintió.
Me levanté del sofá de color gris y recorrí toda la sala de estar, hasta llegar a la cocina. Tomé la botella que estaba sobre la mesada y el vaso de Mark, ya que el mío todavía tenía bebida.
Serví un poco en su vaso y me asusté cuando sentí que algo me rodeó la cintura. Dirigí mi mirada y las manos de mi novio me estaban acariciando el vientre.
Por un momento mi respiración se detuvo, no me gustaba que hiciera eso sin mi permiso, de hecho solo Thea puede hacerlo, pero no lo hace porque sabe lo incómodo que es para mi.
Dejé el vaso en la mesada, coloqué mis manos sobre las suyas y lentamente las separé de mi vientre. Me miró confundido y suspiré.
—Sabes que necesitas mi autorización, Mark. Sabes que no me gusta —espeté molesta.
—Somos novios hace años, Summer. No soy un extraño —me di la vuelta para verlo a los ojos.
—Pero me incomoda y lo sabes, siempre lo supiste —las manos de Mark se dirigieron hacia mis mejillas y las acarició lentamente.
—Está bien, tranquila —sus labios se acercaron a los míos y rozó nuestras narices.
En un pestañeo sus labios estaban sobre los míos, haciendo de este beso normal, a uno más candente. Una de sus manos se posicionó en mi cintura y estaba segura que pretendía bajar, pero yo no podía, no estaba lista. Tenía miedo.
Coloqué mis manos sobre el pecho de Mark y lo empujé lentamente, para separarnos.
—¿Qué sucede? —sus ojos mostraban molestia.
—No puedo, no estoy lista —confesé.
—Hace años que soy tu novio.
—Tienes que entenderlo, no estoy lista.
—¿Sabes cuántas animadoras les gustaría estar en tu lugar?
—No me importa, solo quiero que entiendas, por favor —rodó los ojos molesto.
Me dio la espalda, caminó hasta pasar el sofá y se fue de la sala de estar.
—¿A dónde vas? —pregunté alzando el tono de voz.
—Tengo necesidades, Summer —respondió—. Si quieres puedes irte, nadie te obliga a nada.
Quería quedarme, pero es cierto que no me gusta que haga eso, me parece repugnante, aunque sé que es algo común. Tomé mi abrigo, mi paraguas y mi bolso negro. Caminé hasta la puerta y giré la llave dos veces.
Cerré la puerta apenas salí del departamento y me subí a mi auto luego de salir del edificio. Era una noche lluviosa, algo que me gustaba, debido a que la lluvia solía relajarme. Traté de no darle importancia a lo que sucedió, seguro que Mark tenía un mal día, todos solemos tenerlos.
Sin darme cuenta el horario ya había terminado, tomé mi mochila de color blanco con pequeñas mariposas azules, y salí del salón.
Estaba en la puerta, esperando a Thea, cuando el pelinegro salió y se acercó a mí.
—¿Podemos hablar?
—¿Sobre qué? ¿Sobre la bofetada?
—No era para ti, no tendrías que haber intervenido.
—No tendrías que haber pensado en golpearla, no te hizo nada.
—Ella es la rara, la anormal, no yo.
—¿Solo por qué es diferente? Mark, sigue siendo una persona.
—Ese es el problema, tú crees que es una persona, pero no es nadie.
—Por favor, respeta a mi amiga, yo respeto a los tuyos —él rodó los ojos.
—Yo tengo amigos normales y hablando de eso, hoy por la noche iremos a un bar, ¿Quieres venir con nosotros? —sonrió.
—Tengo la mejilla marcada, no sé si iré —dije cabizbaja.
No podría ir con un golpe marcado, aunque todos vieron lo que sucedió, no me gustaría que hubiera comentarios respecto a eso.
No quiero que Thea sea perjudicada por las acciones de Mark, no lo merece.
—Lo lamento, no quería herirte, Summer —se acercó a mí y dejó un beso en mi frente.
—Te aviso si cambio de opinión. Hasta mañana —lo saludé con la mano, a lo que él sonrió.
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Había hablado con Thea sobre la salida al bar, para el estado en el que está necesita distraerse con algo. Sé que los bares no son lo suyo, pero tal vez bailar le haría bien.
—¿Has visto como tienes la mejilla? Ese imbécil te hizo daño —fue a la cocina y de la nevera sacó un bloque de hielo.
—Me pidió disculpas y por eso me invitó a la salida. Quiero que vengas conmigo.
Se acercó a mí, extendió su mano y tomé el bloque de hielo, para luego ponérmelo en la mejilla.
—Prefiero morir de tristeza que ver a tu tóxico —se cruzó de brazos, molesta.
—Por fa —hice un puchero para convencerla.
—No tengo ánimos —se sentó en el sofá de mala gana.
—¿Quieres decir que prefieres ver una película que verme bailar? Me siento ofendida —me hice la molesta y ella río.
—No es eso, pero no tengo ganas.
—¿Y si te enseño a bailar? —hizo una pequeña sonrisa y negó con la cabeza.
—¿Por qué siempre tienes que convencerme de hacer todo? Es como si tuvieras un don para que haga cosas en contra de mi voluntad.
—El don de la amistad, Thea. Nadie puede conmigo —me acerqué a ella, la tomé de la muñeca y la llevé hasta mi habitación.
Abrí el placard y tomé varios vestidos que tenía, los tiré a la cama y la ojiverde me miró confundida.
—No, no y no. Ni aunque me consiguieras un autógrafo de Margot Robbie usaría un vestido.
—Tienes que usar uno, te verías más linda —murmuré con un poco de timidez.
—En serio te odio —tomó un vestido de color negro y lo observó.
—Yo también te odio —me di la vuelta y saqué un vestido rojo.
—¿Vas a ponerte eso? —asentí con una sonrisa.
—¿Me queda mal?
—No, te queda lindo. Vístete y luego te ayudo a tapar el moretón —dejé el vestido sobre la cama, me acerqué a ella y la abracé por los hombros.
—Gracias por aceptar —le acaricié la cabeza suavemente, eso suele calmarla.
—Solo voy para que ese imbécil no te haga nada. La próxima vez soy capaz de romperle un brazo —noté que quería abrazarme y le susurré que podía hacerlo sin miedo alguno.
De inmediato lo hizo y sentí la calidez de su cuerpo, a la vez que podía sentir como su corazón latía rápidamente.
Cuando ayer se durmió mientras le hacía caricias, me levanté y no pude evitar notar que se veía muy tierna al dormir.
Su cabello estaba despeinado, pero de alguna forma se veía armonioso, así como es ella. Puede ser un desastre en algunos aspectos, pero para mi es perfecta.
Así que sin decirle, tomé mi libreta y la dibujé, sé que si se entera me mata, nunca le ha gustado que la dibuje. Pero a la vez no puedo notar que Thea es un modelo perfecto, pero por ahora no le diré sobre el dibujo.
Thea se dirigió hacia su habitación y yo aproveché para cambiarme. Al hacerlo pasé mi mano por mi abdomen, notando esa marca horrible que tenía, así como las otras.
Decidí no darle importancia, porque el objetivo de hoy era que Thea se olvidara de esa perra maldita y que viviera la vida.
Me puse el vestido, el cual no tenía mangas y la falda me llegaba hasta cerca de las rodillas, también tomé un collar que la ojiverde me había regalado el día de mi cumpleaños número dieciocho.
Era de color dorado, junto a un dije del sol y el arcoíris, porque según ella, yo era su sol y su arcoíris en su vida.
Siempre que veo el collar sonrío, me gusta recordar el significado que le dio.
Salí de la habitación y me dirigí a la sala de estar, a buscar una pequeña cartera. Mientras la buscaba vi como Thea salía de su habitación y no tuve palabras para describirla.
Su cabello estaba recogido hacia el lado derecho, con sus ondas cayendo por su pecho, el vestido le quedaba perfecto, hacia que su piel suave resaltara más. Se había puesto unos tacos no muy altos, ya que no le gusta, los detesta.
Pero sin duda estaba deslumbrante.
—Estás... —no pude terminar la frase, no podía dejar de analizarla.
—¿Tan mal me veo que te quedaste sin palabras?
—No, no, estás hermosa... —solté.
—Tú también —sus ojos me recorrieron de pies a cabeza y se detuvieron en el collar que traía puesto—. Me alegra que todavía lo uses.
—Lo uso en ocasiones especiales —me acerqué a ella.
—¿Qué hay de especial hoy?
Si ya te veo mi día se vuelve especial y perfecto.
¿Por qué pensé eso?
—Qué saldremos de fiesta y te divertirás —sonreí.
La ojiverde me tomó de la muñeca, para llevarme al baño, tomó el rubor y otros maquillajes para ponerlos en mi rostro y tapar el moretón. Me dolía cuando ella tocaba ahí, pero no quería decirle nada, no quería que se preocupara.
Luego de asegurarnos de que no se notara, busqué otra pequeña cartera para Thea y luego nos fuimos del edificio. Esta vez ella prendió la radio y estaba sonando Mine de Taylor Swift, una canción que le solía gustar y la ponía de buen ánimo.
Fue así como durante todo el camino estuvimos cantando esa canción, al igual que otras.
Sin saber el motivo, nos empezamos a reír sin parar, hasta que llegamos a la puerta del bar y tuve que estacionar.
—Fue divertido —comenté.
—Sí, parecíamos dos locas —río.
—No parecemos, somos dos locas que esta noche se divertirán —le guiñé el ojo.
Bajamos del auto y caminamos hasta adentrarnos en lo profundo del bar. Adentro había muchas personas bailando, bebiendo, besándose y hablando, mientras las luces de color violeta, azules, y rojas, iluminaban a todos, al son de la música.
Observé a Thea por un instante y vi como la luz de color violeta se posó en ella, haciéndola lucir muy linda o tal vez más de lo que ya era.
¿Qué estaba pensando? Estoy mal.
De pronto su sonrisa se borró, dirigí mi mirada hacia donde estaba viendo y noté como Mark venía hacia nosotras.
Estaba vestido con un jean de color negro, mientras usaba una camisa con algunos botones abiertos, dejando ver un poco de su pecho y su bello.
—Iré a buscar algo para beber, ya vuelvo —me dio una sonrisa forzada y se dirigió hacia la barra.
—¡Viniste! —su mano rodeó mi cintura y me dio un beso.
—Quería despejar la mente.
Su mirada se dirigió hacia Thea y suspiró con molestia.
—No recuerdo haberla invitado —dijo observándola.
—No me dijiste que no podía hacerlo —suspiró.
—Como sea, no vamos a arruinar nuestra noche por esa —pasó su brazo por mis hombros y me acarició el brazo.
Empezamos a caminar hasta acercarnos a sus amigos. Ellos me saludaron y hasta hicieron algunos comentarios tratando de coquetear conmigo, pero mi vista y mi atención estaban centrados en aquella chica de cabello marrón y ojos verdes.
Estaba sentada en la barra, bebiendo una botella. Los amigos y amigas de Mark siguieron hablando de sus viajes, sus conquistas y de cosas que poco me importaban.
Mientras la observaba, una chica rubia se acercó a Thea, le tocó el hombro y la ojiverde se puso incómoda. Me di cuenta que Mark no me estaba prestando atención por jugar con sus amigos, a quien bebía más, así que aproveché su distracción y me separé del grupo.
Me acerqué a Thea y ella me dio una sonrisa forzada, mientras que la rubia me observaba con odio.
—Hola, Thea, perdona por hacerte esperar —ella achinó los ojos y pareció entender lo que pretendía.
—No te preocupes, amor —acercó un vaso y en él me sirvió la bebida que estaba tomando—. Te estaba esperando.
—Creí que estabas sola —comentó la rubia.
—¿Acaso crees que dejaría a este bombón sola? —pregunté irónicamente.
—Es que la vi sola y quería invitarla a pasar una linda noche —se acercó a mí y observó mis labios—. Aunque una noche de tres es mejor —susurró.
La miré confundida y observé a Thea, quien se estaba aguantando la risa.
¿Qué tiene esta escena de gracioso? ¿Noche de tres? No entiendo nada.
—Thea es mi novia y a quien amo. Además no entiendo como podría ser una noche de tres —la rubia frunció el ceño.
—Ustedes se lo pierden. Adiós, inocentes —nos dio la espalda y se mezcló entre la multitud.
Thea dejó la botella a un lado y se echó a reír a carcajadas. La miré confundida, pero a ella no le importó, aunque francamente no me molestaba que se riera, odiaba cuando la veía triste.
—¿Puedo saber qué fue tan gracioso? —me senté a su lado.
—Tu actuación y tu cara, ¿entendiste lo que quiso decir con una noche de tres? —negué con la cabeza—. Quería tener un trío.
Debí verme como una tonta.
—Ay, qué vergüenza —me pasé la mano por mi cabello.
—Nada de eso, fuiste muy tierna. Por cierto, gran actuación, hasta yo creí que éramos novias —su aliento chocó con mi rostro y me di cuenta que había bebido más de la cuenta.
¿Actuación? No estaba mintiendo, realmente quiero a Thea y verla con alguien más de forma romántica no me agrada, pero si es alguien que la ama, no me opondría.
—Sí... Actuación... —suspiré—. Ahora vuelvo, voy al baño —ella asintió con una sonrisa.
Me alejé de ella, mezclándome entre la multitud y caminé hasta que llegué al baño de mujeres.
En cuanto entré, afortunadamente no había nadie. El baño de color gris contenía un gran espejo, en donde pude ver mi rostro y volver a suspirar.
A veces me preguntaba por qué Mark no podía ser como Thea. Es decir, él nunca me dejaría haber hecho lo que hice. Si se enterara, se pondría furioso, pero lo hice porque esa chica me daba la misma mala espina que Melanie.
Y no iba a permitir que Thea se sintiera incómoda.
Abrí el grifo y el agua fría salió, mojé mis manos y me las llevé al rostro. De pronto oí como la puerta del baño se abrió y me asusté al ver a Mark por el espejo.
—¿Qué haces aquí? Es el baño de mujeres —pregunté confundida.
Di media vuelta para verlo a los ojos y por su aliento me di cuenta que era probable que estuviera borracho.
—Te quiero a ti, linda —abruptamente sus brazos rodearon mi cintura, acercándome más a él.
Creo que ya sé lo que pretende.
—No quiero, Mark —coloqué mi mano en su pecho, para que entendiera que no debía hacerlo.
Mark me besó y se suponía que eso te hacía sentir cosas, como excitación, mariposas y cosas así, pero yo no sentía nada. Sus besos siguieron por mi mejilla hasta que se detuvieron en mi oído.
Por más que quisiera, sus besos no me provocaban nada, solo quería que se fuera.
—¡Basta, Mark, ya te dije que no! —intenté apartarme de él, pero era mucho más grande que yo, Mark era un gigante y yo una hormiga.
—Soy tu novio, ¿Por qué no quieres hacerlo? —me interrogó, así como un policía interroga a un sospechoso.
—No quiero, tengo miedo y no estoy lista —respondí rápidamente por miedo a su respuesta.
—¿Miedo? No soy un leproso, soy tu novio, a quien conoces desde hace años.
—Eso no importa, no estoy lista y deberías respetarme —gruñó.
—¡Pero yo quiero! —espetó furioso.
En ese momento él me empujó contra la pared y jadee por el golpe. Su cabello estaba despeinado, sus músculos tensos, y sus ojos demostraban ira y deseo.
Mi respiración comenzó a acelerarse, por el miedo a lo que él pudiera hacer en ese estado. Borracho es capaz de cualquier cosa.
De pronto alguien lo tomó del cuello de la camisa y lo alejó de mí. Abrí los ojos y me di cuenta que era Thea.
—¡Te dije que no le tocarías ni un solo cabello!
—No te metas, maldita rara. No es asunto tuyo.
—Todo lo que tenga que ver con Summer me importa y más si se trata de ti —la ojiverde se puso delante de mí, haciendo que Mark no pudiera hacerme nada.
—¡Es mi novia, puedo hacer lo que quiera! —soltó furioso.
—Si fuera un objeto, pero no es así, es una persona, idiota —él desvío su mirada entre nosotras dos y me dio una mirada de muerte—. ¡Vete de aquí o te dejaré el otro ojo morado!
—Ash, siempre arruinas todo, homosexual de mierda —se dio la vuelta y se dirigió a la puerta, para luego marcharse.
Thea sin pensarlo me abrazó y sin querer me empujó contra la pared. Se alejó un poco, pero la abracé, no quería separarme de su lado, me sentía segura y protegida. Gracias a Dios que ella vino, de lo contrario no sé qué hubiera sucedido.
—Ese imbécil no te hará nada —me acarició la espalda para calmarme.
—Nunca se había comportado así, parecía otra persona —nos separamos y me observó con el ceño ligeramente fruncido.
—Siempre fue un idiota, solo que recién te estás dando cuenta. Mejor hablemos de camino a casa, estás cansada.
—Y tú estás alcoholizada, no puedes conducir —río.
—Si puedo beber, puedo conducir, bombón —recalcó la última palabra, haciendo mención a lo que dije anteriormente.
Me tomó del brazo con total confianza, algo que hizo que mi rostro se pusiera más caliente de lo normal.
Salimos del baño, caminamos entre la multitud y giré a ver donde estaba Mark, lo vi gritando bastante molesto con sus amigos, pero no le di importancia.
Me dolía que él no se preocupara por mí, me dolía que no le importara mi opinión, como si tener relaciones fuera fundamental para una relación amorosa.
Salimos del bar, nos acercamos a mi auto y busqué las llaves, para luego abrir la puerta del auto del lado de Thea. Creo que ella no estaba muy bien para entrar sola al auto, pero si para defenderme.
La ayudé a sentarse y le puse el cinturón. Al alejarme de ella se me quedó viendo y me sonrió.
—Hueles a vainilla —sonreí de lado.
Mi shampoo, no sabía qué Thea se fijaría en cómo huele mi shampoo estando habría. Sin duda es una chica extraña con alcohol, pero también es intrigante.
Rodeé el auto y abrí la puerta del piloto, me subí y luego de ponerme el cinturón cerré la puerta.
—¿Cómo te sientes? —preguntó con voz de cansancio.
—No te preocupes, estoy bien. Luego hablaré con él —empezamos a alejarnos del bar.
—¿Para golpearlo? Sería una buena idea —sonreí de lado.
—La violencia solo trae problemas.
—Sí, por eso tiene un ojo morado, lastima que el otro no se lo dejé azul —río.
Mantuve la vista al frente, mientras notaba como la ojiverde me miraba tiernamente.
Por ahora todo estaba tranquilo, había pocos autos a esta hora y por suerte poco tráfico. No tendríamos problema de llegar bien al departamento.
Me parecía increíble el valor de Thea para hacer lo que hizo, sinceramente por un momento creí que Mark iba a lograr lo que pretendía. Afortunadamente ella me salvó, pero he oído que cuando bebes haces y dices cosas que quieres.
¿Será verdad que no valgo nada para él? ¿Será que solo me ve como un objeto? ¿Creerá que puede hacer lo que quiera conmigo? Como sea, mañana, cuando se le pase la resaca, hablaré con él seriamente.
—¿Vas a terminar con él? —soltó de repente.
—No, Thea —respondí con la vista al frente.
—¿Por qué no? Es un idiota que no temerece.
—Quiero darle otra oportunidad, tal vez aprenda que se equivocó —ella suspiró y rodó los ojos.
—Si quieres engañarte hazlo, no es como si no tuvieras otras opciones amorosas —fruncí mi ceño ante lo que dijo.
La miré y cuando iba a preguntarle a qué se refería, vi como una luz se acercó a nosotras y de pronto todo me daba vueltas.
El vidrio estaba roto, la cabeza me dolía mucho, sentía una alarma sonar y lo último que vi fue como Thea tenía sangre en la cabeza, mientras estaba inconsciente.
Luego mi vista se nubló y cerré los ojos.
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