Capítulo cinco: Paseo por el pueblo
Thea Hunt.
Summer todavía no sabía que responder a mi pregunta.
Al parecer algo le había hecho dudar de su amor hacia Mark, algo que me alegraba porque él no la merece, pero si ella realmente es bisexual, pues tendría que afrontarlo y yo estaría para ayudarla.
Antes de sacar cualquier conclusión quería que se sintiera segura a mi lado, que supiera que no tenía nada de malo y que iba a estar para ella. No quería presionarla, pero es verdad que ella nunca ha sentido celos o algo parecido porque otra chica se haya acercado a Mark.
—Yo... Claro que amo a Mark, solo pregunté por curiosidad —respondió jugando con el anillo que tenía en su dedo y la mirada baja.
Miente, cuando juega con su anillo y tiene la mirada baja, significa que miente.
Algo la tenía perturbada, no podía creer como no se había dado cuenta que estaba lloviendo, si ella ama la lluvia. Era evidente que algo no andaba bien, ¿pero era solo lo qué le dijo Owen?
—Bueno, al estar en una relación te sientes en paz con esa persona, confías plenamente en ella y lo quieres todo. No tienes miedo de nada, te da seguridad y sientes que puedes hablar de cualquier cosa —respondí, porque sabía que sería inútil insistir.
Ella bajó la mirada y sonrió de lado.
—Me gustaría poder sentir eso, es decir, con Mark puedo ser abierta, pero se molesta cuando no hago lo que él quiere —suspiré.
Me molestaba tanto que él fuera así con ella, además de las razones obvias, Summer es una buena persona, tierna y amorosa. No merece a este idiota como pareja.
Como si lo hubiera invocado, Mark apareció por la puerta y se cruzó de brazos en cuanto me observó. Sus ojos demostraban molestia y asco, pero no podía decir nada, el sentimiento era mutuo, pero por razones totalmente diferentes.
Mientras él me odia solo por mis gustos sexuales, yo lo odio porque es un imbécil con Summer y un cretino. A mi puede hacerme lo que quiera, ya nada puede afectarme, pero si le hace daño a Summer no se salvará.
—Lárgate —lo ignoré y estiré mi brazo para tomar una rebanada de pizza.
—Estábamos hablando —informó la pelirroja.
—No me interesa, necesitamos hablar, Summer —se acercó a nosotras y ella me miró por unos segundos.
Claramente quería que me fuera, pero dejar a Summer con él a solas no me daba buena espina. Lo veía en sus ojos marrones casi negros, Mark no la amaba, ni nada parecido. Ni debe saber lo que es amar.
—Mañana hablamos, Thea. Buenas noches —se acercó a mí y dejó un beso en mi frente.
Dejé la caja de pizza sobre el acolchado, me levanté y caminé hasta la puerta, no sin antes darle una mirada de muerte a Mark y una mirada de advertencia a la pelirroja, quien entendió perfectamente que si algo sucedía, debía avisarme lo antes posible.
Salí de la habitación y caminé hasta llegar al comedor oscuro, ya que las luces estaban apagadas. Prendí una pequeña lámpara de color marrón con algunos diseños en color dorado y sentí que mi celular empezó a vibrar.
Saqué el celular de mi bolsillo y al leer el nombre en la pantalla me pregunté por qué no había eliminado su número.
No sabía si atenderla o no, no lo merecía, pero la tentación de atender la llamada era más fuerte. Deslicé el dedo junto al botón verde y me llevé el celular al oído.
—¿Qué quieres?
—No creí que me atenderías —confesó.
—No iba a hacerlo, pero quería saber que tenías para decir.
—Yo...
¿Por qué no me sorprende? Nunca sabe qué decir y si abre la boca es para arruinarlo todo.
—Supe que tuviste el accidente junto a tu amiga, ¿Cómo te sientes? —fruncí el ceño, confundida.
¿Cómo era posible que lo supiera, si cuando fui al departamento ella no dijo nada? Melanie tenía muchos contactos en la universidad, era probable que alguien le hubiera dicho, pero aún así sonaba extraño.
—Tú dime, mi novia me engaña con un desconocido, mi mejor amiga fue abofeteada por mi culpa y casi muero, ¿Cómo crees que me siento? —ironicé.
—Sola, por eso quise llamarte —tomé una copa de vidrio y de un estante lleno de vinos caros, tomé uno de ellos.
Busqué un sacacorcho en el primer cajón de la mesada, luego clavé el filo en el corcho y lo giré varias veces hasta que un ruido se hizo presente en el ambiente. Con el corcho tirado en el suelo, levanté la botella de la mesada y la incliné para servirme un poco de vino.
—No necesito de tu preocupación, cuando hasta hace unos días tu única preocupación era ver si usabas protección o no —solté firmemente y aunque me dolió decirle eso, se lo merecía.
—Sé que te lastimé, pero recuerda todo lo que vivimos juntas —llevé el borde de la copa a mis labios y tragué la bebida, mientras sentía su sabor—. Recuerda cuando me propusiste ser tu novia, cuando conseguimos el departamento y comenzamos a convivir.
De repente esos recuerdos vinieron a mi mente, éramos tan felices en ese tiempo y nada nos importaba. Por un breve instante reviví el pasado y tuve el impulso de creer que todo era una broma de mal gusto, pero en el instante que me di cuenta que no era la única en la cocina, volví a la realidad.
Summer estaba apoyaba contra la mesada, de brazos cruzados y pude notar como tenía un pijama puesto, el cual constaba de una blusa de color blanco, que dejaba ver su clavícula, sus brazos y su cuello, también vestía un pequeño short de color negro, que dejaba sus piernas al descubierto.
Me observó de mala manera y en un movimiento rápido tomó el celular y se alejó.
—¡¿Cómo te atreves a llamarla?! ¡Zorra maldita! ¡No mereces nada ni a nadie! —me acerqué a ella para quitarle el celular, pero Summer estaba muy furiosa y cuando ella se ponía así, no había quien la detenga.
—¡Summer!
—Deberías buscar a alguien más para molestar. Thea ya tiene a alguien que la quiera, la proteja y la trate como una reina —alejó el celular de su oreja y finalizó la llamada.
Extendió su brazo y tomé mi celular.
—¿Qué rayos estabas pensando? —frunció el ceño.
—Eso te lo pregunto yo a ti. No sé que te dijo Melanie, pero estabas pensando en volver con ella y no trates de negarlo, lo vi en tu cara.
—¡No tienes ningún derecho para hacer lo que hiciste!
—¡Perdona por querer alejarte de quien te rompió el corazón! ¡Pero ella no lo vale!
—¡No te metas en mi vida, Summer! ¡Yo no me meto en tus discusiones con Mark! —ella abrió la boca para decir algo, pero al entender que era inútil, la cerró.
Caminé sin volver a mirar hacia atrás, estaba muy molesta por su actitud. Summer no solía ser así, no sabía porqué se había comportado de manera tan inmadura. Por más que yo quisiera intervenir en sus discusiones con Mark, nunca me pareció prudente, excepto cuando le dio la bofetada frente a todo el mundo.
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La noche seguía igual de fría que hace unas horas, el viento seguía soplando y mi mente no me dejaba dormir. Seguía pensando en la actitud de la pelirroja, porque pese a que odie a Melanie por lo que me hizo, Summer nunca actuaría así.
Nunca tuvo un comportamiento de esa magnitud, pero nunca ocultó que deseaba decirle algunas cosas a Melanie.
Creo que le estoy dando demasiada importancia al asunto, probablemente Summer quería protegerme de ella y de sus duras palabras.
Giré nuevamente entre las sábanas y el acolchado, había estado toda la madrugada dando vueltas sin sentido. No entendía por qué una pelea como esta no me dejaba dormir.
Estiré mi brazo para tomar el celular que estaba sobre la mesita de noche, al hacerlo lo encendí para saber si tenía algún mensaje de Summer, pero nada. Probablemente ella estaba dormida y la única tonta que pensaba en esto soy yo.
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Estaba afuera de la cabaña, parada en los escalones, mientras observaba como el sol salía desde el horizonte, mientras los colores se mezclaban y en el cielo se formaba una gran obra de arte. La mañana estaba fría, tanto, que cuando abría mi boca salía vapor de ella.
El clima está loco.
Apenas pude dormir y desperté temprano, había revisado mi celular varias veces en lo que iba en la mañana, con la esperanza de un mensaje de Summer, pero solo obtuve uno de Melanie preguntándome por qué la pelirroja había actuado así.
No había contestado a su mensaje porque no quería hablar con ella, no tenía un motivo en concreto, pero lo que ella pensara o creyera, ya no me interesaba. Después de lo que hizo ya no quería sentir nada.
De pronto sentí un leve golpe en el hombro, al girar mi cabeza vi a Summer sonriéndome, en sus manos sostenía una taza con café. Tenía puesto unn campera de invierno con corderito dentro, la campera era de color beige, su jean de color gris oscuro al igual que sus borcegos.
—Tu café favorito como disculpa por mi comportamiento de ayer —extendió su brazo.
Sonreí de lado y mientras tomaba la taza, sentí como nuestros dedos se rozaron. Summer no dejaba de observar como nuestras manos estaban unidas. Al tomar la taza llevé el borde de esta a mis labios y bebí el café caliente.
La bebida cayó por mi garganta, haciendo que mi cuerpo no esté tan frío.
—Gracias —sonrió.
—Quería pedirte perdón por como reaccioné ayer —bajó la mirada hacia sus botas bucaneras de color marrón claro, con el borde de corderito de color beige—. Es que Melanie te estaba manipulando —fruncí el ceño.
—¿Cómo podrías saberlo? No estabas en la llamada.
—No fue necesario, yo lo vi en tus ojos, Thea. Estabas considerando volver con ella, ¿Verdad? —asentí levemente—. ¿Qué fue lo que te dijo para que cayeras?
—Ella dijo que debía recordar todo lo bueno que vivimos y por un breve instante sentí que todo eso era solo una mala broma... —se acercó a mí y me abrazó por los hombros.
Apoyé su cabeza en su hombro y ella empezó a acariciarla.
—Ella no vale la pena, Thea —suspiré.
—Perdóname por hablarte así. No pude dormir en toda la noche por pensar en la pelea —confesé.
—Tranquila, no importa cuantas discusiones tengamos, siempre estaré a tu lado, sin importar que digas o hagas —su mano suave recorrió mi brazo de arriba a abajo, acariciándolo y consolándome.
Me sentía mejor ahora que había hablado con Summer, mi corazón ya no estaba desesperado y mi mente estaba más tranquila.
—Estaba pensando en invitarte a dar un paseo por el pueblo —me separé de ella y vi que sus ojos brillaban.
—¿Ese oso que tienes de novio irá? —río y negó con la cabeza.
—Sí, quiere conocer el pueblo —rodé los ojos.
Iba a comentar algo más, pero entonces oímos el ruido de la puerta siendo abierta, de ella salió Mark con una gabardina de color negro y una bufanda de dos tonalidades de grises, uno más oscuro y otro más claro.
—¿Nos vamos? —Summer iba a responder, pero él fue más rápido y la abrazó por los hombros.
Ambos empezaron a caminar por el suelo con pequeñas piedras, mientras yo los seguía. Por más que quisiera alejarla de Mark, no me correspondía decidir eso. Un día Summer se dará cuenta de que hay mejores personas que él y tal vez pueda resolver esa batalla interior que está teniendo últimamente.
Los tres entramos al auto y Mark empezó a conducir sin decir palabra alguna. Su rostro lo decía todo, él no estaba feliz de verme y yo tampoco, pero creo que Summer todavía tiene esperanzas en que podamos tener una relación normal.
Me preguntaba si Summer había resulto la duda que ocupaba su mente. Realmente espero que no ame a Mark y que encuentre a alguien que la valore, pero la conozco demasiado bien. Hasta que algo decisivo no suceda, ella no dará ese paso.
Tampoco necesitaba preguntarle para saber que tenía dudas sobre quién era realmente. Sé lo que es vivir con una batalla interior, no sabes lo que eres, no sabes qué es lo que los demás dirán, no sabes qué dirán tus padres y no sabes que puedes perder.
En mi caso, lo perdí todo, menos la vida.
Sumergida en mis pensamientos, no me di cuenta que Summer me estaba hablando, hasta que vi como su mano se había dirigido hacia mi rodilla, para que le prestara atención.
—Disculpa.
—¿En qué mundo estabas? ¿En Narnia? —bromeó con una sonrisa.
—Solo estaba pensando en algunas cosas, nada importante —mentí.
—Estaba diciendo que primero podríamos ir a la librería que vimos al llegar al pueblo y luego podríamos ir a comer algo —sonreí de lado.
—No sé para qué quieres ir a la librería, solo hay cosas con palabras, es mejor ir al cine —Summer frunció el ceño.
—Pues a Summer le gusta leer, encuentra un mundo maravilloso en los libros y creo que deberías apoyarla, aunque a ti te guste o no —soltó una pequeña risita burlona.
—No pedí tu opinión y a nadie le importa —Summer giró la cabeza y frunció el ceño.
—A mi me importa y es suficiente —Mark levantó una ceja y giró la cabeza lentamente hacia la pelirroja.
La observó durante unos minutos, frunció el ceño y le dio una mirada de muerte. Volvió a tener la vista al frente, mientras la pelirroja me miraba por el retrovisor. Al ver sus ojos marrones pude notar que me agradecía por todo.
Luego de que Mark siguiera conduciendo unos segundos, Summer gritó cuando pasamos por la librería que habíamos visto anteriormente. El pelinegro estacionó, Summer abrió la puerta y salió del auto como una niña, corriendo hacia el interior de la tienda.
También bajé del auto y observé como ella le estaba preguntando algo al vendedor. Pobre, ella le preguntará si tiene algún libro de su lista y si lo tiene, que se prepare, porque Summer nunca sabe qué libro comprar, a no ser que sea uno de sus favoritos.
Desde el interior me saludó y me hizo una señal para que entrara. Miré a ambos lados de la acera y al mirar al frente vi como Summer salía de la tienda, sus ojos brillaban y tenía una linda sonrisa en sus labios.
Crucé la acera y de pronto vi como una camioneta de color negro pasaba por donde yo estaba caminando, en ese momento Summer me tomó de la cintura y me acercó a ella para que la camioneta no me atropellara.
Sus ojos, que mostraban felicidad, ahora mostraban terror. Me observó fijamente a los ojos y por un breve instante, pude sentir como nuestros corazones latían fuertemente. Nuestras respiraciones se mezclaron, sus manos me sostenían fuertemente, sin la posibilidad de dejarme caer.
—¿Estás bien? —asentí.
De pronto ella desvió la mirada y Mark apareció detrás de mí. Instantáneamente sus manos se alejaron de mi cintura, su corazón empezó a latir con normalidad y su mirada se desvió de la mía.
—¿Qué mierda fue eso? —preguntó el pelinegro.
—No lo sé. Creo que la persona que manejaba no vio a Thea —dijo con inocencia.
Summer tenía ese don, que a veces era una maldición. Siempre creía que todo el mundo era bueno y cuando hacían un mal acto, ella trataba de justificarlo, como lo hizo siempre con Mark.
Owen había dicho que era probable que el accidente no fuera un accidente. Ahora que había sucedido esto, me puse a pensar. Si Owen y la policía tenían razón, significaba que Summer no estaba a salvo a mi lado, pero no podía decirle.
Lo único que nos faltaba era que Mark estuviera de perro guardián con Summer.
—Será mejor que entres —la pelirroja asintió y me tomó del brazo con delicadeza.
Empezamos a caminar y una pregunta no abandonaba mi mente. ¿El accidente que tuvimos hace unos días podría estar relacionado con lo que acababa de suceder? Tal vez era demasiado pronto para pensar en eso, pero me preocupa el hecho de que Owen me haya dicho que no fue un accidente.
No me gustaba ocultarle esto a Summer, pero yo no era de su familia y suponía que Owen sabía lo que era mejor para ella. Al fin y al cabo solo le traigo sufrimiento a las personas de mi alrededor, como siempre.
Entramos a la librería, era pequeña, tenía un tapisado de color marrón oscuro, las paredes eran de un color beige, mientras que en el techo colgaba un candelabro lleno de luces. Había muchos estantes, por no decir miles, llenos de libros de todo tipo, desde juveniles hasta de política.
Summer no dejaba de sonreír y observar todo a su alrededor. Sin darse cuenta me soltó y fue a observar un libro.
Sus ojos brillaban de la alegría, tenía una sonrisa de oreja a oreja, sus ojos se movían a la par que leía la sinopsis del libro. Me encantaba verla así, feliz y sin preocupaciones. Me acerqué a ella y observé que era un libro de Alice Blanchard, el título era EL ALIENTO DE LOS AHOGADOS. Su portada mostraba a una chica de perfil, con sus ojos verdes respirando bajo el agua.
Por la gama de colores cálidos me di cuenta que lo más probable fuera que el libro se tratara de suspenso y terror.
—¿Te gusta? —ella asintió con una niña pequeña.
De pronto levanté la mirada y leí el lomo del libro, el cual se titulaba EL INSTITUTO DE Stephen King, sabía que ese libro tenía loca a Summer. Hace unos meses que deseaba tenerlo, pero el dinero que tenía de sus padres se le estaba agotando, ya que sus padres insistían en que Summer se concentrara solo en los estudios y no en trabajar. Según ellos, la universidad era muy difícil y aunque es verdad, Summer era capaz de estudiar y trabajar a la vez.
Ahora que yo estaba con ella, los gastos se habían multiplicado, pero nunca me lo reclamó, nunca se quejó, todo lo contrario, me abrió las puertas cuando no tenía a nadie. Por cosas como esas y otras más, creo que ella merece a alguien mejor que Mark, pero ella tiene que verlo, no puedo forzarla a que lo vea.
Estiré mi brazo para tomar el libre y en el instante en el que lo hice, la mano de Summer se posicionó arriba de la mía. Un escalofrío extraño me recorrió la piel, al igual que una ola de paz que nunca antes había sentido.
Sus ojos se movieron hacia mí, nuestras miradas se cruzaron y sin darse cuenta, su dedo índice acarició el dorso de mi mano. Nuestras respiraciones se empezaron a agitar, como hace un rato, cuando mi cuerpo se acercó al suyo.
—Perdona, no vi que ibas a tomar el libro —sonrió con vergüenza y lentamente retiró su mano de la mía.
—Es que es uno de los libros que quieres —ella asintió.
Tomé el libro y observamos la portada, la cual contenía una especie de paisaje en las vías de un tres y sobre ella había una especie de casa o cápsula, dentro de ella había un niño sentado sobre la cama.
—¡Al fin lo encontré! —me lo quitó de la mano entre medio de tanta emoción— ¡Lo voy a comprar!
—¿No quieres ver primero el precio?
—¿Estás loca? Tardé meses en conseguirlo, si es necesario daré mi vida por este libro.
—Si hicieras eso, yo te extrañaría mucho —sonrió de lado.
—No debes temer, no pretendo que te libres de mi tan fácilmente —bromeó—Iré a comprarlo —asentí y observé como ella se alejaba lentamente.
Caminé hasta la estantería en donde Summer estaba viendo el libro de Alice Blanchard, busqué el libro y en cuanto lo tomé sonreí de lado.
Summer se acercó a mí y me sobresalté, creía que estaba pagando el libro.
—¿Vas a comprarte ese libro? —preguntó feliz.
—No, solo estaba buscando uno en específico —mentí.
—Iré a enseñarle el libro a Mark, aunque él no entienda mucho de los libros.
¿Qué puedes esperar de él?
—Claro, yo buscaré un libro que quiero y nos vemos en el auto —ella asintió.
Caminó por toda la librería y finalmente pasó por la puerta. Corrió hacia Mark totalmente feliz y empezó a hablar sobre el libro, el pelinegro parecía que se iba a morir de aburrimiento, aproveché la distracción y tomé el libro.
Me acerqué a la caja y una mujer de cabello castaño claro y ojos verdes me observó de arriba a abajo. Sin darle mucha importancia le di el libro y le di el dinero.
—Su novia estará feliz —fruncí el ceño, confundida.
—¿Novia? —asintió.
—Disculpa, es que vi una chispa de amor entre ustedes dos y creí que eran pareja —tomó los billetes y de la caja me dio el cambio—. Además ese chico no parece feliz por ella —me di la vuelta para observador y noté que Mark le estaba diciendo algo que no podía llegar a oír.
De pronto la sonrisa que Summer tenía, se desvaneció, como si nunca hubiera estado allí, en su lugar, una mueca de decepción estaba en su rostro. Tomé el libro y lo metí en la bolsa que la cajera me había dado.
Estaba tan furiosa que ni siquiera me despedí de la amable chica. Salí de la tienda y me acerqué a ellos. Por el lugar solo estaban caminando algunas personas, algunas observaban a Mark y otras murmuraban.
—Trata temas turbios, Summer. ¿Cómo puede gustarte esto? —espetó molesto mientras sostenía el libro con su mano derecha.
—¿Qué sucede? —me observó con asco.
—Que te importa.
—Hasta donde sé, el libro trata sobre que experimentan con niños, ¿cómo te sentirías si experimentaran contigo, Mark? —frunció el ceño sin entender lo que decía—. Supongo que te salvarías, eres una persona sin cerebro y los científicos no perderían tiempo con una persona de pura carne y huesos podridos, al igual que tu cerebro.
—¡Ni una palabra más! ¡Yo digo lo que quiera, cuando yo quiera!
—¿Prefieres ver a Summer triste? ¡Ella solo quería compartir su alegría contigo y tú actúas de esta manera!
—¡¿No ves lo retorcido que es este libro?! ¡Además ese libro la distraerá de sus estudios y corromperá su mente! —abrió la palma de su libro y como si el tiempo se hubiera detenido, vi como caía lentamente y estiré mi brazo para atraparlo.
—¡Basta, Mark! No lo leeré, tranquilo —la miré sin poder creer lo que había dicho.
El pelinegro colocó su mano en el puente de su nariz y suspiró.
—Te espero en el auto y tú —me señaló con su dedo índice—. Mejor busca un lugar en donde pasar la noche.
A continuación miró a sus costados y cruzó la acera, dejándonos a solas.
—Solo quería que viera lo increíble que es el libro —dijo cabizbaja.
—Este libro es increíble, Summer. No amo la literatura como tú, pero no puedes dejar que lo que él piense o crea influya sobre ti.
Ella dudó.
Me lastimaba verla así, estaba tan feliz hace unos minutos y bastó verlo a él para que todo cambiara. Summer no merece esto, pero tampoco tiene el valor para cambiar las cosas. Es demasiado sumisa a lo que Mark dice u ordena.
—¿Y si tiene razón? Tal vez es muy retorcido y...
—¡No! ¡Summer, basta de esto! No soporto ver como Mark apaga tu personalidad, tus gustos en los libros, películas, etcétera. Tienes que tomar una decisión, o eliges a Mark o... a mi.
—¿Qué? —preguntó sin poder creerlo.
—Eso mismo que oíste. No puedes destruirte de esta manera, por eso te hago elegir, tu felicidad o tu perdición, Summer. ¿Qué escoges?
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