❝ I'm blessed to be alive when I'm in your company ❞
Mirar mi reflejo en el espejo es algo que detesto.
Tengo muy claro que es como soy y todo lo que se muestra es parte de mí. Y por eso lo odio.
Ver cómo las lágrimas se deslizan por mis mejillas mientras apoyo mi espalda sobre la puerta del baño es una imagen que he estado visualizando los últimos meses, constantemente.
La sensación de ser incomprendido, de no tener nada de un día para otro, de odiarme a mí mismo.
Estaba acostumbrado.
Era fácil decirme a mí mismo que todo estaba bien, que era parte de mi imaginación, de mis pensamientos intrusivos. Todo eso era sencillo, pero otra cosa era creérmelo yo.
Me levanté del suelo del baño, despegando mi piel de las frías baldosas que me habían estado acogiendo durante la última hora que había pasado ahí.
Sabía que después de llorar, siempre venía esa oleada de alivio temporal, donde pensaba que todo iba a mejor y de repente, todo volvía a derrumbarse.
Volví a mi habitación, totalmente derrotado.
Definitivamente, hoy no era un buen día.
—Mya, ¿has visto mi...? —Cuando Airy me miró a la cara, su expresión cambió totalmente—. Vaya, hoy traes una expresión de mierda, peor que de costumbre. —Intentó bromear.
Al ver que no me reía, se calló.
—¿Están en casa? —pregunté.
Se quedó en silencio unos segundos antes de responder.
—No, y no volverán hasta medianoche —suspiró.
—¿Tú también te vas?
Me senté sobre mi cama, apoyando mi cuerpo sobre la cabecera de esta.
—Sí, he quedado. —Me acompañó, sentándose al lado—. ¿Ha pasado algo que quieras contarme?
Negué con la cabeza, tumbándome sobre su regazo.
—Solo un día de mierda, como es habitual.
—Has estado bastante tiempo en el baño después de comer —susurró, intentando suavizar su tono.
—Tranquilo, no he vomitado. —Lo miré fijamente, viendo cómo fruncía el ceño—. Llevo tiempo sin hacerlo, te lo prometí.
—Ya, lo sé, no dudo de ti, Mya. Lo siento si ha sonado como un reproche.
—No, solo quería explicártelo.
—Está bien.
Acarició mi cabello, quedándonos en silencio mientras mirábamos mi techo, en donde había algunas tonterías que había pegado cuando era pequeño.
—¿Con quién saldrás? —Rompí el silencio.
—Niss —contestó.
—¿Adónde iréis?
—No lo sé, ¿a explorar la ciudad? —rió con suavidad.
—Como si no os la supierais ya de memoria.
—Siempre es divertido ver las mismas cosas, no sé. —Se encogió de hombros—. ¿Quieres venirte?
—No, no quiero ser el acoplado. —Esbocé una sonrisa.
—No serías un acoplado si te invito yo —bufó—. Además, a Niss siempre le encanta que te vengas.
—Ya —musité—. No creo que sea mi día. No me apetece salir, lo siento.
Antes de que me respondiera, el timbre sonó, repetidas veces.
—¿Seguro? —Acarició mis mejillas.
—Sí, Airy.
—Si necesitas algo, puedes llamarme, ¿vale? Da igual que pienses que es una tontería, Mya, lo que sea, me llamas. —Frunció el ceño de nuevo.
—Lo sé, lo sé. —Me levanté y le di un pequeño empujón para que saliera de mi cama—. Ahora ve a abrirle la puerta a Niss, antes de que nos rompa el timbre.
—Voy, voy.
Salió de mi habitación y se dirigió escaleras abajo, hacia la entrada.
Yo me acosté en mi cama y cerré los ojos, descansando de alguna forma.
Debido a que la puerta estaba abierta, pude escucharlos charlar. Estaban teniendo la típica conversación entre amigos, nada del otro mundo.
—Airy, no me jodas que aún no estás listo para salir —resopló Niss.
—No presiones a un lisiado, ¿vale? He tenido otros asuntos que atender.
—Tú no estás lisiado, solo tienes la tobillera.
—Que sí, Niss, que eres muy listo, ya deja de meterte conmigo, lo voy a acabar considerando acoso.
Desde mi habitación pude escuchar el largo suspiro de Niss.
—Me voy a buscar a Mya mientras te preparas —indicó. Y antes de que Airy se lo impidiera, abrió la puerta de mi habitación de par en par—. Hola, hola, Sunshine.
Abrí lentamente los ojos y lo observé mientras estaba tumbado boca arriba.
—Hola, Niss —saludé de vuelta, muy seco.
—Vaya, sabía que no ibas a estar emocionado de verme, pero el tono de asco sí que me ha sorprendido.
—No te tengo asco, al menos hoy no.
—Joder, vaya, gracias, lo aprecio. —Se sentó a mi lado—. ¿Ha ocurrido algo?
—No, ¿por qué?
—No sé, curiosidad.
—Uhm.
—Vale, es que tienes los ojos rojos, estás pálido, despeinado y no pareces tener ganas de vivir. No sé, igual es normal que me preocupe.
—Gracias por hacerlo, pero me encuentro bien.
—Mentira cochina —refutó Airy, apareciendo por fin—. Está teniendo un mal día.
Me gustaba la expresión "tener un mal día", porque englobaba tantos significados, todos igual de subjetivos. Además, era tan fácil usarlo cuando no quería detallar la forma en la que me sentía.
—Oh —soltó el teñido—. Pobrecito, ¿quieres mimos?
Normalmente, me hubiera negado, e incluso hecho alguna mueca. Sin embargo, no tenía la suficiente fuerza para fingir que odiaba a Niss. Estaba simplemente tan cansado emocionalmente, que sentía que se me desbordaba todo.
Estiré mis brazos en busca de su calidez, la cual encontré rápidamente cuando tiró de mí y me sentó sobre sus piernas, acogiéndome con su cuerpo.
—Bueno, ya que estáis tan bien, aprovecharé para alistarme —informó mi hermano—. Niss, cuídamelo.
—Sí, señor —replicó este.
Cuando se fue, ambos nos quedamos en silencio mientras me reconfortaba con su calor. Hundí mi rostro en el hueco de su cuello, aprovechando que esta era una de las pocas oportunidades que tenía para aferrarme a Niss, sin tener que excusarme u ocultar el hecho de que me gustaba.
Porque esa era otra cosa. Estaba tan exhausto de tener que fingir que todo estaba bien entre él y yo, que cuando estaba cerca de mí, no me alteraba. Que cuando me sonreía de esa forma, no me generaba cosquilleos en el abdomen. Que cuando simplemente era él, no me afectaba.
A veces, sencillamente, solo quería agarrarlo del rostro y besarlo. Pero, también estaba ese miedo al rechazo. No solo porque yo no le gustase a él, sino a mi madre, a mi familia en general.
No quería decepcionar a nadie más de lo que ya había hecho.
Además, a Niss le gustaba Marie. Ese era otro factor a tener en cuenta.
Me apretó contra él.
—Sé que no sueles querer hablar del porqué, pero si necesitas a alguien, Mya, estoy aquí —murmuró cerca de mi oído.
Yo asentí en respuesta.
No me apetecía hablar, pero al mismo tiempo, tenía tanto que decir.
Y me daba rabia. Me daba rabia no poder describir lo que sentía, porque era fácil decir que solamente me encontraba mal, pero era tan difícil detallarlo.
—¿No sientes que a veces, simplemente, todo se te derrumba en tus propias manos? —solté repentinamente.
—Supongo, a veces, como has dicho. Pero puedo reconstruir todo lo que se ha caído.
—Odio tanto tu positividad —bufé.
—Lo siento, es parte de mi personalidad —soltó una carcajada.
—No puedes vencer al mundo siendo solo positivo. No todo puede reconstruirse.
¿Adónde tan negativo?
—Tampoco se puede ir por la vida odiando todo. —Se dejó caer en la cama, y con él, caí yo—. Y es cierto que no todo puede reconstruirse, pero, Mya, se puede rehacer, se puede sustituir, se puede tirar, ¿no has pensado en ello?
—Qué triste suena cambiar.
—Mya, la vida es demasiado corta para solo ver el lado malo de las cosas.
—Y también todo lo bueno —rebatí.
—Por eso hay que encontrar un equilibrio —dijo, como si fuese una obviedad.
—A ti no te veo yo muy equilibrado.
—Shh, Mya, no tiene por qué ser solo, ¿va? Puedes pedir ayuda al resto. Por ejemplo, tú ahora mismo eres mi equilibrio. La persona que mantiene mis pies en tierra mientras que intento llegar a tocar la Luna.
—Qué poeta te has despertado hoy.
—Sí, ¿cierto?
Ambos reímos y volvimos a callarnos. Apoyé mi cabeza sobre su pecho, escuchando sus latidos.
—¿No sientes que este ambiente es el típico momento muy romántico en las películas en donde los protagonistas se besan? —inquirí.
—¿A qué viene esto? —carcajeó.
—No lo sé, solo me parecía algo curioso que contar.
—¿Acaso es una indirecta porque quieres besarme? —insinuó de broma.
—Sí —admití. Cuando abrió mucho los ojos, me di cuenta de lo que realmente había dicho—. Me refiero a que tengo curiosidad, ya sabes, besar al increíble Niss Walsh, ¿cómo debe sentirse? —balbuceé.
Mierda, tutorial de cómo arruinar una amistad en menos de dos segundos.
—¿Qué tiene que ver que sea Niss Walsh? —rió nerviosamente.
—Que nunca te han visto besarte con nadie y nadie nunca ha dicho que te haya besado, no sé, por eso quería saber cómo se sentía —mentí.
Como si hubiese besado a medio universo, yo seguiría queriendo hacerlo.
—Entonces, ¿quieres que te bese?
—Sí, ¡no! —Negué repetidas veces con la cabeza—. Solo era broma.
Me levanté de la cama, separándome de él y dándole la espalda, ocultando el sonrojo que amenazaba con delatarme completamente ante Niss.
—Qué raras tus bromas últimamente —intentó bromear.
—Sí, tonterías y delirios míos. Mis neuronas no hacen conexión después de llorar. —Solté una risa carente de gracia—. Creo que Airy te busca.
—Oh, pues me iré yendo... —Recogió sus cosas y salió de mi habitación, no sin antes detenerse bajo el marco de esta—. Hasta otra... Mya.
Respondí vagamente y cerré la puerta, asegurándome de que en ningún momento había visto mi sonrojo.
Era un completo imbécil. Casi lo arruinaba todo.
Mis lágrimas volvieron a salir. No pude contenerlas.
Apoyé mi espalda sobre la puerta y me deslicé lentamente hacia el suelo.
Quería decírselo, pero tenía miedo.
La única razón por la que no tenía el valor, era porque no sabía si estaba dispuesto a arriesgar una amistad de tantos años.
Las dudas e inseguridades comenzaron a carcomer la poca estabilidad que me quedaba, sintiendo cómo todo volvía a parecer sobrepasarme.
A él le gustaba Marie. Sí, me lo había dicho Airy, y él jamás me había mentido.
Abracé mis rodillas, escondiendo mi rostro entre mis brazos.
A diferencia de Niss, yo no podía verle el lado bueno a las cosas.
Yo no era capaz.
No era tan valiente como lo era el resto del mundo. Solo era un cobarde que se escondía detrás de una máscara.
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Actualicé ACDI porque la gente en Instagram así lo votó jej. En este capítulo profundizamos un poco más en los sentimientos de Mya, que seguirán desarrollándose a lo largo del siguiente capítulo.
En fin, Mya diciéndole a Niss que lo quiere besar y Niss evadiéndolo 😍😍. Me encanta romper corazones 😍😍.
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