Capítulo 29: El sosiego de la eternidad.
❝ Oh, angel sent from up above, I feel you coursing through my blood. Life is a drink, your love's about to make the stars come out ❞
—¿Cuánto tenéis planeado beber para haber comprado tantas botellas, pedazos alcohólicos? —se quejó Hass.
—Lo suficiente para no recordar nada —respondió Niss mientras abría una con tranquilidad.
—Mamá nos va a matar cuando se entere.
—No tiene por qué enterarse, Hass, no seas tonto —resopló Tyler y comenzó a repartir los vasos.
—¡Habló el otro alcohólico!
—Eh, eh, eh, qué feo eso de juzgar a alguien por el pasado, Hass. —Negó con la cabeza, fingiendo decepción.
—¿Pasado? Lo dices como si hubiera ocurrido hace años cuando fue hace menos de una semana, Tylercito —sonrió falsamente.
—En mi defensa, el curso se había acabado y era alcohol gratis, no iba a rechazarlo.
El pelinegro rodó los ojos, pero cogió uno de los vasos y se echó refresco.
—¿No vas a beber? —le preguntó su hermano.
Hass entrecerró los ojos, pero agarró la botella más suave y lo combinó todo.
—Oh, por Dios, ¿Hass borracho? Esta va a ser la primera y última vez que lo veáis, así que atentos —se burló Tyler.
—Si es que se emborracha, el cabrón tiene aguante —rió Kyle a su lado.
Hass le sacó el dedo del medio y le dio un trago largo a su bebida.
Niss rió y se acercó a mí con un vaso.
—¿Quieres?
—¿Está bueno? —Hice una mueca.
—Sabe fatal —contestó su hermano por él—. Pero deberías probarlo.
Arrugué la nariz, pero tomé su consejo y acepté.
Niss comenzó a hacer la mezcla.
—Tranquilo, he escogido lo más suave, así que no será tan malo.
Asentí en respuesta y bebí un sorbo. No sabía mal, de hecho, era como refresco normal pero perfumado. No sabía cómo explicarlo, pero creo que era por el hecho de que tampoco había echado tanto alcohol como para que fuera notorio.
No estaba malo, pero yo no podía hacer como Hass y bebérmelo todo de una.
Todos se sirvieron, acabando con una botella entera en la primera ronda.
—Podríamos jugar a algo —sugirió Ben.
—¿A qué? —Thiago se sentó a su lado.
—No sé, solo decía.
—Propones jugar a algo pero no sabes a qué, para eso ni hables, Smith —gruñó Hass.
—Qué agresivo te pones cuando te emborrachas, Kaiden —dijo Tyler burlonamente.
—No está borracho, es su yo de siempre —respondió Zack entre risas.
—Es cierto —concordó el susodicho.
Mientras ellos hablaban, gateé hasta Niss y me senté en su regazo sin decir nada, aún dándole sorbos a mi bebida.
—Ugh, ya está la pareja haciendo sus cosas —se quejó Tyler.
—Ni siquiera he hecho nada —repliqué.
—Primero es sentarte sobre él y después nos tocará ver un espectáculo de humedad —indicó.
—No comiences porque soy capaz de meterle la lengua hasta la garganta solo para fastidiarte, Ty-Ty —sonreí con malicia.
La respuesta me había salido sola, sin siquiera haber reflexionado antes.
Era imposible que el alcohol me hubiera subido tan rápido, ¿verdad?
—No sabía que erais tan amigos que hasta os llamáis por apodos —comentó Niss.
—Mi pregunta es cómo sabe él de ese ridículo apodo, pitufo —gruñó Tyler.
—¿Pitufo? Mido más que tú, Tyler —declaré—. Y me lo contó Niss.
—¡Niss! —le reprochó.
—Ups. —Este desvió la mirada, bebiendo un sorbo de su vaso.
—Si serás cabrón —siseó este.
—Si serás agresivo. —Le sacó la lengua el otro.
Hassel rodó los ojos al verlos discutir y me hizo un par de gestos que no pude comprender.
—No entiendo qué intentas decirme, Kaiden —bufé en voz alta.
—Que te den por culo estaba diciendo. —Se encogió de hombros—. Creía que estaba siendo claro.
—¿Y a qué viene eso? ¿Quieres ver cómo me follan? Eso es raro y fetichista. —Negué con la cabeza.
—A quien sí le está afectando el alcohol es Mya —rió mi hermano, echándome más.
—¿Acaso te he preguntado? —Fruncí el ceño.
Sonrió ladinamente y se calló.
—Cuánta agresividad en tan solo unos segundos. —Arley abrazó a Nix por la cintura.
—Déjalos. —Ella se echó hacia atrás, apoyándose en el hombro de su novio.
—Uh, ya que estamos, ¿Nix es tu nombre real? —preguntó Zack, mirándola.
Ella alzó ambas cejas.
—¿Por qué preguntas?
—No sé, es un nombre curioso. Pensaba que era un apodo o tu nombre acortado. —Se encogió de hombros.
—Es un apodo —respondió Nix dándole un sorbo a su bebida, preparándose—. Me llamo Ethan.
Zack abrió mucho los ojos y después frunció el ceño.
—¿Ethan?
Vi a Hass suspirar, aguantándose la risa, igual que Tyler y Ben.
—Ethan. —Asintió ella.
—Técnicamente, Nix sí es tu nombre —interrumpí su conversación—. Aún no, pero en algunos meses lo será.
—Esperemos que antes de que acabe el curso para estamparle el DNI en la cara a Austin —carcajeó Arley.
—¿Austin? —cuestionó Ben—. ¿Quién es ese y por qué tiene nombre de gilipollas?
Tosí para aguantarme la risa.
—Es porque es un gilipollas —confirmé—. Y bueno, ¿cómo explicar el personaje que es?
—El homofóbico que le dijo una increíble sarta de estupideces a Mya, el transfóbico que se mete con Nix... ¿sigo? —Arley rodó los ojos, haciéndome reír.
—Ah, ¿el que le partió la cara a Niss? —inquirió Hass.
Una risa brotó de la garganta de Airy a pesar de que intentó contenerla con fuerza.
—Ah, ¿el del ojo morado? —Ben se acomodó en su sitio.
—No, ese fue Airy —le corregí.
—¿¡Airy le dejó el ojo morado a Niss!? —Zack miró con horror a mi hermano.
Airy tosió falsamente y levantó su vaso para darle un trago.
—Al menos después le desfiguró la cara a Austin —dijo mi mejor amigo.
Zack enfatizó más su expresión haciéndome reír de nuevo.
—Airy es un bruto con mucha fuerza —comenté.
—¿Fuerza? Si es como un palo andante. —Tyler frunció el ceño.
—Me puede levantar con un solo brazo —mencioné como dato.
—Yo quiero ver eso —demandó.
Airy alzó una ceja y dejó su vaso a un lado mientras se ponía de pie y se acercaba a mí. Yo estiré mis brazos y, envolviendo mi torso, me levantó de un impulso, sobre su hombro. Me sostuvo sin problema alguno.
—Yo quiero probar a que me levantes —bromeó Niss.
Mi hermano no pareció tomárselo como un chiste porque me bajó y después agarró a Niss.
—¿Qué cojones, Airy? Si eres tan fuerte, ¿por qué te ves como un palo?
Soltó a Niss y se encogió de hombros.
—Genética, supongo. Suficiente tengo que agradecer por ser alto cuando mis padres son putos enanos.
—Pues parece que te quedaste con todos los genes porque Mya no es precisamente alto... —Hass desvió la mirada.
—¡Mides lo mismo que yo! —exclamé.
—De hecho, dos centímetros más —corrigió Niss.
—Eso qué importa —refunfuñé, volviendo a nuestra posición inicial—. ¿No habíais dicho de jugar algún juego? En las películas o libros siempre suelen jugar a "verdad o reto".
—Podríamos. —Elián habló por primera vez en toda la noche.
—Esto va a acabar mal —vaticinó Thiago.
—Mejor, hemos venido para arriesgarnos. —Ben lo abrazó por el cuello.
—Eso, que nos hemos graduado y dentro de tres meses estaremos todos en la universidad, separados. —Hass elevó su vaso para hacer un brindis.
—Yo aún tengo diecisiete y Arley y Nix también —mencioné. Mis mejores amigos asintieron, dándome la razón.
—Bueno, casi todos —bufó.
Reímos e hicimos el brindis. Niss rodeó mi cintura con uno de sus brazos y me apretujó contra él. Cuando lo miré, él seguía sonriendo, pero pude entender su mensaje.
Él tampoco estaría.
Acaricié su piel y entrelacé nuestras manos.
Me preguntaba quiénes lo sabían y quiénes no.
La noche de juegos dio comienzo cuando Tyler abrió la segunda botella y nos obligó a bebernos un shot todos a la vez, de inauguración, decía él.
Al principio, empezaron con cosas suaves como hacerse preguntas muy personales. No entendí bien la conversación porque tenía que ver con algo de notas, su instituto y taquillas, pero sí me enteré de algo de una tarjeta SIM que Niss había comprado. Pero, de alguna forma, para el final de la noche, Elián, Thiago y Zack se quedaron semidesnudos de cintura para arriba, mientras que Tyler, Hass y Ben de cintura para abajo. Kyle cayó el primero después de que lo retaran a beberse la mayor cantidad posible de shots en treinta segundos, mientras que Arley y Nix se fueron a dormir a su habitación cerca de las cuatro de la mañana.
Airy bebió en silencio, burlándose de ellos de vez en cuando, aunque cuando lo obligaron a beberse un batido hecho con ingredientes asquerosos, no se rió tanto.
A mí solo me hicieron cantar una canción con Niss y algunas tonterías más que no suponían mucha vergüenza y esfuerzo físico estando borracho.
No obstante, al peliazul casi lo raparon entre risas, traumatizándolo eternamente. Desde esa noche, estaba seguro de que Niss no volvería a dejar nada capaz de cortar su cabello cerca de los amigos borrachos de Hass.
Acabaron por caer como moscas, de uno en uno, pero algunos, como Thiago o Zack, quienes sobrevivieron, se fueron a sus respectivas habitaciones. Thiago aprovechó para llevarse a Ben, quien se había dormido, dejando en la habitación a Tyler, Elián, Hass, Airy, Niss y yo conscientes.
Al pobre Kyle lo dejaron tirado en el suelo, pero al menos Tyler le dio una almohada y Hass una manta.
—Mañana mamá nos destrozará —rió Hass sin gracia, echándose otro vaso.
—Supongo, pero al menos hemos disfrutado. —Niss se encogió de hombros y estiró su brazo con el vaso hacia Hass para que también le echara bebida. Yo lo imité y conmigo, Tyler, Elián y Airy.
Hass nos miró con odio pero no nos mandó a la mierda, sorprendentemente.
—Esta es la última ronda, no queda refresco —murmuró el pelinegro.
—Aún podemos ir por shots —propuso Elián.
—Tú quieres que nos muramos, ¿no? —Tyler hizo una mueca—. Yo tendré en sangre una botella y media ahora mismo.
—Si tuvieras eso en sangre, estarías en coma etílico o muerto —le rectifiqué.
—¿Quieres callarte? —resopló.
—Cállame —lo reté.
Él me miró sorprendido y después miró a Niss con las cejas alzadas. Este le respondió con una carcajada.
—Adelante, hazlo —lo invitó.
—Espera, Niss, ¿qué? —Me giré para mirarlo.
Él soltó mi cintura.
—Tienes que aprender a atenerte a las consecuencias de tus palabras.
—¿Cómo?
Mi yo borracho no pudo comprender lo que dijo hasta que los labios de Tyler estaban sobre los míos, impresionándome y dejándome en shock.
¿Qué cojones estaba pasando?
Correspondí el beso, mareado y confuso, pero con el corazón a mil, sabiendo que Niss estaba observándonos.
—Guau, qué homosexuales estamos hoy, ¿no? —se mofó Airy.
—¿Acaso tú también quieres? —Tyler soltó una risilla cuando se separó de mí.
Definitivamente no era el Tyler cuerdo que conocía. El alcohol había inundado su sangre.
—Yo no he dicho eso, pero... —sonrió maliciosamente.
Tyler gateó hasta mi hermano y se sentó en su regazo para después besarlo apasionadamente.
Entrecerré los ojos antes de comenzar a reírme sin sentido. El resto me siguió.
—Mucho alcohol por hoy —musitó Hassel—. Kyle va a llorar cuando se entere de que no ha estado presente mientras Tyler se vuelve a liar con medio grupo.
—¿Volver a...? —Arrugué la nariz.
—No es la primera vez que lo hace —explicó Elián aguantándose la risa.
—Lo decís como si fuera un promiscuo —se quejó el susodicho.
—No es como si mintiéramos. —Su amigo se encogió de hombros.
—Que te den, solo estás celoso porque aún no has podido acostarte con esta belleza. —Meneó las caderas y se sentó sobre la cama—. Ahora a dormir.
—Después de besar a dos hermanos, se va a dormir —dijo Airy con tono burlón.
—Sí, y me quedo tan a gusto. —Se cubrió con las sábanas y se durmió en el instante que su cabeza tocó la almohada.
Hassel sonrió mientras negaba con la cabeza.
—Creo que es hora de que vayamos a dormir.
—Estaría bien, la verdad —concordó mi hermano.
—Pues hala, a dormir.
Elián nos echó de su habitación y cada uno se dirigió a la suya. Airy con Logan y Hass con Zack. Dejaron a Kyle durmiendo en el suelo, mañana se despertaría con tortícolis, no tenía pruebas pero tampoco dudas.
Bostecé y me froté los ojos, sentándome en el borde de la cama cuando llegamos a la habitación. Niss se comenzó a quitar su camiseta y pantalones y se los cambió por otros. Agarró una bolsa y metió un par de toallas para después tirarme a la cara mi bañador.
Fruncí el ceño mientras los agarraba y estiraba.
—¿Qué haces, Niss?
—Algo divertido. —Se encogió de hombros.
—Define "divertido". —Abulté mi labio inferior.
—Un recuerdo de por vida.
Agarró mi mano y comenzó a tirar de mí para guiarme hasta la puerta de la casa. La abrió con sumo cuidado para que no chirriara y despertara a nadie.
—Niss, son casi las seis de la mañana, ¿qué coño tienes pensado hacer?
—Confía en mí, Sunshine.
Suspiré y lo seguí en silencio hasta que llegamos a la playa. Arrugué la nariz.
—¿Niss? —Volví a preguntar.
—Vamos a bañarnos —sonrió con inocencia.
—¿A las seis de la mañana? ¿Estás loco? Yo me voy —bufé y di media vuelta, pero Niss me agarró por la cintura.
—Por favor, Sunshine, siempre he querido bañarme contigo en la piscina o en la playa. —Hizo un puchero.
Tragué saliva. Esta vez no tenía nada que ver con su puchero la facilidad con la que cedí, sino que me di cuenta de que era una oportunidad única e irrepetible.
—Si alguien decide madrugar y pasar por la playa, nos va a ver —murmuré.
Hizo otro puchero.
—Sígueme, ¿sí?
Empezó a caminar hacia una de las grandes rocas de la playa que parecía no llevar a ningún lugar, pero que al rodearla, mostró una zona oculta.
—¿Cómo?
—La descubrí ayer sin querer.
Abrí y cerré la boca varias veces, pero desistí y comencé a quitarme los pantalones, aún con dudas.
—Eres tan caótico —declaré.
—¿Eso qué tiene que ver? —sonrió.
—Nada, solo quería decírtelo.
Cuando levanté parte de mi camiseta, dudé y Niss pareció notarlo.
—Si no quieres quitarte la camiseta, no hace falta, Mya.
—¿Quién se baña con camiseta? ¿Acaso eres tonto?
—Existen camisetas de neopreno. —Se encogió de hombros.
—Hombre, ya, pero yo llevo una de lana de toda la vida. —Jugueteé con el borde.
—Si quieres, puedo ayudarte a quitártela —bromeó.
Quizá fue el alcohol en sangre o la adrenalina, pero sonreí ladinamente.
—Adelante.
Él abrió mucho los ojos, pero se acercó a mí a paso lento y dejó la bolsa a un lado mientras sujetaba mi camiseta por los lados.
—¿Seguro?
Asentí.
Tiró hacia arriba lentamente hasta que por fin me la quitó, mostrando mi torso.
—Sé que no es la mejor vista del mundo, pero al menos me bañaré —farfullé, caminando hacia el agua, sin siquiera haberme puesto el bañador, solo en ropa interior.
Niss me alcanzó y me rodeó con sus brazos.
—Cállate, eres precioso.
—No mientas, Niss. —Me volteé para verlo a los ojos.
No mentía, su rostro estaba completamente serio.
—No lo hago. Eres la persona más bella que conozco, y no solo físicamente —soltó.
Me sonrojé e intenté apartar la mirada, pero me sujetó por el mentón.
—Mya, me da igual lo que pienses, para mí eres una hermosura y nada lo cambiará. Jamás te juzgaría.
Tragué saliva y, dejándome llevar por la emoción, rodeé su cuello con mis brazos y acorté la distancia que nos separaba, lo suficiente para que nuestros labios se encontraran.
Llevaba tiempo sin besar tan cómodamente a Niss y lo había echado de menos.
Me sujetó por la cintura y profundizó el beso. Aprovechó un segundo en el que jadeé para juntar nuestras lenguas.
Besar a Niss en ropa interior era raro, debía admitirlo, pero no tan incómodo como pensaba que sería.
Cuando una ola me mojó los talones de los pies, me espanté, separándome y mirando con horror el suelo. Niss comenzó a carcajear y yo le di un suave golpe en el hombro, avergonzado.
Esbozó una sonrisa y también se desnudó hasta quedar en ropa interior.
—¿A qué esperas para ponerte el bañador? —pregunté.
—Tú tampoco lo llevas. —Frunció el ceño.
—Me lo pondré después de ti.
—No me digas eso, Mya, justo ahora que estoy dudando de si bañarnos desnudos o no —bromeó.
—¿Quieres bañarte desnudo? —Arrugué la nariz.
—Siempre he querido probar el nudismo, ya sabes —dijo burlonamente.
—Adelante. —Me crucé de brazos y lo miré fijamente.
—No quiero ser el único —resopló.
—Si tú lo haces, yo también —propuse.
—Mya, no digas cosas que no vas a cumplir... —advirtió.
—Lo cumpliré, es una promesa.
Cerró los ojos e inspiró profundamente antes de bajar su ropa interior lentamente, meneando sus caderas y mirándome fijamente a los ojos. Mantuve mi mirada sobre su cara, pero de vez en cuando se me escapó hacia abajo.
—Pervertido —masculló en una de estas, cuando me descubrió.
—No es mi culpa tener ojos —musité, avergonzado.
Rodó los ojos con diversión.
—Tu turno.
A diferencia de él, yo me bajé la ropa interior rápidamente y la tiré a un lado, comenzando a entrar al agua.
—¿Te vas a meter o seguirás ahí, embobado?
Parpadeó reiteradas veces y me siguió. Nos adentramos lo suficiente para que el agua nos llegara hasta el abdomen.
Nos quedamos de pie, mirándonos, sin decir nada. Sin embargo, de un segundo a otro, comenzó a tirarme agua, por lo que yo le respondí haciendo lo mismo, entre risas.
Aunque al principio fue extraño porque sentía que llevaba una eternidad sin bañarme o simplemente divertirme como un niño pequeño, acabé por disfrutar del momento, a pesar de los litros de agua salada que me tragué.
—¡Eres un imbécil! —exclamé entre carcajadas cuando me entró a los ojos.
Me los froté, intentando limpiarlos, pero aun así, no podía ver.
—Lo siento, lo siento —rió y se acercó. Me tomó por el mentón y retiró parte del agua que había goteado de mi pelo hasta mis mejillas—. ¿Estás mejor?
—Supongo. —Hice un puchero.
—Me alegro —carcajeó y me abrazó por el cuello.
—No volveré a confiar en ti cuando digas que no volverás a mojarme.
Sonrió y se quedó en silencio mirando hacia el horizonte. Seguí su mirada, sin ver nada destacable.
—Gracias —soltó de repente.
—¿Por qué? —Fruncí el ceño.
—No sé, ¿por todo? ¿por cada recuerdo que tengo contigo? —Se encogió de hombros y deslizó sus brazos hasta mi cintura.
—Estás muy romántico, ¿no? ¿Sigues borracho?
—Hace rato que se me ha ido la borrachera —dijo, completamente serio.
Me sonrojé sin saber qué más responder.
—Yo creo que sigo algo borracho —mentí.
Yo también estaba totalmente consciente, demasiado quizá.
Nos miramos sin decir palabra alguna, dejando que lo único que se escuchara fueran las olas a nuestro alrededor y los pájaros que piaban.
Niss me tomó por la nuca y estampó sus labios contra los míos. A diferencia del anterior beso, este era más desesperado. Tenía una dejadez salada del agua del mar. Nuestras bocas se sentían muy calientes comparadas a nuestras pieles.
Apoyé mis manos sobre su pecho y me puse de puntillas para profundizar nuestro beso. Niss, al notarlo, sonrió contra mis labios y deslizó sus manos hasta mi trasero y me levantó con facilidad. Rodeé su cintura con mis piernas y pasé mis brazos por sus hombros, posando mis manos en su hombro y cabello.
Al separarnos, tragué saliva.
—Estamos muy cerca —murmuré.
—¿Acaso es algo malo? —susurró, sonriendo.
—No era una queja —bufé.
—Me alegro, porque quiero tenerte aún más cerca.
Me apretó contra él.
¿Podíamos hablar de que ambos estábamos desnudos en medio de la playa, besándonos como si no pasara nada? Era la situación más surrealista que me podía estar pasando.
—Eres odioso —declaré antes de volver a juntar nuestros labios, moviéndolos con intensidad, como si nada más en el mundo importara más que nosotros.
Aún recordaba la electrizante sensación que experimenté la primera vez que nos besamos. Era un buen recuerdo que mantenía en mi cabeza y, a pesar de que ya no electrizaba, no podía decir que se sentían más tranquilos, porque con cada beso, me volvía aún más loco que con el anterior.
El sabor a sal marina, la calidez que Niss desprendía, la suavidad de su cabello, todo eso hacía que mis piernas temblaran y no solo mis piernas, sino todo mi cuerpo. Cada roce, cada caricia era como una explosión de emociones.
El cosquilleo que sentía al principio en el vientre, se había vuelto un revoltijo de mariposas que buscaban una salida desesperadamente.
Gemí cuando Niss comenzó a besar mi cuello y mis clavículas. El cabrón me iba a volver loco y ni siquiera lo estaba intentando. Solo hacía lo que quería.
Eché la cabeza hacia atrás, jadeando cuando mordisqueó mis hombros y volvió a besar mi cuello.
—¿Puedo dejarte alguna marca? —preguntó tímidamente.
—¿Eh? —solté sin pensar.
—Sé que es una tontería, pero tenía que preguntar...
—Hazlo —insté—. No me importa, solo hazlo.
Sus ojos brillaron y esbozó una sonrisa de oreja a oreja mientras presionaba con suavidad sus labios sobre mi piel. Sus manos se deslizaron hasta mis muslos y los acarició mientras con sus pulgares dibujaba círculos, como yo había hecho muchas veces con él.
Cerré los ojos, disfrutando el momento y la tranquilidad de la playa.
Me sentía sosegado.
Abrí los ojos cuando sentí mi piel calentarse poco a poco, viendo que el sol estaba saliendo por el horizonte. Niss apoyó su cabeza sobre mi pecho, mirando en la misma dirección.
—Creo que deberíamos volver a casa —bisbiseó.
—Un poco más —pedí—. Veamos el amanecer.
—Es la primera vez que eres tú quien pide más tiempo —rió. Hice un puchero en respuesta—. Pero hagámoslo en tierra, ¿vale? Creo que ya nos hemos mojado suficiente.
Asentí, desganado e intenté bajarme, pero Niss me sujetó con más fuerza.
—¿No eras tú quien decía que deberíamos irnos? —inquirí.
—Pero puedo llevarte en brazos.
—No necesito que hagas eso. —Me mordí el labio inferior.
—Pero quiero hacerlo.
—Niss...
—Porfi —insistió.
Suspiré y cedí, abrazándolo por el cuello.
Al salir del agua, nos vestimos torpemente después de secarnos por encima. Niss solo se puso sus pantalones y yo le robé la camiseta. Estiró una de las toallas en la arena y se sentó sobre ella. Tiró de mí para que me sentara sobre su regazo, como había estado haciendo las últimas semanas.
Me rodeó con sus brazos y entrelazó nuestras manos. Me tumbé sobre él y apoyé mi cabeza sobre su hombro.
—Qué romántico todo esto —bromeé.
—Mucho —replicó.
—Niss.
—Dime.
—¿Cuándo terminaremos de componer esa canción? —pregunté.
El sol ya había salido lo suficiente, comenzando a teñir el cielo de colores suaves y cálidos. La oscuridad de la noche se había desvanecido en casi su totalidad. Solo quedaban resquicios de sombras azules que, casualmente, eran del mismo color que el cabello de Niss.
Eché mi cabeza hacia atrás y lo miré. Dejé un beso sobre su mandíbula
—Cuando quieras —repitió lo mismo que siempre me decía cuando le preguntaba.
—Antes de que termine el verano —declaré.
—Vale —sonrió.
Aún quedaban algunas estrellas que iluminaban el cielo, aunque estaban siendo devoradas por la luz del amanecer.
—Te echaré mucho de menos, Nissiro Walsh.
—Como si fuera a morirme ahora —rió.
—Solo quería que lo supieras —mascullé.
—Yo también te echaré mucho de menos —susurró contra mi piel.
—No sé qué haré cuando te vayas —sollocé. Había comenzado a llorar sin darme cuenta.
—Seguir viviendo, Mya. —Besó mi cabeza.
—Es fácil decirlo, pero... —Sorbí mi nariz.
—Mya, cuando me vaya, te aseguro que encontrarás a alguien más. Mientras tu vivas tu vida, yo seré feliz. —Me apretó con fuerza.
—Niss...
—Mientras tanto, te esperaré, ¿sí? Todo el tiempo que haga falta, sin prisas.
Mis labios temblaron mientras intentaba contener mis lágrimas, que amenazaban con salir incontrolablemente.
—Ni siquiera creo que eso sea posible, Niss.
—Tengo la esperanza de que exista un más allá. —Se encogió de hombros—. Y que de alguna forma, ahí me dejen verte vivir.
—No digas estas cosas, Niss, por favor —lloriqueé—. No quiero que mueras. No quiero. Me niego.
—Eso no cambiará nada. —Una risa carente de gracia brotó de su garganta—. Si fuera tan fácil como desear no morir, me pasaría el día entero haciéndolo.
—Aunque digas eso, yo no puedo aceptarlo.
—Yo tampoco. Yo tampoco quiero morir. —Su voz comenzó a quebrarse—. Es fácil escuchar que quiero que seas feliz y que sigas tu vida sin mí. Pero no puedo evitar querer ser egoísta y anhelar tener un hueco en tus recuerdos. No puedo evitar querer tenerte para mí y decirte que quiero ser el único en tu vida, que quiero que me recuerdes para siempre y que jamás me olvides, pero sé que eso es egoísta y por eso no puedo pedírtelo.
»Tenía tantas cosas planeadas y ahora no puedo hacer nada, Mya. Solo tengo dieciocho años y no puedo decir lo mismo que todos los que tienen mi edad. No puedo decir que me queda toda la vida por delante. No puedo decir cosas como "el año que viene" o "ya lo haré más tarde", ya no puedo hacerlo. Tengo que conformarme con el aquí y ahora y hacer todo en el mismo momento. Y soy más que consciente de que debería soltarte antes de romperte, pero no puedo.
—Niss —lloré.
—Lo siento, Mya, siento hacerte sufrir tanto. Supe que me iría y que te arrebataría la felicidad, lo sabía y aun así te besé, porque fui un jodido egoísta y te quise para mí. Y mierda, jamás me arrepentiré por haberte besado, por haberte tocado. Jamás me arrepentiré de haberte amado. Eras tan jodidamente hermoso y yo estaba tan jodidamente enamorado que me dejé llevar. —Se relamió los labios—. Y sé que no es nada bonito de mi parte decir que lo volvería a hacer, una y otra y otra vez.
Ni siquiera sabía qué decir en esta situación.
Niss siempre se había mostrado fuerte y era la primera vez que lo veía roto. Sabía que su situación era tan difícil y aun así, nunca me paré a pensar sobre la gravedad, sobre cómo se sentía Niss.
Había estado tan inmerso en cómo me sentía yo, que ni siquiera había pensado en él.
—Perdón —solté, girándome y poniéndome de rodillas mientras le sujetaba el rostro—. Perdóname, Niss. Ni siquiera había pensado en lo complicado y duro que estaba siendo para ti. Ni siquiera me lo había planteado. Solo había pensado en mí mismo. Me parecía tan raro que bromearas tan tranquilamente sobre tu situación, pero de verdad creí que lo habías aceptado.
En este punto, ni siquiera yo entendía mis propias palabras, que se mezclaban con mis sollozos e incluso había comenzado a hipar.
—Mya, no llores, por Dios, no quería esto. —Deslizó su pulgar por mi mejilla.
—Lo siento, Niss, si hubiera estado para ti en vez de pensar solo en mí mismo.
—Eh, eh, no, Mya. No te invalides. Tenías todo el derecho a sufrir. Yo preferí guardarme todo, fue mi decisión, no es tu culpa. No puedes decir que eres egoísta por pensar solo en ti mismo cuando tu madre te había echado de casa, te habías enterado de todo recientemente y encima, habías estado teniendo malos meses, ¿vale?
—Pero si te hubiera prestado atención, quizá me habría dado cuenta...
—Me esforcé para ocultarlo —confesó—. Llegué hasta a maquillarme para ir a clase, para que no se notara mi palidez. Ni siquiera Airy pudo saberlo pasando casi todo el día junto a mí. No puedes culparte por no darte cuenta cuando esa era mi intención. He de admitir que fue un poco estúpido de mi parte tardar tanto.
Apretó los labios.
—Y-yo no quiero que esto acabe, Niss —balbuceé.
—Yo tampoco, Mya.
—Desearía que fuera eterno.
—Ojalá, pero nada es eterno —rió suavemente.
Sorbí mi nariz. Mi rostro estaba inundado por las lágrimas.
—No sé qué voy a hacer, Niss. ¿Qué se supone que vaya a pasar? ¿Qué tendré que hacer? No sé nada.
—A mí me gustaría que siguieras actuando normal. Sé que es mucho pedir, pero yo quiero vivir el resto de mis días como un adolescente normal.
—Niss...
—Por favor, Mya. —Acarició mi mejilla—. No quiero malgastar tiempo llorando cuando podría estar riendo.
Aunque me costó, asentí lentamente y lo tomé por las mejillas para besarlo. Como si estuviera sellando un trato.
—Lo prometo, todo lo que me has pedido, Niss. Todo, porque te amo, yo también te amo —susurré contra sus labios.
Él sonrió con tristeza y me volvió a tomar por la cintura, profundizando nuestro beso.
Cuando nos relajamos, el sol ya había salido por completo y el cielo brillaba con intensidad.
—Deberíamos volver a casa —sugirió Niss—. Mamá ya habrá despertado y tendremos que explicarle qué hacíamos a las siete de la mañana en la playa.
—Se lo explicarás tú. —Hice un puchero.
—Ya sabía yo —rió y se levantó.
Se sacudió la arena de los pantalones y cuando yo me levanté, tomó la toalla para agitarla y quitarle los restos de tierra. Recogió todo y lo guardó en la bolsa.
—¿No quieres tu camiseta de vuelta? —pregunté, tirando suavemente de ella.
Negó con la cabeza.
—Te queda muy bien, prefiero que la uses tú.
Me sonrojé y asentí. Me calcé torpemente los zapatos y decidí volver a casa solo con su camiseta y en ropa interior. Después de todo, la mayoría de personas solían pasear con solo el bañador, así que ver a alguien semidesnudo por la calle era común.
Caminamos en silencio hasta la zona principal de la playa, en donde ya había gente, ya fuera paseando, tomando el sol o bañándose en el agua. Nadie se percató de nuestra presencia.
Niss entrelazó nuestras manos, haciendo que el recorrido hacia casa fuera igual de tranquilo. Al abrir la puerta de casa, ya se pudo escuchar el bullicio de la cocina. Cuando el olor a comida alcanzó mi nariz, mi estómago rugió en respuesta. Definitivamente habían sido muchas emociones nada más empezar el día.
—Buenas, buenas —saludó Niss a su madre, como si nada hubiera pasado.
—¿Niss? —Alzó una ceja, sorprendida—. ¿De dónde venís?
—¿De la playa? —rió este nerviosamente.
—Ya veo, ya. —Me miró de pies a cabeza—. Parece que habéis disfrutado, eh.
Me sonrojé por completo y me cubrí el cuello, recordando que Niss había dejado marcas.
—Somos mayorcitos. —Se encogió de hombros, dejando la bolsa a un lado y sentándose en uno de los taburetes que rodeaba la isla de la cocina.
Lo imité, algo cohibido por la furtiva mirada de tía Audrey.
—¿Habéis usado protección?
Sentí como si saliera humo de mis orejas por la vergüenza.
—No hemos follado en la playa, mamá. Qué incómodo —bufó.
—Bueno, yo qué sé. El cuello de Mya me decía lo contrario, siento haber confundido las cosas. —Lo imitó.
—¿Mi cuello? —Acaricié la zona. Tía Audrey sacó su teléfono y abrió la cámara. Me ofreció el dispositivo. Miré horrorizado mi cuello lleno de marcas—. ¡Niss!
—Me dijiste que lo hiciera. —Se cruzó de brazos e hizo un puchero.
—¡Pensé que sería una!
—Yo pensé que estaría solo, así que les hice amigos de compañía.
Suspiré, cansado.
—¿Sabes? Da igual, tengo hambre.
—¿Hambre? —Tía Audrey mostró su brillante sonrisa y rápidamente colocó unas tostadas con huevos, queso y jamón delante de mí.
—Eso ha sido rápido —mascullé.
—Estaba preparando el desayuno. —Se encogió de hombros. Le puso el mismo plato a Niss—. Disfrutad la comida.
Ambos asentimos, algo exhaustos debido a la falta de sueño y a la mezcla de emociones. Para cuando terminamos de comer, el resto comenzó a bajar uno a uno, siendo Airy el primero.
No dijo nada y se sentó a desayunar en silencio, raro en él y su animada personalidad.
Reí al darme cuenta de que era por la resaca, pero no mencioné nada delante de la tía Audrey por si acaso.
Luego bajaron Tyler, Hassel, Elián, Ben y Thiago.
—Vaya, vaya, ¿a quiénes tenemos aquí? —El tío Henry apareció por la puerta, tras ellos, con una falsa sonrisa—. Vaya jaleo montasteis ayer.
Todos nos tensamos de repente.
—¿De qué hablas, papá? —Hassel fingió no saber nada.
—Del alcohol y lo que fuera que estuvierais haciendo.
El pelinegro tosió falsamente y todos apartaron la mirada.
Yo sonreí con cansancio y me despedí para volver a la habitación mientras los padres de Niss comenzaron a regañarlos uno por uno. Supongo que Niss y yo nos libramos porque tía Audrey pensaba que habíamos estado toda la noche fuera. Suspiré de alivio.
Niss se duchó primero y después de él, yo. Me lo tomé con calma, limpiando cada resto de arena que quedase en mi cuerpo.
Salí con el pijama puesto, secándome el cabello con una toalla y miré a Niss, quien estaba jugando a un juego en su teléfono.
—¿No estás cansado?
—Sí, ¿por? —contestó.
—No te veo dormir.
—Estaba esperándote a ti —sonrió con inocencia.
—¿Qué?
—Quería dormir contigo. —Dejó su móvil a un lado y se tumbó en la cama.
Reí, sin apenas fuerza y lancé la toalla a cualquier lugar mientras me subía a la cama y me tumbaba sobre el pecho de Niss, quedándonos dormidos al instante.
Estos momentos me evocaban recuerdos felices. Me sentía protegido por sus brazos y su calmada respiración me tranquilizaba. La quietud de la habitación también ayudaba a que todo se sintiera como un sueño.
Definitivamente, deseaba que esto fuera eterno.
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Procedo a decir vergación, este es el capítulo más largo de la novela con aproximadamente 5600 palabras, HELP.
Espero que os guste porque ahr, yo lo amo. Mya y Niss son mis bebés y los amo mucho ;v;.
En fin, Niss y Mya en la playa >>>>
Niss revelando sus sentimientos >>>>>
Simplemente este capítulo >>>>>>>>>>>
Siempre había querido escribir un capítulo romántico y aquí está KAJDKW no sabía que tenía tanto guardado en el interior :P. Se nota que soy más de momentos románticos etéreos que intensos, ¿no? JAJAJ
En fin, besitos nocturnos porque aún es temprano :0.
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