Capítulo 25: Mira el lado positivo.
❝ There's a universe in front of us that knows how small we are ❞
La ambulancia llegó apenas unos segundos después de que asistieran a Niss. Se lo llevaron al hospital más cercano y tuvimos que seguirlos en coche.
No hablé en ningún momento.
No sabía si estaba más enfadado por enterarme tan repentinamente o destrozado por lo que estaba pasando.
Mi cabeza estaba hecha un lío y muchas cosas conectaron. Por fin comencé a entender todas las veces que Niss hacía referencia al tiempo, a cuando no estaría.
Él lo sabía desde hacía mucho y no se había dignado a decírmelo en ningún momento. Había tenido descubrirlo cuando estaba a punto de morirse.
En el momento en que tía Audrey aparcó el coche, todos estábamos en un silencio sepulcral. Dentro del hospital, la cosa no cambió mucho y, de hecho, pareció profundizarse aún más.
El olor a desinfectante y a productos químicos era abrumador. La última vez que había estado en uno, estuve a punto de morir de inanición, no tenía buenos recuerdos de estos sitios.
—Hola, buscamos a Nissiro Walsh —le dijo tía Audrey a la recepcionista, rompiendo esa burbuja.
—Primer módulo, tercer piso, habitación 709 —contestó después de teclear en su ordenador, sin siquiera mirarnos.
Seguimos sus indicaciones hasta llegar a la puerta. Nadie se atrevió a abrirla hasta que Airy bufó y lo hizo. Entramos después de él, viendo que el médico le estaba haciendo algunas pruebas a Niss, quien ya estaba despierto.
Seguía viéndose pálido y frágil.
Nos saludó agitando su mano y con la misma sonrisa de siempre. ¿Cómo podía sonreír en esta jodida situación?
El médico se acercó a tía Audrey, preguntándole más cosas; la más importante fue lo que aclaró mis dudas por fin.
—Tengo entendido que su hijo ha tenido varias visitas al hospital por colapsos repentinos como el de ahora. —El doctor pasó varias hojas de su portafolios, en donde yo suponía que se encontraba el historial médico de Niss.
—Sí —afirmó y, antes de seguir hablando, me miró con tristeza—. Hace un año le diagnosticaron una rara enfermedad autoinmune degenerativa.
Hace un año. Un año entero.
No quise escuchar más, así que salí de la habitación, furioso. ¿Cómo debía sentirme al respecto?
Me senté en una de las sillas que había en el pasillo.
—Ey, Mya. —Airy se acercó silenciosamente.
—¿Desde cuándo lo sabes? —cuestioné.
—Tres meses.
—¿Por qué no me lo ha contado a mí también? —Me mordí el labio inferior tan fuerte que comenzó a sangrar.
—Simplemente no quiso. —Se encogió de hombros.
—¿Acaso no confía lo suficiente en mí?
—No se trata de confianza, Mya. No es fácil de contar que te estás muriendo. —Se apoyó a mi lado, en la pared y se metió las manos en los bolsillos.
—Pero tampoco puedes estar ocultándoselo a la gente —gruñí.
—Niss quería estar contigo en sus últimos momentos —murmuró.
—Últimos momentos —reí sin gracia alguna—. Como si solo le quedaran dos días de vida.
—Nah, al hijo de puta le queda bastante aún —bromeó.
—Airy, no es gracioso.
—Oh, vamos, ¿acaso vas a llorar?
—¿Sí? —dije, como si fuera una obviedad—. Tú no te ríes en un funeral.
—Pero es que aún no se ha muerto. —Se encogió de hombros—. Además, prefiero reír a llorar. Mi vida, mi decisión.
—¿Cómo vas a reírte cuando tu mejor amigo se está muriendo? —Comencé a llorar, no sabía si de la tristeza o de la rabia.
—Bueno, es que yo ya he tenido tiempo para enfadarme y reclamarle. Solo quiero disfrutar mi tiempo con él.
—¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? ¿Qué va a pasar después? —Sorbí mi nariz.
—Yo tampoco lo sé, Mya.
—Airy, ¿qué voy a hacer? —Rompí en llanto—. ¿Tengo que enfadarme? ¿Tengo que ponerme triste? No sé qué hacer.
—Hablar con Niss es la mejor opción, digo yo.
Antes de que pudiera responder, el restó salió de la habitación. El médico se despidió y nos volvimos a quedar en silencio.
Todos ellos ya lo sabían. Era el único que acababa de enterarme.
—Mya, cariño, nosotros... —suspiró tía Audrey—. Ha sido muy duro, pero fue decisión de Niss no contarte nada, tienes que entenderlo.
—Ya —respondí cortantemente.
—Iremos a comprar algo para comer, quédate tú con él, ¿vale?
Asentí en respuesta y comenzaron a caminar hasta el ascensor. Airy me dio un golpecito en el hombro y los acompañó. Cuando vi que se fueron, me acerqué a la puerta y agarré el pomo, sin saber si entrar o no.
Me limpié las lágrimas y toqué, entrando cuando escuché la voz de Niss.
Él seguía sonriendo como si nada.
—Lo siento —se disculpó.
—¿Por qué? ¿Por no decirme nada? ¿Por ocultarme que te estás muriendo? —lo acusé.
—Mya...
—¿¡Cuándo me lo ibas a contar!? —le reclamé.
—No sé. —La sonrisa desapareció de su rostro.
—¿Me lo ibas a ocultar hasta el día antes de tu muerte? —Solté una carcajada sin gracia.
—No soy tan malo como para hacer eso —replicó en voz bajita.
—¡Pero sí para ocultármelo durante los cuatro meses que llevamos saliendo! —espeté.
—Mya, tienes que entenderlo...
—¿¡Entender qué!? ¿Que llevas mintiéndome los últimos meses? —lo interrumpí mientras se me escapaban las lágrimas.
—No...
—¿¡Por qué siempre haces esto!?
—¡Mya, tienes que entender que tampoco es fácil para mí! —Elevó la voz por primera vez en toda la conversación. Me eché hacia atrás de la impresión—. ¿Te crees que ha sido fácil para mí? ¿Que me encantaba mentirte diciendo que estaba ocupado estudiando cuando estaba en el hospital? ¿Te crees que me gusta saber que me estoy muriendo? ¿Te crees que me divierte ocultar que me estoy muriendo?
Comenzó a llorar también. No supe qué responder, así que lloré junto a él.
Me intenté limpiar las lágrimas con la manga de mi camiseta, pero no paraban de salir.
Era tan devastador.
—¿Por qué?
Agachó la cabeza en silencio, pero me miró fijamente.
—No sé, no he tenido suerte en la vida. —Se encogió de hombros.
Di unos pasos hacia él. Estaba lo suficientemente cerca para tocarlo, pero demasiado lejos para sentirlo. Dudé antes de estirar mi mano y acariciar su mejilla, pero él la tomó y entrelazó nuestros dedos. Después me agarró por la cintura y tiró de mí para abrazarme. Apoyó su cabeza sobre mi pecho.
—Niss...
—Mya...
—Lo siento, no había pensado en lo que estabas pasando. —Sorbí mi nariz.
—Mi culpa, no te lo había dicho —murmuró.
—No quiero que te vayas.
—Aún no lo haré, me queda tiempo, creo. —Echó su cabeza hacia atrás y se movió un poco en la cama, dejando un espacio a su lado para mí.
Me senté y lo estreché con fuerza entre mis brazos.
—¿Cuánto?
—No lo sé, no sé nada de lo que pasará.
En la habitación solo se podía escuchar nuestras respiraciones, aunque la de Niss era apenas audible, y la estúpida maquinaria del hospital. No había notado los pitidos hasta ese momento.
—¿Cuándo lo descubriste?
—Al principio del verano del año pasado.
Jadeé, ahora muchas más cosas tenían sentido. Desde el porqué del cambio de actitud hacia mí en ese momento hasta los atrevidos coqueteos.
—¿Es por eso que te acercaste a mí? ¿Porque era tu última oportunidad?
—Sí —admitió.
—Si no hubieras estado enfermo, ¿siquiera lo habrías intentado?
—No lo sé, Mya.
—¿Te gustaba ya en ese entonces? —Cambié mi pregunta.
—Sí, mucho, demasiado.
—Argh, eso es una mierda, ¡la vida es una mierda! —resoplé.
—Y que lo digas.
—¿Qué haremos?
—¿Disfrutar la vida? No sé, ¿las cosas tienen que cambiar solo por esto?
—¿¡Solo por eso!? Creo que no comprendes la magnitud de la situación, Nissiro.
—Mya, la vida es muy corta para desaprovecharla llorando —recalcó.
—¿Y qué voy a hacer si lo único que hace es arrebatarme todo lo que quiero? —reproché.
—Si el mundo se ríe de ti, hazlo con él, Mya. —Se encogió de hombros.
—Pues a ti no te veo riendo. —Me crucé de brazos.
—Nunca he dejado de hacerlo, otra cosa es que lo demuestre —sonrió.
—Sí serás...
—Mya, creo en que las cosas que tienen que ser, lo serán y las que tengan que estar, estarán.
—¿A qué viene esto? —Fruncí el ceño.
—Es la respuesta a tu pregunta de si siquiera lo habría intentado si no hubiera descubierto que me estaba muriendo.
—¿Qué significa?
—Me gusta pensar que siempre hemos estado destinados a estar juntos. —Se tumbó y acarició mi mejilla, limpiando los rastros de humedad de mi rostro.
—Niss.
—Si hubiera tenido más tiempo y hubiera sido menos cobarde, ahora mismo no estaríamos llorando por una tontería así.
—¡No es una tontería!
—No le des tanta importancia, ¿sí? Sigo aquí, eso sí que es importante, Mya.
—Pero luego ya no estarás...
—Sh, vivimos en el presente.
—Y viviremos el futuro —repliqué.
—Mya...
—¡Vale, ya paro! Pero que sepas que no puedes decirle a un pesimista que deje de ser negativo. —Arrugué la nariz—. ¿Te duele mucho?
—No tanto, estoy medicado —rió con suavidad.
Acaricié su cabello y nos quedamos así hasta que el resto volvió.
—Guau, al parecer ya lo habéis solucionado —silbó Airy—. Os lo dije, estos dos se quieren demasiado para estar peleados.
—¿Quieres callarte? —Hice una mueca.
—¿Es una sugerencia o una petición? —se burló.
Vi a Hassel rodar los ojos y nos pasó unas bolsas de papel. Se sentó junto a Airy, Logan y tía Audrey en el sofá.
—En fin, ¿se ha solucionado todo? —Esta vez habló el pelinegro.
Asentí con la cabeza mientras desenvolvía mi hamburguesa y comenzaba a darle unos mordiscos, a diferencia de Logan, quien la estaba devorando.
—Bien, porque yo no soportaría volver a veros pelear —resopló Airy.
—¿Por qué? ¿Echarías de menos vernos juntos? —bromeó Niss.
—Qué va, pero los dos os ponéis muy dramáticos cuando estáis separados. —Se encogió de hombros.
Niss rodó los ojos y le dio un mordisco a su hamburguesa.
—Entonces, ¿cuál es el siguiente plan? —preguntó Hass al aire.
—En las películas adolescentes, sería mi momento para aprovecharme de todo el mundo haciendo una lista de "cosas que hacer antes de morir" —dijo.
—¿Y a qué esperas? ¿A que te la escribamos también? —bufó mi hermano—. Yo veo que sigues teniendo manos y brazos funcionales.
—Airy, tu mejor amigo se está muriendo, trátalo mejor, ¿quieres? —Niss le tiró una patata frita a la cara.
—Mi mejor amigo que se está muriendo también está perdiendo neuronas, por lo que veo. —Se la devolvió.
—La verdad es que eso sí que está pasando —murmuró Hass, como si no fuera nada.
Miré al peliazul horrorizado.
—No he perdido tantas como para que se pueda notar. —Se encogió de hombros.
—Aún —masculló Airy, desviando la mirada.
—¿Queréis dejar de ser tan negativos? Solo me comenzará a fallar la memoria como mucho. —Agitó la mano, restándole importancia.
—Sí, y también comenzarás a perder la movilidad de tus extremidades, tus órganos comenzarán a fallar, probablemente dejes de poder andar —enumeró Airy.
—Por Dios, ¿qué más vais a hacer? ¿Comenzar a apostar por qué día de la semana morirá Niss? —los regañó tía Audrey, que había estado en silencio todo el rato.
—Oye, pues es buena idea —indicó Hass.
—Era una broma, hijo —aclaró su madre.
—Yo digo que será un domingo, parece un buen día para morir —comentó el propio Niss.
—Mejor muérete un viernes, por Dios, los domingos son tan depresivos —suspiró mi hermano.
—Pobre Mya, está flipando con vosotros —rió Hass.
—Ya se le pasará cuando se acostumbre. —Niss me sentó sobre su regazo y me abrazó por la espalda.
—¿Cómo se supone que me vaya a acostumbrar a que hagáis bromas así todo el día? —cuestioné.
—Acabarás participando en ellas.
—Sois tan raros —declaré.
—Lo dices como si no lo supieras con anterioridad —sonrió Hass.
—¿Entonces así será por el resto del año? —pregunté.
—Seguramente.
—¿Haremos algo más aparte de bromear sobre la muerte?
—Vivir al límite —replicó Niss, hundiendo su cabeza en mi cuello.
Después, siguieron haciendo chistes, como si fuera un tema banal. Al principio sí que me había llegado a incomodar, pero luego me di cuenta de que, de alguna forma, hacía más llevadero el tema. Seguía sin poder creérmelo del todo y cuando mi cabeza comenzaba a pensar de nuevo en ello, no podía evitar que algunas lágrimas se me escapasen.
Esa misma noche, le dieron el alta a Niss y nos fuimos todos juntos a casa, ilegalmente, con seis personas en un mismo coche, pero tampoco podíamos abandonar a nadie por el camino, a pesar de que habían bromeado con abandonar a Logan o al peliazul, ni siquiera tenía que explicar el porqué, ¿verdad?
Airy solo se quejó de no poder asistir a la fiesta y Niss concordó con él.
Yo los miré con incredulidad y suspiré, asumiendo ya que los próximos meses serían así, hasta que... hasta que Niss muriera.
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En defensa de los chicos, sí soy. En vez de ponerme triste por la muerte, comenzaría a hacer chistes, sin arrepentimientos.
En fin, he soltado unas lagrimillas con este capítulo jaja, no voy a mentir, no me lo esperaba para nada.
Y eso, besos nocturnos <3
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