Capítulo 24: Todo ha sido una mentira.

❝ I can't imagine a world with you gone. I'd be so lost if you left me alone. Can you hear me screaming? Please don't leave me ❞

—Hace dos días estabas por dejar el fútbol y hoy es tu último partido —lloriqueó tía Audrey.

—Mamá, fue hace casi cuatro meses. —Niss frunció el ceño.

—El tiempo vuela. —Su madre lo miró mal—. Venga, una vueltita que te vea.

Niss obedeció bufando.

—Qué divertido va a ser que te den una paliza —se burló Hass.

—¿Lo dices por mí o por el partido que perdiste en las semifinales?

Hass abrió la boca, ofendido y se cruzó de brazos, enfadado.

—Cuando pierdas el partido, no me vengas llorando, cabrón.

—¡Hassel! ¡Esa boquita! —lo regañó su madre.

—Perdón, perdón. —Rodó los ojos.

—Te voy a castigar un mes sin ver a Zack.

—¡No puedes hacer eso! —espetó el pelinegro.

—¿Me estás retando? ¿A tu propia madre?

Hassel se calló al instante, pero se quedó con una expresión de odio.

—Yo sí confío en vosotros —los animé, a Airy y a Niss.

Aunque se suponía que Niss solo iba a estar de apoyo moral para el equipo. En el último momento, le pidieron jugar en la final de la Selección y él había aceptado, así que, oficialmente, después de este partido, dejaría el fútbol para siempre y se dedicaría a la música.

En los últimos meses, Niss y su grupo habían cogido confianza y comenzado un canal en conjunto en YouTube y subido covers de canciones.

Para haber empezado hacía poco, ya habían conseguido diez mil suscriptores.

También optaron por abrirse una cuenta en Instagram y Twitter.

—¿Ves? Alguien que sí está ayudando —indicó Niss.

—Cállate —siseó Hass.

—¡Dejad de discutir! Posa, Niss, tengo que hacerte una última foto con tu uniforme.

—Mamá —se quejó.

—Mejor poneos todos —sugirió tía Audrey, empujándonos.

A pesar de que no me hacía mucha gracia, obedecí y me puse al lado de Niss. Airy se colocó en el otro lado y Hass un poco más delante junto a Logan.

—Esto es una estupidez —señaló Hass.

—Calla. Qué monos os veis juntos —dijo tía Audrey seguido de un flash que nos dejó ciegos a todos.

—Auch —reímos al unísono.

—¡Mamá, tienes que avisar para que me ponga guapo! No es justo, tienes que repetir la foto porque no estaba preparado —chilló Logan, cruzándose de brazos e inflando sus mejillas.

—Lo siento, lo siento, venga, de nuevo. —Tía Audrey se posicionó—. Decid "queso".

—Queso —repetimos todos.

—Parece que se estén graduando o algo —bromeé.

—Pues poco falta para eso —sonrió Airy—. Dos meses más y se acaba todo por fin.

—No celebres tanto porque tienes que hacer los exámenes de ingreso —murmuré.

—Gracias por estropearme el día, Mya. —Frunció el ceño.

—De nada, es un placer.

—No discutáis, anda. —Niss pasó uno de sus brazos por mis hombros—. Sois mayorcitos.

—Dijo el que se pelea con un niño de ocho años —tosió mi hermano.

—Eh, eh, cuidado con lo que dices de mí. —Le sacó la lengua.

—Deja de llorar, por favor.

Niss rodó los ojos y agarró su equipación.

—Mejor vamos yéndonos o voy a acabar tirándote de los pelos.

—Ah, ¿sí? Nada me gustaría más —replicó mi hermano. Todos nos giramos a mirarlo con una ceja alzada—. ¿Qué? Son bromas.

—Sí, claro, bromas —se burló Hass—. Venga, andando que el partido no se jugará solo.

Hassel agarró la mano de Logan y la mía y nos guio hacia el coche. Niss, Airy y tía Audrey se quedaron atrás para agarrar unas cuantas cosas más. Esta última tenía una rara expresión de preocupación que me causó curiosidad pero que se me pasó cuando Logan comenzó a saltar de la emoción.

—¿Quién creéis que ganará? ¿Y por qué Niss? —preguntó entrando al coche.

—Te veo entusiasmado —comenté.

—Sí, me encanta ver a Niss jugar. De mayor yo también quiero ser parte del equipo de fútbol. —Se balanceó de un lado a otro en su sitio.

—Siguiendo el legado de los Walsh, ¿eh? —bromeé.

—Lo tenemos en la sangre, ¿qué te puedo decir? —presumió Hass.

Entrecerré los ojos y sonreí.

—Baja esos humos, Walsh dos.

—Solo digo la verdad. —Se encogió de hombros.

Ambos reímos y mientras esperábamos al resto, senté a Logan sobre mis piernas y lo abracé por la espalda. ¿Por qué? Porque era una monada, sobre todo con la réplica del uniforme del equipo de Niss puesto.

—¿Por qué tardan tanto en venir? —cuestioné cuando al paso de los minutos, estos aún no venían.

—Bueno, mamá estará supervisando que ambos lleven todo antes de subirse al autobús del equipo. Y supongo que estará preocupada por Niss —contestó el pelinegro, restándole importancia.

—¿Preocupada por Niss? ¿Por qué? —Fruncí el ceño.

—Lleva unos días resfriado y algo débil, ¿no lo habías notado?

—Ah, sí.

Era común que Niss se enfermara constantemente desde pequeño. Era una persona bastante enfermiza, por lo que me había acostumbrado a que siempre estuviera débil, lo positivo era que en la mayoría de casos era leve. Pocas veces se había enfermado más allá de un poco de fiebre y un resfriado.

Cuando tía Audrey por fin entró al coche, Niss y Airy ya se habían ido al punto de encuentro de su equipo.

—Bueno, ¿preparados?

Los tres asentimos, por lo que ella arrancó el coche y comenzamos nuestro viaje de dos horas hacia nuestro destino.

El recorrido se hizo ameno con la música de fondo y Logan y Hass cantando a todo volumen mientras yo les aplaudía.

Al llegar, vislumbré el inmenso estadio, el cual estaba lleno de gente que vestía los uniformes de los dos equipos. Sin embargo, lo que me llamó la atención fue un grupo que en sus camisetas, aparte de combinar los colores representativos, también tenían nombres de los jugadores. Había un chico que tenía el de Niss.

¿Por qué yo no tenía una?

Agité la cabeza para alejar esos pensamientos.

—Esos dos aún siguen en el autobús, llegarán en diez minutos o algo así —informó Hass—. Si mamá y Logan nos guardan los sitios, Mya y yo podemos ir a comprar palomitas y bebidas.

—¡Sí! ¡Yo quiero! —chilló el pequeño. Su madre lo siguió con una sonrisa en la boca, no sin antes decirnos que tuviéramos cuidado.

—Esto está muy lleno —me quejé.

—Bienvenido a la final de la Selección Nacional —se burló Hass.

—Cállate —ordené.

Rodó los ojos y me tomó de la muñeca, guiándome entre la gente.

Qué agobio.

Como aún era temprano, apenas había gente haciendo fila, pues estaban charlando despreocupadamente, así que conseguimos nuestras palomitas y refrescos con rapidez. Antes de que una oleada de adolescentes nos bloqueara el paso, volvimos con tía Audrey y nos sentamos, listos para ver el partido en condiciones, aunque aún sentía que algo me faltaba.

Cuando el estadio rugió con la entrada de ambos equipos, yo me uní a ellos. No era muy conocedor del fútbol, pero sabía lo básico. Algo había aprendido después de tener que comerme tantos entrenamientos de Airy y Niss.

El uniforme blanco y negro de nuestro equipo contrastaba con el azul y gris del contrario. Cada uno se dirigió a su mitad del campo y comenzaron con sus rutinas de calentamiento.

Entonces, recordé lo que tenía que hacer. Aún no le había deseado suerte a Niss en su partido y, quizá sonaba muy tonto, pero para mí era algo importante que hacer. Así que, excusándome, bajé las gradas y esquivé a decenas de personas hasta llegar a los pasillos del estadio.

No sabía dónde estaba ni cómo volver.

Suspiré, decepcionado conmigo mismo, ¿cómo podía ser tan inútil?

Di unas cuantas vueltas hasta perderme aún más.

Afortunadamente, me sabía el número del asiento, por lo que podía preguntarle a cualquiera de los coordinadores por indicaciones, pero yo quería encontrar a Niss.

—¡Esto debe ser una puta broma! —exclamé cuando al abrir la enésima puerta, volví a encontrar un callejón sin salida.

—¿Qué cosa? ¿Abrir puertas cualquiera o qué? —bromeó Niss a mis espaldas, haciéndome saltar del susto y maldecirlo de mil formas distintas.

—¿Cómo me has encontrado? —cuestioné.

—Es un secreto. —Se encogió de hombros.

—¿Niss?

—Mamá me ha mandado un mensaje diciendo que estabas tardando mucho en volver y que estaba preocupada por ti y me ha ordenado buscarte y bueno, no sé cómo te he encontrado. Siempre lo hago, solo tengo que seguir a mi corazón —dijo burlonamente.

Le di un suave golpe en el hombro.

—No seas imbécil, anda.

—Difícil, pero puedo intentarlo —sonrió.

Me sonrojé al ver su sonrisa y desvié mi mirada.

—¿Acaso tienes un radar o qué?

—Ni idea, pero me gusta la idea de que el mundo me guíe a ti, da igual dónde esté.

Lo empujé con suavidad y comencé a caminar en dirección contraria, sin esperarlo.

—Últimamente estás muy cursi todo el rato.

—¿Acaso lo detestas? —sonrió con malicia.

—Sabes que no —murmuré.

Me abrazó por la espalda y dejó un beso en mi nuca.

—¿Y qué hacías paseando por aquí, florecita?

Después de los miles de apodos que me ponía Niss todas las semanas, acabé por acostumbrarme a que me llamara de cualquier forma menos por mi nombre.

—Te estaba buscando —confesé.

—¿A mí? Qué sorpresa, osito.

—Quería desearte suerte. —Hice un puchero.

—Qué bonito de tu parte, lo necesitaba.

Me giró y me besó, esta vez en los labios.

—¿Vas a jugar los noventa minutos completos? —pregunté, preocupado.

—Supongo, ¿por?

—Llevas una racha de fiebre y resfriados increíble —bufé—. Por no hablar de que ayer estuviste vomitando y se lo has ocultado a todos —murmuré.

—No me va a pasar nada —aseguró.

—Niss, ¿me lo hubieras ocultado si no hubiéramos estado durmiendo juntos?

—¿Quizá? —respondió dudoso.

—No te sobreesfuerces, Niss. —Acaricié su mejilla.

—Sabes que no.

Cerró los ojos y apoyó su cabeza sobre la mía.

—¿Seguro?

—Sí, bebé.

—Iugh, no me llames así, Niss.

Carcajeó y asintió.

—Creo que he gastado todos los apodos posibles porque no se me ocurre ninguno más.

—Mejor, a ver si así por fin me llamas por mi nombre —resoplé.

Rodó los ojos.

—¿Te llevo a tu asiento o puedes solo? —se burló.

Fruncí el ceño.

—Creo que puedo ir solo. —Comencé a caminar sin rumbo.

—Ajam, sí claro —sonrió y entrelazó nuestras manos, comenzando a tirar de mí en dirección contraria a donde yo estaba yendo.

Avergonzado, lo seguí en silencio mientras lo contemplaba; se veía más pálido y delgado a diferencia de los últimos meses, pero aún tenía la misma sonrisa y cabello teñido de azul abisal.

Sorprendentemente, esta vez se había quedado con el color en vez de cambiárselo de nuevo, por enésima ocasión.

Llegamos hasta una de las puertas numeradas y Niss me dio las indicaciones para llegar a mi asiento, pero antes de dejarme ir, me tomó por la cintura y dejó un beso en mi mejilla, después en los labios y finalmente en el cuello. Repitió este recorrido varias veces, hasta que se cansó.

—Vas a acabar marcando mi piel —bromeé.

—Ojalá.

—Niss —reí entredientes.

—Aún no me has deseado suerte —musitó contra mi piel.

Lo abracé por el cuello.

—Tienes que ganar, Nissiro.

—Lo haré, tranquilo.

—Mucha suerte —dije contra sus labios. Sonrió mientras me besaba, lo que tomé como un sí.

—Nos vemos pronto, Mya, cuando esté sosteniendo la copa.

—Eso espero y dale suerte a Airy de mi parte.

Desordené su cabello y me despedí agitando la mano.

Al volver, recibí un leve regaño de tía Audrey, aunque más que enfadada, estaba preocupada por mí. El partido comenzó poco después.

El equipo de Niss iba ganando la primera mitad, con él como defensa y Airy como delantero. Los primeros goles habían pertenecido a este, lo que animó mucho al resto de los jugadores. El contrario parecía algo molesto por no poder esquivar a Niss y marcar, pero probando diferentes tácticas, consiguieron dos goles.

Para el descanso, el marcador iba tres a dos, a favor de nuestro equipo.

El segundo tiempo comenzó sin Niss, lo que los desequilibró por completo, dejando pasar al delantero de los azules varias veces, aunque el portero pudo parar la mayoría de los goles, se le escaparon tres. Así que, como medida y para mi sorpresa, volvieron a meter al peliazul al partido. No obstante, se veía bastante cansado y pálido.

Hice una mueca, sabiendo que se estaba sobreesforzando y que no le quedaban casi fuerzas, pero conociéndolo, seguramente, él habría sido quien insistiera en que lo volviesen a incluir.

Su presencia marcó un antes y después en el partido. Con él en la defensa, el resto del equipo subió siguiendo las órdenes de Airy. En un abrir y cerrar de ojos, pasaron de tácticas defensivas a una ofensiva brutal y despiadada. No pararon de atacar, lo que cansó al equipo azul, quienes apenas podían seguir los movimientos de Airy.

Era cierto que mi hermano podía ser un poco imbécil y que para él solo fuera un estúpido hobby, como solía decir, pero eso no significaba que se le diera mal. No quitaba el hecho de que era lo suficientemente competitivo como para usar todas sus fuerzas solo para ganar.

En los últimos minutos, el equipo blanco había conseguido remontar y darle la vuelta al marcador, dejándolo en un seis a cinco, por lo que cambiaron de estrategia y todos bajaron a defender. Hassel me había explicado que era porque no querían empatar, si lo hacían, significaba ir a la prórroga, lo que podía joder al equipo por completo, pues sus anteriores tácticas habían exigido un exhaustivo control del campo, dejándolos a todos cansados.

Solo tenían que aguantar dos minutos más.

Sin embargo, a pesar de que parecía que el equipo azul no iba a pasar la primera barrera compuesta por Airy y los mediocampistas, los traspasaron hasta llegar a Niss, quien con ayuda de los otros laterales, pudieron evitar que pasara, pero en un mal movimiento, el delantero contrario chocó de frente contra Niss, cayendo ambos al suelo.

El azul se levantó con facilidad, pero Niss no.

Tragué saliva, esperando lo peor, pero después de la asistencia de Airy y el entrenador, lo llevaron al banquillo. Parecía totalmente aturdido y tuvieron que sustituirlo, pero afortunadamente, se veía bien.

Después de asegurarse de que ambos jugadores se encontraban en condiciones, el árbitro reanudó el juego con un penalti para el equipo blanco. Airy sería quien lo chutara.

Y aunque ya habían ganado el partido porque al equipo contrario ya no le quedaba tiempo para remontar, si Airy conseguía marcar, eso animaría al resto, quienes obviamente estaban enfadados por esa falta hacia Niss.

Los jugadores se posicionaron para el tiro y entonces, Airy marcó, señalando el final del partido.

Todo el equipo blanco, incluso los del banquillo, se agruparon en el medio para celebrar junto a los gritos del público.

Hassel no paraba de repetir que era normal que ganasen, pues con su hermano en el equipo, quién no. ¿Cómo tenía que decirle que él había sido el primero en decirle que no iba a ganar?

Sin embargo, me callé y celebré con él y Logan.

—Deberíamos ir a felicitarlos —sugirió Hass.

—No nos van a dejar entrar al campo —bufé.

—¿Que no? ¿Me estás retando, pequeño Mya? Ya te digo yo que sí. —Alzó una ceja y comenzó a tirar de todos nosotros.

Tía Audrey lo siguió con una sonrisa.

Pasamos un par de puertas y atravesamos decenas de pasillos hasta que llegamos a una entrada vigilada por guardias de seguridad, de esos que llevaban traje y un auricular en la oreja, pero para mi decepción, no tenían gafas de sol negras.

Aunque al principio nos negaron la entrada, con una pequeña charla, Hassel los convenció para dejarnos pasar, por no hablar de que uno de ellos lo conocía porque él también jugaba al fútbol, solo que, a diferencia de Niss, Hassel lo hacía para un equipo más profesional y con cierto renombre en la ciudad.

Desde el campo, el estadio se veía inmenso y el público imponente, pero a Hass no pareció impresionarle, ni a Logan ni a tía Audrey. Debían estar acostumbrados porque hicieron caso omiso. Los seguí en silencio, algo cohibido por las miradas curiosas del resto de personas en el campo.

Niss fue rodeado por sus dos hermanos, quienes lo estaban felicitando a su manera. Yo me acerqué a Airy, quien estaba sentado en el suelo, con las piernas abiertas.

—Felicidades —murmuré.

—Gracias —sonrió, dándole un trago largo a su botella de agua.

—A veces hasta impresionas.

—¿Gracias? —Frunció el ceño.

—De nada. —Me encogí de hombros.

—No sé si me siento halagado porque hayas venido a felicitarme u ofendido por cómo lo estás haciendo. —Arrugó la nariz.

—Oh, vamos, no os tenía esperanza y habéis logrado sorprenderme —mentí.

—Tan falso —carcajeó—. Niss me ha dicho que nos has deseado suerte, Mya.

—No sé de qué hablas. —Desvié la mirada.

—Anda, ven aquí que te abrace. —Estiró sus brazos.

—No, gracias, estás sudado y asqueroso.

—Perdona por ser una persona normal que suda, supongo —dijo, ofendido.

Rodé los ojos y me agaché para abrazarlo.

—Ahora deberías invitarme a una cena cara para celebrar —bromeé.

—Eso que lo haga Niss —resopló con una sonrisa.

—¿Por qué yo? —Este apareció por detrás de mí con una expresión de cansancio, pero sonriendo. Lo acompañaba su familia.

—Tú eres el rico. —Mi hermano se encogió de hombros.

—No soy rico —rió y pasó su brazo por mis hombros—. Hola, Mya.

—H-hola, Niss —balbuceé.

No sabía por qué de repente me había dado por ponerme nervioso delante de él.

Esbozó una sonrisa y repentinamente, me besó. Delante de Logan. Delante de su madre. Delante de todo el mundo.

Lo empujé, sorprendido y miré en dirección a tía Audrey, quien parecía igual de asombrada que yo.

—N-no es lo que parece —tartamudeé, sin saber qué decir realmente.

Entrecerró los ojos y asintió con lentitud.

—¡Lo sabía! —exclamó inesperadamente.

—¿Qué?

—Esto me habías estado ocultando, ¿verdad, Nissiro? ¡A tu propia madre! —cuestionó ofendida.

—¿Qué? —repetí.

—Sabía que Mya y tú teníais algo —acusó—, y no me lo habías dicho, qué decepción.

—Mamá, no seas dramática. Si ya te lo esperabas —bufó Niss, abrazándome por la espalda.

—¡Quería que me lo contaras!

—Pues Mya y yo estamos saliendo, ¿contenta?

—¡No! ¿Lo sabíais todos? —Señaló a Airy, Hass y Logan.

—¡Yo tampoco lo sabía! —se quejó Logan, inflando sus mejillas y cruzándose de brazos—. Por eso Niss no quería dejarme a Mya.

Me sonrojé completamente y me cubrí la cara con las manos, avergonzado.

A los pocos segundos, caí en cuenta. Tía Audrey ya se lo esperaba, que Niss y yo tuviéramos algo y lo aceptaba. No estaba enfadada conmigo.

Quizá sonaba estúpido decir que estaba conmocionado por su reacción y que estaba a nada de llorar por eso, pero saber que no iba a reaccionar como lo hubiera hecho mamá, me reconfortaba en el fondo.

—Pues ahora que ya lo sabes, pequeñajo, deja de intentar arrebatarme a Mya, ya has visto que es mío. —Niss le sacó la lengua al pequeño.

Logan frunció el ceño y abultó su labio inferior, acercándose y tomando mi mano.

—¡Yo quiero a Mya! No te lo puedes quedar tú solo.

—No os peleéis —reí, pero acabé por llorar, alertando a todos.

—Oh, por Dios, no llores Mya. —Tía Audrey comenzó a secar mis lágrimas con un pañuelo que no sabía de dónde había sacado.

—Es que, es que... —Sorbí mi nariz—. Pensaba que tía Audrey me odiaría.

—¿Por qué lo haría? —Me miró horrorizada—. Si ya eres de la familia, por Dios, además, Henry y yo ya estábamos apostando; apuesta que, por cierto, he ganado.

—¿En serio?

Ella asintió, restándole importancia.

—Mamá, que sepas que yo estaba de tu lado, así que tienes que compartir el premio —agregó Hass.

—No puedes participar en una apuesta de la que ya sabías el ganador —dijo Niss.

Lo miré, notando su cansancio. Él apoyó su cuerpo contra el mío. Básicamente, estaba cargando con gran parte del peso de Niss, aunque debía decir que era poco.

—Solo estoy aprovechando las ventajas que me ha dado la vida, no es mi culpa que casualmente yo supiera el resultado de esta apuesta. —Se cruzó de brazos.

—No puedo creer que en tu familia siempre estéis apostando por todo, ludópatas —replicó Airy.

—Muchas quejas escucho pero cuando sois vosotros los que ganáis, no decís nada. —Hass frunció el ceño.

—Claro, yo solo velo por mi bien —sonrió ladinamente mi hermano.

—Mami, tengo hambre —interrumpió Logan, tirando de la ropa de su madre.

—Oh, tranquilo, Logan, ahora después de la celebración, vamos a algún restaurante caro a cenar o algo, invito yo —comentó tía Audrey.

Asentimos en respuesta.

Cuando comenzaron a organizar a todo el mundo para la entrega de premios, nos sentamos junto al equipo de Niss y Airy en el banquillo, esperando que los presentadores terminaran su larga charla sobre el juego limpio y el increíble partido para poder recoger el trofeo e irnos a cenar.

El teñido y yo estábamos sentados en el suelo, yo sobre su regazo por petición suya. Se encontraba rodeando mi cintura con sus brazos y apoyando su cabeza sobre la mía, con los ojos cerrados.

—¿Te encuentras bien, Niss? —Entrelacé nuestras manos.

—Un poco cansado —masculló tan bajo que casi no lo había escuchado por el ruido.

—Cuando esto acabe, podrás descansar, ¿sí? —Comencé a dibujar circulitos y figuras aleatorias sobre su piel para tranquilizarlo.

—Sí.

Pensé que el discurso sería un rollo interminable, pero el tiempo pasó más rápido de lo que imaginaba y al poco, cada uno ya había recibido su medalla y la copa. Incluso habían dicho las menciones honoríficas.

Tía Audrey nos obligó a acercarnos para hacernos una foto en conjunto. Nos posicionamos como habíamos hecho anteriormente y el flash volvió a dejarnos ciegos a todos. Tras unas quejas, nos reímos.

El equipo de Niss comenzó a recoger sus cosas al igual que el contrario, quienes se habían acercado a felicitarlos y a invitarlos a una fiesta esa misma noche.

Al parecer, bastantes jugadores de distintos equipos se habían reunido en la ciudad, aparte de los que habían jugado y decidieron celebrar juntos al ganador, en este caso, el equipo de Niss y Airy. Todos aceptaron con gusto, pues de por sí ya iban a quedarse un día más porque ya era tarde y a nadie le quedaba energía para pasar dos infernales horas en el autobús.

—Podríamos ir —sugirió Airy.

—Si queréis. —Niss se encogió de hombros y bostezó.

—Tienes que enseñarle a Mya qué es una fiesta antes de que se pudra en su habitación —rió mi hermano.

—Serás cabrón —bufé.

—Mya, será divertido, anda. —Niss me abrazó por la cintura.

—No digo que no, pero ¿siquiera te quedan fuerzas?

—Una siesta lo solucionará todo —replicó,

Rodé los ojos.

—Pero primero a cenar que necesitáis reponer energías.

—Lo que tú digas, mandón —sonrió mi hermano.

Comencé a empujar a Airy, dejando atrás al teñido.

Todos caminamos hacia la salida, pero antes de dar siquiera diez pasos, me giré para mirar a Niss, quien se estaba sujetando la cabeza con las manos, parpadeando varias veces, como si estuviera perdido.

—Niss, ¿te encuentras bien? —cuestioné, deteniéndome y andando hacia él.

—Creo que no estoy bi...

Entonces, empezó a sangrar por la nariz y colapsó en el suelo.

—¿Niss? —pregunté en shock.

Me tiré a por él y sujeté su rostro. Había perdido todo el color y apenas respiraba.

—¡Oh, por Dios! —exclamó tía Audrey, aunque la ignoré, centrándome en Niss.

—Niss, Niss, Niss. —Agité repetidas veces su inerte cuerpo—. Estas bromas no son graciosas, Niss, por favor.

Comencé a llorar, sin saber qué hacer.

¿Qué coño estaba pasando?

—Mya, tranquilízate. —Airy se acerco por mi lado derecho y me sujetó por los hombros—. Estará bien —me aseguró.

—¿Qué le está pasando? —sollocé.

Hassel se encontraba paralizado, observándonos, sin saber qué responder. Logan estaba abrazado a él, mirando la escena asustado, pero actuando como si esto ya hubiera pasado con anterioridad.

—Mya... —Mi hermano abrió y cerró la boca varias veces, pero se calló.

—¿¡Qué le está pasando a Niss!? —exigí saber.

Airy me alejó cuando la unidad médica se acercó para asistir a Niss.

—Hay cosas que han estado pasando, Mya —explicó torpemente.

—¿De qué hablas? —Fruncí el ceño.

—Niss se está muriendo, Mya.

El mundo a mi alrededor se derrumbó en un instante.

—¿Qué? —Fue lo único que salió de mi boca.

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/desvía la mirada.

Upsi. JAJSJA, bueeeno, ¿qué tal? 4100 palabras de puro drama ahr, mentira, pero eso.

En fin, para quienes no habíais entendido el capítulo anterior, espero que en este sí 👁️👁️. Ni siquiera sé cómo sentirme al respecto.

Niss, Niss, Niss, ¿qué más ocultará?  😍😍

Aunque para ACDI esto es malo, para FMG es bueno porque significa que ya puedo seguir actualizando con normalidad JAJSJA, todo en la vida tiene sus pros y contra, pero oye, mejor que nada...

La verdad es que he estado dejando entrever en toda la novela lo que le pasaba a Niss, quien estaba todo el rato hablando del tiempo y hasta una vez lo dijo en el capítulo 10 o por ahí, creo. Sigo repitiendo que tiene final feliz :).

Eso y besitos de media mañana, os leo en los comentarios ✨.

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