Capítulo 17: Solo quiero besar a Niss.

❝ And my heart was pumping, chest was screaming, mind was running, air was freezing ❞

Hacía frío.

Demasiado para que el invierno se estuviera acabando. Lo bueno era que no estaba nevando porque no tenía nada con lo que cubrirme.

Había sido tan inteligente que no me había traído ni una chaqueta o bufanda.

En mi defensa, no había pensado en ello porque mi plan era pasar solo un par de horas fuera de casa para refugiarme de los gritos.

Para mi mala fortuna, no estábamos caminando solos, sino que un par de los amigos de Airy y Niss nos acompañaban porque vivían cerca, por no decir que Marie era nuestra vecina, y aunque nos estuviéramos dirigiendo a la casa de Niss, la nuestra tampoco estaba tan lejos. Y bueno, también estaba Ivy, pero no tenía ni idea de dónde vivía ella.

No podía incluirme en la conversación porque ni siquiera entendía de qué hablaban. Era cierto que me sentía un poco apartado, pero podía aguantarme hasta llegar a casa de Niss.

Este, al darse cuenta, ralentizó un poco su paso hasta quedar a mi lado.

—¿Qué pasa? —pregunté, un poco más seco de lo que quería.

—Te veo muy solitario —habló en voz baja.

—Hace frío y estamos rodeados de gente que desconozco. —Me encogí de hombros—. No sé si esperas que sea como suelo ser.

—¿Tienes frío?

—La pregunta es cómo tú no tienes frío. —Lo señalé—. Vas en manga corta.

—No siento que sea para tanto —rió suavemente.

Entonces, abrió su bolsa de deporte y me pasó su sudadera.

—¿Para qué me lo das?

Me miró con una ceja alzada.

—¿Para que te lo pongas?

—¿Cómo voy a hacer eso? Si nos ven...

—Te la pasas por encima de los hombros —dijo—. Y me la suda que lo vean.

—Niss —siseé.

—Te estoy prestando una sudadera porque tienes frío, no te estoy besando delante de ellos —bufó.

—Esa comparación es absurda. —Me sonrojé, pero cedí y me la puse.

—Entonces podemos probar para ver si es tan descabellado como dices. —Se encogió de hombros.

—Imbécil —siseé.

—Y así te gusto —susurró cerca de mi oreja.

Lo empujé por impulso y él comenzó a carcajear, llamando la atención del resto.

—¿Qué es tan gracioso, Niss? —preguntó Marie, curiosa.

—Un chiste —contestó.

—Contadlo —propuso Airy.

—No era gracioso —murmuré yo.

—Pero Niss se estaba partiendo el culo de risa.

—Él siempre se ríe de sus propios chistes —tosí.

—Ya... —Airy nos miró con sospecha, pero siguió su camino como si nada, junto al resto. Nosotros volvimos a ralentizar un poco el paso para quedar más alejados y que no nos escucharan.

—Supongo que Airy ya lo sabe —soltó Niss de repente.

Lo miré totalmente espantado, con los ojos muy abiertos.

—¿Qué acabas de decir?

—Que Airy ya debe saberlo —repitió.

—¿Saber qué?

—Que tenemos algo.

—¿De qué forma? —He de admitir que soné bastante desesperado y, ¿cómo no? Mi intención era mantener nuestra relación oculta todo lo posible. Que mi hermano supiera algo, salía por completo de mis planes.

Suficiente tenía con haber admitido delante de mis mejores amigos que nos habíamos besado. Estaba seguro de que la próxima vez que los viera, me interrogarían hasta que no me quedaran ganas de vivir.

Estaba acostumbrado a que mi madre me tuviera sujeto, por eso necesitaba tener esto bajo control, era lo único que me pertenecía. Que nos pertenecía a Niss y a mí, sin nadie de por medio.

—Quizá, hace un tiempo, unos años... —Desvió la mirada—. Admití delante de él que me gustabas.

Me detuve en ese instante.

—Niss...

—Ya lo sé, es ridículo pensar que me has gustado por tanto tiempo y que la primera vez que te lo haya dicho fuera hace menos de un mes —farfulló.

Era arriesgado lo que quería hacer, pero necesitaba intentarlo.

Agarré a Niss del brazo y lo arrastré hacia cualquier otro lugar en donde no estuviesen presente sus amigos, no sin antes soltar que nos íbamos a un supermercado o algo, a lo que Airy respondió pidiendo comida para picar.

—En casa hay suficientes snacks para tres días, Mya —comentó Niss cuando por fin nos alejamos.

Revisé que no hubiese nadie cerca y tiré de su camisa, poniéndome de puntillas al mismo tiempo para besarlo. Llevaba aguantándome las ganas desde que nos habíamos encontrado en la cafetería y por fin había podido saciarlas.

Él dejó caer su bolsa de deporte repentinamente para agarrarme por la cintura y juntarme más a él, pegando nuestros cuerpos por completo, sin dejar ningún centímetro de espacio. Aproveché para rodear su cuello con mis brazos y seguir besándolo.

Ninguno de los dos dijo nada al separarse y, de hecho, volvimos a besarnos un par de veces más, hasta que llegó un punto en donde si no regresábamos a casa, sería sospechoso.

Niss me agarró de la mano mientras caminábamos y debía admitir que era una sensación muy agradable que me hacía sentir bien.

Compramos todo lo que nos había pedido Airy y yo me tomé la libertad de agarrar más cosas por si acaso. Cuando llegamos a casa de Niss, nos topamos con la sorpresa de que había más invitados aparte de Airy y yo.

Desconocía sus identidades y siendo sincero, tampoco me importaba mucho en ese instante. Solo quería encerrarme en la habitación de Niss de ser posible y besarlo hasta quedarme dormido.

—¿Os habéis ido a la otra punta de la ciudad a comprar o qué? —bufó mi hermano, saliendo de la cocina mientras Niss y yo nos quitábamos los zapatos en el recibidor.

—Voy a tirarte tus mierdas a la cara como vuelvas a hablarme así —gruñí pasando por su lado y dejando los snacks en la encimera y los helados en el congelador.

—No he dicho nada —rectificó y comenzó a rebuscar entre las bolsas.

—Cuánta agresividad nada más llegar a casa —rió Niss, apoyándose en el marco de la puerta y mirándonos con diversión.

—Porque tú no has visto al Mya más agresivo —murmuró Airy.

—Mya nunca es agresivo —dije yo.

—Hablar en tercera persona de uno mismo es muy egocéntrico —contestó mi hermano.

—No es egocéntrico, pero sí raro. —Niss se acercó a nosotros y se colocó a mi izquierda.

Pipipipi. —Fruncí el ceño y los ignoré.

—Qué maduro eres —soltó Airy sarcásticamente.

—Ni que fuera una fruta. —Me encogí de hombros.

—No discutáis —resopló Niss con gracia.

—No quiero.

Niss me miró fijamente y alzó una ceja, a lo que le respondí sacándole la lengua. Me dirigí a la nevera y me eché un poco de agua de la jarra que tenían. Le di varios sorbos al vaso como si me hubiera estado muriendo de sed.

—Oye, ¿vosotros dos habéis follado, verdad? —inquirió Airy, haciéndome escupir todo el líquido con los ojos muy abiertos.

—¿¡A qué viene eso!? —cuestioné, muy alterado.

—Solo quiero saber si sí o no. —Se encogió de hombros mientras abría una bolsa de patatas fritas y se comía una.

—No, aún no —contestó Niss tranquilamente y acercándose a él para robarle un puñado.

—¿Niss? —le reclamé.

—Oh, vamos, Mya, es tu hermano y mi mejor amigo, se iba a enterar tarde o temprano.

—Además, ya sabía que a Niss le gustabas —añadió mi hermano.

—¿Lo sabías? —Lo miré mal. Él asintió en respuesta—. ¿¡Y por qué me dijiste que le gustaba Marie!?

—Ehh... —balbuceó—. ¡En mi defensa, se me escapó lo de que le gustaba alguien y no podía decirte que eras tú porque se lo prometí!

—La has cagado —se burló Niss.

—¿A ti no te debería preocupar más? —le recriminó.

—¿Por qué? Lo que a mí me sorprende es que Mya no se diera cuenta antes. —Niss agarró mi vaso, se echó agua y comenzó a beber como si nada.

—Pero, entonces, ¿estáis saliendo? —Frunció el ceño.

—Felicidades, Airy, sí, aparte de tu mejor amigo, soy tu cuñado ahora —sonrió con inocencia.

Yo me cubrí la cara, totalmente avergonzado. ¿Cómo habíamos podido llegar a esta deplorable situación?

Niss se me acercó por detrás y me tomó por la cintura para después dejarme un beso en la mejilla entre risas.

—¿Voy a tener que estar presenciando estas escenas a partir de ahora? —Hizo una mueca de asco.

—Si no hay nadie más alrededor, seguramente —sonrió Niss.

—No se lo digas a mamá, Airy —supliqué.

—¿Por qué lo haría?

—No lo sé, pero no se lo digas, por favor. Me matará.

—No lo haré, pitufo, ambos sabemos cómo es mamá y qué pasará si se lo digo. —Se comió otra patata.

—Esto es un desastre —lloriqueé.

—¿Por qué? —Esta vez fue Niss quien habló.

—Si alguien más se entera, estaré muerto. —Hice un puchero.

—No pasará nada, Sunshine, y si llega a pasar algo, siempre puedes vivir en mi casa. —Me estrechó con fuerza entre sus brazos.

Suspiré con pesadez y también lo rodeé con los míos.

Sí, mientras todos mantuvieran la boca bien cerrada cerca de mi madre, estaba seguro.

De repente, la puerta se abrió de golpe, seguido de la vocecilla de Logan. Afortunadamente, Niss se separó antes de que nos viera.

—Oh, por Dios, Mya, Mya, Mya, estás aquí. —Comenzó a saltar y a corretear a mi alrededor.

—Logan, Logan, Logan —reí en respuesta.

—¿Has traído algo? —preguntó, deteniéndose de golpe.

—Sí, pero voy a acabar pensando que solo te emociona mi presencia porque te traigo comida —bromeé.

—No te voy a decir que no, pero también es porque me gustas mucho. —Saltó hacia mí, envolviéndome con sus brazos.

—Eh, eh, eh, es mío, Logan. —Niss tiró de mí para encerrarme entre los suyos.

—¡No es verdad! —chilló el pequeño—. ¡Deja de ser tan egoísta y comparte! ¡No seas como Hass!

—Esa comparación duele, auch. —El pelirrojo fingió que le dolía físicamente.

—Eh, eh, eh, de mí no vais a estar hablando —interrumpió el susodicho, seguido de otras cinco personas, a las cuales no reconocía, excepto por uno.

Logan se abalanzó a los brazos de Zack y este lo levantó entre risas.

—Es increíble la habilidad que tienes para aparecer nada más te mencionan —silbó Airy.

—No es mi culpa que mi nombre siempre esté en boca de todos —suspiró.

—Egocéntrico —tosió un rubio que no era Zack.

—Mira quién fue a hablar —bufó el castaño que tenía una mecha azul, o bueno, el flequillo.

—No sois precisamente quiénes para reclamaros entre vosotros —murmuró el pelinegro, el más alto del grupo. Quizá medía lo mismo que Niss e incluso un poquitín más.

—Tres interacciones y ya habéis espantado a Mya —rió Zack.

—Pero si Mya se espanta por todo —le siguió Hass.

—¿Os conocéis? —Airy me señaló y después señaló a Zack.

—Sí, nos conocimos durante la ventisca —respondió el rubio con naturalidad.

—¿Sigues pensando que es guapo o te ha mejorado la vista? —se entrometió Niss, con una inocente sonrisa.

Lo miré mal y le di un "disimulado" pisotón que lo hizo reír aún más.

Los ojos de Hass fueron y vinieron de su novio hacia mí. Maldije a Niss por enésima vez, pero no iba a quedarme atrás.

—¿Sigues celoso porque me parece más guapo que tú? —sonreí con malicia.

—Uh, lo que te ha dicho. —A Airy le gustaba demasiado meterle leña al fuego.

—Guau, esto está escalando rápido —rió esta vez otro de los chicos, el único rubio que se había mantenido en silencio hasta ese momento.

—Cuando estamos a solas, no dices eso. —Niss se encogió de hombros.

Abrí la boca, sorprendido y sin saber qué respuesta dar.

—Has ganado esta vez —musité.

—Lo dices como si fuera la única vez que lo haya hecho —se burló.

—Cállate antes de que te lance por la ventana.

—Sin ofender, Sunshine, pero no tienes la capacidad física para hacerlo —sonrió ladinamente.

—Vas a acabar durmiendo en el sofá.

—Me callo. —Levantó las manos en son de paz—. Bueno, primero déjame presentarte a los amigos de Hass porque él no lo hará. De izquierda a derecha; Zack, que ya lo conoces; Elián, rubio natural; Tyler, rubio de bote; Thiago, pelo negro natural; y Ben, pelo medio azul, medio castaño.

—¡Oye! —le reclamó el tal Tyler.

Niss lo ignoró entre risas.

—Y chicos, él es Mya, hermano menor de Airy.

—Sigo teniendo curiosidad, ¿aún no habéis follado? —preguntó Zack.

Entonces, Niss le tiró su vaso de agua, pero el rubio fue lo suficientemente veloz para esquivarlo.

—Que no follamos —resopló Niss.

Zack nos miró inquisitivamente.

—¿Lo veis? No soy el único que lo piensa —habló Airy.

Lo fulminé con la mirada y este desvió la suya.

—¿Y tú de dónde sacas esas conclusiones esta vez? —cuestioné.

—Dais esa vibra, además, llevas la sudadera favorita de Niss. —El rubio se encogió de hombros—. Y por intuición, supongo.

—Zack, cariño, sin intención de ofender, pero tu intuición es una mierda —le indicó Hass—. Pensabas que era Kyle.

—¡Porque te hacías el misterioso! —refunfuñó este.

En ese momento, perdí el hilo de la conversación y de lo único que llegué a enterarme fue que el tal Kyle estaba en casa de su novia.

Hass y sus amigos asaltaron la cocina y se apoderaron del mando de la televisión, Airy y Logan se les acoplaron, dejándonos a Niss y a mí a solas.

—¿De verdad damos esas vibras? —Tragué saliva, angustiado.

—Nah, tranquilo, déjalos. —Niss le restó importancia haciendo un ademán con la mano.

Luego, secó el suelo que había mojado al tirar el agua.

—¿Seguro?

—No te preocupes tanto, Mya. Por mi parte, no se lo diré a nadie, ¿sí? —Se acercó y juntó nuestras frentes—. A menos que quieras lo contrario, seremos tú y yo contra el mundo.

—Pero se lo acabas de contar a Airy.

—Él ya lo sabía —rebatió—, pero de verdad, Mya, de mi boca no saldrá nada más, ¿sí?

—Promételo por la garrita.

Alcé mi mano.

—¿Me lo estás diciendo en serio? —carcajeó, a lo que asentí con fuerza—. Entonces, por la garrita será.

Entrelazó nuestros dedos y después me besó.

Honestamente, me gustaba más cuando estábamos a solas.

Más tarde, los padres de Niss llegaron y nos acabaron echando de la cocina para hacer la cena. Sin embargo, no desaprovechamos el momento para encerrarnos en su habitación y pasar todo el rato besándonos.

Quizá, estos eran los mejores momentos, cuando no tenía que preocuparme por nada más en el mundo, solo de Niss.

Estaba tan desconectado que ni siquiera supe en qué momento él acabó tumbado en la cama y yo sentado a horcajadas sobre él.

—¿Hasta cuándo tendrás el pelo rojo? —pregunté cuando más cansado estaba y mis neuronas ya no hacían sinapsis entre ellas.

—Se supone que la cita con la peluquera es este finde —contestó.

—Estas han sido las dos semanas más largas e intensas de mi vida —suspiré.

—¿Eso es bueno o malo? —Hizo un puchero.

—En este caso, bueno, demasiado. —Hundí mis dedos en su cabello—. ¿De qué color te lo teñirás?

—Aún no lo sé.

—Has tenido dos semanas para pensar. —Arrugué la nariz.

—Mi mente ha estado ocupada con demasiadas cosas —rió—. ¿Cuál es tu color favorito?

—Ya te lo he dicho; el azul.

—Pues de ese color me lo teñiré.

—¿Qué? —Fruncí el ceño.

—Lo que no sé es el tono, quizá el de tus ojos. —Me tomó del mentón y acercó nuestros rostros, haciéndome sonrojar.

—¿De verdad vas a usar ese criterio tan simple para elegir algo tan importante?

—Sí, ¿por qué no? —sonrió—. La cosa es divertirse.

—Yo no podría —suspiré.

—Y por eso yo lo hago por ti.

—Te quedaría bien un azul pastel o uno oscuro —susurré.

—Seguiré tus propuestas, gracias, aunque la verdad es que me gusta el azul de tus ojos.

—Mis ojos no son azules, Niss —mascullé.

—Bueno, marrones con el centro azul, ¿así te sirve? —se burló.

—No seas idiota —reí con suavidad—. Ni siquiera son bonitos.

—¿Perdona? —Fingió ofenderse—. Para mí son jodidas joyas de lo bonitas que son, así que cállate, tu opinión no es válida en esa ocasión.

Se sentó sobre la cama y apoyó su cabeza en el hueco de mi cuello.

—Si al menos el azul fuera uniforme...

—Te he dicho que te calles —ordenó.

—Odio la heterocromía.

—Yo odio tu opinión de mierda, la vida es dura, ¿ves? —Se separó y colocó su mano izquierda sobre mi nuca—. Nunca digas que tus ojos son feos porque me voy a ofender.

Agaché la cabeza algo avergonzado, pero Niss la volvió a elevar para juntar nuestros labios, una y otra vez. Dejó besos cortos por todo mi rostro, después siguió por mi cuello, clavícula y hombros. Volvió a mis labios y en esta ocasión los besó repetidas veces, sin dejarme espacio para quejarme.

Tampoco tenía ganas de hacerlo, estaba disfrutando de los mimos de Niss.

Me gustaba cuando de repente le daban estos impulsos. Me hacían sentir querido y en algunos momentos, incluso me hacía creer que lo nuestro era seguro, que todo iba a estar bien para siempre.

—Guau, así que Zack tenía razón. —La voz de Hassel me devolvió a la realidad de golpe.

Me giré para verlo, totalmente horrorizado y me levanté torpemente de las piernas de Niss. Intenté vocalizar alguna palabra para excusarnos, pero tenía un nudo en la garganta que me impedía hablar.

—No es lo que parece. —Logré soltar, con la voz totalmente quebrada.

Esto tenía que ser una broma. No podía estar pasando. ¿En qué momento había entrado? Ni siquiera lo habíamos escuchado. Y, ¿la puerta no tenía el pestillo?

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas mientras intentaba suplicarle a Hassel que no se lo contase a nadie. Entonces, mientras me limpiaba el rostro, sentí los brazos de Niss rodearme.

—Hassel, te callarás la puta boca, ¿verdad?

Miré a Niss y por primera vez, lo vi con una expresión totalmente seria y hasta aterradora.

—No es como si fuera de mi incumbencia lo que hacéis vosotros dos. —Se cruzó de brazos y se apoyó sobre el marco de la puerta—. Solo estaba sorprendido.

—Como si no te lo hubieras esperado ya —bufó Niss.

—También, pero bueno, que como no hacíais caso a mamá, he venido para avisaros de que la cena ya está lista. —Se encogió de hombros.

Yo seguía sollozando como un niño pequeño. No podía controlarme. Estaba estresado y quizá sonaba como una estupidez, pero parecía que el mundo se me estaba viniendo encima. Primero había sido Airy, después Hass y, ¿luego quién sería? ¿Mi madre?

—Bajamos enseguida —respondió Niss por los dos, apretándome con más fuerza contra su pecho.

—Vale —suspiró y, cuando se estaba dando la vuelta para irse, pareció arrepentirse y se giró para mirarme—. Oye, Mya, no sé qué estará pasando por tu mente ahora, pero este secreto se va a quedar entre vosotros, ¿vale? Yo tengo los labios sellados. No se lo diré ni siquiera a Zack, ¿sí?

—Guau, ¿ni a Zack? —replicó su hermano, sarcástico.

—Cállate, Niss, intento consolarlo —resopló el pelinegro—. En fin, eso, ¿va? Así que deja de llorar.

Sorbí mi nariz.

—Sí. —Fue lo único que fui capaz de responder.

—Por cierto, Tyler se va a acabar enterando tarde o temprano, Niss, así que mejor soluciónalo para que no haya tensiones entre vosotros dos.

El pelirrojo apretó los labios, pero asintió. Y por fin, Hass se fue.

—¿Te encuentras bien? —Niss suavizó su expresión y acarició mi mejilla.

—Él... ¿De verdad crees que...?

—Hass no dirá nada, tranquilo, me debe mucho. —Me mostró una sonrisa tranquilizadora.

Nos quedamos en silencio hasta que logré calmarme por completo. Me dirigí al baño para limpiarme la cara y al volver a la habitación, no pude evitar preguntar qué tenía que ver Tyler en todo esto.

—¿Qué es lo de Tyler? ¿Por qué habría tensión entre vosotros dos por nosotros?

Me miró sin saber qué responder y desvió la mirada un par de veces antes de abrir la boca. Tragó saliva antes de contestar:

—Le gusto a Tyler.

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Oh, vaya. Sorpresa KAJDKSKS. Tengo mucho que decir y pocas neuronas para hacerlo.

En fin, 3,3k palabras son muchas más de lo que pensé. Realmente admiro a todas esas escritoras que escriben esta cantidad de media por capítulo. A mí me da algo JAJSJA. Me he pasado 3 días para poder terminarlo porque me bloqueaba cada dos por tres, pero la verdad es que me gusta cómo ha quedado.

Es un capítulo soft con un mini plot twist. Por fin algo sin sufrimiento 😍, pero bueno, que el próximo ya tiene drama, no os preocupéis que no os dejaré sin ello KSSKNSDO.

Y BUENO, HABLANDO DEL CAPÍTULO, ¿TYLEEER? Honestamente, llevaba desde el principio queriendo meter el arco de Tyler, que es cortito, pero intenso. No afecta mucho a ACDI, pero tiene mucho que ver con FMG y me apetecía mucho actualizarlo, pero no puedo hacerlo hasta terminar ACDI por completo a menos que alguien se quiera comer el spoiler de su vida.

Y la forma en la que Niss protege a Mya >>>

Yo ya no soporto esto llamado: ser la escritora y saber qué pasará más tarde 💀💀💀.

AHH, espero que os haya gustado el capítulo y ya no tengo más que decir.

Besitos de media mañana (volviendo a mis viejas costumbres de escribir a las 5am, me encanta 😻).

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