Capítulo 8:
Las leyes marinas lo estipulan de forma cristalina, el privilegiado elegido del sagrado ritual sería el propietario absoluto del sabroso tributo en contienda. La diosa Luna entrega la existencia de una sirena en edad casadera a un tritón que se presente en el concurrido rito acuático, los padres de la sirena son los que eligen a dos de los candidatos, ese era el único consuelo de los matrimonios bajo el mar al fecundar féminas, el primer candidato era elegido por Neptuno, si él mismo no se presentaba, y el último era elegido por el pueblo. Esa era la ley, y debía respetarse. El flamante tritón ganador decide el destino de su bella novia después del rito, al igual que la cópula, la fecha y los preparativos de la boda. Algunos tritones eran más comprensivos, dejaban a las pobres sirenas unos meses en su hogar para no hacer tan brusca la separación de la familia y realizar un cortejo adecuado, pero el capitán Trevel carecía de paciencia, y decidió una boda rápida, como también, una cópula inmediata. Pocos tritones eran tan soberbios para tomar a la novia la misma noche de la ceremonia, pero Tristán había quedado viudo hace pocas lunas y estaba deseoso por descargarse lo más pronto posible. La primera noche siempre era difícil para las sirenas, el esperma del macho tarda una ola en surtir efecto en la compañera, pero una vez que se mezcla en su sistema ella disfrutaría la cópula ni bien el marido la tocara, así no quisiera no podía rechazar a su dueño, su cuerpo reaccionaría por sí solo ante el cortejo sexual, y exactamente eso sucedió la segunda noche de cópula con su capitán, Aqua disfrutó de la unión al punto de no querer parar.
—¿Qué fue eso...? —Preguntó Aqua agitada, con las branquias alteradas, acababa de derramar un misterioso líquido encima de su lecho.
—El primero de los múltiples eclipses que te haré sentir, querida —Tristán se crispó expulsando hasta la última gota de su agonía dentro de su novia, era la tercera descarga de la noche—. ¡Por dios, Aqua! Que delicia...
—¿Capitán? —Aqua se quedó quieta al sentir todo el peso de su compañero encima de su espalda—. ¿Se encuentra bien?
—De maravilla... Necesito recuperar energías, mi delicia. Luego nadaremos al salón, todavía es muy temprano. Deja que tu marido se llene de nuevo...—Tristán se acomodó en el lecho respirando con dificultad, con un suave movimiento de sus dedos hizo flotar a su novia hasta acomodarla torpemente a su lado, besó sus labios con ternura y soltó un burbujeo de satisfacción—. Me tienes bien servido, me siento complacido...
—Capitán...—Aqua acarició el rostro de su prometido.
—Cántalo, querida...
—Si no me amas, ¿puedo ver a Nereo por última vez? Quisiera despedirme de él como corresponde...
La expresión del tritón se endureció y parecía furioso, pero a la sirena no le importó. Sería la última vez que podría hacerlo ya que su boda se realizaría en siete olas, y ella esperaba, por el bien de su amor por aquel wallano, que Tristán cediera ante su capricho. Aguardó muy atenta la respuesta de su dueño.
—Eres una sirena realmente valiente, Aquamarine. Admiro tu poco sentido de supervivencia —el sarcasmo de Tristán la obligó a burbujear frustrada—. ¿Cuál es tu deseo realmente? No más mentiras por favor, las detesto.
—Quiero que me permita ver a Nereo mientras transcurren todas las olas nupciales...—los ojos de Tristán se abrieron enormes, la confesión de su novia le enfureció mucho, pero la sirena estaba dispuesta a correr el riesgo—. Me enseñaron que lo que acaba de pasar sólo lo disfrutaré con usted, capitán Trevel. No podré ni tendré deseos de traicionarlo, y después de la boda no me dejará salir de su morada sin su compañía o alguna escolta. ¿Estoy equivocada?
—Realmente crees que lo amas, ¿cierto?
—Lamentablemente...
—Lo que tienes de valentía, lo tienes de ingenua, querida. No me importa que visites a ese miserable wallano, pero a tu madre no creo que le agrade mucho la idea. Habrá normas, y deberás cumplirlas.
—Como usted ordene, mi señor...
—Lucirás todos mis obsequios en tus salidas, peinado alto para mostrar mi marca con orgullo, y no demores más de tres acuosas en tu visita, ¿quedó cristalino?
Una luz de alegría invadió el rostro de la sirena y sin poder evitarlo, sonrió soltando un hondo burbujeo.
—¡Muchas gracias, capitán! ¿Cree que podría irme ahora que todos están distraídos en la celebración?
—Si es tu deseo verle ahora puedes nadar —la respuesta de Tristán la dejó algo inquieta, ¿acaso no le importaba?—. Pero antes debemos cumplir con el rito de esta ola, vístete y acomoda tu cabello como lo ordené...
Aqua obedeció, atándose su larga cabellera con una peineta de perlas, bajaron nadando juntos para unirse al gran festejo. Al llegar al medio del salón de baile el tritón sujetó con fuerza la cintura de su novia, justo en el nacimiento de mi escamosa cola. La sirena sonrió sonrojada ante el estruendoso chapoteo que brindaron todos los presentes al descubrir a la agasajada pareja en esa íntima posición. Tristán se apartó quedándose enfrente a ella, sacó su enorme y brillante espada apuntando hacia la superficie, los ojos del capitán se volvieron de color dorado resplandeciente cual fuego abrasador, y un rayo de luz salió desde su pecho hasta salir por dónde apuntaba la imponente arma del guerrero. Aqua se quedó completamente impresionada...
—El poder del viento está a mis órdenes, ¡oh fiel sirviente, obedece mi voz! El océano entero conocerá nuestro lazo sagrado, en tu piel sedosa brillará la marca de nuestra unión eterna, en tu pelo resplandecerá mi deseo de poseerte con esmero. ¡El aire te traerá la prueba del amor de tu compañero!
Una luz brillante encerrada dentro de una burbuja bajó desde la superficie ante la absorta mirada de los invitados, Tristán la sostuvo al llegar a su altura ofreciendo a su compañera aquella magnífica luz que centelleaba refulgente en un plateado hechizante. La burbuja estalló al tocar la piel de la sirena, liberando una esfera de luz cegadora. Aqua se derritió ante el gesto tan sublime que le entregó el capitán Trevel, regalándole una media sonrisa que tuvo la dicha de apreciar en el rostro del tritón.
—¿Qué es este maravilloso artilugio? —Cuestionó la novia absorta en la belleza del brillo que tenía entre sus temblorosas manos.
—He aquí mi obsequio de la segunda ola nupcial, una estrella —todos soltaron barullos exageradamente fuertes, y su futuro esposo se apresuró a colocarla en la branquia auditiva, era un pendiente fuera de lo común. Al hacerlo, la luz resplandeciente se apaciguó, pero conservó un tintineo luminoso—. Quedaste hermosa, mi sirena.
—Tristán, esto es... Tan hermoso. Gracias, de verdad te lo agradezco mucho...
En medio de la algarabía Trevel condujo a su novia sutilmente de la cintura hacia un extremo del castillo, al alejarse de la muchedumbre se apartó, volviendo a mostrar la misma expresión gélida.
—Puedes irte ahora, yo me encargo de despistar a tus padres —Aqua se quedó paralizada ante las palabras del tritón—. Vete ahora, antes que me arrepienta de darte permiso, querida.
La sirena dio un giro del susto, y lo observó atónita mientras me alejó lentamente de su compañero. Su mente era un embrollo total, ¿cómo pudo el capitán ser tan gentil en una espumosa y tan duro en la próxima? Ella nadó moviendo sus aletas sumergida en sus confusos pensamientos, de pronto recordó la advertencia de Tristán...
"No demores más de tres acuosas".
Al llegar a las frías aguas de Florida, no encontró a Nereo por ningún lado. Deslizó su cola por el terrorífico vórtice distraída por un tramo largo, hasta que divisó a lo lejos a un insólito, se acercó cautelosa hasta llegar a su lado.
—Disculpe, señor insólito. ¿Usted sabe en qué lugar estamos? —El insólito movió su cabeza de batracio, mirando a la sirena con extrañeza—. Creo que estoy perdida.
—En efecto, sirena Trevel. Usted está demasiado lejos de su reino —ella dio una voltereta por la impresión.
—¿Cómo sabe quién soy, honorable insólito?
—Porta la marca de Tristán Trevel, y se cometan muchas cosas sobre usted en el océano. La sirena es la afortunada futura esposa del poderoso capitán del ejército de Neptuno...
—Es un tanto abrumador que barullen sobre mí, cuando nunca antes les importaba mi existencia...
—Estamos muy cerca de las aguas de las islas Bermudas, sirena Trevel. Si quiere volver al castillo "Medusa", debe retomar el camino hacia Miami, desde allí es fácil que logre ubicar la morada del capitán, yo la escoltaré con sumo placer.
—No quiero volver a casa, en realidad estoy buscando a un wallano. Su nombre es Nereo, canta hermoso y tiene la costumbre de...
—¿Dirigir las embarcaciones? Nereo Wallans está en el vórtice del triángulo de las Bermudas, sirena Trevel. Si quiere llegar, sólo siga nadando en línea recta, encontrará un espacio inmenso atiborrado de barcos de todo tamaño, en ese lugar lo encontrará usted.
—Muchas gracias, honorable insólito. Me ha servido de mucho su ayuda...
Aqua se despidió amablemente de la criatura insólita, mitad pez, mitad rana, que avanzó sus zancas marinas lejos de la sirena. Ella siguió las instrucciones logrando llegar a encontrar a Nereo, lo observó con nostalgia desde la distancia. Al acercarse, él estaba debajo de una embarcación inmensa, la dirigió lejos de aquel vórtice aún más tenebroso que el anterior. La sirena no tenía idea qué ganaba el wallano con todo eso, pero parecía importante que lo hiciera.
—¡Nereo! —Anunció la novia, moviendo velozmente sus aletas hasta que llegó a su lado, siguiéndole el paso—. Necesito platicar contigo...
—¿Qué hace aquí, sirena Trevel? —Nereo continuó con sus brazos sosteniendo el barco, moviendo ágilmente su dividida cola lejos de la novia ajena—. Una sirena marcada no puede estar hablando con seres tan inferiores como yo, ¿acaso el temerario capitán ya se cansó de copular?
—Nereo por favor, estuve al borde de la muerte solo por verte. Le rogué a mi futuro esposo que me dejara venir contigo cada ola nupcial y aceptó de buen modo. No hagas que todo mi esfuerzo haya sido en vano...
—Es usted tan inocente, Aquamarine. No importa si te casas o no con el capitán, le perteneces al tritón en absoluto. Dejaste de ser una Mermaid, ahora eres una Trevel y todo el océano te conocerá como su propiedad —Nereo hizo una mueca de disgusto, sin dejar de examinar a la sirena con la mirada—. Ese tritón jamás te hubiera dejado venir sin asegurarse de que no escaparás conmigo, ¡lo dedujo en la ceremonia! Es muy astuto, ¿no te das cuenta? ¡Una boda tan pronto y una cópula tan veloz!
—¡Te prohíbo que injuries de esa manera a mi futuro esposo! Él está enojado por haberle ocultado tu existencia y mi amor por ti, pero en el fondo es bueno. Incluso hoy él... Me regaló esta hermosa estrella...
—¡Una estrella! —Nereo chilló con furia, a la vez que soltó la embarcación cuando terminó de cruzar el vórtice—. Ese brillo luce tan espectacular en tu piel, sirena de Trevel...—la expresión de dolor de Nereo consternó a la novia—. Con eso puesto no podré tocarte, Aqua... Ni siquiera rozar mi nariz en la tuya...
—¡¿Qué!? ¡¿Pero qué cosas estás cantando!? ¡No es posible!
—Aquella estrella es letal para mí, solo un ser superior puede tocarte portando tan magnífico obsequio, ¿no lo entiendes? ¡Él no te quiere cerca de su contendiente, y hará hasta lo imposible por apartarte de mí! Y yo...—Nereo cristalizó silenciosamente, reprimiendo las inmensas ganas que sentía de tocar a la sirena—, estoy enamorado de ti y no pienso renunciar a este hermoso sentimiento fácilmente, Aquamarine. ¿Te quedó cristalino? ¡No pienso ceder!
—Nereo, no por favor. Acabo de tener mi segunda cópula con el capitán y... Yo... Solo vine a decirte que te olvides de mí, me casaré con el capitán Trevel y no pienso evitarlo, ya no puedo. No hay nada que hacer más que aceptar la realidad...
La sirena comenzó a cristalizar con fuerza, abandonada a su pena. Nereo recogió las pequeñas gemas que salían de los ojos de su amada, y se las pegó a su pecho a la altura del corazón en un gesto tierno y lleno de amor.
—¿Por cuántas acuosas te podré tener a mi lado, Aqua? —La voz de Nereo estaba realmente entristecida, y a ella se le partió el corazón de solo escucharlo.
—Dos acuosas, tardé una entera en encontrarte... Lo lamento, Nereo.
—Me apetece un paseo por este hermoso puerto, ¿te parece, sirena? —Nereo le mostró un torpe intento de sonrisa, y la novia ajena aceptó en silencio, nadando encantada a su lado—. ¿Qué te pareció el Triángulo de las Bermudas? Aterrador, ¿cierto?
—La verdad que sí, es inmenso y parece no tener fin. ¿Cuál es exactamente tu trabajo en este lugar? ¿Qué es lo que haces con los barcos humanos?
—Soy un humilde obrero, sirena Trevel. Me encargo de asegurar que cada embarcación terrestre cruce a salvo el vórtice de las Bermudas, las pocas veces que logran advertir mi presencia debo hacer uso de mi cántico hipnótico, y dormir a los tripulantes para evitar el pánico entre ellos. Son criaturas realmente asustadizas, no tiene idea de cuánto.
—¿Eso hacías la primera vez que nos vimos? Es una labor realmente noble, Nereo. Haces un bien a los humanos, te aseguras de conservar sus vidas. ¡Es sorprendente!
—No es nada, me encanta hacerlo y ayudar un poco en sus insignificantes vidas, me llena de felicidad. Aquel vórtice es difícil de navegar para un humano, sus pesadas embarcaciones son realmente estorbosas. Ellos no tienen branquias, ni tienen aletas, tampoco pueden respirar bajo el agua, ¿puedes creerlo?
—¡¿Qué!? ¿No es cierto? ¡Qué rareza de especie existe en la superficie! —Nereo sonrió ampliamente y al darse cuenta la sirena se llenó de felicidad—. Me agrada verte sonreír, Nereo. Hazlo siempre, tienes una preciosa sonrisa. Espero que algún día alguna fémina marina pueda apreciarla, y amarte como mereces...
—¡Oh Aquamarine, amada mía! —El wallano se acercó demasiado a su cuerpo y la sirena solo se quedó muy quieta, necesitaba sentir ese roce tan tierno de su parte. Él juntó ambas narices lentamente, y el pánico se apoderó por ese instante de ella—. ¡NO! ¡Nereo aléjate de mí!
Intentó apartarse pero era demasiado tarde, Nereo convulsionó como si miles de anguilas eléctricas invadieran su cuerpo. Aqua tormeó enloquecida por la impacto de verlo en ese terrible estado, y su dolor aumentó cuando lo vió caer al fondo del mar. Apresuró sus aletas logrando sujetarlo para que no se golpeara la cabeza en la caída, recostando el cuerpo de su primer amor suavemente sobre un esponjoso coral, antes de cristalizar totalmente abrumada.
—Aqua... No me arrepiento, no te culpes —el wallano soltó en un gemido lleno de dolor.
—¡¿Dime qué hago, Nereo!? ¡Por Neptuno! ¡No debiste acercarte a mí, sabes que tengo esta estrella puesta! ¡Oh no, despierta! ¡Auxilio! ¡Ayuda por favor!
—No... No pueden escucharte desde aquí, sirena...—Nereo intentó torpemente alcanzar su bolso de perlas que llevaba encima. Ella le ayudó entregándole lo que quería, pero la detuvo—. La caracola, Aqua... Sopla muy fuerte y vendrán con ayuda. Hazlo, mi amor.
La sirena se apresuró a soplar con todas sus fuerzas, luego la arrojó hacia un lado y se apartó un tramo para no dañarlo más. Las Ondinas llegaron justo cuando Nereo había perdido la conciencia y se sorprendió al descubrir la apariencia de esos seres. Ellas no eran tan diferentes a las sirenas, lo único extraño en su aspecto era la cola dividida en dos, y las branquias auditivas que terminaban en punta. Las criaturas observaron sumamente preocupadas a Nereo, y luego se enfurecieron tormeando y regañando a la novia severamente. Levantaron el cuerpo de su compañero llevándoselo lejos de su vista, advirtiéndole que no se volviera acercar a él. Aqua giró su aleta completamente furiosa y triste, nadó con rapidez hasta llegar a su morada, por suerte sus padres no estaban, se habían ido a descansar a sus aposentos, no había señales de vida por ningún lado. Ingresó a su alcoba cristalizando amargamente, eso no podía estar pasando...
"¡Oh, Nereo! Espero que estés bien, mi querido wallano..."
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