Capítulo 6:
Aquamarine se quedó inmóvil luego del cántico de Tristán, todos los invitados soltaron tormeos de emoción chapoteando dichosos por la preciosa canción que acababan de escuchar, y los pálpitos se le dispararon hacia la superficie zumbando en sus branquias por la presión que sentía en su pecho. De pronto su alma se retorció de agonía al saber que le pertenecería a otro ser y no a Nereo, aquel hermoso wallano del cual se había prendado al instante de conocerle. Sacudió su cabeza ante la terrible idea mientras su padre se le acercó nadando con una sonrisa radiante en el rostro, los ojos de la sirena se llenaron de amargos cristales, y después de divisar que su futuro esposo acompañaba a su progenitor a nadar a su encuentro, se atrevió a irse a esconder velozmente en su habitación con un dolor fuerte invadiendo todo su ser.
—Aqua, ¿estás bien, pequeña? —La voz de su madre la sacó de sus tristes lamentos—. Los nervios suelen ganar a nuestra compostura en estos acontecimientos tan importantes, pero tranquila que el capitán Trevel es un tritón con mucha experiencia, mejor partido no hay en toda la bahía.
—Tengo miedo, no le conozco en lo absoluto. ¿Cómo debo comportarme cuando me encuentre a solas con él?
—Eso ya deberías haberlo aprendido en las clases, hija. Debes ser sumisa y callada, nunca le mires directamente a los ojos a no ser que él mismo te incite a hacerlo. Cede, tu deber es complacerle en todo para que el capitán no llegue a repudiarte, ¿lo has entendido? Necesito escucharte decirlo.
—Mi esposo es mi maestro a quien guardaré absoluto respeto, aceptando sin dudar todas sus enseñanzas. Mi esposo es mi dios al que serviré con esmero y devoción hasta mi última ola de vida...
—Suficiente, me basta y sobra con eso. Ahora quiero que lleves tus aletas de regreso a la fiesta y no te separes del capitán Trevel hasta que suban juntos a esta cueva, ¿lo has comprendido?
Injusto, algo completamente cruel le parecieron los consejos de su madre, ella no merecía ser tratada como un pececito dorado a merced de un tiburón. Olvidados quedarían sus deseos propios, cambiaría de casa, dejaría a su familia para pasar a pertenecerle por completo a un tritón desconocido, sería un objeto tratado como a su esposo le pareciera conveniente. ¿Y su amado Nereo? Aqua pensó en él intentando encontrar consuelo, estaba convencida que el wallano no la trataría de ese modo, que él no compartía las mismas opiniones que su progenitora, lo había visto en sus ojos al momento que relató la triste historia de su madre muerta, él era diferente, el wallano debió ser el elegido por la diosa Luna. Todo había sido un error, se convenció de ello y se armó de coraje.
—No...—brisó la sirena con algo de miedo.
—¡¿Te atreves a desobedecer!? —Tormeó su madre con los ojos inyectados de coraje.
—¡No! ¡No quiero casarme con Trevel!
—¡¿Perdiste la razón por completo!? ¡Alístate pronto que el capitán subirá en cualquier momento!
—¡Yo me enamoré del wallano! ¡No pienso casarme con el capitán Trevel amando a otro!
—¡¿El wallano!? ¡¿Perdiste la cordura!? Hija, si no hubieras acudido hacia la superficie como tenías terminantemente prohibido, jamás hubieras conocido a ese ser tan inferior, y esta no sería una desagradable noticia para ti. ¿Es que no lo entiendes? Un wallano y una sirena jamás podrán ser felices juntos. Las diferencias de castas existen por algo y hay que aprender a respetarlas, Aquamarine.
—¡No me pueden obligar a casarme con él! ¡Que te quede claro que no lo haré!
—Esto es inaudito... Eres joven y bastante tonta.... Bien, lo haremos a tu modo, vuelve a la fiesta y comunícale a tu padre que no aceptas el compromiso con el capitán Trevel porque te enamoraste a primera vista de un ser tan despreciable como un wallano —el corazón de Aqua se estrujó al escuchar los severos sonidos de su madre—. Adelante, yo convengo. Deja caer la desgracia sobre nuestra casta delante de todos los invitados, pero te advierto una cosa, cuando rompas el corazón de tu padre en pedazos y te sientas mil veces desdichada por ser la causante de la deshonra que caerá sobre su cabeza, no vengas con arrepentimientos porque no servirán de nada. ¿Entiendes eso, hija?
La sirena adulta giró sobre su cola desplazándose fuera de su presencia dejándola sola, Aquamarine permaneció suspendida en el agua con la cabeza vuelta un embrollo y el corazón quebrándose de dolor.
¿Aceptar a Tristán?
¿Podría convertirse en su esposa sin sentirse enamorada de él?
Ese era su deber...
Nereo era el compañero de vida que añoraba la sirena y ninguna casta le prohibiría quererlo, pero la diosa había otorgado silenciosamente su existencia a un tritón guerrero y debía respetar los designios del satélite. Ese era el destino de todas las sirenas en edad casadera, esperar encerradas en sus respectivas moradas hasta que tengan los meridianos suficientes para contraer nupcias. Eran educadas con esmero desde su nacimiento sólo para ser una buena esposa y agradar al flamante elegido, sus vidas solo tenían ese propósito, convertirse en esposas idóneas para algún tritón de buen prestigio y fortuna. Aquamarine ya no le pertenecía a su familia desde el culmino del sagrado ritual, era propiedad del capitán Trevel y debía respetar las leyes marinas. La sirena cristalizó amargamente sin poder reprimir su elevada angustia, estaba aterrada, sentía mucho temor y no deseaba separarse de su familia. Unos murmullos se escucharon detrás de su puerta, cuando se dio cuenta que la perilla giraba se acomodó su larga cabellera y limpió los cristales que se le enredaron en el peinado, debía lucir perfecta ante cualquier visita. Cuando al fin la puerta fue abierta se encontró con la mirada impasible del tritón y la expresión desconcertada de su padre, éste último se adelantó un tramo de mar para tener privacidad examinando a su hija con la vista llena de preocupación, y su futuro esposo se quedó afuera flotando sobre sus brillantes aletas.
—¡Me siento tan dichoso! Le dije al capitán Trevel que fueron los nervios por la pedida tan romántica que realizó delante de toda la familia, eres muy tímida y eso lo complace. Hemos tenido oportunidad de adelantar un poco sobre el acuerdo de nupcias, además te observé danzando muy alegremente con él durante todas las acuosas del baile, sé que te agrada. Pude darme cuenta que te gusta, ¿cierto? —Su padre le acarició el rostro, tomando asiento a su lado sobre su lecho—. Sabía que tanta belleza en ti nos traería un inmenso honor a la familia, Aqua. ¡Que honor más grande que un capitán! ¡Soy tan feliz, y estoy tan orgulloso de ti!
—Padre, yo...
—No me lo agradezcas, mi bello porvenir. Deseo lo mejor del océano para mi sirena hermosa, lo haré pasar. No estés nerviosa, todo saldrá bien, lo prometo —el padre se levantó para nadar hacia el esposo elegido, sonriendo orgulloso lo invitó a pasar al aposento de su nueva y bella adquisición—. Aqua, estaré dichoso de entregarte a este honorable tritón fiel sirviente del ejército de Neptuno, y ver crecer mi legado en ti, querida. ¡Qué el océano los colme de dicha marital!
No pudo, la sirena no tuvo el valor de confesar ante su padre sus verdaderos sentimientos, mucho menos ante la presencia del eludido. El capitán Trevel deslizó sus aletas con su imponente elegancia por las aguas hasta detenerse relativamente cerca de su lecho, tomó el lugar que acababa de dejar libre su padre, y sostuvo su mano con delicadeza. El general Mermaid le hizo una seña de aliento, dejándolos solos de inmediato, había llegado la hora de pertenecerle a un ser que ella no quería.
—¿Sucedió algo malo? ¿Te encuentras bien? —Tristán brisó preocupado, y la pequeña sirena se sintió abrumada por la tensa situación y su cercanía. Para ella sería difícil, para él solo una noche de pasión más. Aqua afirmó en silencio con la nostalgia desbordando en su mirada—. Saliste tan descolocada que llegaste a preocuparme, querida.
—La verdad es que tu proposición fue tan tierna que conmovió cada fibra de mi ser que... —Aquamarine temblaba, el tritón estaba demasiado cerca—. Sentí que no te merecía... No merezco ser la esposa de tan honorable tritón...
—¿Estás segura? Aquamarine, yo aprecio todos los dones que hoy has demostrado, sobre todo el canto. No niego que me sorprendió ser el elegido por la diosa, tu padre me había invitado a formar parte del ritual a los pocos días de enviudar cosa que fue demasiado imprudente... Confieso que estuve a punto de declinar mi asistencia, pero no podía desairar a mi superior, no es correcto.
—Usted... ¿No quería casarse de nuevo? —Quizás había una mínima esperanza de evitar esa boda, eso pensó, pero estaba demasiado alejada de las intenciones de su futuro marido.
—No, pero me ha gustado tu forma de cantar, es realmente relajante y me llena de paz. Es algo que estuve buscando durante muchas ventosas, ese canto tan especial... —el tritón se acercó peligrosamente a sus labios, sin llegar a tocarlos—. Me has encantado por completo, sirena.
—Tristán... —no había modo de escapar, la puerta se cerró nuevamente, Aqua no tenía alternativa de salir libre de esa alcoba.
—Pero hay una sola cosa que no aprobaré de mi esposa, sirena. ¡Detesto la mentira, y no la aceptaré nunca! Preferiría mil veces que me dijeras la verdad a que me mintieras deliberadamente, por favor sea lo que sea, házmelo saber y yo intentaré entenderlo.
—¡¿Mentira!? ¿Me está acusando de falsedad? —Aqua se esforzó en parecer ofendida.
—No, querida. Sólo te estoy expresando lo que espero de ti, completa honestidad, es todo —Tristán continuaba con el mismo semblante serio, aunque parecía aliviado—. ¿Por qué huiste, Aquamarine? ¿No te agrado como esposo?
—Me agradas...—la mano del capitán se posó suavemente en su espalda y contuvo la respiración, iba a pasar y ella no podía detenerlo—. Me agradas mucho...
—¿Te gusto? —Los largos dedos del capitán bajaron hasta llegar al nacimiento de su cola, y luego acarició su vientre subiendo por sus costillas marcándolas lentamente—. Mírame a los ojos y responde con sinceridad...
—Me... Me gustas mucho, Tristán...
No mintió, realmente el capitán Trevel era muy apuesto. Un movimiento de la mano de su novio y el sujetador desapareció de su torso, dejando al descubierto sus firmes senos ante aquella mirada fría que la ponía muy nerviosa. La diosa Luna le había dado al capitán el permiso necesario para hacer lo que quisiera con el pequeño ser que tenía a su lado, le pertenecía a él por completo. La sirena temblaba como una anémona, y a pesar que se concentraba en disfrutar de las caricias del imponente tritón, no podía lograrlo del todo. Suavemente Tristán la empujó para hacerla caer sobre su lecho, y la perfilada boca de su futuro marido se aferró a una de las apetitosas esferas que tenía en su pecho, tan blancas y redondas que el tritón no pudo aguantar las ganas de succionar a su placer con toda la voracidad que quiso.
—Relájate, querida. Esto te gustará más que yo... —la boca del tritón, que había dejado libre su pecho, subió lamiendo su piel hasta llegar a su cuello, al encontrar el lugar que le pareció ideal abrió muy grande su boca y la mordió con esmero, dejándole su marca, ella soltó un fuerte tormeo pero a nadie pareció importarle—. Eres mía, solo mía...
El dolor era punzante, inexplicablemente erótico y degradante para Aqua. Tristán la besó quedándose impactada con el sabor metálico de su propia sangre, su beso era salvaje, arisco, necesitado, con suma autoridad devoró su boca succionando su lengua como quiso y cuanto lo quiso, ya no se pertenecía así misma, su futuro esposo la había marcado y todos en el océano se enterarían que Trevel era su dueño. Recordó los consejos de su madre y se relajó un poco, rendida y defraudada de sus padres que estaban permitiendo aquello, su destino había sido marcado y debía aceptarlo. Tomó el preciso valor para acariciar la plateada cabellera del capitán mientras él se deleitaba con su nuevo manjar oficial, la sirena se acomodó mejor en medio de su lecho y tiró su cabeza hacia atrás dejándolo hacer lo que se le antojó, ese era su deber, era de su poder, era Aquamarine Trevel y debía empezar a acostumbrarse a sus atrevido y lujurioso comportamiento.
La enorme mano del capitán de los ejércitos apretó uno de sus senos soltando un sonido extraño desde su garganta, con nerviosismo ella acarició la espalda ancha del tritón procurando ser lo más delicada posible, pero él no lo era. De improviso los fuertes dedos de Tristán se aferraron a su cintura haciéndola flotar hasta que su pecho quedó recostado sobre su lecho, y su cola flotaba sobre el agua pegada a la roca de su cama, su futuro marido se colocó detrás con la respiración alterada, el rostro distorsionado y la mirada oscurecida. Se juntó a su cola pegándose en perfecta sincronía y la penetró de golpe con suma violencia soltando ruidos aún más raros, la sirena apretó los labios conteniendo sus alaridos de dolor, no deseaba desagradar y ser repudiada la primera noche de cópula. Trevel sujetó sus largos cabellos y tiraba de ellos embistiendo con fuerza desde atrás, estaba poseído por un encantamiento extraño de gozo y salvajismo que Aqua no entendía, no podía comprender como él podía disfrutarlo y ella no. Sus cristales caían en completo silencio sobre las brillantes algas de su lecho, era un sufrimiento atroz, cada vez que la carne de su marido entraba profundo en ella contenía el ejercicio de sus branquias hasta que salía, y de nuevo podía capturar las burbujas de aire, y de nuevo empezaba el suplicio. Una y otra vez, una y otra vez sintiendo sus cabellos ser estirados con violencia, y sus largas garras clavarse en su cola, a pocos centímetros de su cintura. Inclinada sobre su lecho soportaba las fieras estocadas junto al peso corporal del elegido para ser su esposo, hasta que el capitán quedó satisfecho y se detuvo muy agitado.
—Eres deliciosa... Estoy complacido, sumamente complacido...—brisó el capitán, la sirena escuchó el sonido de las escamas de su compañero pero no pudo moverse, el tritón se incorporó acostándose de nuevo sobre el lecho de su novia con una sonrisa de triunfo plasmada en el rostro—. Aprietas demasiado, y eso es exquisito... Ven a descansar, me dejaste vacío.
¿Qué cosas decía Tristán? ¿A qué se referirá ese extraño tritón?
—¿Descansar? Me temo que la celebración aun no acaba, Tristán...
—Duerme ahora, pronto no podrás hacerlo. Ven aquí, Aqua —ella se levantó como pudo y apenas logró mover sus aletas hasta llegar a recostarse al lado del tritón—. Bonita habitación, es agradable y acogedora. ¿A quién se la cederás al partir?
—No lo sé, mamá no me comentó nada...—Aqua recostó su cabeza en el musculoso brazo del capitán mirándolo con extrañeza—. ¿Piensas dormir con la armadura puesta?
—Sí, me dejaste agotado y tengo pereza...
—Capitán... Yo le... ¿Le gusto?
—Eres hermosa, ¿cómo no vas a gustarme? Eres hija de un general, posees una casta de prestigio y una gran fortuna, te educaron para ser la esposa ideal de cualquier ser bajo el océano, vales tu peso en oro. Créeme, estaba seguro que la diosa iba bendecir a Neptuno de nuevo, pero yo gané. Eres mía y me perteneces, seré admirado desde esta ola y no solo por mis batallas, también por ti —Aqua se quedó más tranquila al escuchar los elogios de su futuro esposo, quizás no era tan malo después de todo—. Date vuelta, me excité de nuevo al enumerar tus dones.
La sirena obedeció ante la orden de copular, escuchando las escamas de su compañero, los dedos de la diestra del tritón aferrarse a su cola, los dedos de la izquierda, donde estaba posada su cabeza, tirar de sus rubios cabellos con fuerza, exactamente con todo eso sintió la carne del capitán invadir profundo en su interior otra vez.
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