Capítulo 14:

Cada branquia de su anatomía vibró por la emoción que le embargó en ese momento, el castillo Medusa parecía haber sido edificado con aquellos cristales centelleantes que resplandecían por sobre la superficie en las acuosas nocturnas. Aquamarine tardó en igualar el ritmo sincronizado de las aletas de su flamante esposo, el capitán Trevel con el pecho hinchado de orgullo, debía presentar a su nueva esposa ante los habitantes de su humilde vivienda marina. 

—¡Bienvenida a tu nueva morada, Aquamarine! —Tristán sujetó la aleta superior de su esposa, obligándola a seguirle el nado lento—. Por aquí por favor, sirena.

Era un inmenso salón ceremonial tan tétrico y formal  como el dueño de ese majestuoso castillo, enormes estanterías se alzaban pegadas en las transparentes paredes hasta casi tocar el techo, andamios dorados que resguardaban celosamente los trofeos de guerra del temido asesino acuático, más atrás, al fondo del lujoso recinto repleto de oro, había un mural deprimente teñido con sangre a causa de las cabezas cercenadas de los enemigos que Tristán mató con su imponente espada, pruebas fehacientes del poder del sanguinario capitán que estaban dispersas por todo esa enorme y alta pared de cristal, cabezas disecadas y reducidas al tamaño de una esfera mágica que permanecían empotradas en un trozo de piedra plano con una placa reluciente, placas donde estaba grabado el nombre de esas pobres criaturas asesinadas. Las expresiones de aquellos seres reflejaban el momento exacto de su último aliento de vida, un derroche de dolor y agonía que hizo estremecer a la nueva esposa del macabro capitán Trevel.

—¿Te gusta, deliciosa? Es mi muro de los lamentos, tardé algunas olas en decidir qué lugar debía ocupar cada desdichado, y entonces me decidí por la fecha de la batalla...—Tristán se acarició el mentón analizando su obra de muerte con cautela—. ¿Tienes hambre? 

—No, gracias...—una sensación de asco y repulsión ante tal terrorífico mural sacudió cada espina de la sirena, y se vio obligada a girar su preciosa cola para escapar de esa espantosa imagen que tenía frente a sus ojos quedándose suspendida en el agua por el asombro—. ¿Es... Es tu familia? —Cuestionó cuando al voltear contempló a demasiadas Ondinas inclinadas presentando su respeto a la nueva dueña del castillo.

—No, deliciosa. Son mis sirvientes, yo no tengo familia, sólo seres del trabajo... —respondió el líder con cierto desdén en la voz.

—¿Vives solo? —Aquamarine se sorprendió ante tal revelación, era raro que un guerrero tan famoso como Tristán no tuviera familia, pertenecía a un clan de alto rango y prestigio, era prácticamente imposible que fuese forastero.

—No exactamente...

—Oh...—el misterioso tritón no quería platicar, la sirena imaginaba que su postura cortante era resultado de la prisa que su esposo sentía por copular, pero su espíritu travieso salió a flote y Aqua quiso tentar a la suerte—. ¿Me dará un recorrido, capitán?

—Estoy muy cansado, querida. Sólo te mostraré la habitación nupcial y tu alcoba individual, ¿lo deseas? —Aqua aceptó descolocada, y nadó junto a su esposo cuesta arriba hacia la segunda planta.

¿Por qué su alcoba y su habitación matrimonial no eran las mismas? La sirena esperaba una explicación racional, pero al llegar a la segunda planta Tristán le abrió paso a una hermosa alcoba de color violeta, era acogedora y tenía algunos de sus objetos favoritos, como un enorme espejo.

—Es tu cueva personal, Aqua. Aquí dormirás por las acuosas matutinas mientras yo permanezca en el regimiento. Mlok y mis guardias resguardarán la entrada.

—¿Mlok trabaja para ti? —Le preguntó la sirena algo aturdida, mientras nadaron hacia otra puerta al fondo del pasillo cubierto de caracoles sonoros en las paredes, que volvían el recorrido muy armonioso.

—En efecto, Mlok es un asistente muy eficaz a mi completo servicio —Tristán abrió una enorme puerta dorada, dejándole el suficiente espacio a su nueva esposa para nadar hacia el interior—. Esta es la alcoba nupcial...

Todas las aletas de Aqua se le crisparon cuando se encontró a solas en la habitación decorada en color blanco, el espacio no era para nada romántico más bien bastante deprimente, impersonal, ajeno, gélido. La mente de la nueva esposa voló alto, perdiéndose en mil pensamientos que intentó apartar de prisa, quizás estaba exagerando los acontecimientos...

—Es... Peculiar...

—Tiene todo lo necesario, Aquamarine —el capitán le ofreció la aleta de su mano, y juntos nadaron hacia el lecho marital, el corazón de la sirena retumbaba en su pecho, la cópula estaba cerca de acontecer—. Te sentarás en este lugar a cantar mientras yo duermo, hace mucho tiempo que no puedo conseguirlo. Necesito que cantes y no pares de hacerlo por favor, veas lo que veas, nunca detengas tu cántico hasta que el astro rey vuelva a salir por sobre la superficie. ¿Lo has entendido?

—¿Cantar...? —Un enorme sentimiento de decepción explotó en el interior del pecho de la esposa, estrujando su corazón, eso no podía ser posible, se obligó a sí misma a recuperar las esperanzas, quizás fuese una nueva forma de cortejo sexual que desconocía por completo, se convenció de pensar eso—. Pero... No necesito cantar para... Usted sabe, capitán... Tampoco dormir... Quizás después del acto, pero no ahora... Es decir...

—Aquamarine...—brisó el guerrero con firmeza, de un solo aleteo de su imponente cola llegó a quedar suspendido próximo al cuerpo de su esposa, muy pegado a las escamas, y su sirena vibró a causa de la cercanía masculina, estaba ansiosa por copular, y el macho logró notarlo—. Perdóname, sirena. Yo no soy lo que piensas, y nada de lo que esperas acontecerá en esta alcoba, al menos no en esta...

—¡¿Nada!? —La nueva esposa se alarmó, sintiendo sus pupilas llenarse de dolorosos cristales—. ¿Usted... Me está... Rechazando...?

—No, Aquamarine. No te estoy rechazando, sólo estoy cansado, muy cansado y deseo dormir...

—Pero... Es nuestra noche nupcial, capitán...—la sirena demostró todo su reproche y decepción en ese reclamo.

—Hace muchas ventosas, tantas que ya perdí la cuenta... Me encargaron un trabajo de vital importancia, custodiar a un fugitivo de la ley de mi sagrado padre, mantenerlo encerrado y resguardar que permanezca solo hasta que se me ordene liberarlo... Acepté pero jamás me advirtieron dónde estaría escondido, y el dolor que me ocasionaría mantenerlo oculto...—el guerrero cerró sus ojos con fuerza para serenar la furia que lo consumía en ese momento, sus largos dedos se levantaron lentamente hasta llegar a sujetar sus hombreras de oro resplandeciente, se quitó eso junto a las preciosas muñequeras de su armadura rezando internamente por paz, luego sostuvo su pechera que aún cubría su torso, y miró a su aturdida compañera de vida fijamente—. Conoce a Alhasin, creo que le agradas...

Tristán Trevel se quitó la pechera muy despacio ante la mirada expectante de su sirena, dejándole expuesta la perfecta visión de su fornido torso desnudo, la sirena detuvo el ejercicio de sus branquias por breves espumosas, su esposo era todo un tritón imponente, un macho destacado en toda plenitud. Aquamarine se deleitó con la imagen de la piel de su impresionante esposo recorriendo con la mirada cada parte de sus pectorales, sintiendo aquella excitación invadir cada escama de su ser, lo deseaba, lo deseaba demasiado dentro de ella... Pero aquella sensación vertiginosa que crecía en su interior se vio interrumpida por una extraña imagen que ocupaba en centro de su nuevo paisaje, la figura de un hipocampo tatuado en una bella laguna en todo el pecho del capitán Trevel despertó su curiosidad. ¿Por qué tenía ese tatuaje tan extraño? Parecía tan real, la sirena se quedó atónita porque logró reconocerlo de inmediato, era el mismo que había visto en sueños antes de despertar luego del ataque de Nereo, eran aquellos mismos preciosos ojos color violeta que la salvaron de la muerte, unos ojos que de inmediato se conectaron con los suyos...

¡Por Neptuno!

—¡Lo he visto! Lo vi en mis sueños esta ola antes de despertar... —de pronto el hipocampo se movió frente a sus ojos, sumergiéndose en la laguna y saliendo luego a la superficie, moviendo su cabeza, divertido y soberbio—. ¡Ah! ¡Por Neptuno! ¡Está vivo! ¡¿Qué clase de magia es esa, capitán!?

Las branquias de la sirena se movían frenéticamente, y su pequeño corazón palpitaba de prisa a causa del terror que invadió todo su cuerpo, Aqua jamás pensó que el tatuaje estaría vivo y que tuviera libertad de movimiento. Soltó alaridos de espanto que se ahogaron en su garganta.

¡No era posible...!

—Yo soy su guardián y es mi deber protegerlo. Lo oculto del mundo exterior, y así evito que utilice sus fuerzas malignas contra mi padre, o que pueda usar su poder para hacer daño a algún ser vivo, Aquamarine. Alhasin sólo cobra vida por las acuosas nocturnas, perturbando mi sueño hace milenios... No he dormido en mucho tiempo, querida...

El semblante pesaroso y gélido de Trevel se hizo presente distorsionando su precioso rostro masculino, la evidente agonía que demostraba en sus facciones todo el tiempo cobró sentido para su compañera, su esposo sufría cada ola de su existencia y no podía ocultar su dolor...

—¡Oh, Tristán! Cuanto lo siento, capitán... Odio que sufras de esta forma... Lo siento, ¡perdón! —La sirena sujetó el rostro atormentado de su esposo entre sus temblorosas manos llenándolo de besos cortos por la desesperación que sentía, la impotencia e indignación, ese era un trabajo completamente injusto—. ¿No puede negarse...? ¿Pedir que otro oculte al hipocampo en su lugar, capitán...?

—Eso es imposible, querida. Fui hecho para servir y obedecer ciegamente a mi padre, no hay mayor honor para mí que servirle a mi padre con absoluta devoción....

—Oh por Neptuno... ¿Quien es su padre, capitán? ¡¿Y por qué es tan cruel con sus hijos!? ¿Cómo podría ayudarle yo? Sólo soy una simple sirena, no cuento con magia tan poderosa...

—¡Cantando, querida! Sólo de esa forma Alhasin se dormirá y yo podré dormir en paz, Aquamarine. Deberás alimentarlo con las semillas que te obsequié, ¿las recuerdas? ¡De loto!

—Oh mi amor... Yo acepto encantada... Mi voz es suya, capitán... Todo lo mío, mi insignificante existencia, mi voz, mis aletas, mi magia... Cariño me preocupas... Mi amor... No deseo que sufras...—la sirena se lanzó a los brazos de su tembloroso esposo, sus finas aletas superiores rodearon la espalda del líder sanguinario y soltó un burbujeo, estaba preocupada por el tritón.

—Si yo te confesara dónde he estado, querida. Te aseguro que no me nombrarías "cariño", deliciosa... —el capitán se apartó de los brazos de su compañera, y clavó la mirada en los ojos de su sirena que mostraban asombro—. Tú no debes amarme, Aquamarine. Nosotros no fuimos creados para amar... Si te contara todo, querida... Si yo te explicara mi verdad creerías que estoy loco...

—¿Cómo puedes profesar esas afirmaciones tan malvadas, mi amor? Usted es la estrella de este océano, capitán... El mejor esposo que la diosa Luna pudo otorgarme...

—Yo soy una estrella oscura en el océano, Aquamarine... No pertenezco aquí... Porque no soy un tritón, soy un ángel...

Tras pronunciar esa reveladora confesión unas enormes alas blancas brotaron de la espalda del imponente guerrero, dejando a su nueva y tímida esposa de piedra debido a la impresión que la invadió en ese preciso momento, a solas junto a su esperado esposo dentro de una tétrica alcoba nupcial.

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