Capítulo 12:

La temperatura del agua había cambiado, no era la misma que abrigada sus pesares en su enorme castillo, estaba distinta, un frío que llegaba a penetrar hasta la más fina escama de su anatomía la alertó. El agua tiene memoria, vida propia, guarda secretos infinitos, secretos invaluables y ese en particular, cambiaría el curso de las olas. Una hermosa música invadió las branquias auditivas de la hermosa novia, cuando abrió los ojos se encontró con su madre quien la observaba preocupada, sentada al pie de su lecho de soltera.

—Qué bueno que despiertas, mi pequeña. Es tiempo de arreglarte, falta poco para la ceremonia nupcial —Ninfa le acarició el cabello con ternura.

—¿Cuánto he dormido, madre? ¿Cuántas acuosas pasaron?

—Las suficientes para lucir hermosa para la boda, hija. Las demás sirenas están esperando afuera, las haré ingresar, ¿te parece? —A pesar de estar algo aturdida todavía, la futura sirena Trevel decidió aceptar el ofrecimiento.

—Estoy ansiosa por iniciar el sagrado ritual.

La ola soñada de toda fémina marina en el fondo del vasto océano había llegado: el rito nupcial. Las sirenas marcadas de su clan entraron formando una gran algarabía con sus chapoteos cómplices y sus cánticos de alegría. Dirigidas por su madre alistaron a la novia para la ceremonia, mientras unas sirenas le cepillaron el cabello otras  frotaban su piel con pétalos de flor de Loto. Todo ese protocolo era innecesario a esas alturas de su relación con el aguerrido líder del ejército, la cópula había sido consumada hace varias olas atrás, y estaba lo suficientemente imprimada para que el efecto dure por tres generaciones. 

Sales aromáticas traídas directamente de los volcanes submarinos más recónditos del océano perfumaron su cuerpo, dándole un toque místico a la alcoba repleta de dones presentados por las sirenas casadas, para brindar tributo a la nueva esposa en el clan. Con piedras preciosas ornaron su largo cabello, sujetas en cada mechón de las dorados hebras, un maquillaje brillante en sus ojos para resaltar su belleza facial, un carmesí intenso como la sangre pintó sus labios, y un diamante plano en medio de su frente. Las joyas en sus brazos pesaban más de lo que Aqua suponía, pero lo peor fueron los gruesos collares que colgaron de su cintura, no solo eran ornamentos caprichosos, esas alhajas  contaban una historia, la historia de su clan familiar.  

Cuando las acuosas de preparación culminaron las féminas marinas empezaron a cantar, formando un círculo alrededor de la bella novia, quien permaneció enormemente sorprendida flotando con el torso desnudo, para su estado melancólico Aqua estaba demasiado relajada, al parecer las acuosas dormidas habían surtido un efecto favorable. Las sirenas adultas elevaron sus brazos a la altura de su pecho expulsando de sus escamosas manos los dones mágicos, luces brillantes compuestas por minúsculos y poderosos diamantes que se adhirieron a su piel desnuda formando una blusa manga larga extraordinaria de contemplar, una prenda centelleante al extremo de opacar la visión de las presentes. La novia estaba lista para la sagrada ceremonia, complacidas con su trabajo las sirenas abrazaron una a una en orden sereno al integrante familiar que perdía su clan esa ola, y abandonaron la alcoba entre tarareos tristes y cristales cayendo por el suelo.

—Luce preciosa, respetable Aquamarine Trevel —el tono impersonal de su madre le dejó un amargo sinsabor.

—Seguiré siendo tu hija hasta los confines de los tiempos, madre. Eso no cambiará nunca, por más que abandone el clan y nuestro apellido —Aqua retiró los cristales de las mejillas de su madre, sonriendo entristecida.

—Le dejaré un momento sola para que concentre valor, y escoja las cinco pertenencias que presentará en el ritual. Estaremos esperando en el salón.

Esa era la ley marina, las futuras esposas no sólo deben renunciar a su familia y morada de su infancia para siempre, también a las riquezas de su clan. Las normas son claras, las esposas pueden llevar cinco objetos de su hogar sin importar la cantidad de dicho objeto, sean docenas, millones o un simple artículo, lo que se cumplía era la cantidad inicial de elementos. Aqua se encontraba en la soledad de su alcoba observando todo a su alrededor de forma minuciosa, lo primero que eligió fueron sus joyas, no renunciaría a sus obsequios paternales por nada bajo el océano, el primer trofeo de guerra de su padre, el velo nupcial de su madre, una pintura familiar, pero le faltaba una cosa. La novia echó un último vistazo buscando algo que valiera la pena transportar y fue cuando lo vio, estaba ahí en el rincón más olvidado de sus aposentos, la estatua de Nereo Wallans la obligó a cristalizar de tristeza.

—¡Oh Nereo! —Aqua se colgó de la imagen de piedra de su amor perdido, y soltó sus lamentos—. Quisiera llevarte conmigo pero Tristán no lo permitirá, desearía que estuvieras libre del hechizo, y me acompañaras hasta el castillo Medusa...

Concentrada en sus alaridos de dolor, la novia no se percató de las luces místicas que expulsaron sus finas manos, aquellas luces mágicas devolvieron a la vida al wallano, y la piedra pronto fue reemplazada por el cuerpo del obrero, quien abrazó con ternura a su amada, acompañando los cristales de Aquamarine con los suyos.

—Eres la novia más preciosa que estos miserables ojos han podido contemplar, Aquamarine...—cantó el obrero con una voz quebrada.

—¡¿Nereo!? ¡Nereo...! ¡¿Tienes vida!? ¡¿Cómo es posible!? —La sirena no salía de su asombro, se apartó del obrero de un largo aleteo mirándolo con incredulidad—. Debo estar delirando por tanto dones...

—Fue el polvo cósmico, Aqua. Lo tienes y eso me deja muy intrigado —el wallano dio volteretas en su lugar para recuperar la movilidad de su cuerpo—. ¿Dónde lo conseguiste?

—¡¿Polvo cósmico!? ¡¿Yo!? ¡Imposible!

—Nereo yo...—la madre ingresó a sus aposentos de improviso portando la bandeja del rito, y se quedó tan consternada como su hija al ver al obrero con vida—. Madre no tengo idea como lo hice, pero volví a la vida a Nereo...

Para el infortunio de Aqua su progenitora no estaba sola, la tropa de sirenas en edad casadera de su clan acompañaban a su madre, y soltaron tarareos muy grandes, brisando escandalizadas.

—Sirena Trevel los sirvientes deben nadar con sus cinco elementos —Ninfa tormeó lo más bajo que pudo intentando esconder su furia, y su hija obedeció con valentía—. Le falta uno, Aquamarine.

—Es Nereo...

—Le recuerdo la ley, Aquamarine. No se puede llevar ningún ser vivo, le pido al wallano que se retire de mi castillo —sentenció la sirena casada y Aqua enfureció de indignación.

—Permítame terminar de cantar, Ninfa. Llevaré los cristales que Nereo expulse durante la marcha nupcial, ese es mi quinto elemento —la sinfonía de su voz, era de tristeza.

La madre intentó lanzarse encima de su hija para golpear al obrero, el wallano se percató de la ira de Ninfa y quiso retirarse de la alcoba de su amada, pero Aqua lo detuvo sujetando a su antiguo amor de la aleta superior. Muy a su pesar, la madre cantó el rito sagrado con el miserable obrero detrás de su hija, los amantes salieron escoltados por la tropa de sirenas, avanzaron por el amplio pasillo y cuando bajaron al salón se quedó pasmada, todo su clan la estaba esperando. Los cientos de invitados chapotearon frenéticos, mientras el corazón de la novia palpitaba fuerte al notar que su padre le esperaba al pie de la puerta principal de su hogar. El general Mermaid nadó hacia ella, entrelazó el brazo con el de su hija con sumo orgullo, y nadaron juntos hacia la salida.

Saliendo del castillo Lunar el batallón del ejército de Neptuno aguardaban, montados cada uno en sus delfines. Una escolta de soldados adelante sosteniendo los estandartes, la bandera del clan Mermaid, un tramo atrás, al lado izquierdo la bandera del temido ejército de Neptuno y al costado, al lado derecho, la bandera del clan Trevel. Los delfines del carruaje nupcial, adornado de manera ceremonial, se inclinaron para que la bella novia subiera, primero lo hizo su padre y luego le ofreció la aleta de su mano para que fuera a su lado. Sentada en el carruaje sintiendo el frío de la dorada armadura de su padre, esperaba escuchar algunos cánticos de dicha y buenos deseos matrimoniales, pero el general no pronunció canto alguno. 

El frío de su corazón se intensificó gracias a la indiferencia de su padre, entre cristales Aqua observó que el wallano sostenía las cuerdas de los delfines de su carruaje, nadando como si se tratara de una marcha fúnebre. El cántico nupcial fue declarado durante todo el camino, pero Aqua tan solo escuchaba el retumbar de su propio corazón acelerado, de ratos retiraba las cortinas para sacar su cabeza y echar un vistazo a su querido obrero, cristalizando de dolor. Entendió que era su forma de despedirse de ese amor inicial, tan puro para ellos y tan prohibido para otros. La novia no tenía la remota idea de cómo sería su vida al lado de ese misterioso tritón, pero muy en el fondo de su ser sabía que le gustaría descubrirlo. La marcha nupcial cesó al llegar a las cataratas mágicas, donde el imponente castillo Medusa aguardaba silencioso a su nueva esposa, todos los delfines se colocaron rodeando la fachada de su nueva morada y el general, siendo el padre de la novia, debía presentar el sacrificio para el rito sagrado: su primogénita.

El tritón Mermaid bajó del carruaje llevando consigo a su hija.

—¡Yo, general del sagrado ejército de Neptuno, presento esta noche nupcial el sacrificio para el ritual! —El general tiró de la aleta superior de su hija, obligándola a girar en su lugar, mostrando el sacrificio viviente ante todos los presentes—. ¡Mi honorable primogénita Aquamarine! ¡Tan bella como las estrellas! ¡Tan brillante como la luna! ¡Su juventud y hermosura complacerá al más exigente de los guerreros del océano! ¿Acepta el capitán Trevel este sacrificio? 

Las puertas de oro del castillo Medusa se abrieron de par en par, y todos el clan Mermaid estalló en chapoteos y cánticos de júbilo tras la aceptación del sacrificio. Aqua quedó perpleja ante la hermosura del amplio jardín del castillo, todo estaba adornado de una manera hipnótica, un derroche exorbitante de riqueza. La bruja Kristel, un pulpo hembra violeta muy hermosa y refinada, estaba a cargo de la ceremonia central. Ella invitó a la novia a nadar hacia la roca del sacrificio sagrado frente a un hermoso altar habituado especialmente para ese claro de luna. Aqua no entendía porqué su corazón palpitaba acelerado en su pecho, si era por temor o dicha, pero lo cierto fue que no le desagradó la sensación en lo absoluto, sobre todo sabiendo que después de la ceremonia, Nereo sería libre de nuevo.

—¡Este claro de luna nos junta en un acontecimiento especial! El honorable capitán Trevel aceptó a esta bella sirena en sacrificio, y no solo unirá sus almas en sagrado matrimonio, sino también a dos respetables comunidades bajo el mar. "Los Corales Lunares" y "Las Islas Medusa" ahora serán una sola, vivamos en armonía y hermandad luego de esta dichosa unión. ¡Qué el rito comience! —Anunció Kristel.

La escolta de tritones avanzaron sus aletas hacia el interior del castillo Medusa, Aquamarine ahogó un burbujeo y desplazó lentamente su cola hasta llegar al medio del patio principal de su nuevo hogar. Bellas lámparas de flama volcánica estaban distribuidas por los contornos, la estrella de David estaba pintada en medio del piso de cristal tornasolado, una tinta roja y brillante, piletas de polvo de estrellas en cada triángulo del escenario, y más allá, al fondo detrás de un arco de oro inmenso estaba el capitán Trevel vestido con su dorada armadura ceremonial, sentado en un trono digno de un rey a la espera del espectáculo. 

Las caracolas sagradas fueron tocadas para el deleite del guerrero, había llegado el momento de complacer su vista y branquias auditivas con su preciosa esposa.

—El sacrificio se presenta ante el capitán Trevel para entregar su vida en sagrado matrimonio. Esta elección sólo se da una vez en la existencia de una sirena, convirtiéndose en su eterna compañera aún después de la muerte. El amor purifica las cosas y este ser impuro será purificado esta ola para emprender una nueva vida junto a su dueño y amo, ¡qué el ritual sea iniciado! —Kristel observó atentamente a la sirena—. Entra al círculo sagrado, Aquamarine.

La novia obedeció perturbada, y contempló maravillada que un enorme círculo de luces mágicas iluminado por polvo de hadas, rodeó la estrella. Todos los asistentes al evento tararearon sorprendidos.

—¡Yo, Aquamarine Mermaid, hija del general más temido del ejército de Neptuno, heredera del clan que es cuna de los soberanos brujos en el océano, proveniente de una casta intachable, me presento como sacrificio a usted, Tristán Trevel! ¡Le ruego me conceda el honor de ser su esposa!

—¡Invoco el poder de los cinco elementos,el sacrificio deberá presentarlos ante altar! —Kristel extendió sus tentáculos en dirección de la futura esposa del guerrero—. Aquamarine es tiempo de presentar los objetos.

—¡Yo te entrego mis riquezas! —Aqua se pronunció y de inmediato ocho ondinas, sirvientas de su castillo, nadaron hacia la estrella sosteniendo de dos en dos cuatro enormes cofres repletos de sus joyas adquiridas durante sus meridianos de soltera—. ¿Acepta mi honorable esposo este elemento?

—¡Sí, acepto! —Tormeó el sanguinario guerrero desde su trono aún asombrado, viendo como las sirvientas soltaban los pesados cofres entre quejidos y se retiraron.

Meticulosamente contempló la hermosura de su nueva compañera, y su marca oficial en la piel de la sirena. El capitán desenfundó su poderosa espada y apuntó a su esposa, unas burbujas salieron de prisa de la filosa arma mortal, las pompas mágicas reventaron al contacto con la piel de la sirena, convirtiéndose en hechizos en forma de minúsculas mariposas que se tatuaron en ella.

—¡Yo te entrego el honor de mi casta! —Aquamarine continuó el rito, apuntó con su dedo anular a un soldado quien cargaba el primer trofeo de guerra de su padre, y lo dejó encima de un cofre atrayendo los cánticos de asombro de los invitados—. ¿Acepta mi querido esposo este elemento?

Una sonrisa radiante se dibujó en el rostro serio del guerrero, mientras observaba encantado el dorado trofeo del general Mermaid que pasaba a ser parte de sus pertenencias personales. Tristán había escuchado cientos de veces sobre las grandes hazañas y los premios del general, pero jamás había visto el emblema antiguo de Neptuno tan cerca. Tristán soltó un remolino de viento desde la punta de su espada el cual envolvió a su esposa, cuando el hechizo terminó el trofeo de convirtió en un bello collar que colgó del cuello de Aquamarine, cuyo dije era el escudo del clan Trevel.

—Será un honor para mí aceptar tan preciado elemento —respondió Trevel, y le regaló una sonrisa de lado mostrando una reacción bastante infantil.

—¡Yo te ofrezco mi mágica y perpetua belleza para el deleite de tu lecho por toda la eternidad! —Declaró Aqua, dos sirvientas acercaron el trozo de tela brillante, nadaron a su encuentro cubriendo su larga cabellera con el precioso velo nupcial de su madre—. ¿Acepta mi vigoroso esposo este elemento? 

—¡Acepto! —Tristán soltó un fuerte tormeo expulsando un fénix en llamas desde su boca, el ave nadó alrededor de su esposa desplegando sus alas de fuego, y el aliento de la sirena estaba a punto de abandonarla cuando vio aletear a esa magnífica criatura tan cerca de ella. El fénix aterrizó en sus manos y desapareció en una bruma de arena, dejando dos aros preciosos en las palmas de la novia, esas joyas estaban grabadas con la marca del apellido de su esposo. Aqua observó los círculos de oro muy emocionada, mientras Tristán se lamió los labios con lascivia, estaba ansioso por hacer gozar a su esposa en su lecho—. Pero cristalino que acepto este elemento, deliciosa...

Un calor sofocante invadió su interior, Aqua se había excitado tan solo de imaginar lo que su esposo le haría en el lecho nupcial, dejó escapar un burbujeo que fue captado por su compañero, los ojos del guerrero se encendieron de lujuria y tormeó desesperado para continuar con la ceremonia.

Aquamarine estaba en un gran dilema, ¿qué pretexto cantaría para quedarse con los cristales de Nereo? Y lo más importante, ¿dónde estaba el wallano en ese momento?

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