Respiro lenta y tranquilamente. Veo a mi primera víctima. Un chico de mi edad. Con el pelo grisáceo. No muy alto. 

Me acero a él por detrás, cuando lo tengo en el punto de mira y voy a disparar, mis manos tiemblan y sé que no puedo matarle. Bajo el arma y me doy la vuelta alejándome de él. Sin embargo, oigo un sonido detrás mío. Ha pisado una rama mientras me seguía. Levanta las manos y me saluda en son de paz. No confío en él, guardo mi pistola para que pueda verla y no me infravalore. 

Entonces rapidamente levanata la suya y dispara en mi dirección.