Noto la tensión en el ambiente, están apunto de decir los nombres de los que participaremos en el juego. Cuando Dios se cansa de serlo, se organiza en nuestro pueblo una competición a muerte para determinar a su sucesor eligiéndose aleatoriamente diez participantes. No importa si es alguien de tu familia o un conocido, en el mismo momento en que dicen tu nombre debes estar preparado para apuntar y disparar. Son ellos o tu. Una simple decisión que yo tomé hace mucho tiempo desde que me dijeron que podría concursar en él.

Siempre he querido participar, pienso ganar y convertirme en dios. No es que quiera serlo, pero tampoco tengo nada que perder y mi vida es demasiado aburrida y solitaria para importarme morir en el intento.

Además no hay nadie en este pueblo que merezca mi compasión en este juego por lo cual no me achantaré por nada. Me relamo y espero pacientemente a que digan mi nombre. Sé que hay pocas posibilidades pero algo dentro de mi dice que me tocará.