Capítulo 33

Supongo que los códigos de la amistad se vuelven  obsoletos cuando entra un hombre en escena...

— ¿Te acostaste con mi novio? —Sindy gritó, su voz llena de incredulidad y rabia.

Alana no se amedrentó ante el ataque de ira de la rubia. Era necesario que todas las verdades salieran a la luz, así que contestó a su pregunta con calma, pero firme.

— Tu novio, no sé si con tu conocimiento… se dedicó con gran habilidad a envolverme en su red, utilizando manipulaciones y engaños. Lo admito, me enamoré de Dylan y luché contra ese sentimiento más de lo que puedes imaginar, porque tu amistad significaba mucho para mí. Pero caí, y me sentí terriblemente culpable por ti, a pesar de saber que tú no lo amabas, porque nunca has amado a un hombre, solo los usas para tu beneficio. Pero este detalle no justifica la deslealtad que cometí al involucrarme con él mientras salía contigo. Yo esperé a que regresaras para contarte la verdad, pero entonces descubrí una verdad aún más devastadora. Ellos me estaban utilizando en una apuesta, y tú eras su cómplice. Yo te traicioné porque me enamoré, pero tú me traicionaste a cambio de agradar a esos dos sinvergüenzas.

Sindy comenzó a aplaudir de manera sarcástica y se acercó peligrosamente a Alana.

— Vienes aquí a darme un discurso barato, haciéndome sentir como una mierda, y resulta que te acostaste con mi maldito novio —Sindy rio con malicia mientras lágrimas brotaban de sus ojos—. Yo buscando a la zorra que me lo estaba quitando, y resulta que la muy perra era la persona en quien más he confiado... siempre fuiste tú... la que estaba en el Bryant Park... La que estaba con él cuando me fui de viaje... Por ti, no contestaba las llamadas —Sindy caminaba de un lado a otro mientras recordaba—. Por eso nunca querías que te preguntara por la supuesta mujer que andaba con Dylan, porque eras tú... Alana, eres de lo peor. Con tu cara de mosca muerta, me has jodido todo este tiempo —gritó.

Alana suspiró profundamente. —No voy a perder el tiempo contándote mi historia ni justificándome, porque eso ya no importa. Él está contigo, siempre ha sido tuyo... yo solo fui un juego, un trofeo. Y para tu paz mental, Dylan Gallagher está muerto para mí.

— Qué bueno que lo entiendas —contestó Sindy con sarcasmo—. Ese hombre es mío, y nunca, escúchalo bien... nunca lo dejaré, y menos para que se vaya contigo.

Alana soltó una risa amarga.

— Dudo mucho que Dylan sea "tuyo"... Pero si quieres creerlo, es tu problema. En lo que a mí respecta, quiero a ese hombre lo más lejos posible de mi vida, y no hace falta decirte que siento lo mismo respecto a ti. Creo que el sentimiento es mutuo.

Sindy apretó los puños y espetó con veneno en sus palabras.

— Por supuesto que es mutuo, y de ahora en adelante, ten mucho cuidado. Lo que me has hecho te lo haré pagar con sangre.

Alana la miró sin mostrar miedo.

— Tus amenazas no me intimidan.

Tomando su bolso, Alana se dirigió hacia la puerta con determinación.

— Una última cosa —se giró para enfrentar a Sindy—. Cumpliré mi palabra de mantenerme alejada de Dylan, siempre y cuando cierres la boca y no le cuentes a él ni a Bryan que estoy enterada de la apuesta, al menos hasta esta noche. Porque si lo haces, te aseguro que no saldré de la cama de tu novio por mucho tiempo, y dudo mucho que quieras eso.

Sindy, llena de rabia y frustración, gritó mientras Alana cerraba la puerta tras de sí.

— Eres una maldita zorra, jamás lo tendrás... ¡Jamás!
🌟 🌟 🌟 🌟 🌟 🌟
Alana y Bryan llegaron a la discoteca 1Oak, ubicada en el corazón de la ciudad, que como siempre estaba a reventar. El bullicio de la multitud y la energía palpable inundaban el ambiente, mientras la música de alta calidad y la impresionante iluminación creaban una atmósfera vibrante y emocionante.
Cuando entraron por las puertas de 1Oak, se dieron cuenta de que no había un solo asiento disponible. A diferencia de Dylan, Bryan no tenía tanta influencia como para que le asignaran una mesa sin reservación previa, por lo que Alana y Bryan se dirigieron a la barra, donde esperarían pacientemente a que alguna de las mesas VIP se desocupara.
Era evidente que Sindy había cumplido su cometido al mencionar la falta de ropa interior, ya que la mirada de Duboin era incómoda. Era un ingenuo si creía en las mentiras de su ex amiga.

— ¿Quieres bailar? —le susurró Bryan al oído de Alana.

— Prefiero quedarme aquí, tomar algo y disfrutar del ambiente —respondió con un tono algo brusco.

— Lo haremos como tú quieras... ¿Te he dicho que estás absolutamente deliciosa esa noche? — Preguntó mientras apoyaba una mano en su brazo.
— Sí, creo que es la cuarta vez que me lo dices. — Respondió con una falsa sonrisa.
Ella le retiró con sutileza la mano que había apoyado en su brazo.
— Es que no puedo evitarlo, me vuelves loco.

Alana se quedó pensativa por un momento.

— ¿Qué es lo que realmente te gusta de mí, además de mi físico? Dices que te enloquezco, pero, ¿qué más?

Él la miró con extrañeza.

— Me gusta todo de ti.

Ella esbozó una sonrisa.

— Esa es una respuesta bastante genérica. Pensé que serías más detallista.

— ¿Qué quieres que te diga? Simplemente, me encantas en todos los aspectos.

— ¿Y qué imaginas para nuestra relación? ¿Será solo sexo?

— Alana, ¿te he dado la impresión de que solo quiero sexo contigo? Puedes preguntarle a tu mejor amiga lo ansioso que estabas porque sucediera algo entre nosotros. Me gustas desde el momento en que te vi, y estoy seguro de que estar contigo mejorará mi vida.

— No lo dudo.

Alana saboreó su Bloody Mary mientras exploraba el local con la mirada. Cuando notó la ubicación de los baños, decidió comunicárselo a Bryan.

— Voy al tocador, ya regreso —anunció.

Él asintió y terminó su Gin Tonic de un solo trago antes de intentar darle un beso al cogerla por la cintura, pero Alana se apartó. En sus ojos notó un brillo malicioso que le hizo sentir cierta incomodidad.

Después de pasar varios minutos en el tocador, Alana regresó junto al modelo. Cuando Bryan la vio, le dedicó una sonrisa que le hizo sentir como si fuera su presa.

— Te has tomado tu tiempo, casi iba a buscarte —comentó Bryan con un tono sugerente.

— El baño estaba lleno de gente —contestó ella.

Unas chicas pasaron cerca de ellos, lo miraron a él y soltaron risas.

— ¿Las conoces? —preguntó Bryan.

— Ni idea, tal vez te reconocieron a ti.
— Parece que a donde quiera que voy, las mujeres se vuelven locas por mí —dijo Bryan con un tono empalagoso que le provocó náuseas a Alana—. ¿Entonces, preciosa, quieres bailar ahora? —preguntó mientras le daba un beso en el cuello, lo cual hizo que se le revolviera el estómago de asco.

Esperaba con ansias que Dylan estuviera en algún rincón del local. Estaba segura de que él no se perdería esa salida, ya que estaban en juego sus valiosos activos. Suspiró con resentimiento mientras buscaba con la mirada a Dylan entre la multitud.

— No tengo ganas — respondió Alana.

— ¿Quieres otro cóctel, quizás algo más fuerte con alcohol? — sugirió Bryan.

— No, quiero estar completamente sobria — Alana miró su reloj — Es un poco tarde, ya es hora de que me vaya.

Bryan se alarmó.

— ¿A dónde? — preguntó con preocupación.

— A mi casa, tuve un día agitado y estoy cansada.

Bryan intentó persuadirla.

— En ese caso, vámonos. Yo te daré un masaje delicioso, y si quieres, puedo ayudarte a aliviar el cansancio en el coche.

Alana frunció el ceño.

— Eso será imposible, porque pienso irme sola.

Bryan mostró su enojo.

— ¿Otra vez? — preguntó airado — no puede ser — se pasó la mano por su cabello — has estado provocándome toda la jodida noche. Dijiste que hoy terminaríamos lo que empezamos.

— Y eso es precisamente lo que estoy haciendo — respondió Alana con sarcasmo — terminando con todo.

— ¿A qué te refieres?

— Has perdido la apuesta que hiciste con Dylan, porque no me acostaré contigo ni hoy, ni mañana, ni nunca. Me das asco. Eres un ser despreciable. Puedes tener una cara bonita y un cuerpo envidiable, y muchas mujeres pueden caer rendidas a tus pies, ¿pero sabes lo que yo veo?

— ¿Qué ves? — preguntó Bryan, sintiendo que la rabia recorría su interior como un río caudaloso.

— Veo a un hombre rico que puede tener todo lo que desee, pero que jamás será feliz porque su obsesión por el éxito de los demás lo devora. Aunque obtengas lo que quieras, nunca estarás satisfecho porque eres insaciable. A pesar de tu apariencia atractiva por fuera, estás podrido por dentro — Alana habló con firmeza — Y Por cierto, ¿Saques qué? Hoy invité a una compañera que es periodista, y está emocionada por conocer la historia de esta apuesta. Le conté todos los detalles, y pronto lo compartirá en sus redes sociales. Todos se enterarán de lo despreciable que eres.
Sin más que decir, Alana le dio una bofetada con todas sus fuerzas.
— Esto es por apostarme. No soy un objeto; soy una mujer con principios y valores. Jamás me acostaría con un cerdo arrogante como tú, incluso si fueras el último hombre en la Tierra —  Alana  le guiñó un ojo y se giró, saliendo de la discoteca bajo las miradas incrédulas de muchos que observaban el espectáculo.
Una vez afuera, inspiró y exhaló varias veces para calmar sus nervios. Decidió caminar para encontrar un taxi, ya que la entrada del local estaba abarrotada de personas, lo que Alana no sabía hasta que punto Bryan Duboin era un ser despreciable ni hasta donde era capaz de llegar.

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