Capítulo 31


Aquel que no celoso, no está enamorado...

El desconocido se acercó a la cama de Alana, y su presencia se hacía evidente mientras sus latidos retumbaban como golpes de tambor en sus oídos. La tenue luz de la calle reveló su identidad cuando se sentó en la cama. Era él.

- Dylan... - exclamó Alana, una mezcla de temor y alivio inundando su voz - ¡por el amor de Dios, me diste un buen susto!

- ¿Estás aquí? - preguntó él con asombro - ¿No te quedaste con él? - su tono reflejaba incredulidad.

- ¿Qué haces en mi habitación? - inquirió Alana con enojo.

Él simplemente ignoró la pregunta y tomó su rostro entre las manos, acariciando sus mejillas con los pulgares mientras la acercaba a él.

- ¿Nena, a qué estás jugando? - preguntó con tanta ternura en su voz que la desarmó por completo.

- El único jugador aquí eres tú, deberías saber a qué estoy jugando - respondió Alana.

Dylan acercó su frente a la de ella, sus labios entreabiertos rozaron los de Alana, y su aliento chocó contra su boca, haciendo tambalear las defensas de Alana.

- Mi único juego es tenerte - susurró él con voz ronca - Sé que soy un hombre de mierda, que no te merezco... Pero esto que siento por ti es tan fuerte. Cuando te vi en brazos de otro y cómo le sonreías, sentí unos celos asesinos... ¡Maldita sea! Quiero que tu sonrisa sea solo para mí... Ese tipo no es más que un trofeo. No te necesita como yo te necesito a ti...

Alana resopló con indignación.

- No mientas.

- No estoy mintiendo, esa es mi jodida verdad. Dime, ¿te acostaste con él?

- ¿Por qué debería importarte si me acosté con él? - Preguntó Alana, sintiéndose a la defensiva.

Dylan afirmó con determinación:

- Me importa, me importa mucho... Eres solo mía, tu cuerpo es mío, igual que yo soy solo tuyo, mi amor. - Le dio un beso tierno en los labios.

- Dylan, no... - Ella se soltó de su agarre - sal de mi habitación... Sindy podría encontrarte aquí.

- Me importa una mierda, Sindy o el imbécil de Bryan... Solo me importas tú.

- Deja de mentir, claro que Sindy te interesa, por eso estás aquí esta noche.

- Nena, estoy aquí solo por ti. Tu indiferencia esta noche me lastimó, me jodió. Sé que estás dolida, pensando lo que no es, pero créeme cuando te digo que te amo y que no hay nadie más en mi vida.

Dylan se abalanzó sobre ella y la besó con tal intensidad que la hizo jadear. No era un beso cualquiera, era un beso de posesión, él la estaba reclamando como suya. Sus cuerpos se atrajeron, se alinearon, se fundieron en un abrazo apasionado.

Él se quitó la camisa, y las manos de Alana cobraron vida, trazando un sendero sensual sobre el torso de él, deteniéndose en el amplio pecho, para luego descender lentamente por el valle irregular de sus abdominales. Finalmente, ascendieron por los costados hasta llegar a esa espalda firme y dura, enterrando sus dedos con desesperación.

En ese momento, nada más importaba que el placer ilimitado de ese beso y la excitación de sus sentidos llevados a niveles inimaginables. Dylan introdujo su mano debajo de la camiseta de Alana, deslizándola por su cintura, recorriendo sus costillas y ascendiendo hasta el suave montículo de su pecho, que llenó completamente su palma.

Alana jadeó ante la extraordinaria sensación. Con el corazón acelerado, su piel suplicaba que él la tocara, y en ese momento, silenció todas las voces que le advertían que podría arrepentirse.

En lugar de eso, dejó escapar un gemido con su nombre mientras su corazón gritaba que era suya por completo, y él lo sabía.

- Eres deliciosa - dijo con una voz ronca que encendió sus entrañas.

Él continuó besándola, explorando su boca, su cuello, deslizando sus manos por sus piernas. Su miembro rígido se presionó contra su vientre, y ella instintivamente se frotó contra su erección. Un pequeño gemido escapó de los labios de Alana mientras el pulgar de Dylan rozaba la tela de sus bragas y luego presionaba con firmeza, deslizándolo hacia arriba y abajo, mientras su lengua danzaba contra su lóbulo de la oreja antes de succionarlo con fuerza. Movió las braguitas a un lado y deslizó un dedo dentro de ella.

Los jadeos de Alana se volvieron más profundos y su deseo, más intenso. Sus caderas se arquearon hacia él, ansiosas de que su dureza la llenara por completo. Se frotaba sin inhibiciones contra sus dedos, rogando por ese contacto que había extrañado tanto.

De repente, el sonido de unas llaves y luego una puerta cerrándose los hizo detenerse. Sindy había llegado. Alana lo apartó rápidamente.

- Tienes que salir de aquí, no puede encontrarnos así - susurró nerviosa.

- Nena, necesitamos hablar. - Insistió él.

- Tú y yo no tenemos nada de qué hablar - dijo en voz baja - por favor, vete. - Le entregó su camisa y lo empujó hacia afuera al darse cuenta de que Sindy estaba en su habitación.

Él la tomó del cuello y le dio un último beso antes de marcharse.

Alana sabía que había cometido un error y sintió que debía poner fin a ese juego sin sentido lo antes posible. Al principio, su intención era clara: incomodarlo, presionarlo, hacerle creer que se acostaría con Bryan. Pero ni la rabia ni el dolor eran lo suficientemente fuertes como para resistir la cercanía de Dylan, sus besos y caricias que lograban agitar su corazón como nadie más podía hacerlo. No podía perdonarse a sí misma por haber cedido, cuando la única meta de Dylan era mantenerla alejada de Bryan. Sabía que él no se detendría en su intento de seducirla, pero ella se había prometido a sí misma que no volvería a ceder.

Una vez que sintió a Dylan salir del departamento sin ser detectado, Alana regresó a la cama. Con la cabeza más fría, se reprendió duramente por ser tan ingenua al pensar que podía manejar la situación. No estaba preparada para esos juegos, porque sus sentimientos hacia Dylan eran genuinos. A pesar de ser plenamente consciente de quién era él y de la forma despiadada en que la había utilizado, el amor seguía ardiendo en su interior.

✨ ✨ ✨ ✨ ✨ ✨

Alana salió temprano de casa de Janet, llevándose las últimas pertenencias que le quedaban en ese lugar. Antes de partir, echó un vistazo al departamento y sintió una profunda tristeza inundar su ser. Recordó con nostalgia el día en que lo habían encontrado por primera vez. Tanto ella como Sindy estaban llenas de emoción, embarcándose en su primera aventura como mujeres independientes. Pasaron días enteros decorándolo, recorriendo los suburbios en busca de ofertas, y regateando con vendedores para conseguir objetos que añadirían un toque acogedor a su nuevo refugio.

Se vio a sí misma en ese sofá, riéndose a carcajadas junto a Sindy mientras veían películas absurdas. Recordó las horas de estudio, con Sindy haciendo de paciente para que ella practicara sus maniobras y pudiera aprobar sus exámenes. También revivió los momentos en que su amiga estaba deprimida, y para animarla se embarcaban en expediciones al supermercado, gastando sus ahorros en todo tipo de helados y probándolos todos en busca de uno nuevo favorito.

Eran recuerdos entrañables que ahora parecían envueltos en una bruma melancólica. Alana salió del apartamento con prisa, no deseando seguir rememorando momentos que le causaban tanto dolor.

✨ ✨ ✨ ✨ ✨ ✨

- No es necesario que me des tanto dinero - Janet comentó, mostrando preocupación en su rostro.

- Es el pago por el alquiler - insistió Alana.

- Es demasiado. Recuerda que no estamos en Manhattan; esto es Brooklyn, y nuestro vecindario dista mucho de ser tan sofisticado como Winter Village.

- Janet, sé que lo necesitas - Alana persistió - escuché la conversación con tu padre. La hipoteca está a punto de vencer.

La morena negó con la cabeza.

- Estoy segura de que mi hermano me prestaría el dinero...

Alana la interrumpió.

- Si él te lo presta, devuélvemelo. Pero si no, úsalo para pagar tus deudas. No creas que no me doy cuenta de que tu trabajo de camarera no te rinde lo suficiente. Además, nuestra carrera es demandante y costosa. Si voy a vivir contigo, pienso ayudarte.

Janet se vio obligada a aceptar.

- Gracias, amiga - dijo mientras la abrazaba.

- No me lo agradezcas. Sé que harías lo mismo por mí.

Alana se quedó en la casa de Janet, acondicionando su habitación y dándose tiempo para lo que sería su última visita a Sindy.

✨ ✨ ✨ ✨ ✨ ✨

Ya instalada en su nueva habitación, Alana comenzó a tomar medidas finales para cortar los lazos con su pasado. Tomó su teléfono y llamó a Sindy.

- Alys - contestó Sindy casi de inmediato.

- ¿Dónde estás? Necesito hablar contigo - le dijo Alana en un tono serio.

- Estoy aquí, en casa de mi amorcito - respondió la rubia riéndose.

Pensó Alana enojada, <<Está con él>>. Cerró los ojos y trató de calmar el malestar que aguijoneaba su estómago. <<¿Cómo puedo ser tan idiota como para creerle sus mentiras, cuando no pierde tiempo en estar con ella?>>.

Sindy continuó hablando:

- Imagínate que el pobre bebió más de la cuenta. Yo estoy aquí consintiéndolo para que se le pase el dolor de cabeza que lo está matando... Hablando de otras cosas, me muero de curiosidad por saber cómo te fue anoche.

- No muy bien - respondió Alana fingiendo estar triste - se presentó un inconveniente y tuve que irme. No pasó nada de nada, por eso necesitaba tu ayuda, porque ahora estoy más que dispuesta a terminar lo que comencé con Bryan.

- ¡No puede ser! Eso es terrible - Sindy se quedó callada unos segundos - tienes que llamarlo y debes ponerle emoción a esa llamada. Anoche estaba muy emocionado... Que lo dejaras plantado pudo ser contraproducente, debe estar decepcionado... ¿Qué fue ese inconveniente? - preguntó Sindy con curiosidad.

- Una cita con unos amigos.

- ¿Qué amigos?

- No los conoces... era importante.

- Deben ser muy importantes como para perderte la follada de tu vida.

- No hables de esas cosas así tan campante, Dylan puede escucharte - dijo Alana con falso pudor.

- Mi amorcito no es para nada mojigato, además está viendo el juego, no creo que le interese nada de lo que estamos hablando.

Alana sonrió con malicia, ya que estaba segura de que Dylan estaba más que interesado en su conversación, por eso prolongó el tema.

- Tienes razón, debo llamarlo, pero no tengo ni idea de cómo ponerle emoción a nuestra conversación. ¿Qué me aconsejas? Tú eres una experta en el tema - preguntó Alana.

- Lo primero que debes hacer - dijo la rubia emocionada - es saludarlo y entre una cosa y otra, le dices que estás apenada por lo de anoche y que quieres remediarlo.

- De acuerdo, ¿tan solo eso o tienes alguna otra idea? - insistió Alana.

- Se me ocurrió una idea genial. ¿Recuerdas el vestido Valentino rojo que tanto te gustó?

- Sí, lo recuerdo.

- Es perfecto para tu cita. En el momento en que estés hablando con él de manera muy sutil, le haces saber que esta noche quieres ir a lo seguro y que no llevarás ropa interior. Verás que ese hombre se volverá loco y no pensará en otra cosa que no seas tú.

- Eso suena muy arriesgado. ¿Crees que funcionará? - preguntó Alana, sonriendo mientras imaginaba la reacción de Dylan.

- Confía en mí - continuó Sindy - funcionará. De hecho, mejor déjame a mí encargarme de eso. Yo lo llamaré, así será más natural. Le sugeriré que te lleve al 1OAK para que calienten motores y luego se dirijan a un lugar más íntimo donde puedas recibir el mejor polvo de tu vida... Ya me lo agradecerás.

Alana pensó en silencio, <<Y yo que pensaba que eras mi mejor amiga>>.

- ¿Qué haría yo sin ti? - respondió finalmente. - Me fascina tu idea, y parece que leíste mis pensamientos, porque esa discoteca es precisamente a la que quiero ir. Es el lugar más exclusivo de Manhattan y donde se reúne el círculo de amistades de Bryan. Nos hará sentirnos más en sintonía.

- Si no tuviera que trabajar esta noche, iría con mi amor y pasaríamos un rato con ustedes - dijo Sindy en un tono lastimero.

- Sí, es una lástima que no puedas estar allí - respondió Alana.

- ¡Qué rabia! - dijo Sindy en tono afligido.

- No te entretengo más, pero me gustaría verte antes de que te vayas al desfile. Tenemos algo muy importante de qué hablar, y también necesito que me des esos consejos tan acertados para hacer que esta noche sea inolvidable para Bryan.

- Déjame despedirme de mi amorcito y luego salgo para el apartamento. No tardo, estaré allí en menos de una hora.

Cuando Sindy abandonó su piso, Dylan parecía un león enjaulado. Estaba celoso, desesperado, perturbado. Deseaba mandarlo todo al diablo, pero lo que sentía por Alana no lo dejaba en paz. Moría de celos lentamente solo con imaginar a Duboin y Alana juntos. La simple idea quemaba su interior. Era casi más de lo que un hombre podía soportar: temer por ella y estar enfurecido al mismo tiempo. Estaba profundamente enamorado y la quería a su lado, no iba a permitir que ese maldito imbécil pusiera una mano sobre ella.

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