Capítulo 30

— ¡Dylan! — La voz de su asistente interrumpió el momento y Alana se separó de inmediato. Aprovechó la oportunidad para alejarse antes de que él reaccionara.

Dylan maldijo en voz baja. Erika, su asistente, lo confrontó con las manos en la cintura.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — inquirió con un tono de desaprobación. — Los clientes te están esperando. ¿No puedes dejar a las mujeres por un momento?

Dylan la miró con un ceño fruncido y su voz era cortante como un cuchillo afilado.

— Yo que tú me callaba y dejaba de joder, porque no estoy de humor para aguantarte.

Con esas palabras, Dylan pasó junto a su asistente y se dirigió hacia el salón principal, dejándola con la boca abierta por su reacción tan brusca.

Mientras tanto, Alana volvió junto a Bryan, su cuerpo aún vibraba con la tensión del beso con Dylan. Su corazón latía descontroladamente, su piel clamaba las caricias de Dylan, y su boca ansiaba esos labios que la habían hecho sentirse en el paraíso. Pero se recordó a sí misma por qué estaba allí y que Dylan solo estaba jugando con ella.

— Estás muy callada, ¿estás bien? — preguntó Bryan, preocupado.

— Sí, perfectamente. — respondió ella, forzando una sonrisa.

Bryan la miró con orgullo, pensando que su silencio se debía a estar con él, lo que le hizo sentirse más confiado.

— Me gustas mucho, Alana. No quiero asustarte, pero necesitaba decírtelo, porque no sé si tendré otra oportunidad contigo. Sé que te prometí que solo seríamos amigos, pero es difícil mantener esa promesa cuando te veo aquí, tan hermosa y deslumbrante.

El estómago de Alana se revolvió ante su cercanía.

— Seguro que dices eso a todas.

Bryan sonrió y continuó coqueteando con ella.

— No soy tan mujeriego como parezco.

Alana soltó una risa.

— Eso no fue lo que me dijiste la primera vez que nos vimos.

Bryan se rió y siguió coqueteándole.

— Quería impresionarte, y en ese momento, no me gustabas tanto como ahora.

Se acercó para intentar besarla, pero Alana hábilmente lo evitó.

— No me gustan las demostraciones públicas de cariño. — Le susurró.

— Lo siento, pero no puedo evitar querer besarte. — Volvió a acercarse, pero esta vez, Alana puso su mano en su boca.

— No ahora, ya te lo dije... dejemos lo mejor para el final.

Bryan la miró intensamente, deseando besarla de nuevo, pero finalmente desistió.

— Quiero que esto termine pronto para que tú y yo podamos retirarnos a un lugar más íntimo. — Le dijo con voz melosa.

— Yo también estoy deseándolo. — Alana imitó el tono meloso que Sindy solía usar cuando quería conseguir algo.

✨✨✨✨✨✨

Dylan llevó el vaso de whisky a sus labios, pero su mirada no se apartó ni un segundo de Alana, quien estaba enredada con ese desgraciado. Se sentía abrasado por dentro, controlándose para no ir allí y romperle la cara a Bryan antes de llevársela lejos de ese lugar, como en los viejos tiempos. Pero sabía que debía evitar un escándalo que la perjudicaría a ella. ¿Qué demonios le pasaba a esa mujer? Se preguntó una y otra vez. Su mente estaba hecha un lío, ya que aunque sus palabras le habían herido, su cuerpo clamaba por ella. Seguía siendo suya, no tenía duda de eso. Estaba convencido de que su actitud se debía a que creía erróneamente que él seguía con Sindy.

Esa idea lo frustraba. No podía decirle la verdad, pero estaba decidido a no perder a la mujer que amaba.

Sindy interrumpió sus pensamientos al acercarse y preguntar dulcemente:

— ¿Cariño, por qué tienes esa cara?

Dylan suspiró pesadamente.

— He tenido un día de mierda. — Respondió malhumorado.

Ella continuó con su tono burlón.

— ¿Tiene algo que ver con esos dos tortolitos?

Dylan la fulminó con la mirada.

— ¿Y qué le habrá dado a tu amiga por estar con él? — Preguntó en tono serio pero atento a las palabras de Sindy.

— No lo sé, tal vez la perseverancia de Bryan, me imagino.

— ¿Los días que estuvo desaparecida, estaba con él?

—  No lo creo.

— ¿Por qué?

—  Porque Bryan no sabía dónde estaba ella, y se sorprendió al verla hoy.

Dylan suspiró aliviado por la respuesta de Sindy.

Ella colocó una mano en su pecho y comenzó a acariciarlo a través de la ropa.

— ¿Qué te parece si abandonamos este aburrido coctel y nos retiramos a tu apartamento para divertirnos de una forma más excitante?

Dylan frunció el ceño.

— Sindy, quiero que recuerdes lo que hablamos la última vez. — Dylan tomó un largo sorbo de whisky y continuó con voz pausada: — Lo que tienes en mente ahora no va a suceder.

— Podemos intentar que lo nuestro funcione, como antes. — Dijo ella con tono suplicante. — No te exigiré nada, solo pasemos tiempo juntos de nuevo.

Dylan se preparaba para responder cuando el animador del evento anunció que el desfile iba a comenzar. Todos los invitados tomaron sus asientos, y por una hora, Dylan tuvo que concentrarse en la prensa y en los clientes interesados en su trabajo. Esto calmó un poco su sangre, pero al finalizar el evento, su tormento apenas estaba comenzando.

Bryan se acercó con desfachatez, acompañado de Alana.

— Todo estuvo excelente, pero el desfile de la semana de la moda al que asistiré será mucho mejor. — Dijo Bryan con arrogancia mientras Alana sonreía, cautivada por sus palabras. — Gallagher, nos volvemos a encontrar. Estábamos buscando a Sindy, pero ya que te encontramos a ti, te daremos el mensaje.

Dylan lo miró con brusquedad.

— ¿Qué quieres? — Preguntó con rudeza.

Bryan sonrió con suficiencia.

— Esta belleza y yo nos retiramos. Queremos más privacidad. Dile a Sindy que vendrá conmigo y que no volverá a dormir aquí.

Dylan apretó los puños y miró a su alrededor, pero luego clavó sus ojos en Alana y habló con voz gélida:

— No irán a ningún lado.

Alana sintió que él estaba a punto de hacer algo temerario. Podía verlo en sus ojos, aunque no sabía si deseaba que eso sucediera o no.

Bryan se rio con desprecio.

— No creo que puedas impedirlo, amigo mío. — Miró a Alana y añadió: — ¿Vamos?

Alana asintió y se volteó para alejarse, pero Dylan la sujetó del brazo con fuerza.

—  He dicho que tú no te vas con este maricón a ningún lado.

—  Suéltame, yo me voy con quien a mí me da la gana — ella se soltó del agarre — No vuelvas a tocarme.

Él la soltó y ella se fue rápidamente con Byan

Dylan iba a ir tras ellos, pero Erika, que estaba detrás de él, escuchó la discusión y lo sujetó fuerte.

—  No cometas una locura, mira cómo estás, nunca te había visto así.

—  Erika ya van dos — le advirtió él — quítate de mi camino.

—  No — contestó ella rotundamente — despídeme si quieres, pero no dejaré que hagas algo de lo que te puedes arrepentir.

—  Se fue con él — dijo frustrado y completamente impotente, sin poder hacer nada, aquello hizo que su furia cobrase todavía más fuerza. — Maldita sea, se fue con él.

✨ ✨ ✨ ✨ ✨ ✨

Alana se acomodó en el asiento de cuero del último modelo de Porsche de Bryan. Cuando él arrancó el motor, su sonrisa de suficiencia todavía estaba intacta, una expresión que Alana deseaba borrar, pero aún no era el momento adecuado para ello.

Sacó su teléfono móvil de su clutch y comenzó a revisarlo distraídamente mientras Bryan conducía.

— ¡Oh, no puede ser! — exclamó repentinamente, sorprendida por lo que vio en la pantalla.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó Bryan, desconcertado.

Alana suspiró profundamente, tratando de mantener la calma.

— Se me olvidó que hoy tenía una reunión con unos amigos a la que no puedo faltar.

Bryan frunció el ceño.

— ¿Cómo que no puedes faltar?

Alana rió coquetamente.

— Son unos amigos que se reúnen una vez por semana, y este día en particular es sagrado. Si falto, básicamente me matan, y créeme, estoy muy joven para morir.

La risa de Bryan no se unió a la suya; en cambio, su rostro mostraba una creciente consternación.

— Alana, pensé que tú y yo íbamos a pasar la noche juntos...

Ella le tocó el brazo con ternura.

— Yo también lo pensé, Bryan, pero no puedo romper este compromiso. Por favor, déjame en la siguiente esquina.

— ¿Que te deje en la siguiente esquina? — preguntó Bryan, con incredulidad.

Alana asintió, expresando su pesar.

— Sí, yo te llevo, te acompaño a la reunión y luego podríamos dar una vuelta por mi casa.

— No puedo, mis amigos no aceptan a personas desconocidas.

— No puedes dejarme así.

— ¿Así cómo? — Alana fingió sorpresa.

Bryan no dudó en expresar su deseo.

— Excitado... estoy empalmado como un adolescente.

La sorpresa de Alana era pura fachada.

— Lo siento, Bryan, me da mucha pena, pero será otra oportunidad. Por favor, déjame en la siguiente esquina.

Bryan la miraba con incredulidad.

— Al menos déjame llevarte a casa de tus amigos.

Alana negó con la cabeza.

— Bryan, he dicho que no, así que respeta mi decisión — declaró ella con tono firme.

Bryan suspiró y se estacionó, pasándose las manos por la cara en frustración.

— De acuerdo. Al menos, prométeme que volveremos a salir.

— Claro, tú y yo saldremos nuevamente y continuaremos lo que comenzamos, de eso no tengas la menor duda.

Alana salió del coche con una sonrisa, lanzándole un beso antes de tomar un taxi. Suspiró con alivio mientras se alejaba de Bryan Duboin. Estar cerca de ese hombre le producía náuseas.

De vuelta en el apartamento que compartía con Sindy, Alana se dirigió directamente a su habitación. Se duchó y se puso una camiseta del equipo de fútbol de la universidad que le había regalado un compañero, que usaba como pijama, y se acostó en su cama.

Intentó dormir y no pensar en nada, pero era imposible. Su mente no dejaba de recordar una y otra vez lo que había ocurrido. Sus pensamientos estaban dominados por Dylan, a su pesar. Recordaba sus palabras y caricias, grabadas en su corazón, y lloró. No sintió ninguna satisfacción después de haberle dicho todo aquello, y mucho menos pasearse con Bryan. Nada la hacía sentir mejor.

En algún momento de la noche, finalmente se quedó dormida. Sin embargo, un ruido la despertó más tarde. La tenue luz de los faroles de la calle se filtraba por la ventana, proporcionando una penumbra suave en su habitación. Un escalofrío recorrió su espalda cuando se dio cuenta de que no estaba sola; alguien más estaba en su habitación.

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