Capítulo 2
La sorpresa
El corazón de Alana dio un salto cuando vio a aquel hombre que estaba rodeado de mujeres y periodistas; su presencia era enigmática y la cautivó de inmediato. Él era ajeno al escrutinio al que estaba siendo sometido.
Era irresistiblemente atractivo: alto, de un metro ochenta y cinco o un poco más, llevaba un traje a la medida negro, su cabello castaño lo llevaba perfectamente peinado y su rostro era tremendamente masculino; tenía una barba de tres días que lo hacía ver increíblemente sexy.
El color de sus ojos no se podía ver desde la distancia en donde se encontraba, pero creía que eran negros o marrones. En ese instante, una chica le dijo algo al oído y él le regaló una arrebatadora sonrisa.
Ese gesto hizo que los niveles de serotonina de Alana descendieran abruptamente en sus neuronas, mientras que su cuerpo liberó cantidades enormes de dopamina y oxitocina. Esa sonrisa había provocado un subidón en ella; ahora podía explicar perfectamente lo que sentía un adicto cuando consumía estupefacientes.
Una vez que los compuestos químicos y las hormonas volvieron a sus niveles normales, Alana se preguntó por qué ese hombre había provocado esa reacción en ella con tan solo verlo de lejos. Eso la confundió. Ella jamás había sentido algo así.
Cuando regresó con Sindy, se percató de que todavía seguía muy entretenida y en una actitud muy cariñosa con el Señor Gucci.
— Aquí estás... — la voz alegre de su amiga la hizo volver en sí — en una hora aproximadamente nos vamos, Bryan quiere ir con nosotras a otro lugar. — Añadió la rubia, sonriéndole con coquetería al hombre.
Alana puso los ojos en blanco.
Él se le quedó mirando intensamente y le guiñó el ojo.
— Quizás en otro lugar te sientas más cómoda y así te podré quitar esa rudeza. — le dijo Bryan con ironía.
Alana lo miró con antipatía y le dijo en tono cortante:
— Qué pena tener que decepcionarte, pero yo me encuentro muy cómoda en este lugar y dudo que vaya a ningún otro sitio y menos contigo. Será a otra chica a la que le quites algo, porque yo no estoy interesada.
Él iba a decir algo, pero alguien lo llamó y las dejó solas por unos momentos.
— Ya no tengo nada más que hacer aquí — dijo Alana enojada — me voy a ir para no hacer mal plan con tu conquista.
— No seas tonta, él me ha dicho que quiere ir con las dos.
— No — dijo con vehemencia — yo me voy a casa, tengo mucho que estudiar.
— ¡Vamos! Es solo un rato... Además, creo que le gustas a Bryan.
— Te ruego que no comiences con tu papel de celestina. Además, lo que yo vi es que ustedes sí se estaban entendiendo muy bien cuando los dejé solos unos minutos y créeme que no me molesta en lo absoluto.
— Qué va, si la conversación ha sido solo sobre ti.
Alana la miró con suspicacia.
— Él es muy mono, pero a mí no me interesa. — La imagen del hombre desconocido que había visto minutos antes se proyectó en su mente y aprovechó para salir de una duda. — Cambiando de tema, ¿no te diste cuenta del alboroto que había en la entrada del VIP?
— No, ¿por qué? ¿Qué pasó?
— Llegó un hombre al que tenían acosado los fotógrafos y casi todas las mujeres de la fiesta... Pensé que era alguna celebridad, pero al menos a mí no me pareció conocido.
El rostro de Sindy se iluminó.
— Era Dylan Gallagher — dijo emocionada — se esperaba su presencia esta noche.
— ¿Lo conoces? — Preguntó con absoluta curiosidad.
— No, pero sí conozco su trabajo. Es el modelo masculino más cotizado del momento gracias a su trabajo con las mejores agencias de modelaje del mundo. Imagínate, gana más de un millón y medio de dólares por campaña... ¡Dios mío, está aquí! ¡No puedo creerlo! — Exclamó Sindy exaltada — tengo que conocerlo, quizás no sea el fotógrafo el que me cambie la vida, sino otro — le guiñó el ojo.
✨✨✨✨✨✨
Alana llegó al pequeño apartamento donde vivían en Winter Village. Entró en su dormitorio, se quitó la ropa y se duchó; luego se preparó un sándwich. Mientras comía, cogió su teléfono y antes de darse cuenta, estaba escribiendo "Dylan Gallagher" en el buscador de su navegador.
El alboroto que sintió en su pecho cuando en la pantalla de su móvil se llenó de varias fotos en miniatura de aquel hombre, fue patético. Era tan atractivo que le cortaba la respiración. Le dio clic a una de las imágenes y pasó un minuto entero mirándolo embelesada.
Se regañó mentalmente y cerró el buscador. Pensó que la próxima vez que Sindy la invitara de nuevo a un evento, no se negaría, porque esta vez tenía un motivo: deseaba volver a ver a Dylan Gallagher.
✨✨✨✨✨✨
— Gallagher, pensé que esta noche no asistirías a mi agasajo personal.
Dylan le sonrió.
— Siempre cumplo con los compromisos de trabajo, por muy tediosos que sean. — respondió con ironía.
Tom le tendió la mano y luego se dieron un fuerte abrazo.
— Qué gusto verte, hombre. — Exclamó Belardi emocionado.
El afamado fotógrafo era un hombre de poco más de cuarenta años, aunque aparentaba unos cuantos más debido al cabello canoso y las profundas arrugas que le surcaban el rostro, todo eso debido a los excesos que cometía en todos los ámbitos de su vida: exceso en el trabajo, el sexo, el alcohol y las drogas. Pero a pesar de todo, era considerado un excelente profesional.
Dylan y él se conocieron muchos años atrás cuando Belardi se encontraba en Los Ángeles realizando un trabajo especial para Vanity Fair y se hospedó en uno de los hoteles del imperio Gallagher. Tom había escuchado hablar sobre el único hijo de los Gallagher y lo atractivo que era.
También sabía cuánto ganaría la persona que lograra introducir a un playboy como aquel en el modelaje. Y sí, fue una tarea titánica por no decir que casi imposible, lograr que Dylan aceptara, ya que era muy difícil ofrecerle el mundo y dinero a alguien que ya lo tenía todo y mucho más. Pero Tom era un hombre astuto y cuando habló con el entonces joven, vio la rebeldía plasmada en su rostro y de eso se valió para convencerlo.
El padre de Dylan era un poderoso magnate que deseaba que su hijo dirigiera el emporio familiar cuando él se retirara. Siendo el único hijo, tenía todos sus sueños futuros reflejados en él, pero el muchacho no quería vivir esclavizado día y noche en una oficina, en reuniones y con todo lo que conllevaba dirigir una red hotelera.
Tenía muy malos recuerdos que lo marcaron. Fueron muchas las veces que, de niño, se quedó despierto hasta altas horas de la noche, esperando que Jack llegara para hablar con él, que le leyera un cuento, que escuchara cómo le había ido en la escuela, para que jugara con él. Pero su padre nunca tenía tiempo para estar a su lado y mucho menos para estar con su madre. Todo lo que le interesaba era trabajar y ganar dinero.
Dylan no negaba que en un futuro tal vez pudiera hacerse cargo de la empresa. Tenía un máster en administración, tal como Jack se lo impuso. Pero él decidiría el momento en que tomaría las riendas, no su padre. Cuando conoció a Tom y su propuesta, pensó que era la oportunidad perfecta para regalarse unos años de libertad antes de enclaustrarse en cuatro paredes. Haría lo que le viniera en gana y aceptó lo que Belardi le ofrecía. En el mundo de la moda, los Gallagher eran totalmente desconocidos, así que no viviría bajo el estigma de su flamante apellido y si triunfaba, sería por sí mismo.
— ¿Qué haces aquí en Manhattan? Pensé que estabas dándote la vida en Europa. — Preguntó Dylan.
— El dinero se acaba y hay que trabajar. —Respondió el fotógrafo encogiéndose de hombros.
Un mesero le entregó dos tragos de whisky en las rocas a pedido de Tom.
— ¿Tan pronto te has gastado el dinero de la campaña pasada? —Preguntó Dylan con sorpresa
— La buena vida requiere de un montón de plata y tú sabes que yo no escatimo cuando se trata de divertirme — el fotógrafo bebió el licor de su vaso en un solo trago — hay buenas candidatas para esta temporada y esas son algunas de las cosas por las que me encanta Nueva York... Claro, si me das oportunidad... Macho, eres mi jodido héroe.
Dylan soltó una carcajada.
— ¿A qué se debe eso?
— No te hagas el inocente conmigo. No hay modelo en esta ciudad que no haya pasado por tu cama.
— Creo que me estás atribuyendo una fama que no merezco... Todavía hay algunas que no han pasado por allí.
Belardi soltó una carcajada.
— Aun así, eres mi puto héroe... hablando ya de temas tediosos pero igual de importantes... quiero que trabajes conmigo en esta campaña.
— Eso es imposible. Voy a firmar un contrato de exclusividad en los próximos días con Calvin Klein.
— ¿Cuánto te van a pagar?
— Dos millones.
— Voy a trabajar con Dolce & Gabbana. He dicho que te quiero a ti y creo que puedo conseguirte un contrato más sustancioso.
— Ya he dado mi palabra y no voy a cambiarla. Me conoces.
— Necesito dinero, Dylan. Tengo problemas de liquidez. Con esta campaña, pienso redimirme.
— Puedo prestarte el dinero que necesitas, pero no voy a trabajar contigo. — dijo enfático.
— Bueno, no se diga que no lo intenté... — soltó en tono jocoso — lo del préstamo lo pensaré —. Se tomó otro trago de whisky que le quitó a un mesero que iba pasando — esta es mi gran noche, vamos a divertirnos, hoy no pensaré más en el maldito dinero. Lo que necesito es una mujer para quitar todos los males.
— Estoy totalmente de acuerdo contigo — dijo Dylan sonriendo y con la mirada puesta en una despampanante rubia que venía caminando hacia ellos.
✨✨✨✨✨✨
Alana durmió muy poco porque había pasado casi toda la noche estudiando. La alarma del móvil la despertó. Eran las siete de la mañana del día domingo. Cualquiera diría que estaba loca por levantarse tan temprano, pero era la hora perfecta para salir a correr. Se levantó llena de energía. Después de asearse, se recogió el cabello en una coleta, se colocó su top deportivo, un short y sus tenis. Como el día estaba frío, se puso una chaqueta.
Se colocó los auriculares y le dio play en
el celular a la canción "Something Just Like This" en la voz de Chris Martin. Era un día estupendo. Inició su calentamiento a las afueras de su residencia, saltó, flexionó su cuello e hizo estiramiento dinámico. Sus pulsaciones aumentaron de forma gradual e inició su carrera.
Hora y media después regresó. Estaba hambrienta. Se quitó su chaqueta deportiva y la colocó en el sofá del pequeño salón. Se dio cuenta de que esa noche Sindy había vuelto a casa, cosa que le extrañó porque los planes que tenía para celebrar que Tom Belardi le dio el visto bueno se proyectaban para durar al menos todo el fin de semana. Recogió los zapatos y la ropa que estaban tirados en el piso y las colocó también en el sofá. Luego regresó a la cocina.
Estaba preparando sus huevos revueltos cuando una voz grave y profunda la asustó.
— Buenos días.
Ella se giró y allí en medio de su apartamento, glorioso, magnífico... con el cabello despeinado, sin camisa y el pantalón cayéndole en las caderas... estaba parado ante ella Dylan Gallagher.
Pensó que estaba soñando. Cerró los ojos y los volvió a abrir y él seguía allí. Si vestido le pareció hermoso, con el torso desnudo le pareció perfecto. Tenía el pecho cincelado, los pectorales firmes y un abdomen que la hizo pensar en las barras de chocolate... A ella le encantaba el chocolate.
— ¿Te encuentras bien? — Preguntó Dylan al ver su actitud extraña.
— ¿Qué haces... tú... aquí? — Balbució. Su corazón estaba frenético.
La respuesta quedó clara cuando detrás de Dylan apareció Sindy con una radiante sonrisa y envuelta en la camisa blanca de él.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top