Capítulo 17

Dylan iba montado en el taxi rumbo al aeropuerto, cuando su móvil vibró, él aceptó la llamada.

— Hola cariño — dijo la voz sofisticada y a la vez chillona de Sindy.

— Hola — contestó él secamente.

— Te he echado tanto de menos... Eres un ingrato, no he recibido, ni una sola llamada de tu parte.

— No hace falta que te explique lo complicado que estoy, ya conoces a Frank.

— Es un explotador de mierda, deja que lo tenga enfrente... no te estoy reprochando nada, más bien quiero ser tu válvula de escape, porque en dos días regreso a New York y anhelo recuperar todo este tiempo que hemos estado separados... Te voy a adelantar algo de la sorpresa que te tengo. — Dijo emocionada — he gastado una fortuna en unos sexys conjuntos de ropa interior que te vas a morir cuando me los veas.

— Eso tendrá que esperar, voy saliendo para Londres.

— ¡Oh Dios mío! — gritó la mujer con emoción.

Dylan apartó el móvil de su oreja.

— ¿Cuándo regresas? —Preguntó eufórica.

— No lo sé — mintió.

— Entonces cogeré un avión y me iré a Londres contigo, así te acompaño... ¿Qué te parece?

— Sindy, tu oferta es muy tentadora, pero lo dejaremos para mi regreso, son muchas las cosas que debo hacer y tengo a esos dos cabrones encima respirándome en la nuca.

— En ese caso cariño no me queda de otra que esperarte.

— Así es esto, tú más que nadie lo sabe.

— Si lo sé.

Cuando Sindy colgó la llamada tuvo la certeza que Dylan estaba esquivándola, pero él estaba muy equivocado si pensaba que se iba a deshacer de ella tan fácilmente.

✨✨✨✨✨✨

Montado ya en su avión Boeing Business Jet 747, el desasosiego, la inquietud y un vacío que nunca antes había sentido se apoderó de él.

En los días siguientes Alana siguió metida en su cabeza, a pesar del exceso de trabajo, ella no se apartaba de sus pensamientos, se preguntaba que estaría haciendo; su mente le hacía jugarretas proyectándole imágenes de ella con Bryan juntos en una cama, cuando eso sucedía su humor cambiaba drásticamente; se repetía una y otra vez que era por la maldita apuesta que se sentía así. Él no era un hombre celoso, cualquier mujer que deseaba la tenía y la dejaba cuando ya no le satisfacía, a las féminas con novios o maridos las descartaba de inmediato, jamás había sentido celos porque Dylan creía que eran para los idiotas, perdedores, inseguros y débiles, él estaba muy lejos de eso.

Dylan se dio cuenta de que algo grave pasaba con él, cuando llevaba una semana en Londres e intentó acostarse con un par de mujeres, pero no pudo; las malditas sensaciones desconocidas seguían ahí. En su vida había una sola constante y era ella... Alana.

Era increíble estar allí, tumbado en su cama, viendo un programa en la televisión cuando debería estar disfrutando de las diversiones que Londres pudiera ofrecerle, pero se encontraba sin ánimos de nada, otra novedad que agregar a su larga lista. Su móvil vibró y el nombre de su obsesión apareció en la pantalla. Sin dudar atendió la llamada. Al escuchar su voz todo lo demás dejó de existir como pasaba cada noche que hablaba con ella.

— Hola — lo saludó Alana con su voz cantarina.

— Hola nena.

— ¿Estás ocupado?

— Para ti jamás estoy ocupado.

Ella se rio y eso a él le encantó porque su risa era música para sus oídos.

— ¿Qué tal ha estado tu día? —Le preguntó ella con su voz cantarina.

— Mucho trabajo... ¿Y a ti como te fue en la universidad?

— Excelente, ya estoy oficialmente de vacaciones de verano... pero eso no es lo que me tiene feliz.

— ¿Ah no? ¿Y entonces que eso que te tiene en ese estado de euforia, jovencita?

— ¡Ya tenemos el donante para Liliana! — Exclamó con entusiasmo.

— Eso sí es una grandiosa noticia. —dijo él imitando su tono.

— Estoy tan emocionada, ya el doctor tiene todo listo para el trasplante, hay tanta alegría en la unidad de pediatría porque al fin la consentida del hospital va a estar completamente sana.

— Me alegra tanto escuchar esa noticia por Lili y también por ti, ¿Cuándo la van a operar?

— Mañana es el gran día.

— ¿Tan pronto?

— Sí, el doctor no quiere perder tiempo, se hicieron todos los análisis y cuando arrojaron que eran compatibles fue que pudimos alegrarnos del hallazgo, no queríamos crearnos falsas ilusiones.

— ¿La niña lo sabe?

— Está emocionadísima, porque dice que al fin su cabello va a crecer y no se lo cortará jamás porque quiere que sea tan largo como el de Rapunzel.

Dylan soltó una carcajada.

— Cómo quisiera estar en Manhattan para estar con ella y contigo. —Dijo con sinceridad.

— A mí también me encantaría — dijo en voz baja — pero a veces no tenemos todo lo que queremos... Pero cuando regreses ya Liliana estará recuperada.

— Lo primero que haré cuando pise New York es ir a verla y llevarle muchos obsequios que estoy seguro de que le encantaran.

— Gracias...

— Nena no me des las gracias, esa pequeñita también me ha hechizado.

✨✨✨✨✨✨

Dos días habían pasado desde esa última vez que hablaron. Alana no volvió a responder sus llamadas, ni sus mensajes. Durante dos días él no se separó del móvil esperando una llamada que no se produjo. Cada vez que el teléfono sonaba, se apresuraba a cogerlo, y la decepción se pintaba en su rostro al momento.

— ¿Maldita sea que me pasa? — Volvió a preguntarse por enésima vez, furioso — parezco un maldito imbécil — se reprochó.

— Eso cierto... te vas a reventar tus nudillos hombre ¿Qué culpa tiene el saco? — Bromeó, Frank.

Así era la única manera que él tenía para drenar la frustración que lo embargaba, entrenando, hasta ya no sentir sus músculos.

— ¿Qué quieres? — Preguntó en tono cortante a su manager.

— Que termines el agresivo entrenamiento al que te estás sometido... ya se acerca la hora de la entrevista.

Dylan fulminó con la mirada, no dijo nada y se fue a las duchas del gimnasio.

— Cancela la entrevista, no estoy de ánimos — dijo cuando regresó impecablemente vestido.

— ¿Qué carajos te está pasando? Acabo de ver las fotos que te realizaron ayer y es el peor trabajo que he visto, el fotógrafo está hecho una furia porque dice que le hiciste perder su valioso y costoso tiempo.

— No tuve un buen día.

— ¿Qué mierda es esa que no has tenido un buen día? El Dylan cabronazo que yo conozco no diría esas mariconadas, tú nunca tienes malos días.

— Siempre hay una maldita vez. —Espetó enojado.

— Erica por el amor de Dios has algo, este cabrón va a hacer que nos demanden.

— Desde que salimos de Manhattan vengo diciéndoselo — respondió la mujer que estaba entretenida leyendo una revista en el sofá del fabuloso gimnasio que ofrecía el hotel.

Dylan perdió el interés en la conversación cuando su iPhone sonó y era ella quien lo estaba llamando.

El corazón se le detuvo al escucharla.

— Dylan... — su voz era frágil y denotaba que había llorado.

— ¿Nena que sucede? ... Me tenías preocupado.

Frank y Erica se miraron las caras confundidas, al ver a su jefe aprensivo por alguien que no fuera él.

— Lily rechazó el trasplante, está muy mal. — La voz de ella se quebró.

— No puede ser.

El llanto de Alana lo desarmó por completo.

— Mi amor, por favor cálmate ¿Dónde estás? —Preguntó angustiado

— En el apartamento, vine a cambiarme... no contesté tus llamadas porque había dejado el celular aquí, me he quedado estos dos días con ella, estoy recogiendo algunas cosas para regresar al hospital.

— ¿Estás sola?

— Sí, Sindy no ha regresado, y Janet está con la niña... Dylan cómo quisiera que estuvieras aquí.

Esas palabras se clavaron en su corazón como un puñal y bastaron para que él tomara una decisión.

✨✨✨✨✨✨

— No puedes irte, el desfile es el viernes... Tú eres el modelo principal. — Dijo Frank airado.

— En este momento lo último que me importa es ese maldito desfile, yo me regreso de inmediato a New york.

— ¿Quién es Alana? —Preguntó el hombre con curiosidad.

— No es asunto tuyo. —Respondió Dylan cortante.

— Coño no parecen cosas tuyas dejar todo de lado por una mujer, ¿Estás consciente que, si te vas, tu impecable portafolio sufrirá daños importantes? Esto no se perdona en el modelaje y lo sabes.

— ¿Te vas o te quedas? — dijo Dylan dejando muy claro que nada lo haría retroceder.

— Qué carajos, Erica y yo nos regresamos contigo... menos mal que tienes una enorme cuenta bancaria que puede pagar el mejor bufete de abogados para hacerle frente a lo que se te viene encima.

Las siete horas y medias de vuelo se le hicieron eternas, al aterrizar el avión en el aeropuerto sintió un gran alivio. Sin perder tiempo cogió un taxi que lo llevó directo al hospital. Se dirigió a cuidados intensivos de la unidad de pediatría, como le había indicado una enfermera. Al final del largo pasillo, sentada en una silla, con las piernas recogidas y la cara escondida entre sus brazos, estaba ella. Como si hubiera sentido su presencia, levantó el rostro y lo vio. Se levantó y corrió hasta él, Dylan la envolvió entre sus brazos. Alana lloraba desconsoladamente y le dijo entre sollozos:

— Mi niña... mi niña se ha ido...

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