Capítulo 12

En ese instante la rabia de Alana se disipó por completo, fue consciente de tres cosas. La primera es que Dylan estaba tan guapo, vestido con un traje azul oscuro, cortado perfectamente a su medida, no le había visto la marca, pero estaba segura de que era un Armani, su mandíbula cuadrada estaba cubierta con la sombra de la barba de tres días, su pecho fuerte y sus músculos pectorales se podía apreciar bajó el lujoso tejido. Sus hermosos ojos marrones seguían brillando con intensidad. La segunda cosa de la que fue consciente es que lo había extrañado como nunca antes había extrañado a nadie, ni siquiera a sus padres a los que tanto amor les tenía. Y La tercera era que su determinación de mantenerse alejada de él se estaba terminado de resquebrajar.

— No es necesario que me lleves a ningún lado, yo me voy sola— insistió ella— Sindy va a desfilar y seguro quieres estar allí, además que debes tener asuntos pendientes y yo aquí robándote tu tiempo.

— Aún falta para el desfile, en este momento mi único asunto pendiente eres tú. —Contestó Dylan en tono serio.

— No digas tonterías.

— ¿No quieres que te lleve? —Preguntó él con el ceño fruncido — ¿Por qué no has contestado mis mensajes? ¿Sucede algo que no sé?

— No pasa nada —respondió tratando de parecer tranquila —estuve ocupada en la semana y no me dio tiempo contestarte.

La mirada de Dylan se endureció.

— No te creo ¿Bryan Duboin es el causante de tu falta de tiempo?

— ¿Bryan? — Preguntó sorprendida — ¿Por qué Bryan sería el causante?

— No se dímelo, tú... Estabas muy receptiva con él en los Hamptons.

— Te equivocas, Bryan no tiene nada que ver, y si estaba receptiva con él era porque me ofreció disculpas, la cual acepté, siempre y cuando se comportara adecuadamente y así lo hizo, fin de la historia.

— ¿No hay nada más?

Alana negó con la cabeza.

Él emitió un suspiro de alivio cuando escuchó su respuesta.

Se acercó a ella y le acarició la mejilla. Había tal ternura en sus manos cuando la tocaba que sin quererlo lentamente su sangre se calentaba.

— Te vienes conmigo y no acepto negativas — le susurró con voz ronca.

Ella cayó en su embrujo y la determinación que tenía sobre mantenerse alejada se hizo añicos.

Llegaron al estacionamiento y se montó en la preciosidad de su super deportivo Mercedes Benz AMG edición 50, su interior era exclusivo e incomparable, olía a nuevo a cuero y a él. Se colocó el cinturón de seguridad y Dylan arrancó. Ella combatió las ganas de no quedarse como una tonta viéndolo conducir, se veía tan atractivo.

Su móvil sonó y él contestó la llamada.

— Si estoy con ella. — Su tono era frío.

Alana miró a través de la ventanilla, la voz de Dylan volvió a interrumpir el silencio.

— No tardaré — dijo finalizando la llamada.

— ¿Era Sindy? — preguntó ella.

— Sí — respondió él — está nerviosa y quería saber si tú estabas bien.

Alana no dijo nada, se sentía muy herida por la actitud su amiga.

Cuando el coche se estacionó al frente de su edificio, ella se quitó el cinturón de seguridad.

— Gracias por todo.

— No tienes que darme las gracias. — Él le sonrió. — ¿Te sientes mejor?

— Sí, ya no quiero brincarle encima a Francia.

— Es un gran avance.

— Vete, se te hace tarde.

Él tomó su barbilla y la miró fijamente a los ojos.

— Todo sigue igual entre tú y yo o vas a ignorarme de nuevo.

<< Cálmate, corazón, que no pasa nada... Solo somos amigos>>

— Todo sigue igual.

✨ ✨ ✨ ✨ ✨ ✨

Esa noche Alana esperó que Sindy llegara, no le importó la hora porque tenía que estudiar. La rubia llegó después de la media noche, como cosa extraña estaba sobria.

El rostro de Sindy era sombrío.

— Hola Alys.

Alana no le respondió.

Sindy se acercó a al sofá y se sentó a su lado.

— ¿Estás molesta conmigo?

La chica resopló indignada.

— Por supuesto que estoy molesta contigo —contestó furiosa —me he sentido como Jesucristo en el Getsemaní con el beso de Judas.

— Yo no soy un Judas. —Afirmó Sindy dolida por la comparación

— Si lo eres, hoy dejaste que esa mujer me humillara delante de toda esa gente y en ningún momento abogaste por mí, si yo hubiera estado en tu lugar, jamás habría permitido algo semejante... Has cambiado tanto Sindy, que ya no te conozco.

La rubia sollozó

— Tienes que comprenderme Alys, estaba bajo una presión enorme.

Alana puso los ojos en blanco.

— La única presión que tenías en ese momento era tu miedo a Francia, eres capaz de permitirle cualquier cosa.

— ¿Qué coño querías? —Preguntó Sindy — ¿Qué le pateará el trasero a esa perra? Si lo hacía no desfilaba... lo hubiera perdido todo.

— ¿Cuánto vale nuestra amistad para ti?

— Vale mucho Alys. —Afirmó con sinceridad.

— Mentira, tus actitudes dicen todo lo contrario, cada vez que necesito tu ayuda me das la espalda, hoy fue la gota que derramó el vaso, no era tu novio el que tenía que abogar por mí, porque fuiste tú la que me invitó a ese lugar —Alana hizo una pausa para calmarse — En Boston cuando nuestra amistad era importante para ti, nos cuidábamos las espaldas y nos defendíamos de las injusticias... Éramos nosotras dos contra el mundo.

— Tú sabes cómo ha sido la vida de mierda que me tocó — gritó la rubia levantándose del sofá — yo no tuve una preciosa infancia y tan buena como la tuya, yo tuve que vivir un maldito infierno, tú más que nadie sabe lo que me ha costado salir de esa podredumbre —Sindy se limpió las lágrimas —ahora Alys cuando por fin puedo soñar, no puedo joderlo todo y volver a Massachusetts a toda esa mierda que dejé atrás, sé que me comporté como una perra rastrera, pero te conozco, sé lo cabrona que eres y estaba completamente segura que pondrías en su lugar a esa puta de Francia.

Alana resopló indignada y también se levantó del sofá.

— Nada de lo que has dicho te justifica, el que hayas tenido una vida muy difícil no significa que te conviertas en una persona tan egoísta y sin escrúpulos que no le da valor a lo que verdaderamente importa.

— Estoy jodida Alana, a mí me arrebataron los escrúpulos, me lo han arrebatado todo, lamento lo que hice, sé que debo cambiar y lo voy a hacer, pero perdóname por favor — le suplicó —lo siento mucho Además no quiero irme sabiendo que aún estás enojada conmigo.

— ¿A dónde vas? —Preguntó Alana asombrada.

— El desfile fue todo un éxito... ¿Recuerdas a Tom Belardi?

Alana asintió.

— Tom estuvo en el desfile y me ha pedido que trabaje para él en unas fotos que va a realizar en Italia para la campaña de un nuevo perfume de Bulgari, si el trabajo queda bien, posiblemente sea la imagen de esa marca, te dije que ese hombre es el rey midas.

— Te felicito. — Dijo Alana sin emoción.

— ¿Sigues enojada? —Le preguntó Sindy

— Sí.

— Alys, estoy muy arrepentida. —Dijo con en tono triste.

— Los arrepentimientos se demuestran con hechos, no de la boca para afuera. —Contestó Alana, todavía dolida con su mejor amiga.

— Estoy segura de que cuando regrese, tu enojo se habrá extinguido y seremos las mejores amigas de siempre.

— Quizás esta vez no sea tan sencillo Sindy.

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