Primer Capítulo

Woonie... ¿E-estaremos bien?— preguntó un temeroso Yeosang.

No te preocupes— respondió el pelinegro —Yo siempre te cuidaré— aseguró.

P-pero, ¿por qué nos taparon los ojos? — preguntó muy asustado, apretó la mano de su hermano más fuerte —No puedo... Ver nada.

WooYoung estaba seguro que algo muy malo estaría por pasar.

Esa misma mañana, los sacaron de su habitación, también a más niños, y se los llevaron a una casa muy grande.

Allí dentro los vistieron con ropa muy reveladora y acto seguido les taparon los ojos y amarraron las manos. Yeosang se asustó mucho al sentir tal tela en sus ojos y llamó gritando a WooYoung. El pelinegro se encontraba al lado de él y ambos se juntaron trataron de tomarse de las manos entrelazando sus pequeños dedos y los colocaron en una habitación con los demás niños.

Escucharon como eran llamados sus amigos, uno por uno, pero no sabían a dónde se dirigían ni porqué los llamaban. Sin embargo, WooYoung sospechaba.

Hermano— apretó la delicada mano de Yeosang —Todo... estará bien— aseguró y dejó caer sus lágrimas, él también estaba asustado. Nunca lloraba en frente de Yeosang pero felizmente su hermano no podía verlo.

Te-tengo miedo— susurró con voz entrecortada. El menor sollozaba descontroladamente e hiperventilada, pero se acurrucó en el pecho de su hermano para tranquilizarse.

Ya te dije que... — y WooYoung fue interrumpido.

Número 14 —llamó una mujer— Jung WooYoung

Al instante un señor lo tomó del brazo y lo apartó del lado de Yeosang.

¡WooYoung!— llamaba el menor desconcertado —¡Woo! ¡No te vayas! —movía la cabeza tratando de poder divisar al menos la sombra de su hermano.

¡Estaré bien!— respondió el otro tratando de calmar a su hermano —¡Regresaré en un minuto, esperame! —quiso resistirse al agarre del señor que se lo llevaba pero fue imposible.

[°°°]

Pasaron largos minutos para el pequeño Yeosang. Se tumbó al lado de una pared y no quiso mover ni un músculo. Estaba muy asustado y ahora que estaba sin su hermano, se sentía desprotegido. WooYoung le dijo que regresaría en un minuto pero aún no volvía "¿Ya habrá paso un minuto?" pensaba el pequeño sorbiendo su nariz.

Escuchaba los números "15, 20, 27, 38" y Yeosang seguía esperando a WooYoung. Luego del número 54, el pequeño al fin fue llamado.

Número 55— la misma mujer llamaba —Kang Yeosang.

Y el pequeño se estremeció. Ahora le tocaba a él irse, pero ¿y si su hermano volvía? No lo encontraría.

T-tengo que esperar a Woo— dijo mientras el mismo señor lo recogía del suelo en donde se encontraba sentado —¡Es m-mi hermano, tengo que estar con él!— lloró, pero nadie le prestó atención.

Salió de aquella habitación y caminó por un largo pasillo tomado de las manos con tal señor. Tuvo la tentación de soltarse y salir corriendo, pero tenía las manos atadas y los ojos vendados, sabía que no llegaría tan lejos.

Dejaron de caminar y sintió como entraba a otro cuarto. Ahí se encontró Mary.

¡M-mary!— Yeosang corrió a abrazarla. Lo habían desatado por completo y aunque sus manos estuvieran adormecidas, él se aferró a la cintura de su cuidadora.

Yeosang, te ves muy lindo hoy— halagó mientras se quitaba al niño de encima Escúchame ordenó al ver la cara aterrada del pequeño —Solo tienes que relajarte, no te pasará nada cariño— se puso a la altura de Yeosang y le dio un beso en la mejilla.

¡Esos hombres nos amarraron!— acusó desesperado —Y se llevaron a Woo...— quiso explicar pero Mary lo ignoraba.

Ya está listo— le informó la señor —Yeosang, no hagas que me decepcione de ti, ¿está bien?— dijo con voz dulce.

El pequeño estaba confundido. No sabía dónde estaba, ni sabía porqué lo trajeron a aquel lugar, no sabía porqué lo habían vestido de tal forma. Mary dijo que estaba listo, pero ¿listo para qué? No quería irse a otro lado. Quería estar devuelta en el orfanato con su hermano WooYoung y sus demás amigos.

Ya llévalo— dijo la cuidadora cruzándose de brazos.

¡P-pero Mary! ¡No quiero!— reclamo el pequeño con lágrimas en sus ojitos ¡Mary! ¡Te-tengo miedo! — trató de resistirse.

Ven aquí— ordenó el señor y con brusquedad lo jaló del brazo.

Trátalo bien— advirtió Mary —Es uno de lo mejores.

[°°°]

Señores, hemos guardado lo mejor para el final. Tenemos un... tesoro— aseguró la anfitriona desde el palco —Cabellos dorados como el oro, ojos claros y puros como su alma. Una total belleza —expuso.

El público se asombro y dejó salir un "¡Ooh!" en coro.

Bastante inteligente, bastante dócil y muy bueno en las tareas del hogar. Cuenta con solo ocho años de edad. Pero, mientras más jóvenes mejor, ¿no?— preguntó y el público asintió soltando bastantes murmullos, se interesaron aún más por aquel "Tesoro"— Y ahora sin más rodeos, nuestro tesoro... ¡Kang Yeosang!

Se abrió una pequeña puerta en una esquina del estrado y el pequeño salió por ahí. Asustado.

¡Vamos Kang Yeosang!— animó la anfitriona —¡No seas tímido!

Y dando temerosos pasos, Yeosang se caminó hasta el medio del estrado en donde era visto por todas las personas del público.

¡Un millón de dólares!—se escuchó al instante.

¡Y empezamos con una cifra grande!— exclamó —¡¿Quién dice dos?!

¡Cinco millones!— ofreció una señora.

¡¿Alguien dice más?!

¡Siete millones!— una pareja de ancianos demandaron.

Y los millones siguieron aumentado, y el pequeño Yeosang no sabía lo que pasaba. ¿Por qué la gente gritaba grandes cifras al azar? Seguía asustado, aunque no tanto para llorar.

Pero se sentía intimado por estar a la vista de tanta gente y peor aún por cómo estaba vestido: un pequeño short dorado, un top pegado a su pecho dejando ver su delgada cintura y una cinta dorada al rededor su delicado cuello. Recordaba que su hermano estaba vestido igual, solo que él vestía de negro.

¡Mil. millones. de. dólares!— se pronunció un señor entre el público enfatizando cada palabra.

La gente se asombró por tal cifra, hasta la misma anfitriona quién se quedó muda.

Mi-mil... Millones de dólares...— repitió la mujer —Mil millones de dólares... A la una... — la gente dudaba si endeudarse por aquel niño valía la pena o no —¡A las dos!— definitivamente, las demás personas no ofrecerían más dinero —¡A las tres!— y nadie más habló —¡Vendido por mil millones de dólares al señor Choi!

Y se escuchó el martillo golpear contra la mesa cerrando, así, el trato.






























Waaa, espero les guste esta historia uwu

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