Capítulo 29

¿Cómo dijiste que se llamaba el tipo? — repitió Raditz mediante el teléfono.

— Su verdadero nombre es Kakaroto, pero se hace conocer cómo.. cómo.. ¿Cómo dijo? — pensé unos segundos — No importa, la cosa es que parecía que quería llevársela ¿Lo conoces?

— Su nombre me suena.. siento que lo he escuchado en alguna parte. — dijo él sonando pensativo. — Pero no recuerdo.

— No quiero volverlo a ver, me trae mala espina. — mordí una mejilla interna.

— ¿Qué? ¿Ahora haces el papel de hermano mayor? — hizo burla, cosa que me hizo apretar el teléfono.

— Tsk. No es tu incumbencia, hablo por mi. — traté de defenderme.

— ¿Qué acaso ya no estás para patear traseros? — siguió burlándose.

Que ganas de golpearlo.

No respondí, sé que va a querer molestarme de alguna u otra forma.

No le iba a decir que realmente lo hacía por ella.

— ¿Y si son muchos? — me defendí. — Lo mejor será que recuerdes, así podremos saber con qué clase de gente estamos tratando, tú sabes. — chasque mi lengua.

— Comprendo camarada. — dijo sonando cómo si fuera un militar.
Sonreí

Oí de pronto otro grito proveniente de arriba.

— Me tengo que ir. — colgué y rápidamente corrí hacia el cuarto de Bulma, sabía que los gritos eran de ella.

Sin esperar entré abriendo la puerta de golpe.

— ¿Qué pasa? — pregunté al verla sobre su cama mirando alrededor cómo si desconociera el lugar.

Ella me miró, y fue cómo si fuese un milagro lo que estaba mirando, tanto, que se acercó a mí y me abrazó, cosa que yo no esperaba de ella.

— ¡Vegeta! ¡Pensé que me había pasado algo! — gritó ella llena de angustia sin soltarse de mi.

No supe cómo reaccionar, sólo me quedé allí parado cómo un tronco sintiéndome confundido.

— ¿Qué pasó con él? ¿Dónde está? — alzó la mirada sin quitarme la mirada para después ver a su alrededor con temor.

— Lo mandé directo a su cueva. — sonreí orgulloso.

Eso pareció tranquilizarla, tanto que sonrió con gracia por lo que dije — Gracias.

— Pero.. ¿Quién era él? Es decir, sé su nombre, pero.. ¿Qué querías de ti? ¿Por qué parecía que quería llevarte? — comencé mi cuestionario hacia ella, la verdad estaba muy intrigado en saber quién era ese tío.

Ella se alejó de mí mirando al suelo, cómo si estuviera ocultando algo.

O es que realmente está ocultando algo.

— No me vengas a decir que nadie. Recuerdo que la primera vez que lo vi tú estabas atemorizada con sólo verlo. Eso pasó en la carretera hace un tiempo cuándo te llevé y me enteré que mágicamente eras Lucero. — bueno, eso era inecesesario decir, pero sólo salió.

Ella mordió su labio empezado a mirar a todos lados buscando una salida. Pero no podía, ya estábamos aquí.

— Escucha.. te agradezco por ayudarme y todo, pero, mis problemas son mis problemas. Y me gustaría que no te metieras en ellos. Es decir, no es de tu incumbencia.

¿No meterme?

Oh claro, con gusto.

— Bien, me parece perfecto. Si te vuelve ese idiota o cualquier otro a buscar, no esperes por mi para salvar tu trasero. — terminé por decir e irme de su habitación tirando la puerta con fuerza.

Llegué a la mía y me senté en la cama, no me sentía de buen humor ahora.

No es de mi incumbencia, sí claro, son sólo sus problemas. ¿Por qué debería intervenir? ¡Son los de ella no míos!
Pero.., ¿Por qué sentirme así? Si ella tiene toda la razón.

Sólo un idiota se preocuparía por ella.

"Cómo tú".

Vete a la mierda.

(•••)

— ¿Y ese milagro que llamas? — escuché su tono sarcástico.

— No estoy para bromas viejo. — estaba tirado en mi cama. Me sentía estresado.
Hablaba con mi padre, tenía que hablarle sobre lo pasó.

— ¿Qué hiciste ahora? Por tu tono puedo notar que acabas de hacer algo. — dijo. Pasé mi mano por mi rostro.

— Bueno.. no realmente, yo.. hey, agradece que sigo vivo, sino hubiese ido al cielo. — miré al techo soltando un suspiro.

— ¿Qué quieres? — preguntó irritado.

— Necesito dinero para un nuevo auto. Escucha, y esta es la verdadera versión y abre bien las orejas por que no escucharas ningún otro. — él bufó — Estaba manejando de lo legalmente como siempre hago, paré en roja, y atrás de mí venia un trailer sin frenos. Alguien me salvó la vida, pero el carro no sobrevivió. — expliqué la historia saltando la parte de Bulma. Él odiaría su supiera que ando con la hija del "Bastardo amante" de mi madre.

— Tenías que ser tú.. — escuché otro bufido por parte de él.

— Ya te dije que no tengo la culpa. Vino el trailer sólo.

— Creo que un hijo nuevo me costaría menos.

No respondí. Sólo esperaba su respuesta con respecto al carro nuevo.

— Te depositaré más tarde, tengo que hacer unas cosas ahora.

— Está bien, adiós — y colgué.

(•••)

Me encontraba comiendo algo a media noche, el hambre me vino de repente y recordé que había cereales, entonces se me antojó comerlos no importa si es tarde.
Sé que no debía comer dulce en la noche, pero tenía hambre, no había cenado intentando buscar un nuevo auto ahora que mi padre me dio el dinero correspondiente para obtener uno nuevo y hasta mejor.

Lo malo es que mi antiguo auto se llevó consigo mi licencia y demás cosas. Pero lo primordial que necesitaba también era mi licencia, faltaba una semana y media para las clases, necesito conseguir ambas cosas antes de tiempo.

Para que se me bajara lo dulce en el estómago y pudiera dormir mejor, tome leche caliente, oí que eso hace que duermas más rápido.

Me fui a sentar al sillón, en mi habitación hacía bastante calor y no podía dormir así, prefiero dormir en el sillón dónde es más fresco y había mejor ventilación.

Me dijeron que esta cosa me haría dormir más rápido, pero ya veo que sólo es un mito. No siento nada y no veo ningún cambio. Que horror. Eché mi cabeza para atrás algo estresado.

Me levanté y fui al baño a lavarme los dientes teniendo en mente irme a dormir de una vez sea o no con leche.

Volví al sillón y me senté viendo hacia la nada. Volviendo nuevamente el aburriendo y silencio a este gran lugar.

Oí unos pasos acercarse, alarmado, me volteé a ver de quién se trataba.

Y era nada más y nada menos que "Señora no te incumbe".

Fingí no tener importancia y volví a mirar a un punto desconocido, no quería verla, y mucho menos hablarle. Sé que viene con intenciones de hablarme o hacer algo conmigo.

Que me ruegue.

— Pensé que estabas dormido. — comenzó.

— Estaba. — oh mierda Vegeta. Contigo no se puede. Me di una cachetada interna.

De igual manera respondí seco.

— Yo tampoco puedo dormir. Hace mucho calor en mi habitación. — oí cómo soltó un suspiro cansado. Le eché un ojo curioso y vi que usaba unos pequeños shorts rosado, dejando a la vista sus blanquecinas piernas y un polo de tirando un poco escotado, haciendo formar sus pechos. Tragué saliva nervioso y volví mi mirada al frente.

Si.., hace bastante calor.

Meneé la cabeza un poco al tener el mente lo que quería — Yo vine aquí primero, ve y búscate otro sillón para dormir. — crucé mis brazos subiendo mis pies encima del sillón reclamando mi espacio, además marcando distancia con ella, tenerla cerca no me hacía bien y no me convenía.

Ella sonrió. — No planeaba dormir en el sillón. — rodó los ojos, hasta que cayeron en mis pies descalzos, una de sus manos tocó uno de ellos.

Al instante que sentí el tacto los arrimé hacia mi — ¡Oye! ¡No hagas eso! — le grité, ella automáticamente comenzó a reír.

— Hubieras visto tu cara, te acabas de sonrojar. — no paró de sonreír señalandome.

— ¡N-no! ¡Deja de reírte! — hacía caso omiso, yo también comencé a señalarla.

— Oh vamos, relájate un poco, aunque las clases están a poco de comenzar. — se acercó a mí, relajé mis músculos, y me senté estilo árabe junto a ella encogiendo mis hombros desviando mi mirada.

— Lo estaría si tan sólo me dices que quería ese tal Kakaroto. — me acerqué a su rostro para ver sus facciones y a obligarle en decir la verdad.

Su rostro cambió con mi comentario.

— Deja de insistir con eso. — no se molestó en moverse.

— ¿Por qué? — insistí.

— No es de tu incumbencia. — cruzó sus brazos.

Y aquí vamos de nuevo.

Oh no Vegeta, no mires abajo, no mires abajo.

— ¿Por qué lo ocultas? Sabes que ese idiota puede volver y hacerte daño, y yo no estaré ahí porque no tengo ni la menor idea de quién coño es ¿No? — escupí sin dejar de intentar de hacer contacto con sus ojos.

— Él trató de llevarme, ¿Con eso no te basta para decir que es una mala persona que sólo quiere hacer daño? — me encaró molesta.

— No, porque yo puedo pensar que tú le hiciste algo y que él sólo quiere venganza. — busqué mundos alternos, aunque sé que ella sería capaz de hacerle daño hasta una mosca, es más, creo que las colecciona o da de comer.

— ¿No estás de mi lado? — se ofendió.

— Es que no me das opción.— sonreí, noté mayor enojo en ella y desvió la mirada a otra dirección.

— Estúpido. — dijo casi inaudible, pero alcancé a escucharla.

— ¿Disculpa? — extendí mi sonrisa de fanfarrón — Estoy tratando de ayudarte, cielo. — ella volvió a mirarme intentando fulminarme.

Noté como se sonrojaba.

— No te sonrojes. — la tomé de la quijada — Pareces un tomate. — solté un risa, eso sólo la hizo incrementar su sonrojo y empujarme, haciéndome caer en el extremo del sillón — Hey.., no te enojes. — me logro reincorporar.

— Mejor ya me voy. — iba a pararse, pero yo sujeté su brazo y la hice volver a sentarse.

Esos shorts eran tentadores, dejaba mucho a la imaginación y creo que voy a perder la cordura si la sigo viendo.

Pero me gusta.

Y lo divertido era que yo no llevaba una camisa.

Mmh..

— No te vayas. — la volví a acercar a mí sujetando su cintura pegando nuestras frentes.

— ¿Qué haces? — preguntó en un susurro, abrió sus grandes ojos azules para verme a los ojos también, una extraña sensación pasó por mi espalda al verla así.

— No lo sé.. — respondí con otro susurro, y era cierto, mi cuerpo solo estaba actuando, no podía detenerme.

Nuestros alientos se mezclaban entre sí. Hice puño sobre el sillón intentando detener lo que estaba a punto de hacer. Pero a ella no le parecía importar o molestar. Creo que es por eso que mi cuerpo no quiere parar tampoco. Son impulsos.

Y sucedió, cerró sus ojos, imité su acción sintiendo mejor la dulce sensación de sentir sus labios sobre los míos.

Comencé a sentirme extraño de nuevo,, este no soy yo, yo no soy.. tierno.

Pero no quería parar, sujeté su rostro en mis manos asegurándome que no se vaya, ella parecía gustarle también, pasó sus manos por mi cuello acercándome más su cuerpo al mío. Mis manos recorrieron desde su cuello hasta terminar en su cintura, lleguo sentir sus pechos chocar contra mí en un suave y delicioso roce, cosa que comenzó a excitarme de sobre manera cómo nunca antes. ¿Cómo podía pasarme eso por tan simple roce?

Pero luego, dejé de sentir la calidéz de sus labios, y sentí cómo mi cabeza caía a un costado y perdía consciencia.

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