Capítulo 17
El Lunes llegó sin rodeos. El domingo la pasé todo el día encerrado en mi habitación, además fue bastante movido por mi madre, ella y mi padre discutieron cómo si no hubiera un mañana, y yo seguía encerrado esperando que no me buscaran para meterme en sus rollos.
— "Tú madre y yo ya lo decidimos".
— "¿Qué cosa?".
— "Te irás a vivir con ella y su amante. Venderemos la casa".
No me quejé o protesté.
— "¿Y tú?, ¿A dónde irás?".
— "No te preocupes por mi. Ya decidí que haré. Me iré del país".
Fue la única conversación estable que tuve con mi padre sin gritarnos o insultarnos luego de mucho tiempo.
Mi madre aún no daba fecha específica para la boda, pero ya tenía más o menos una idea de lo que iba a pasar conmigo. Que luego de que la ceremonia acabe nos iríamos a vivir todos en la casa del señor. Pero, lo bueno, es que nos quedaríamos Bulma y yo solos, por que mi madre y ese señor irían de luna de miel por dos semanas. Por lo que tendríamos casa sola.
— Tengo una idea. — habló Raditz.
— No digas nada. Tus ideas apestan, no mejorarás nada. — digo saliendo de mi auto al igual que él.
— Lo sé, no tenías por que hacérmelo recordar. Pero escucha..
Escondo mis manos en los bolsillos.
Mierda. El examen de matemáticas era hoy.
¡Más mierda! A primera hora me toca matemáticas.
— Me disculpas por hoy que no escucharé tu fantástica idea de cómo salir de este lío con Launch. Pero tengo que irme. — palpo su hombro.
— Seguro, ¿Ahora que hiciste? ¿A quién te vas a tirar? ¿Qué vas a robar? — cruzó sus brazos
Me volteo a verlo — ¡No friegues! Ni una de esas cosas. Adiós.
Salgo corriendo en busca de ella, ingreso a la preparatoria y me dirijo a la biblioteca. Cuándo llego la busco con la mirada.
— ¿Qué haces? — una voz detrás de mi provoca que me aleje exageradamente.
— Carajo, me asustaste. — la miro de reojo, ella alza una ceja confundida — Pareces la niña del aro. — sonrío burlesco.
Rueda los ojos mientras sonríe — Cállate, no tuve tiempo para peinarme. Dejé mi cabello suelto sólo por hoy. — se abrazó a si misma mientras daba media vuelta y salía de la biblioteca. La seguí, pues la misma vieja bibliotecaria me miraba feo, ¿Acaso está vieja nunca se cansa de mirarme mal?
— ¿Está todo bien? — llegamos a la parte trasera del instituto, nunca he venido aquí, excepto una vez en los primeros días que empezaba aquí. Pero estaba muy cambiado.
Ella se sienta en una pequeña banca, se cubre la cabeza con la capucha de su chompa, y estira las mangas de ese mismo hasta que cubran sus manos. Luego las metió en los bolsillos y agachaba la cabeza mirando al suelo.
— ¿Por qué me seguiste?
— En realidad, vine para preguntarte algo.— digo acercándome un poco más a ella.
— ¿Qué es?
— Si mal recuerdas, hoy voy a dar el examen de matemáticas el cuál me ayudará a subir de nota si lo hago correcto.
— ¿Y?
— ¿Crees tener tiempo para ayudarme en algunas cosas? O.. ¿Aunque sea para ayudarme en la tarea que no hice y lamentablemente se entrega hoy?
Sacó algo de su mochila, era su cuaderno, luego me lo extendió.
Alcé una ceja — Tómalo.
— ¿Qué? ¿Quieres que copie tu tarea?
Nunca, nunca de los jamases ella dejaría que alguien copie su trabajo, o tarea, eso me lo dejó muy en claro hace días cuándo se lo pedí. Pero.. ¿Por qué me lo da?
— Haz lo que quieras. No tengo tiempo. — lo recibí sin salir se la sorpresa. — ¿Puedes ahora si dejarme?
— ¿Dejarte?
Jamás me consideré alguien cómo un buen consejero, o que sirve para consolar a las personas. Es algo en lo que siento que no destaco. Pero, verla ahí, al parecer deprimida, y con un millón de cosas pasando por su mente, triste y decaída, lo cuál, no era algo común en ella, era.. ciertamente preocupante.
— ¿Por qué estás así? — pregunté.
— ¿Cómo así? — me mira. Tenía los ojos cristalinos, esos ojos, esa mirada, sólo significaban una cosa: Tristeza.
— Pareces.. angustiada.
— No lo estoy. — talla sus ojos rápidamente. Luego me vuelve a mirar y fuerza una sonrisa. — ¿Lo ves? — pero era una apagada.
— A mi no me trates de engañar. — digo cruzando mis brazos.
— Pero no estoy triste. — insistió.
— Mírame. — ella no lo hace — Dije que me miraras. — demando, ella suelta un suspiro apretando los ojos ligeramente, luego me ve a los ojos.
— ¿Qué gano mirándote?
Señalo sus ojos, ella me mira confundida.
— Hay tristeza en tus ojos, pero tu insistes en fingir que está todo bien.
Ella muerde su labio inferior mirando hacia otro lado. Sabía que me había dado cuenta.
— ¿Quieres contarme algo? — la miro de reojo nuevamente.
— No hay nada que contar — soltó un suspiro pesado — ¿Puedes dejarme sola por favor?
— Es que no comprendo.. ¿Por qué quieres estar sola?
— ¡Aveces es mejor! — se voltea a verme.
— ¡¿Por qué?!
Ella suelta un sonoro sollozo — ¡Por que así nadie te hace daño! — lágrimas empezaron a resbalar de sus ojos — Y nadie te verá sufrir. Nadie verá todo con lo que cargas. — volvió a agachar la cabeza.
— Estar solo no siempre es la mejor solución. — digo, ella alza la cabeza para verme.
— Quién me lo va a decir, ¿Tú? ¿Un chico que prácticamente tiene casi todo en su vida? ¿En serio? — bufó.
— Dime qué es todo para ti.. — no me conocía, por lo tanto no tenia por que hablar o opinar. — ¿En serio crees que lo tengo todo? ¿Todo para ti es andar echo mierda cada puto día sabiendo que fuiste un error? ¿Tener a tus padres, y que lo último que harían es quererte? ¿Andar por las calles perdido hasta altas horas de la noche sin saber que hacer para el futuro? ¿Malograndome la vida y organismo? ¿Eso para ti es tenerlo todo? — me molesté. Y con eso, pude decirle mucho sobre mi, cosa, que muy pocos saben.
Ella no respondió. Siguió mirando hacia abajo sin decir nada. Solté un suspiro cansado.
— Lo único que quería era tu ayuda. No ha discutir contigo. Y si sola quieres estar, lo estarás. Adiós. — di media vuelta listo para irme.
— ¡Espera! — me sujetó del brazo — Perdóname por decir eso, no tenía idea..
— Pero lo dijiste. — me volteé a verla — El daño ya esta hecho. — no seguí y me fui corriendo. La campana ya había sonado y tenía que llegar temprano.
Cuándo llegué, la mayoría de alumnos ya habían llegado.
Vi el cuaderno de Bulma que aún traía en manos, y decidí dejarlo en su pupitre, no iba a copiar, al fin y acabo recibiría esos puntos menos por mi irresponsabilidad, pero lo del examen si no me iba a dejar. Luego de dejarlo. Me dirigí a mi sitio y senté.
— Bueno, clase, vamos a comenzar. — llegó el maestro dejando su maletín encima de su escritorio.
De segundos que el maestro estaba distraído organizando algo, asomó su cabeza Bulma viendo si el maestro se daba cuenta que llegaba tarde. Entró casi corriendo hasta su sitio para después sentarse. Se sorprendió al ver su cuaderno sobre su mesa, pero ni siquiera se molestó en voltear aunque sea a verme, sólo lo abrió. Miguel, quién estaba a su lado, comenzó a buscarle platica silenciosamente.
Todos guardaron silencio cuándo el maestro comenzó la clase, él me dijo que al final de todo daría mi examen. Por lo que no tenía de que preocuparme.
(•••)
Los siguientes días, Bulma y yo no nos volvimos a hablar, la última conversación fue luego que el día escolar acabara.
— ¡Bulma! ¡Hey! — corro hacia ella antes que se vaya con una hoja en la mano.
Ella voltea a verme, al notar mi expresión de felicidad cambió la suya.
— ¿Qué sucede? — sonó preocupada. Pero no le tomé importancia, no esperaba más en decirle las noticias.
— ¡Pasé el examen! ¡Conseguí esos puntos y el maestro me aumentará la nota! — exclame contento. Jamás me había sentido así, era cómo conseguir un logro, uno, del cuál podía sentirme orgulloso.
Ella sonrió después de todo lo de hoy — ¿De verdad?
— ¡Si! ¡Maldita sea, esto es lo mejor hasta ahora que me ha pasado!
— ¡Felicidades! — se abalanzó a mi, para luego rodearme con sus brazos y abrazarme. Al momento que lo sentí, me separé al instante sin ser brusco. Ella notó mi comportamiento y prefirió no comentar nada al respecto. — Perdón.
— No.., está bien. — cambié de tema mostrandole la hoja en la que di el examen y la nota final. Ella lo recibió con una ligera sonrisa. — ¿Quién decía que yo no podía lograrlo? ¡Lo hice carajo!
— Me alegro mucho por ti. Aunque.. sabes lo que significa esto ¿No? — me devolvió la hoja mostrando ahora una seria expresión.
— ¿A qué te refieres?
— ¿Recuerdas el acuerdo que tuvimos los primeros días? El cuál era.., cuándo hayas dado tu examen, correctamente, luego de ello no nos volveríamos a hablar. — dijo. Maldita sea, lo había olvidado — Volveríamos a ser lo que siempre fuimos, unos simples desconocidos.
Había olvidado ese trato. Trato, el cuál yo acepté, y con condiciones que yo mismo acepté.
— Si, claro, lo había olvidado. En eso habíamos estado de acuerdo. — miré la hoja con desánimo.
— Entonces esto seria todo. — alzo la cabeza para verla — Fue un día bastante movido para mi. — se abrazó a si misma.
— Entiendo. — no iba a hacer un drama — Adiós.
Ese mismo día se llevó acabo la esperada pelea entre ella y Pares. Ella negaba todo y la llamó loca, se insultaron un montón de cosas, todo pasó en la hora del almuerzo. Ella la fue a buscar, lo sé, por que lo vi todo literalmente. Desde que se dieron el primer insulto, hasta que el principal llegó. Y las llevó a dirección. No tardó en hacerse polémica y ser el tema de conversación en todos los estudiantes. Pero ya no importaba, empezamos mal la semana.
— ¿Y viste cómo Bulma le jaló el cabello? ¡Cielos! ¡Parecía una perra encabronada! — dijo estirando la sábana que tenía con sus dientes emocionado.
— Cierra la boca Raditz, ya pasó, ya no interesa.
— Y lo peor de todo es que esa pelea fue por gusto, por que aquí el único culpable fuiste tú.
— Mierda. Ya lo sé. No tenías porque recordarlo.
— Ahora si. Cómo en la mañana, no me dejaste hablar por irte a hacer no sé que cosa. Te lo diré. Pero ven.. — me jaló del brazo hasta llevarnos al patio de su casa.
— ¿Entonces? — crucé mis brazos.
— No quiero que la tonta escuche. Pero ya. — tronó sus dedos — Sabemos que aquí, la única en la que en verdad se preocupa por ella es Bulma. Entonces.. podemos mandarle una carta diciendo que está muerta, así, dejará de preocuparse. Y todos tranquilos.
— ¿Y lo dices así cómo si nada? ¿Cómo crees que reaccionará luego que se entere que su amiga está muerta? ¿Feliz? ¿Tranquila? — comencé.
— Wooow tranquilo viejo. Te tensas bastante. Mira, yo escribo la carta, no tienes de qué preocuparte. Perooo sólo tendrás que cooperar en decirme dónde vive para enviárselo. Es todo. Asunto arreglado.
— ¿Así? ¿Arreglado? ¿Y Launch seguirá ahí metida para siempre?
Estaba ebrio. Sólo a este imbécil se le ocurre beber cuándo llegamos del instituto.
— La enviaré a otro país. Le diré a mi madre que me deposite un poco de dinero a mi cuenta. Y ya. Nadie sale golpeado. Sólo drogarla un poco.
Sin duda era esta una mala idea, pero sólo me quedaba apoyarlo por que él era más terco que una mula y no iba a escucharme. Y además, lo veía cómo la mejor opción hasta ahora.
No me quedaba más que esperar.
(•••)
Las siguientes dos semanas se fueron volando. Ella y yo no volvimos a intercambiar palabras, y así fue cómo de las que eran dos semanas, se convirtió en un mes, uno en el que no hubo nada interesante. Pude volver a competir en las carreras en ese lugar, Lucero, la que una vez vi, ya no la volví a ver tampoco, es cómo si.. desde que dejé de hablarme con Bulma, ella también desapareció, quizá haya sido coincidencia.
Cómo ya no podía seguir acudiendo a Bulma para que me ayude, tuve que recurrir a videos en Internet, o quedarme horas extras con el maestro después de clases, no sólo por que hice un examen el cuál me fue bien dejaré lo demás cómo solía hacerlo antes, no, intentaré subir poco a poco por que aún con la nota que tengo no me sirve o aún no me es suficiente para una Universidad. No sólo en ese curso, si no en todos los demás que tengo.
Hoy se llevó acabo la dichosa boda, la cuál fue bastante aburrida, fue algo literalmente furtivo, nadie más vino, sólo estábamos, mi madre, el señor, Bulma y yo.
— Tú habitación es ésa. — me señalo una al lado de la que estaba enfrente. La cuál era el baño. — Ponte cómodo. La cena ya está lista, come cuándo quieras, cualquier cosa, estoy en mi habitación.
— Excelente servicio. Gracias. — sonrío burlón sosteniendo mi maleta con ropa.
— Búscate un hotel. — y sin más, entró a la suya.
Mi madre y su padre se habían ido de viaje al otro lado del país. Cómo dije, serian dos semanas en las que estarían fuera de luna de miel.
Espero que ella sepa cocinar, porqué yo soy un sol, ¿Un sol? Exacto, quemo todo.
Entré a la supuesta mía, comencé a traer las pocas maletas de ropa que tenía desde el primer piso. Luego una más pequeña en la que tenía algunas cosas personales o de uso diario.
Luego de algunas horas acomodando todo, el cuarto ya estaba amueblado con repisas y cajones, también contaba con ropero y cama.
Mi teléfono empezó a sonar. Lo cogí y respondí.
— ¿Y? ¿Qué tal en tu nueva casa? — era Raditz. — ¿Tiene piscina? Porque si la tiene, tienes que invitarme.
— No está mal, es un poco más grande que la tuya, claro, tiene hasta tres habitaciones, y la tuya sólo dos. — dije.
— Yo soy sólo uno. Me haces sentir pobre.
— ¿No lo eres?
— Cállate. — soltó un suspiro — ¿Y que planeas? Tienes dos semanas con ella solos. Muchas cosas pueden pasar en esos días. Tú sabes.
Sabía a que se refería. Yo en realidad ya quería acabar con todo esto de una vez.
— Sé a lo que te refieres. Y lo haré. Pero no en esta semana. — me callé, abrí la puerta asegurándome que no haya nadie. Mi habitación no estaba lejos de la suya, y podía alcanzar a escuchar mi conversación. Decidí bajar y dirigirme al patio en una esquina.
— ¿Qué pasó? ¿Por qué ese silencio?
— Estaba en mi pieza, ella puede oír nuestra conversación, es un riesgo hablar de la apuesta aquí.
— Entiendo. Pero.. más o menos sabes lo que tienes que hacer ¿No?
— Si. — oí que tocaban el timbre — Oye, el timbre de esta casa acaba de sonar. Iré a ver qué es.
— Bueno. Hablamos más tarde. Adiós. — terminamos la llamada y yo me dirigí a la puerta.
Cuándo llegué, sólo vi el buzón lleno de cartas. Era el cartero que había dejado la correspondencia.
Bulma llegó, yo saqué todo lo que había, eran cinco.
— Este es para ti. — se lo di al ver su nombre escrito.
— ¿Para mi? — miró la carta. — Que extraño. Gracias. — y se fue.
Los demás eran para el viejo, los dejé en la mesa y me dirigí a la cocina a comer algo.
(•••)
Luego de varios minutos, casi una hora, terminé de satisfacer mi estómago y decidí que ya era hora de dormir. Lavé lo que ensucie, lo raro fue que, en todo el tiempo que estuve en el comedor, no vi bajar a Bulma para nada, es decir, no había comido nada, entonces.
Entonces, cómo buena persona que soy, y una buena forma para ganarme su confianza, decidí llevarle un sándwich de atún con un vaso de agua. Todo en una bandeja que encontré, llegué hasta su habitación, no creo que se molesté por no tocar la puerta. Entonces abrí. ¿Saben? Esperaba encontrarla cambiándose o algo así, pero para mi sorpresa, fue no encontrarla en su habitación, dejé la bandeja en su cama buscando señales de ella. Pero no.
Vi una hoja tirada en el piso, me acerqué, me agaché y la agarré.
"Lo sentimos. Launch falleció, no diremos motivo. Sólo te agradecemos por darle tu amistad."
Atte: Anónimo."
— ¿Qué rayos..?
Con que la carta ya fue enviada. Vaya.. quién diría que Raditz tenía imaginación para sentirlo dramático.
Pero.. ¿Y ella? ¿Dónde está?
¿Habrá salido por la ventana?
No sabia que pensar. La carta estaba tirada en el piso. Pero ella no estaba, y no pudo salir porque yo siempre estuve abajo desde que la carta llegó.
Un sollozo llamó mi atención, giré mi cabeza de dónde provenía el sonido, vi una puerta, por debajo podía ver la luz prendida. Ella estaba ahí, pero.. ¿Llorando?
Caminé hacia la puerta, a medida que me acercaba los sollozos se hacían más sonoros. Cuándo estuve enfrente, toqué ahora si la puerta. Los sollozos pararon al instante.
— ¿Quién es? ¿Qué quieres? — dijo.
— Soy Vegeta. — mi mano cayó en la manija. — ¿Estás bien?
— ¡Vete! ¡Ni se te ocurra..!
Muy tarde, había girado la manija y había abierto la puerta.
Lo que mis ojos apreciaron fue cosa hasta para traumarme. Un rastro de sangre escurrido en todo el blanquesino piso, aún aumentando gracias a que goteaba, busqué de dónde dirigía tal cosa, y me llevaba hasta su brazo, lleno de cortadas y raspones, dónde la sangre no dejaba de escurrir.
— ¡Lárgate! ¡Nunca te di permiso para que entres! — gritó.
Pero yo aún no salía del shock, estaba estupefacto, estaba.. traumado y sorprendido a la misma vez. Era horrible ver esto, jamás había visto algo cómo esto, jamás.
— ¡Vegeta!
Reaccioné.
— ¡Vete! ¡Sal de aquí!
— ¡¿Estás loca?! ¡¿O acaso perdiste la cabeza?!
— ¡Si lo sé! ¡Estoy loca! ¡Ya déjame! — trató de ocultar su brazo, pero no podía, la sangre que brotaba la delataba.
— Mierda.. Bulma.. — ella me miró — ¿Qué hiciste? Quiero decir.. ¿Por qué?
No comprendía. ¿Ella? ¿Una buena estudiante? ¿Cortándose? ¿Lastimandose?
No podía creerlo. Había leído de estas cosas, sin embargo, por más atención que me había llamado, jamás lo intenté. Ni lo intentaría.
— No te importa. Ya largo.
— No. No me iré. — intenté acercarme a ella, pero ella retrocedió. — Mierda.. ¡Dime por qué carajos lo hiciste! — ella agacha la cabeza sin verme — ¿Esta es una buena manera de sentirte bien acaso? — suelto un suspiro. Veo el piso, siento mi barriga apretarse al verlo. No podía seguir viendo esto. Agarre un trapo cualquiera y me puse a limpiar el piso, la sangre seguía goteando. Agarre un pedazo de papel y lo cogí hasta llegar a su brazo, el cuál mantuve el pedazo de papel, que se mojaba a cada segundo de sagre, y lo jale suavemente hasta el lavadero, ella jadeo del dolor.
— Tenemos que curar esto. — miré a mi alrededor — ¿No tienes algo para curar esto? Cómo.. ¿Vendas?
Ella señaló el espejo mismo. Era un gabinete, lo abrí y había todo tipo de cosas para primeros auxilios.
Giré el caño, dejando que el agua cayera sobre su brazo.
— Nunca más vuelvas a hacer esto. — le regaño.
— No sabes nada. Mejor quédate callado.
— ¡¿Quedarme callado?! ¡¿Acaso estás..?! — iba a seguir apunto de soltar una grosería, pero preferí callar si no quería quedar mil metros debajo de la tierra. — ¿Acaso piensas que se juega con esto? — alzo su brazo — Lastimarte no es la mejor forma de calmar tus problemas.
Sus ojos se llenaron de lágrimas — Merezco morir.. — y lloró.
No entendía nada, ¿Por qué lloraba? ¿Por qué se lastimó de tal forma? ¿A que se refiere con no merecer vivir?
— ¿Qué quieres decir con eso? — retiro las vendas del empaque, y cuándo me doy cuenta que la sangre dejó brotar, supuse que ya era hora de que las porte.
— Na-nada. Yo.. — su pecho comenzó a subir y a bajar con rapidez, miró por todos lados cómo si estuviera buscando algo. Se zafó de mi agarre y siguió buscando con la mirada ese algo. Seguía sin comprender, pero la notaba desesperada con encontrar aquello.
— ¿Qué buscas? — pregunté.
— No puedo.. — miró entre mis pies y se arrodilló hasta alcanzar lo que sea que había ahí. — Simplemente yo.. — al darme cuenta de la babosada que iba a volver a cometer, le arrebate la navaja nuevamente de sus manos. — ¡Devuélveme eso!
— ¡¿Piensas volver a lastimarte luego de lo que te dije?! — alcé mi brazo lo más alto que podía.
— ¡No me importa! — trató de quitármelo.
— ¡¿Estás loca?! ¡¿No te importa morir?!
Daba pequeños saltos intentando alcanzar la navaja que estaba en mi mano. Ignorando mi pregunta.
— ¡Responde!
— ¡Sí! ¡Quiero morir! ¡Ya déjame en paz! — seguía llorando con desesperación.
Negué con la cabeza, salí del baño, y me dirigí hacia la ventana mas cercana de su cuarto. La abrí, y tiré la cosa lo más lejos que podía.
— Ya no lo volverás a hacer.. — solté un suspiro.
— No importa. — me giré a verla, estaba temblando, su nariz estaba roja al igual que sus ojos del lloriqueo. — Puedo conseguir más de esos en cualquier sitio. — corrió hasta la puerta, yo la seguí de la misma forma.
Se dirigía a las escaleras, pero justo antes que las bajara o tocara el primer escalón, logré sujetarla del otro brazo que no estaba vendado y la atraje a mi, la sujete de la cintura, y cargué sobre mis hombros hasta nuevamente llegar a su habitación.
— ¡Déjame ya! — pataleaba, pero nada podía bajarla. Recién la bajé cuándo la tiré a su cama, ella se arrastró hasta llegar a la cabecera y sentarse. — ¡¿Por qué te preocupas tanto?! ¡No soy nada tuyo! — me grita, luego, da un bufido — Apuesto que sólo lo haces para tu conveniencia. Le dirás a mi papá, y te harás ver cómo el héroe de la película, ¿Verdad?. Claro, sólo quieres quedar bien con ellos, y a mi mal. — decía todo eso con una sonrisa negando con la cabeza. Yo seguía sin decir nada. — Tenías cerebro entonces.
Suspiré — ¿Sabes? Tienes un buen punto, puedo usarlo. Me diste una gran idea. — digo.
Ella rueda los ojos — Ya largo. No te quiero ver.
— No, no me voy a ir hasta asegurarme que no vas a volver a cometer la misma burrada.— me siento en el borde de la cama.
Ella pone mala cara. — ¿Por qué haces esto? Deja de fingir que quieres protegerme o algo así. Ese papel no te da.
— No estoy fingiendo. Lo digo en serio. — no sonreía ni nada, en verdad lo decía — ¿Por qué lo hiciste?
Ella no respondió. Agachó la cabeza y miró a otro lado.
Señalé la carta que aún estaba en el piso. — ¿Es por Launch?
Y con sólo mencionarlo. Fue razón para que volviera a llorar.
Diablos, no sabía cómo manejar esto.
— Yo.. — un sollozo — Launch.. — y otro — Te diré algo pero, no te molestes. — agarró una almohada y la puso entre sus piernas. Yo me acerqué más. Y asentí. — En los primeros días que te conocía, yo desconfiaba mucho de ti, y entonces.. el día que estuve por primera vez en tu casa, le pedí a Launch por llamada que vaya con Raditz ha.. yo que sé, a seducirlo o embriagarlo para que suelte algo.. no sé, algo que te haya incitado a hablar conmigo porque se me hacía muy raro que de la noche a la mañana me hablaras y trates con mucha confianza. Ya luego, no supe nada de ella desde ese día. Y.. bueno, yo sentí que tuve algo que ver, es decir.. ¿No te parece raro eso? — me preguntó — Cuándo leí la carta, diciendo que ella estaba muerta. Yo.., lo primero que sentí fue culpa, y los nervios y desesperación se apoderaron de mi, y terminaron en esto. — señaló sus brazos. — Fuera de eso. Espero que no te molestes por eso, yo antes tenía esa faceta de ti, cómo chico malo y con malas intenciones. Pero ya no. O sea, ya no siento tanta esa desconfianza cómo antes, se puede decir que.. ya no me siento en peligro contigo cómo antes solía sentirlo.
Mierda, mierda, mierda y más mierda.
Hay bastantes puntos que recalcar aquí. La cabeza me está apunto de explotar.
— Aparte de la muerte, era mi mejor y única amiga. — abrazo con fuerza la almohada mientra unas cuántas lágrimas resbalan de sus ojos — Algo debió pasar.., no me voy a quedar con los brazos cruzados. Mañana, voy a ir a hablar con Raditz, estoy segura que él fue el último en que la vio.
Apreté mis dientes. Esto era un caso.
— Olvidemos todo por hoy. — hablo luego de un largo rato — De igual forma, nunca debiste hacer eso, eso no va a resolver nada, eso sólo.. va a empeorar las cosas y tu estado de ánimo. ¿Crees que dañando tu cuerpo va a solucionar todo?
Ella negó con la cabeza — Aún no entiendes ¿Cierto? — negué — Me estaba lastimando con los pensamientos llenos de culpa hacia a mi, sentí que.. sentí una impotencia., no quería vivir más, literal, era cómo si ya me estuviera matando sumando las otras veces que.. — la detuve.
— ¿Otras veces? ¿Quieres decir que esta no es tu primera vez haciéndolo?
Ella negó — Tu no sabes con la vida que cargaba antes de conocerte. Y unos pocos días atrás.
— ¿Qué pasó días atrás? — quise saber.
Mordió su labio inferior y dudó en si decirlo o no — Ya lo estaba dejando pero, uno de los últimos fue el día que nos enteramos que nuestros padres se iban a casar, el día después de la fiesta. Cuándo mi padre y yo llegamos a la casa. Me.. — guardó silencio — Me golpeó y gritó un montón de cosas horribles. — cubrió su rostro con la almohada. Luego. La alejó. — Otro fue, el día de la pelea con Pares, apenas uno o dos días luego de ese. Llamaron a mi papá, y él volvió a pegarme, yo le dije porque lo hice, y ya sabes.. se armó una discusión y guerra a la vez. Y el último, hace cuatro días, que estaban viendo los preparativos, yo estaba viendo un vestido para el día de la boda, me gustó uno.. muy bonito, pero él se negó rotundamente, yo.. no me dejé y me molesté con él, porque, en verdad todo lo que yo hago tiene que ser cómo él diga, — ahora sé porque ella usó un saco de manga larga en la boda.— Yo no puedo hacer cosas que yo quiero, lo de la fiesta fue un milagro, eso sí. Pero no. Gracias a él es por que tengo una vida antisocial y con poca gente que me rodea. Gracias a él soy cómo soy y no me gusta, no puedo hacer las cosas que a mi me gustaría por que él siempre está atrás de mi y no me deja, cuándo no hago algo que a él le gusta, simplemente me insulta o golpea sin razón, me hace sentir basura.. y yo ya.. — no logró terminar, todas las lágrimas que tenía acumulado habían resbalado sin control.
Hasta a mi me dolió todo eso si fuera yo, hace rato me hubiera ido de esta casa.
— Lo siento.. — me acerqué un poco más y pasé mi mano por su hombro con miedo a su rechazo, pero no fue así. — Nunca tuve idea de todo lo que vivías, siempre pensé, que tú eras así, por que sí. — ella sonrió quitándose las lágrimas — Ni creas, yo tampoco llevo una vida tan color de rosa que digamos.
— Ya te conté la mía. Ahora cuéntame la tuya — se limpió todas sus lágrimas, se le notaba más tranquila.
Sin darme cuenta ya me encontraba acariciando su cabello — Mañana habrá tiempo para eso. Hoy fue un día bastante movido y supongo que estás cansada.
— ¿Me haces una promesa?
— Oh no. Yo no sirvo para esas cosas. — ella me miró confundida — Nunca hice una y ni siquiera sé para que diablos sirven, ¿Entiendes?
Ella volvió a sonreír — Es algo que tienes que cumplir, en pocas palabras.
— ¿Hay que hacer algún tipo de ritual o algo para eso?
Ella rió — No, es muy simple. — apartó un mechón de su cabello.
— ¿Y?
— ¿Qué es lo que realmente no deseas para mi ahora?
— ¿Realmente? Deseo que no te vuelvas a cortar. Quedé traumadazo.
Volvió a sonreír — Entonces.. — agarró mi mano y la puso encima de su pierna — ¿Prometes no dejarme sola, y ayudarme cuándo esté pasando momentos difíciles?
Parpadeo varias veces sin entender — ¿Qué tengo que decir?
— Que sí. Pero tienes que decirlo tú, que salga de ti.
¿Qué salga de mi?
— Prometo.. ¿No dejarte sola.? — ella asintió — Y.. ¿Cuidarte? — muevo la cabeza — ¿Ahora tengo que cumplirlo?
— Ája. Ya lo prometiste. Tú deber será ese ahora. — sonrió mientras guiñaba un ojo — Prometemos cuidarnos y estar para el otro en pocas palabras.
— Con tal que no hagas eso de nuevo intentaré.
— Lo harás bien. — bostezó. — Bueno, ya tengo sueño, deberías irte.
Me levanté de la cama dispuesto a irme.
— Buenas noches. — no respondí.
¿Cuidarla? ¿Protegerla? ¿Era necesario cumplir esos requisitos para evitar aquel suceso nuevamente? ¿Tenía que estar atrás de ella todo el tiempo?
No sabía cómo actuar ahora, es decir, con ella significaba tener problemas y viceversa, con ella casi todo es impredecible, aún tengo muchas cosas que conocer de ella, saber más.
Sin duda este plazo que estaríamos los dos solos serán días muy interesantes. Habrá mucho que hacer estos días.
¿Faltas ortográficas? :(
Por favor, déjenme saberlo <3
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