Capítulo 12
— Por cierto. — habló él.
— ¿Qué pasa?
— ¿Qué hacías sola? ¿Dónde estaba tu amiga la loca bipolar?
— Oh.. Launch, bueno.. — había olvidado el tema por el que comenzamos. — ¿Tú sabias que inventaron el rumor que tú y yo tuvimos relaciones en el salón de Ciencias? — pregunté como respuesta.
— Si, me enteré ayer en la salida. — dijo como si fuera lo más normal del mundo. No me enojé.
— Que estúpido. ¿Quién lo inventó? — lo último fue para mi misma.
— Todos tienen la cabeza muy abierta para pensar en ello. Así que, todos. Entre ellos pueden concordar que eso puede ser verdad y comienzan a pasarse el chisme.
— ¿Cómo sabes eso?
Él se encogió de hombros. — Mi teoría.
Un momento..
— Oye, ¿Y mi mochila?
— Está debajo de la cama. — me agache viendo abajo de la cama, la saco y verifico si está mi teléfono, y si, mi alma volvió.
— Están todas mis cosas. — lo encendí debido a que estaba apagado.
Me siento en la cama.
— Olvidemos solo por hoy que existe la escuela, ¿Vale? — opina él.
— Esta bien.
Me vuelvo a levantar.
— ¿Me pasas tu número? — me pregunta él de repente.
— ¿Qué?
— He querido saberlo desde hace un tiempo. — sonríe.
— Te lo pongo en tu teléfono. — me entrega su teléfono y yo entro sin chismear a otro sitio a contactos y me agrego como Bulma. Se lo devuelvo.
— Genial. ¿Vamos abajo? Aquí no hay mucho que hacer. Claro, si no quieres hacer otra cosa.. — se pasó la lengua por los labios sin quitar su pícara sonrisa y sin quitar su mirada de la mía.
Bufé — Prefiero la primera. — desvío la mirada al entender su pervertida referencia.
Salimos de su habitación y nos dirigimos a la primera planta.
— ¿Sabes? Siempre pensé que vivías bajo de un puente. — me tapé la boca al decir lo que creía que pensaba. Él me ve, y se ríe.
— Las apariencias engañan.
— Sé que no eres tan malo como dicen. — lo sigo hasta donde parecía ser la cocina.
— No me conoces del todo cabeza de arándano. Puedo llegar a hacer cosas muy malas.
— ¿Cabeza de arándano? — ignoro lo que dijo lo que parecía ser una confesión y me enfoco en el raro apodo que me puso.
— Cabello azul, claro.
— Que feo apodo, cabeza de cerillo prendido. — sonrío al ver lo horrible que quedó también mi intento de ponerle un apodo a él.
Ríe.
— Ninguno de los dos somos buenos con los apodos. — sonríe, luego ve a su alrededor. — ¿Qué hacemos en la cocina?
— No sé, yo solo te seguí. — respondí.
Salimos de la cocina al ver que no había nada que hacer. Llegamos a lo que parecía ser la sala, había un gran televisor, la sala estaba adornada con muebles blancos, y en cada rincón nunca faltaba una planta, supongo falsa, y alrededor había varios estantes con cuadros en ellos, y un que otro adorno, pero la mayoría estaba llenos de cuadros. La curiosidad me ganó y me fijo en uno, lo agarré y le eché un vistazo. Era él. Un pequeño Vegeta con traje que creo daba la impresión que es de fútbol, y a su lado agachado y tomándolo de los hombros había un señor muy parecido a él. Supuse que era su padre, sostenían la misma mirada seria en la foto. Sonreí.
— Al parecer te llevas muy bien con tu padre. — digo al sentir su presencia al lado mío, él inspecciona la foto, me la arrebata y la vuelve a su lugar, cargaba su ceño fruncido cuando me giré a verlo.
— No dejes que una simple foto te engañe. — guardó silencio sin quitarle la mirada a la foto. — Eso pasó hace muchísimos años.
— ¿A que te refieres? — pregunté.
— A nada. Mejor volvamos a la cocina. — me tomó de los hombros y me llevó a la cocina de vuelta.
— ¡Hey! ¿Y que se supone que vamos a hacer? ¿Una canción?
— Nada, podemos ir a dormir no hay problema. — vuelve a sonreír de la misma manera que hizo en los últimos segundos en su cuarto, provocando que me ponga un poco nerviosa.
Bufé. Me tomo los segundos en ver la cocina mejor de lo que ya la había visto antes, y mis ojos se detienen en la nevera, donde una foto tamaño promedio colgaba gracias a un pequeño imán en forma de carrito.
— ¡Oh mira! Un Vegeta bebé.. — ignoré todo lo anterior y volví enfoque a la pequeña foto, lo que parecía ser Vegeta de bebé llorando apuntando su chupete que estaba a su lado, él estaba en el suelo. Reí.
— Maldita sea.. ni la cocina se salva de esas horrorosas fotos. — me vuelve a tomar por los hombros, me obliga a dejar todo y a caminar, me lleva a las escaleras y me obliga a subirlas, para al final, llevarme a no sé donde.
— ¿Te llamaste feo? — digo mientras una boba sonrisa aparece en mis labios, él abre la puerta de no sé cual habitación, y nos adentra a ambos.
— Listo, este lugar se salva de fotos, o cualquier cosa que me ponga en ridículo. — me suelta mientras cierra la puerta y enciende la luz.
— ¿En serio? ¿El baño? — digo viendo el lugar donde estábamos, me acerco al inodoro, bajo la tapa de el y me siento encima, me cruzo de brazos viéndolo confundida por su extraña elección.
— Hay suficiente espacio hasta para hacer yoga. ¿Quieres hacer yoga?
Y no se equivocaba, este baño era grande y espacioso. Pero obviamente no ibamos a hacer yoga.
— No, y ¿Ahora qué? — pregunto.
— Juguemos un juego. — da otra idea sonriendo como si se le hubiera prendido el foco.
— ¿Qué juego?
— Sé muchos juegos que se pueden hacer en el baño. — alzó una ceja viéndome malvadamente.
— Pero.. ¿Cuáles? — me estaba poniendo nerviosa, y no sabia por qué. El nuevo hecho de que ahora podría ser Vegeta un probable violador, es perturbador. No le quito la mirada y él no quita su extraña sonrisa.
— Éste. — sonrió, y de pronto las luces del baño se apagaron. Pegué un brinco al verme perdida.
Mi cuerpo tembló.
— ¡No! ¡¿Qué vas a..?! — me levanté y con cuidado intentaba buscar la puerta o el interruptor del baño, pero me interrumpió cuando mencionó un nombre conocido frente al espejo. — supongo que era el espejo. —
— Bloody Mary.. Bloody Mary..
¿Qué carajos?
— ¡No!
Me levanté y lo empujé, provocando que caigamos en el frío piso del baño.
— ¡¿Acaso perdiste la cabeza?!
— ¿Bloody Mary no? Entonces.. ¿Baby Blue?
— ¡Ninguno!
— Como tú eres bruja. Podrás salvarnos. Lo sé.
Mi quijada cayó.
— ¡Enciende la maldita luz! — traté de pararme de encima de él, di con mi objetivo a ver con la escasa luz que había en una pequeñas ventana, pero él me sujeto de la cintura y me volvió a pegar a su cuerpo, haciendo que me siente sobre su regazo.
— ¿Segura? Por que si ningún juego de esos te gusta. Hay otras cosas mucho mejores que hacer en el baño con las luces apagadas.. — no podía verlo, pero podía apostar que sonrió.
— Eres un grandísimo cabeza hueca. — me levante y encendí las luces. Él me miró aún tirado en el piso.
— ¿Entonces que quieres hacer? — preguntó. — ¿Cantar villancicos?
— ¿Primero? Salir de aquí. — abrí la puerta encontrándome ahora en el pasillo. Él salió atrás mío. — ¿Ahora? No lo sé.
— Genial. ¿Y si volvemos a mi cuarto?
— ¿Y si volvemos a la cocina? — sugerí.
— No, a mi cuarto. — este hombre tiene una rara obsesión con tomarme por los hombros, y así fue, llegamos a su habitación y me sentó en la cama.
— ¿Y ahora qué? — pregunté. — Soy la invitada, por lo tanto tienes que servirme. — sonreí.
— ¿Servirte? En tus sueños. — se cruzó de brazos.
Infle mis mejillas un poco, fue entonces, que una curiosa idea pasó por mi mente. Una que tal vez pondría más interesante el asunto.
— Que aburrido..— comencé — Pensé que el famoso Vegeta Ouji era una bala para las fiestas y del buen humor.. — miré a otra dirección al sentir su vista en mi.
— ¿Me llamaste aburrido? — alzó un poco la barbilla haciéndose el ofendido.
— ¿Tú que crees? — lo miré, y sonreí.
— Mi nivel de diversión es muy grande, pero tú no estás preparada para esa conversación. — sonrió con orgullo.
Me reí.
— ¿Así? — me paré y me acerqué a él. — Entonces demuestra que tan divertido eres.
— ¿Y hacerme el payaso frente a ti?, ni borracho. — cortó la distancia, volviéndola más corta. — Pero.. ¿Qué me dices de ti? ¿Bulma Briefs? ¿Divertida? No lo creo.
— Mi estilo de humor es diferente, pero no estás listo para esa conversación. — sonreí victoriosa al ver su confundida expresión.
— Eres astuta, pero que le vamos hacer. — se acercó mucho más a mi. Sentí mis mejillas arder un poco al tenerlo muy cerca de mi. Tanto, que podía sentir rozar su mano con la mía.
— ¿Entonces?
— Olvidemos eso. — la mano que segundos antes sentía que rozaba con la mía ahora estaba en mi barbilla, me tensó sentir su tacto.
Y justo en el momento en el que parecía que iba a besarme y yo a darle una patada en su entrepierna, al parecer él escuchó algo, ese algo que lo hizo separarse.
— Espera.. — alzó su dedo índice indicando que no dijera nada. Rayos, y yo ya estaba alzando mi pierna y alistando mi puño.
Me concentré en oír lo que él también escuchaba. Oía pasos, se escuchaban en todo el piso de abajo, yendo de un lado a otro.
— ¿Quién..? — me interrumpió.
— Creo que es mi padre.
¿Su padre?
— ¡Oh! Entonces.. vayamos a saludar. — iba a salir, pero él me sujeta de la cintura y me retorna al mismo lugar donde estaba parada antes. Apega su cuerpo contra el mío, obligándome a verlo a la cara y sentir su intensa mirada sobre mi.
— ¿Estás loca? Él no sabe que falté a la escuela. Me va a a matar si se entera que estoy aquí. — me suelta y comienza a caminar de un lado a otro.
Diablos, era cierto.
— ¿Qué hacemos? — pregunté mirando a todos lados buscando nada.
— ¿Primero? Nada, no creo que él entre aquí, por lo que solo nos quedaremos aquí, y vamos a esperar a que se vaya. Fin. Y luego, nos vamos a bailar con delfines. — eso último fue sarcástico.
— Me parece perfecto.
Me senté en su cama ignorando todo lo que pasó hace minutos. Él recostó su cuerpo en la pared al lado de la puerta con los brazos cruzados y con la cabeza gacha concentrado en oír a los pasos de su padre.
— Vegeta.. — susurro.
— ¿Qué? — respondió susurrando también.
— ¿Por qué tú padre esta aquí?. Pensé que estaría trabajando, digo, como todos los padres.
— ¿Yo que sé? Quizás se le olvidó algo.
Sonreí al ver su expresión de fastidio. Pero luego cambió a una de alerta y se separó de la puerta, se acercó a mi.
— Está subiendo, hay que escondernos. — susurró, me agarra del brazo, me levanta y abre la puerta de su closet, y me mete adentro junto con él. Cierra la puerta metiéndonos a la oscuridad e incomodidad. — No te muevas.. no hagas ni un solo sonido.
— ¿Y si quiero respirar?
— Respira, pero muy lento.
Traté de hacerlo, pero eso solo me alteró un poco. No le hice caso y respiré normal, pero todo dentro mío se congeló cuando oímos la puerta abrirse, fue el rechinar de la puerta la que nos dio el aviso que alguien había entrado.
Me giré a ver a Vegeta. Pero no podía verlo, eso era lo malo, pero lo más malo era que nuestros cuerpos estaban muy juntos que podría jurar que podía sentir su trasero en mi vientre. Muy incómodo.
— Maldita sea. No fue a la escuela, ¿Dónde rayos se habrá metido ese niño? — dio un gruñido el hombre.
Cuando escuchamos oírlo salir de la habitación y luego de segundos oír como tiró la puerta principal. Supimos que era hora de salir por que ya no había peligro.
Él salió primero, se pasó una mano por el cabello frustrado y me miró.
— Olvidé esconder mi mochila. Mierda. — pateó su mochila provocando que caiga de lado. Tenia los puños apretados.
No hablé ni comenté nada.
Mi mente comenzó maquinar cosas que ni yo sabia por donde empezar.
En aquella foto que vi hace ratos eran un Vegeta y su padre, los cuales padecían tener una buena relación de padre e hijo. Pero la manera en como el señor se expresó hacia él me dejó con una duda tremenda y preguntas con respecto a ello.
Pero no iba a preguntarle. Conociendo su carácter, iba a enojarse. Y supongo que ya estaba ahora lo suficientemente enojado como para llegar yo como entrometida y hacerlo enojar más de lo que ya está.
— ¿Ahora qué? — me digne a hablar después de un incomodó silencio.
— Nada. Supongo que nada. — se cruzó de brazos mirando al suelo.
— ¿Entonces si vamos a bailar con delfines? — pregunté sonriendo al recordar a principios antes de que comenzara todo esto, sobre su extraño plan.
Lo sentí sonriendo, alzó la mirada cargando una sonrisa sin dientes pero aún mirando abajo, pero luego de segundos la cambió con una seria.
— Necesitamos salir de aquí. — dijo.
— ¿Qué?
— Podemos ir a casa de Raditz.. — colocó su mano sobre su barbilla mirando hacia el techo pensando.
— ¿Estás loco? No, no me iré a otro sitio, nos quedaremos aquí. — dije.
— No seas aguafiestas. En casa de Raditz si podemos hacer lo que sea.
— Que mal amigo eres.
— Lo sé. Me lo recuerdan a diario. — sonrió, pero al ver mi mueca de desaprobación, siguió hablando. — Si consigues quedarte hasta más tarde. Puedo llevarte a un sitio muy interesante en la noche.
— ¿Sitio interesante?
— No creo que sea un sitio apropiado para chicas como tú. Pero haré mi intento.
— Cuando el reloj marqué la hora de salida de la escuela, necesito que me lleves a mi casa. — sonreí.
— ¿Por qué? ¿Acaso nunca llegaste a desobedecer alguna orden de tus padres?
— Mm.. no, y prefiero que siga siendo así. ¿Tú lo haces?
— Es casi una de mis rutinas diarias. — sonrió con orgullo.
Miré a otro lado negando con la cabeza. Vegeta Ouji tenía que ser.
—Aprovechemos el rato y puedo enseñarte matemáticas. — sugiero.
— No, ya sé mucho. Mejor hagamos otra cosa mucho más productiva, como.. ¿Jugar la Ouija?
— ¿Tienes algo con los juegos sádicos? — menciono.
— ¿Nunca jugaste uno? — negué — Bienvenida a mi mundo.
De pronto, su teléfono sonó, él miró su pantalla e hizo una mueca, deslizó su dedo pulgar contestando, salió de la habitación dejándome sola.
Aproveche ese momento y agarre mi teléfono el cual estaba sonando también, era Launch.
— ¡Bulma! ¡¿Dónde estás?! ¡Te estuve buscando! Aproveche el recreo para llamarte. ¿Dónde estás? ¿Qué te pasó?
— No te preocupes, estoy bien. Es una larga historia, pero luego de cuento.
— Pero.. ¿Dónde estás?
— ¿Me creerías si te digo que estoy en casa de Vegeta Ouji? — hablo en voz baja.
Ella soltó un gran grito, tanto, que tuve que alejar el teléfono de mi oído.
— ¡¿En serio?! ¡No friegues Bulma! ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuando?
— Larga historia.. luego te cuento.
— Con razón tampoco no lo veía a él, la mayoría ya comenzó a sospechar. ¿Puedes creerlo?
— No me importa, como sea. Necesito que me hagas un gran favor. — sonreí.
— Dímelo.
— Sabemos que Raditz es el mejor amigo de Vegeta. Y yo sé que ambos hicieron algo, y ese algo se trata sobre que Vegeta tuviera un acercamiento hacia mi. No sé que sea, pero necesito que por favor, le saques esa información.
— Pero, ¿Porqué piensas eso? Quizás Vegeta si quiere acercarse, así como te dijo, para aprender matemáticas.
— Diablos Launch, ¿En serio le creíste ese cuento?, no seas ingenua. Un chico como él jamás hablaría conmigo de la noche a la mañana.
— Bueno, te apoyo. Y sí, le sacaré esa información a Raditz sea como sea. No te preocupes.
— Gracias. Eres la mejor. Confío en ti.
— ¡Gracias! Y bueno, ya te dejo, temo por si alguien entra y me escucha hablando por teléfono y me lo quiten. Hablamos más tarde.
— Está bien.
— Y si hacen algo. Recuerden siempre usar protección.
— ¡Launch! ¡No seas sucia! — llego a exclamar sonrojada.
— ¿Queee? Hablaba por si iban a patinar no olviden usar rodilleras y casco. — podía sentir como sonreía. — Que pervertida eres Bulma.)
— Si, ája. Lo soy. Bueno, nos vemos, adiós.— y colgué.
Fase uno de mi plan. Esta en proceso.
Veamos que esconde Vegeta Ouji.
¿Alguna vez ustedes jugaron algún juego satánico? Yo no :))
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