Capítulo 5 🔸Cuando la belleza del matrimonio se torna gris.
Muchas veces no sabemos con qué nos vamos a encontrar o qué dificultades tendremos en la vida, pero se necesita tomar aire y acomodar las ideas para volver a empezar, la vida es una lucha.
Decido levantarme y abandonar la calidez de la cama, me estiro para deshacerme del resto del sueño. Como ya saben es costumbre que acompañe a desayunar a mis padres, busco mis sandalias debajo de mi cama y me encamino a la cocina arrastrando los pies.
Poco antes de entrar, asomo media cabeza a la cocina pensé que no había nadie debido a que no se oye ruido alguno lo raro es que si... estaba mi mamá muy callada cocinando, raro en ella. Porque en las mañanas lo primero que se oye es su voz, cantando alegremente mientras anda por la cocina. Esta vez no lo hizo.
Por el otro lado, papá está sentado leyendo el periódico, atento a su lectura informándose de todo lo que pasa en el mundo y no pestañea, cada uno está en sus propios asuntos.
Me ánimo a entrar.
—Buenos días mamá y papá —saludo con voz agradable rompiendo el silencio que se había formado.
—Buenos días —responden los dos sin dejar de hacer lo que están haciendo.
—Te puedo ayudar mamá —me hago disponible.
—No..., ya está todo —contesta—. Siéntate en la mesa con tu papá.
—Esta bien —lo hago, como manda.
Después de esperar unos minutos, mamá llega a la mesa con un par de platos, de nuevo se regresa y trae el suyo y los tres juntos estamos sentamos en la mesa. Mi mamá hizo algo saludable y apetecible lo que debe uno comer en las mañanas.
Al probar bocado, note que no tenía sal, ¿será que su estado de ánimo, afecto el sabor de la comida? Papá no se quedó callado y le comentó amablemente a mamá de su error, pero ¡no le hubiera dicho nada! Mamá se alteró como si le prendieran la mecha al fuego, se sintió atacada y ofendida ante esa observación.
—¿Le falta sal? Crees que no me canso, tú también Dante tienes que ayudarme, tienes manos y pies para buscar los ingredientes, yo también trabajo igual que tú, así que no te puedes excusar ¿No... solo tengo que hacerlo yo? —alza la voz con fuerza, clavando los ojos en papá. Esa voz estaba realzando algo que no es bueno.
Es como si quisiera darle a sus palabras la forma correcta y nosotros entendamos. Me incluyo porque yo también soy parte de la familia.
Papá se levanta de su asiento y, veo sus ojos fruncir con enojo.
—Baja la voz que te pasa, si oigo —contesta haciendo saber su enfado—. Únicamente exprese que le faltaba sal, no es para que hagas un escena.
La reacción de mamá nos tomo un poco desprevenidos, nunca había actuado así. Mamá se levanta de su asiento para quedar a la misma altura de papá y clava su cuchara a la comida y, agarra una porción considerable para probarlo, menea la boca constantemente saboreandolo, así se devoró cada bocado hasta terminar. Es probable que diga algo.
—A mi me parece que sabe delicioso —alarga las palabras con entonación—. Si piensas que no se cocinar, puedes ir a comer a otra parte o pedir por una aplicación, ya hay opciones ¿no crees...? —exclama con ese brote de furia que lleva guardado dentro de su pecho. Poco le faltaba para agarrar a papá de la camisa y zarandearlo, pero eso no paso.
Prácticamente el tema de la sal se convirtió en una discusión; cruzaron palabras altisonantes como si no existiera un mañana, cualquier persona diría que parecen perros y gatos, en su punto máximo.
No podía dar crédito lo que estaban viendo mis ojos, en medio de su pelea fui un relleno que decoró la mesa, a partir de ahí mis nervios se tensan y con mis manos a los costados me quedé sin hacer nada, estaba quebrada por dentro y, con la mirada clavada en el suelo doy a relucir lo decaída de ánimo, es el hecho de que su discusión oscurece mi corazón.
El ambiente familiar que se había creado estos años se hizo pedazos y se esfumó en el viento; alzó la mirada tenía la necesidad de salir corriendo. Si bien me detuve, en mi mente cuestioné «¿interrumpo o grito que se callen?». Esas palabras permanecen en mi cabeza, no sabía que hacer.
Observo todo con un asombro mudo: estaba más allá de la sorpresa. Hasta que por fin pudieron darse cuenta que estaba ahí y todo ese ruido que salía de sus bocas se apagó. Mamá prefirió cerrar los ojos y relajarse por unos minutos.
A fin de cuentas nadie ganó la discusión. Un poco de paz se sintió en la casa por fugaz que fuera.
—Disculpa hija por lo que acabas de presenciar, no volverá a suceder —paso la mano mamá por mi pelo con la voz quebrada.
—¡Lo mismo digo! —exclamo papá agachando la cabeza, y sobre su rostro temblaba de furia. Tenia los ojos acuosos y las venas de sus manos parecían alteradas por el esfuerzo que hizo al discutir, denuevo alzó su rostro y añadió—: Todo estará bien pequeña.
No podía sacudirme esa horrible pelea de mis ojos, como si no hubiera pasado nada.
—Me voy a vestir —manifiesta mamá con una mala actitud. Echa para atrás la silla provocando que rechinara contra el suelo, ese doloroso ruido llegó como escalofrío recorriendo parte de mi oído.
Cada paso que da, alimenta su enojo, papá menea la cabeza de forma negativa como si mamá no tuviera remedio, su expresión no refleja algo de dolor o empatía, se dirige tras ella, tal vez se disculpe. Sin embargo no se detiene, la sobrepasa rozando su brazo a punto de darle la espalda, fue como se metió primero al cuarto y tras de si cierra la puerta, lo que es peor mamá quizás lo percibió como un puñetazo en su cara.
Los dos se han tratado tan mal, que mis ojos se llenaron de lágrimas aunque estás no bajaron.
Avance con sigilo y espie al borde de la puerta.
Mamá se detuvo y cambio su dirección para sentarse en el sillón, estaba con las defensas bajas lista para rendirse. Verla así, me sentí mal por ella.
Preste atención a lo que decía.
Exclamó: «¡Dios mío! ¡Dios mío! Dame paciencia»
Se quedó mirando a un punto fijo y su mente quedó vagando. ¿Qué estará pasando por su cabeza?
Enseguida su mirada recayó sobre el pequeño mueble que está a su costado, abrió el cajón y ahí estaba una cajita rústica de recuerdos cuando eran novios y se casaron solo había esas y, las demás fotos en familia se encuentra en su cuarto: abrió el cajón y se puso a ver las cinco fotos que hay ahí.
Las observaba con detenimiento, recordó su época y en voz media dijo:
—Como Romeo y Julieta éramos unos enamorados.
Solamente así me di cuenta de lo que pensaba.
Siguió diciendo con algunas lágrimas en sus ojos:
—Te amo mucho.
La primera foto indicó que era cuando se conocieron en la escuela secundaria, a partir de ese momento se volvieron inseparables, anteriormente mamá me comentó que los juzgaban por ser amigos, les decían «un hombre y una mujer no pueden ser amigos». Y tenían razón porque fue el camino para que papá se convirtiera en el amor de su vida y luego de un tiempo de esperar a que se hicieran mayores tomaron el siguiente paso.
Luego pasó la foto de su casamiento, mamá sonrió al verla y deseó volver el tiempo asumiendo que lo había disfrutado tanto, era la etapa más bonita de su vida, porque le gustaba que les dijeran «los recién casados». Y al recordarlo es igual a si volviera a estar ahí totalmente enamorada de papá, ese amor se desbordaba por todas partes.
Mamá ya llevaba más de dieciocho años con papá y no debería ignorar el pasado.
Abrió suavemente el cajón donde había sacado las fotos y las volvió a meter para preguntarse:
«¿Soy feliz».
Nunca se lo había cuestionado.
—¡Claro que lo soy! No quiero que los recuerdos que tengo del pasado y presente con mi esposo se queden olvidados, debo abrir la caja de esos tesoros para recordar lo bonito que he pasado a su lado, así soportaré los momentos difíciles del matrimonio y, es que... casarse puede ser algo muy maravilloso o bien traer desesperanza sino se sabe cuidar. ¡Cómo es pude hacer tal escena con él! No tuve que agarrar personal lo que me expreso, hablaré con él a solas, el día no tiene que pasar, estaría mal que durmieramos enfadados.
Se puso de pie y desplaza para entrar al cuarto.
Yo todavía no tengo ninguna experiencia en el matrimonio: creo que sí tu pareja te daña emocionalmente, te puedes sentir traicionada por la persona que más amas ¡seguro así se siente mamá y papá!
Para aligerar los problemas, tengo que poner de mi parte.
En mi mente circula en apoyar más a mamá, llega agotada y muy cansada a casa ¡no es para menos! Casi todos los días trabaja lo que provocó que perdiera el horizonte.
Una vez que salen del cuarto. Por lo que veo, no tuvieron la oportunidad de hablar, sus rostros siguen enojados, papá se dispone a agarrar las llaves del auto sobre la mesa y camina hacia donde está la puerta de salida.
Antes que se retiren les dije que se esperaran para despedirme de ellos.
Los dos se quedan parados en el marco de la puerta, espero que esas expresiones que denotan sea algo temporal. A mí solo me queda soportar el peso de sus miradas apagadas porque ninguno dice nada, el silencio mortal pareció absorber sus lenguas, es una lastima que estuvieran de esa manera.
Me acerco a mamá y papá para que les dé un beso. Le doy dos, salen un poco apresurados cada uno por su lado, suben al auto y, procede papá a encender el motor. El vehículo comenzó a rodar hacia adelante para ponerse en marcha, finalmente desapareció de mi vista.
Al tiempo que no están mis padres en casa, me dirijo al baño, apoyo mis manos en el lavamanos, sucesivamente me miró al espejo y empecé hablar en voz alta:
—Como pudieron mis padres pelearse, no sé que palabras usar para poder explicar lo que pasó hace un momento. No es que me vaya a morir por ver aquella escena, solamente es que no me lo esperaba —mi mente es un torbellino, pensaba en el significado de lo que pasó.
Abro el grifo y echo agua fría a mi rostro con el fin que me ayude a despertar, seco mi rostro con la toalla pequeña que está a mi costado, hacerlo me toma quince segundos, acto seguido cepillo mis dientes.
Terminé y me miró al espejo para poder peinarme con mis manos, hago una coleta y dejó caer unos mechones sueltos.
Voy al cuarto y agarró de mi armario un pantalón de mezclilla, blusa rosa pálido y unas buenas botas para el césped. No pasa mucho tiempo, y salgo de casa para empezar a limpiar el jardín de afuera.
La luz de la mañana tenía un brillo tan nítido que hacía que todo luciera radiante y fresco, aunque todavía faltaba un par de horas para el medio día.
El césped es algo extenso primero quito la maleza como me enseñó mi padre para luego regar el verde pasto, de inmediato los olores se dispersan en el aire, aspiro muy profundo el aroma para poder deleitarme con su frescura.
En ese tiempo, los vecinos que pasaban me saludaban, yo muy amable also la mirada y saludo con el mismo entusiasmo levantando la mano en agitación.
La gente caminaba y otras más estaban con la cabeza hacia abajo, me parece que son antipáticos para saludar. Y un chico llenito me llamó la atención, vestía al estilo rockero, camina con el típico movimiento de adolescente rebelde, me observó con un agrio humor. Exclamé en voz baja: «Este ha de ser la cruz de sus padres». El caso es que vi mujeres, hombres y jóvenes esa fue mi distracción.
De pronto se acercó un gato blanco sus ojos son tal como la luna que no se apagan, empezó a correr de un lado a otro como si quisiera ganar una medalla olimpica, luego ando algo misterioso para terminar tumbado en una parte cerca del césped, lo dejé ahí no me quita nada.
Resulta ser que observé caminando a una joven como de unos quince años, al plantar sus pies consecutivamente resonaban sus tacones altos, la veía voltear a los lados, gritando «princesa, princesa» ese nombre se me hizo muy adecuado para la gatita que está acostada sobre mi pasto, porque se ve muy consentida.
La joven es alta, esbelta, con una piel blanca y un abundante pelo castaño ondulado, un bonito rostro pequeño, y una piel rosada, venía bien vestida parecía importantísima al menos en mi opinion.
Al acercarse a mi, sus grandes ojos miran los míos.
—Perdón por interrumpir, de casualidad pasó por aquí una gatita color blanco, es muy esponjosa y muy cariñosa.
—Si está, por ahí —señale donde se encuentra—. Si quieres voy por ella.
—¿Segura?
—Con gusto.
Me desplace, pero algo me hizo tropezar y caí. Al poner las manos provocó únicamente que me rasparan las palmas. Me dije a mi misma «Ay de mi, que estúpida» se me bajo el ánimo por la vergüenza y mis mejillas se coloraron.
Ella se acercó, expresando:
—¡Estás bien!
—Si... no es nada grave es un raspón no hay porque preocuparse.
—Dejame ayudarte —simpatizo conmigo, eso se llama amar al prójimo.
—Pero te ensuciarás.
—No importa, solo voy agarrar tus manos.
Acepte agradecida.
Me obsequió una sonrisa como el rayo del sol. Me gusta sus modales parece una verdadera dama.
Empieza a examinar el cesped y las flores con mucho interés.
—Son preciosas las cuidas muy bien.
—Gracias, también mi padres ayudan para que se mantenga el bonito jardín. Una pregunta ¿Vives por aquí? Es que no te había visto.
—La verdad es que no soy de aquí, tuvimos que venir mis padres y yo desde Nueva York, ya que ellos les organizaron una fiesta de aniversario a mis abuelos, que viven a unos cinco minutos de aquí cerca de la calle rosales, pero como mi gatita se me escapó por eso estoy de este lado.
—Ahora entiendo porque no te había visto antes.
La plática estaba muy buena. En eso viene e un señor bien refinado a de ser su padre, en sus ojos deslumbra un alma descontenta y en las comisuras de su boca provoca dos duras arrugas.
—Que hace aquí, ya vámonos. Nos espera el chófer —se va sin decir un hola.
Su conducta no es digna de un señor como el, tiene ideales altos piensa de seguro que los que tienen menos no hay que hablarles.
—Si padre voy —obedece agarrando a la gatita del césped y entre susurros dice «me dio mucho gusto en conocerte»
Desfiló por la acera y el chófer le abrió la puerta, sin embargo antes que entrara mencioné.
—¡Que te diviertas mucho!
Creo que no me oyó porque no volteó.
Cuando cerró la puerta se asomo por la ventana y grito:
—¡Claro que lo haré! Por cierto mi nombre es Megan que tengas bonito día.
Solo le di una sonrisa.
Procuré no sentir envidia de ella por tener todo, lo natural de la vida es que yo deseo cosas bonitas como: un bonito vestido, zapatos lo que antes no me llamaba tanto la atención, se que son cosas materiales como sea, más adelante tengo que trabajar para conseguir lo que quiero. Fue bueno que se apareciera por aquí la gatita, para poder conocerla unos minutos.
Seguí arreglando el jardín el resultado de mi esfuerzo es que quedó hermoso y bien cuidado, a pesar que los caminos para pasar entre los espacios del césped a lo mucho están adornados con alguna de las hojas que han caído de los árboles que lucen sus hojas con orgullo.
Todo se ve muy lindo, me dan ganas de tomar una foto; entro a casa agarró el cel sobre el escritorio y de nuevo salgo.
Enfoco bien la cámara y capturó esa bonita imagen del jardín, lo pongo en mi estado en WhatsApp con una frase "La belleza de un bonito jardín, puede traer primavera a nuestros corazones".
Me quedo unos segundos admirando a mi vecindario parece un mundo irreal, todas las casitas tienen ese toque rústico que no se desentona con el ambiente tranquilo que se expande en este lugar.
—Ahora mi jardín va hacer mi nuevo lugar favorito —expreso con emoción.
El sol alcanzó su punto más alto brillaba con esplendor, parecía la yema suave de un huevo recién cocido.
A continuación entro a casa y desplazo a la cocina a tomar agua, tomó un buen trago. Sorprendentemente me sentí renovada con la frescura que descendía por mi garganta. Camino hacia la sala y comedor y doy un escaneo general a la casa, para mí sorpresa está algo sucia. Y la mesa de la cocina estaba hecha un desastre cubierta de restos de comida fuera del plato y sobre estos un par de moscas negras comiendo.
—¡Con qué quieren comer! —agarré el matamoscas y comencé a pegarles.
Efectivamente las maté y las otras moscas que se querían acercar las espanté, huyeron de mí.
Meramente muchas de las actividades de hacer aseo, no lo sé hacer, pero eso no me ata las manos para poder hacerlas, en ocasiones e visto a mamá por lo tanto ¡se algo...!
Antes de comenzar pongo el celular y la canción para amenizar el ambiente es la de Taylor Swift shake it off.
Esa pegajosa melodía retumba en mis oídos, me entusiasma a limpiar con energía. Sin perder el ritmo voy de un lado a otro después de no se cuánto tiempo terminó e inspeccionó cada rincón, que todo esté perfectamente limpió y como ya no falta nada terminó muy agotada, de hecho me dejó caer al sofá y me hundo para descansar.
Hacer el trabajo de casa es duro y las manos se me pusieron ásperas de la resequedad de los químicos que uso para trapear y limpiar.
Tras una fracción de tiempo de descanso; me voy a bañar. Me deshago de la ropa, entro a la regadera.
Es uno de esos baños normales dónde me enjabono, tallo mi cabeza y dejó caer el agua calientita a mi cuerpo. Salgo con la toalla encima y, en el armario busco un pans para estar comoda, de ahí me senté en el escritorio y empiezo a dibujar en mi block un hermoso paisaje cálido de verano, con un reluciente mar lleno de matices y positivismo, verlo me transmitía cierta tranquilidad, es ese sentimiento que puedo expresar a través de mis colores.
Ya tengo hambre, mamá no dejo nada preparado esta vez lo tendré que hacer yo, «¿Que hay de comer?». Busqué en los estantes y en el refrigerador ingredientes. «piensa, piensa Nina». Como quiero darles la sorpresa a mis padres voy a hacer algo rico, lo bueno que soy exelente cocinera... ¡a quien engaño! Nunca he cocinando. Sin embargo no es impedimento ¡lo tengo que hacer!
En mi celular entro a la aplicación de YouTube pongo en el buscador comida fácil, me sale una larga lista, escojo la que más me interesa que es enchiladas suizas. En el refrigerador hay pollo desmenuzado, solo falta algunas cosas. Esto va hacer pan comido no es tan complicado.
Tengo que ir por los ingredientes que faltan a la tiendita el “Rinconcito” a unos ocho minutos, no está muy lejos. Agarró las llaves y salgo.
En la acera me encontré frente a frente al profesor Máximo de quinto de primaria de la escuela que estaba, su vestimenta me transportó a la playa se veía muy jovial, a pesar de tener como cincuenta y ocho años o más sigue con una compostura muy derecha.
—Hola Nina ¿Cómo estás?
—Bien maestro.
—¿Donde vas tan temprano? —indica.
—A comprar algunas cosas a la tienda pero no es tan temprano, ya es la una de la tarde —respondo con voz dulce.
—Es verdad, pensé que era más temprano. Ya pronto entrarás a una nueva escuela ¿Te sientes nerviosa?
—Un poco. Es parte de.
—En verdad te admiro por ser buena estudiante y entrar en una de las mejores escuelas, verás que te va a ir muy bien.
—Muchas gracias por sus buenos deseos.
—No te quito más tiempo, hasta luego Nina —es muy cortes.
—Hasta luego.
Camine en dirección siguiendo por las calles. Al llegar compré crema, queso manchego, tortillas y bolillo.
De regreso a casa.
El celular lo recargo sobre algo que lo detenga para poder ver directamente lo que hace la persona, le pongo pausa y de nuevo le echó un ojo a los ingredientes en la cajita de descripción.
Después de leerlos saco los ingredientes del refrigerador, también una olla y sartenes. Cuando ya estoy segura que no falte nada, quito la pausa para estar en sintonía junto al vídeo. De un lado a otro traté de hacerlo bien.
La cuestión es que tarde poco más de cuarenta minutos, estoy convencida de que quedó muy bien, arrugó la nariz y atrapó los buenos olores.
Me apresuró a lavar todos los trastes que ensucie y voy a sentarme en la sala, hice lo mejor que pude sin esperar recompensa.
Agarró mi celular de mi bolsillo, abro WhatsApp y capta mi atención los estados que ponen mis amigas, veo que se están divirtiendo mucho, parece que las tres se fueron a Francia, es verdad su padres les va bien en sus negocios, no tengo envidia al contrario me da gusto verlas felices espero que pronto nos veamos. A cada una en su estado le doy un corazón para luego escribir “las extraño y quiero”. No respondieron han estar muy ocupadas.
Seguidamente me pasé a ver mi estado, ya varios compañeros de primaria que tenían mi número lo habían visto dando un corazón verde, admiraron el talento que tengo. Eso me puso de buenas.
Conforme el reloj avanza llega el momento que mis padres regresen. El sonido de las llaves me puso en alerta para poder recibirlos.
—Bienvenidos —expreso con una sonrisa en la cara—. No se vayan al cuarto, quiero que laven sus manos por favor y los espero en el comedor porque les tengo una sorpresa.
Empiezan a caminar en dirección al baño, mientras mamá observa alrededor que todo está muy limpio, no muy bien acomodado como ella lo hace, pero se nota mi esfuerzo.
Uno a uno se lavan las manos muy bien. Voy por ellos para que no se me escapen y juntos vamos a la mesa.
—Ustedes siéntense, en un momento vengo. —Me doy la vuelta para ir a la cocina.
Están ansiosos esperándome para ver qué sorpresa les doy.
En menos de tres minutos, los platos ya están servidos y ahora es turno de sentarme junto a ellos. Estamos listos para empezar a comer, mamá muestra un pequeño aire de preocupación y sus labios hacen varios intentos antes de empezar a hablar, es como si quisiera encontrar las palabras adecuadas.
—Hija pediste está comida por alguna aplicación —con su voz trata de que no me sienta mal.
—No..., mamá, yo lo preparé. Mi ayuda fue la aplicación de YouTube y ahí observé como lo hacía la persona, el resultado son los platos que ustedes tienen por delante —le explicó lo que tuve que hacer.
—No era necesario que hicieras de comer, si fue por lo que dije en la mañana perdón —contesta después de pensarlo, su rostro luce apenado—. Incluso hiciste el aseo de la casa y jardín, si te lo agradezco pero mi obligación es ¡yo hacerlo!
—Yo también quiero ayudar, se que ustedes vienen cansados y aportando con mis energías me siento bien. Se supone que somos una familia y debemos de apoyarnos unos a los otros, así que pueden contar conmigo porque soy una parte funcional de esta casa —expreso claramente.
—Tienes razón hija debemos apoyarnos, no obstante las tareas del hogar déjamelas a mí, por el momento, tú solamente encárgate de tu cuarto: y si tú padre o yo necesitamos ayuda, te avisaremos para asignarte lo que puedes hacer conforme a tu edad —aclara mamá en un tono de voz cuidadoso.
—Es verdad hija lo que menciona tú mamá, reconocemos que quieras ayudar. Lo que quiero decir es que siempre debes estar a supervisión de un adulto, ¡qué tal si te pasa algo! Y nosotros no estamos.
Resulta ser que está en sintonía con mamá, eso me agrada.
—Todo lo que me dicen ambos es muy cierto gracias por hacérmelo saber —manifiesto con una sonrisa de agradecimiento.
—No tengo la menor duda hija que pusiste mucho de ti en el aseo y en la cocina, y el platillo se ve de diez, solo que en un momento más lo probaremos —afirma mamá con una sonrisa en su rostro—. Sin embargo no va a ser de todos los días que lo hagas, te parece si cocinamos juntas de vez en cuando.
—¡Claro que si mami!
Tengo que reconocer que reaccionó de una manera positiva, más de lo que esperaba.
Papá toma mi mano y la de mamá con cariño. Se toma el tiempo para poder hablar de lo que pasó.
—Aprovecho estos minutos para disculparme personalmente por lo de la mañana, perdí la orientación y arruine el código familiar del respeto, perdón por la palabra pero ¡soy un estúpido! Por dejarme llevar por mis emociones, esa reacción que tuve es un gran defecto que debo desaparecer hasta exterminarlos, eso sí estoy muy seguro que las amo a las dos con todo mi corazón y como familia debemos estar unidos —habla muy humildemente poniendo su corazón en cada palabra.
Se voltea a ver a mi mamá con sus enormes ojos.
—Por favor Cielo, sabes que te amo, como tú me amas, eres lo más preciado para mí, se que va ver situaciones que nos sobrepasen pero no hay que estar enojados tenemos que hablar de inmediato, recuerda que siempre puedes contar conmigo.
Al parecer algo en sus palabras hizo que mi mamá sintiera más calma.
—Claro que si cariño te perdono, yo también tuve parte de culpa, por eso te pido perdón. Además estoy muy agradecida cariño porque me cuidas, proteges y amas en todo esté tiempo, y lo que hoy pasó fue para hacernos recapacitar de que, si por alguna razón discutimos no esté nuestra hija presente, nosotros tenemos que conversar y perdonarnos.
Mamá no se avergonzó de la gruesa lágrima que cayó sobre su rostro.
No sólo se perdonaron sino que me dio la impresión de que pensaron en mí bienestar.
—Que les parece si esa situación la olvidamos y comemos porque se va a desenfriar —comenta papá.
Así lo hacemos.
Cada uno come a su propio ritmo, mamá al probar bocado los sabores explotan en sus pupilas gustativas y un sonido que sale su boca delata lo bien que sabe, me da la impresión que por delante cocinare rico.
No puedo evitar quedarme callada por eso aporto algo para conversar.
—Como estuvo su día papis, no me han platicado.
—Bastante largo. No niego que es un trabajo muy pesado y exige mucho de uno, pero en especial hoy se me hizo el día muy eterno no sé porque —cuenta mientras come papá.
—Mi día también fue parecido, a lo mejor porque no hubo tanto trabajo y por eso se hizo muy largo el día, anteriormente fueron días muy movidos, como sea estuvo bien —dice en un tono amable.
La plática toma un rumbo bastante normal. Puse un poco más de atención a los dos, y observé que mientras estamos comiendo sus semblantes cambiaron. Me refiero a que se veían más sonrientes y alegres. Este puede ser el símbolo de unidad.
Después de hablar de trabajo y otros temas habituales. Terminamos de comer, papá en un solo movimiento recogió los trastes y los lavó en el fregadero para más tarde irnos a dormir.
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