Capítulo 4 🔸Una verdad dolorosa.
Todo a nuestro alrededor va dando vueltas a veces estamos en un oasis y otras veces en un desierto.
Es un verano cálido. El sol comienza hacer acto de presencia y, el viento trae su aroma a cada persona.
Terminamos el almuerzo, todo sucede como de costumbre de lunes a viernes.
Mis padres se encuentran en los campos frutales muy ocupados en su labor, para que el fin de semana tengan su grandioso pago, bien dicen que “no hay dulce sin sudor”.
Un rato después, mamá de forma inesperada se da la vuelta, trata de alejarse. A medida que avanza, se interna en una hilera de arboles busca la manera de que no la vea nadie, lo que no sabe es que papá la sigue por detrás, él reprime todo impuso de llamarla, se le hace extraño que se fuera sin decir algo.
Mamá al ir desplazándose, inesperadamente todo a su alrededor le da vueltas, pareciera que debajo de sus pies oscila, como si estuviera al borde del sistema solar. Su cerebro se confunde y no puede enfocar con los ojos ni una sola cosa, los entrecierra para ver si puede ver mejor. Por alguna razón su visión se hizo extraña e inquietante, pensó que finalmente el sol se había ido, aunque sabía que todavía era temprano, eso la preocupó y tuvo que detenerse.
La invadió la sensacion que el viento soplo muy fuerte, de ser así hizo que se le aflojaran las rodillas, en cuestión de segundos se desplomó sobre algunos cultivos boca arriba.
Al ver papá que mamá cayó, su corazón le dio un vuelco, de inmediato corrió a su encuentro difícilmente la alcanzo, quedó a un metro de distancia de ella, cuando se puso a su lado, se dispuso a decirle «¿Te encuentras bien?»
Mamá no respondía, parecía que no escuchaba nada, ni un gesto hacía, estaba en un trace. Luego papá la observo con curiosidad, ella estaba muy agotada lo mismo que si hubiera ido a correr un maratón, su rostro lucía con sudor y palidez. A papá no sé le ocurrió nada del porque estaba así.
Pero ¿que hay dentro de la vista de mamá?
En esos enormes ojos reinan las sombras, trataba de reponerse pero no tenía las fuerzas suficientes; continúa quieta sin decir algo, segundos después tuvo poca visión y frente a ella veía un cielo que se abría de un púrpura intenso a decolorarse gradualmente, para dejar el azul brillante del día. Se quedó observándolo, pareciera que nadie más existiera solo ella y el vasto cielo.
De alguna forma los trabajadores se enteraron y vieron a mamá tirada. La sensación de todos fue de alarma y, se congregaron a su alrededor; en coro se escuchan murmuros que dieron pie al chisme, detallando sin fundamento que papá no cuidaba a mamá y que la hacia trabajar. Todas esas palabrerías se dispersaban sobre el viento.
Otros tantos se podían ver nerviosos ante la expectativa de que algo estaba mal porque no se levantaba, y esperaban con los brazos cruzados para ver qué más pasaba.
—Señor Dante —dijo Mariela la compañera de trabajo—. Tal vez deberíamos llamar a una ambulancia.
—Hay que esperar unos segundos — decide no presionarla—. Mi esposa está consiente, pero lo que se me hace extraño, es que no me ve los ojos.
Papá sintió una punzada de miedo al verla de esa manera. Alguien le obsequió una botella de agua, papá lo agarró y se la da a mamá para que se la beba de a poco y, con la ayuda de otros compañeros le trajeron alcohol etílico para que lo oliera y se reanimara, mamá le da un golpe a sus fosas nasales y respira profundamente, ante eso mamá se inclina recuperando la orientación.
—Tranquila Cielo, párate vamos al hospital —dijo papá con voz suave.
—No, cariño. No es necesario, no es necesario, estoy bien —con esfuerzo dice mamá.
Estaba un poco agitada, después su respiración se fue haciendo normal.
Al ver la mirada de confusión de todos y que estaban alborotados, parece ser que mamá quería decir algo.
—Estoy bien compañeros. No sé preocupen fue un mareo, gracias por su cooperación, —afirma visiblemente estable, dispuesta a poner fin a lo que parlotean.
Después todos se dispersaron volviendo a su rutina usual: cada uno en su trabajo como debe de ser, mamá también se reincorporo con la ayuda de papá y siguieron en su labor.
Al poco tiempo, dentro del cuerpo de mamá, le recorrió una ola de malestar al punto de punzarle muy duro la cabeza, era un dolor que le atravesaba como una aguja en su cerebro, ella sabía estaba mal lo que le trata de decir su cuerpo.
Se aguanto el dolor con todo su ser, y sus manos comenzaron a sudar frió, hizo un esfuerzo por tener un aspecto calmo. Se aparta un poco, cuando papá se entretuvo a platicar con el jefe, agarra de su bolsillo de pantalón el celular, para mandar un mensaje a su doctora de cabecera.
Empezó a escribir...
Hola doctora Cristina, espero se encuentre bien, quisiera pedirle un favor, si mañana me podría hacer una cita en el hospital donde trabaja, porque hoy me dio un fuerte dolor de cabeza, más aparte se me nublo la vista. Pienso que no está bien, incluso en este momento siento que mi cerebro punza a cada segundo, nunca antes lo había experimentado 😭☹️ 4:55 pm✓✓
Responde rápido.
Estoy muy bien gracias, estoy apunto de ir para el hospital, claro que te consigo una cita, por los síntomas que me dices te deben hacer una resonancia magnética u otros estudios, concéntrate en estar tranquila pero es mucha tu molestia de dolor en la cabeza. 4:56 pm✓✓
Un poco, me estoy aguantando, voy a tratar de estar lo más tranquila que se pueda, mi esposo no lo sabe, por el momento quiero que se quedé entre nosotras. 4:57 pm✓✓
Claro, como tú lo prefieras. Me acaban de avisar que ya tienes tu cita, es para las seis de la mañana, debes ser puntual. No sé te olvide estar en ayunas. 5:00 pm✓✓
Muchas gracias por su ayuda, a esa hora ahí estaré. 5:01 pm✓✓
Fin del mensaje. Procede a borrarlos para que no fuera visto por papá.
Mamá siguió de lo más normal, se obligó a serenar. Aunque por dentro estaba exhausta, sin energía aún después de haber dormido sus ocho horas, no estaba al cien por ciento como usualmente lo está, incluso le dolía cada parte de los músculos, quiso entender que fue porque se cayó o por la carga emocional y fisica del trabajo.
La luz del día poco a poco iba desapareciendo, los pájaros se han callado, indicando que se fueron a dormir. Ya era momento para que todos se fueran a sus casas; a pesar del duro día mamá se mantiene con una gran sonrisa, los dos entrelazan sus manos y comienzan a caminar hacia el auto, se suben y por inercia al mismo tiempo se ponen el cinturon de seguridad.
Papá arranca por una vía rápida. No tuvieron la suerte que estuviera vacío hay bastante tráfico, los autos por querer llegar a su destino tienen un ambiente desesperado y frustrado. Es imposible ir a buena velocidad, en ese lapso los dos empiezan a conversar.
Mamá tiene en mente decirle a papá que va ir al hospital, quiere hacerle saber que no es algo tan preocupante.
—Cariño, mañana voy a ir al doctor para que me de algunas vitaminas, supongo que es por la falta de sueño o el estrés que he tenido últimamente —expresa dándole aviso.
—Claro ve, cuéntale todos tus síntomas. De cualquier manera yo te iba a decir que fueras y, no te preocupes si no vas o llegas tarde al trabajo, yo lo haré por tí.
—Gracias cariño, pero si te acompañaré a trabajar aunque sea unas horas —menciona con una expresión tranquila.
—Esta bien.
En media hora llegan.
Papá se estaciona frente a la casa y le quita a mamá el cinturón de seguridad acto seguido le obsequia un beso con ternura en sus labios, le expresa que la ama mucho y que es la más linda de todas las flores, escuchar ese cumplido su cara se iluminó y cualquier rastro de dolor se opaco, lo sintió como una caricia para sus oídos.
Papá se gira para poner los pies en el pavimento y se dirige abrirle la puerta. Son como unos recién casados, al ir caminando estrechan sus manos en señal de acompañamiento y amor.
Llegan hacia la puerta de entrada.
Abre mamá la puerta y, los rostros de los dos reflejan que están exhaustos, insolados y con mucha hambre.
—Que bueno que ya llegaron, los A. M. O -—deletreo con claridad dándoles un beso cariñoso en la mejilla a ambos—. En un momento les sirvo la comida que preparó mamá antes de irse, antes vayan a lavarse las manos.
En unos minutos todos juntos nos sentamos en la mesa; es una escena que sea a vuelto muy familiar de todos los días.
La cena transcurre en una nebulosa y, media hora después nos sentamos en la sala para ver una película específicamente “Alicia en el país de las maravillas”.
Mamá estaba muy pensativa, no podía recordar lo que comió, sé quedó en silencio y repaso en su mente lo que hizo en el día, ¡eso lo recordó bien! Pese a que... seguía sin saber lo que había comido. Deduce que le faltaba dormir más; considero el momento de ir a la cama, se levanta y de nuevo le regresa un hormigueo exasperante en su cabeza por lo visto se niega a desaparecer, sus pies le reclamaba irse, se despide de nosotros y, se dirige a su cuarto.
Se recostó en la cama, no podía quitarse de la cabeza lo que le estaba ocurriendo, detrás de todas esas dudas se tiene que enfrentar cara a cara a ese interrogante, que probablemente, en el fondo, ella no quería saber. Lo mejor en esa situación es dejar de darle vueltas al asunto, porque cada día tiene sus propias complicaciones.
Intenta respirar profundo, saca el aire lentamente una y otra vez, fue como el dolor desapareció. Al menos se tranquilizó para acomodarse como quisiera en la cama, cierra los ojos y se queda dormida.
A la mañana siguiente muy temprano. Mamá abría y cerraba los ojos con apego, se reincorpora frotándoselos ligeramente para sacudirse el sopor. Al ponerse de pie lo primero que hizo es ir al baño a bañarse, termina en quince minutos y se viste; entonces se desplaza a la cocina a hacer algo sencillo para el desayuno y comida.
Todo preparado, sale de casa.
Parece que el día es suyo cuando se levanta temprano.
—Es una buena hora, falta al menos cuarenta minutos para que den las seis de la mañana —dice mamá al ver su reloj de pulso.
El sol apenas se digna asomar. Se dirige a la parada a tomar el bus, mete ambas manos en los bolsillos de su suéter sin dejar de caminar. Llega a la parada y junto a ella se encuentran otras personas, porque es una ruta muy transitada; minutos después sube, no estaba hasta el tope como normalmente, ya que son vacaciones, solo hay como ocho personas dispersadas, más las que subieron. En total unas quince.
Busca un buen lugar y se dispone a sentar, luego frente a ella un señor se levanta de su asiento para bajar en la próxima parada, sacude su ropa quitándose los restos de pan dulce, al parecer no tiene nada de educación al dejar dispersadas sus boronas, se agarra de la barandilla y se queda ahi. Lo mejor... hubiera sido que estuviera sentado.
Él es alto, gordo parece un balón hinchando, llevaba floja su corbata, con peinado de lo peor, además su sudor huele fierro se supone que asi va a ir a trabajar, no es de humanos ir asi, quien podría fiarse de el por su aspecto, hasta le pondrían hacer un meme.
Aquél hombre que tenía por delante no huele nada bien, a mamá le dio un espasmo de vomito, tan pronto se aguantó, no quería hacer el ridículo entre tantas personas.
En breve el señor recibe un mensaje lo ve con una de sus manos y hace un gesto de enojo bufando por la nariz, voltea su cabeza con cara congestionada de ira y mi madre sin querer hizo contacto visual con el, tuvo un pequeño sobresalto; ese señor dejó salir de uno de sus ojos un tic para luego regalarle una sonrisa, pero bien dicen “nunca sabemos lo que esconde la sonrisa de un extraño”, mejor mamá desvía la mirada hacia el otro lado.
El bus se detiene. Y ese feo señor, paso a su lado mirándola como un animal raro, cualquiera pensaría que tiene algo contra ella. Se deslizó a la salida y baja cada escalón de forma brusca para que lo oyeran todos, en el momento que estuvo afuera. Por fin mamá pudo respirar con tranquilidad.
Tan pronto como arranca el bus, una pareja muy joven interrumpe el silencio que se había formulando adentro; comenzaron a gritarse con palabras altisonantes, todo era porque su novio volteo a ver a otra chica, los celos de ella eran muchos, estaba realmente furiosa. Los dos tienen un pésimo comportamiento;
Al ver y oír tal escena, mamá se queda unos segundos atenta a la discusión, luego se sintió ajena a lo que se desarrollaba frente a sus ojos; suena bien para una una telenovela que apenas estaba en pleno desarrollo. Se detuvo el bus y pide bajar la joven y, el novio la siguió por detrás, ese ambiente desesperado concluyó y, todo estaba en completa serenidad.
Para mamá fue algo inesperado todo lo que presenció.
Se quedó mirando por la ventanilla y su vista recayó en el cielo, se podía ver en un tono gris claro. En ese trayecto no pudo evitar viajar al pasado, se contempló de niña disfrutando de recuerdos felices, jugando con sus amigos canicas, stop, avioncito, coleadas. También revivió la ocasión, en la que se deleitaba en cada primavera con una nieve de limón, de hecho es su favorita.
En ese tiempo, el bus hace algunas paradas violentas, con toda esa incomodidad, en veinte minutos el conductor abrió la puerta; así llegó mamá a su destino, por fortuna sin ninguna fractura.
Se puso en marcha el bus, mamá como está frente el tubo de escape del bus, le salió una nube de humo que se desplazo en el aire y ese olor llegó a la fosas nasales de mi madre pronto tuvo que taparse las narices para poder caminar.
Recorre algunas calles a pie, dobla a la esquina casi estuvo apunto de chocar contra un joven distraído en su celular, mamá fácilmente lo pudo esquivar. El joven la mira con esos ojos de los mares tropicales y le pide disculpas.
Siguió y entró a Michigan General Hospital.
Pasa a la sala de unidad de emergencia ahí se encuentra muchas personas es el a,b, c del sufrimiento, la inquietud bullia en el aire y se filtro en sus oidos los diversos sonidos, llegó a sentir un calor que se extendió por su cuerpo y le cortó la respiración. Por tal motivo se pregunto «¿Por qué estoy aquí?»
De inmediato se apartó de ahí para pensar en otras cosas.
Se detiene en la recepción, dice su nombre y, el joven de buen parecer amable, carismático con una voz de presentador de combate de boxeo que es muy agradable oír, expuso que ya la estaban esperando. La dirigió por donde se tenía que ir y, tal como lo recordó se encaminó.
Primero doblo hacia la izquierda, luego a la derecha, ahí estaba un letrero a lado de la puerta que decía “resonancia magnética”. Cuando iba a tocar, abre uno de los médicos, por su acción se ve que va de salida, mamá le pregunta.
—¿Puedo pasar?—pronuncia con un poco de temor.
—¿Es usted, la señora Cielo? —cuestiona con una sonrisa en su rostro.
—Si, soy yo —asegura.
—Pase y siga las indicaciones de mis compañeros y, se va.
Mamá tal cuál, sigue cada cosa que le indican.
Proceden a hacer un exámen neurológico donde el médico le pregunta hacerca de sus síntomas, evalúa la vista, audición, equilibrio, coordinación, fuerza y los reflejos. Estás pruebas le ayudan al médico a tener más información y poder darle un buen diagnóstico. Luego procedieron con la resonancia magnética de la cabeza, donde se tiene que acostar sobre una mesa angosta, de a poco se deslizo dentro de un escaner grande, similar a un túnel.
Acabando los estudios. Le informaron que más tarde le darían los resultados.
En ese tiempo, se fue a sentar en una silla frente algunos consultorios. Observó el panorama, solo había personas que van y vienen, con muchos susurros al aire. La voz de sus rostros reflejan dolor, la verdad nadie tiene la remota idea de las dificultades de cada persona.
Transcurrieron un par de horas.
Por medio de un doctor la mandan a llamar; toca la puerta dos veces y cuando le dan el aviso entra.
—Sientense señora Cielo. Mi nombre es Carolina Spears —se presenta formalmente tendiendo su mano en modo saludo. Era una mujer de como unos treinta y ocho años, ojos negros como el túnel, rubia, su peinado y maquillaje son modestos, excesivamente derecha.
—La Doctora Cristina me comentó que usted es su paciente regular cuando se enferma de tos, gripa o para ser vitaminada, sin embargo, ahora yo voy a ser su doctora —al expresarse mueve las manos con desenvoltura.
Los ojos de la doctora son enormes, se quedó observando unos segundos a mamá y ella se sintió..., intimidada, era evidente que la tensión se iba apoderando de mamá, de manera que empezó a moverse de su asiento dando golpecitos con el pie derecho, visiblemente su nerviosismo estaba presente.
Con voz suave y monótona empieza hablar la doctora.
—Los resultado son los siguientes. De ahora en adelante señora, va a estar en constante tratamiento. —Agarra la hoja de estudio y empieza a leer en voz fuerte y clara.
Mamá está con la cara tensa cómo nunca antes. Teme que sean malas noticias.
—Usted... tiene un tumor en el cerebro, para ser más específica es cáncerigeno está en la primera etapa lo cuál, esto le está afectando en la manera en que su cerebro procesa la información, los síntomas pueden comprender a cambios de personalidad, confusión, deterioro de criterio, pérdida de la memoria y conductas socialmente inapropiadas. Incluso va a experimentar dolor de cabeza progresivamente y cada vez se volverán frecuentes e intensos, náusea vómito, la visión se puede hacer borrosa. Con el estudio que le hicimos vimos la localización y tamaño. Luego se le tiene que hacer una biopsia para corroborar que el tumor sea cancerígeno, asi proceder hacerle una cirugía y extirparlo sin dañar otras zonas; tome en cuenta que hay riesgos porque puede haber secuelas, aparte de la cirugía recibirá un tratamiento adicional Radioterapia o Quimioterapia eso lo evaluaremos, por eso ¡cuánto antes! Debe comentárselo a su familia para que tenga un tratamiento y no se extienda más.
Mamá creé que la doctora entre más habla, más la entierra. Su cara se puso sería, en seguida se le apareció un destello de dolor. Le resulta un sueño lo que expuso, inclusive se le erizaron los pelos del cuerpo como de un león espantado. Si la vida de muchos años era difícil, con esa noticia, era aún más, aquel veinticinco de Julio quedó marcado en su mente.
En su cabeza se fijo en repetición el orden correcto de las palabras de la doctora, su cerebro se emboto de mucha información y, la garganta se le fue cerrando a tal punto de no poder hablar, su cuerpo se pone frío sólo puede agachar la cabeza y ser capaz de soportar lo que se avecina.
Esa imagen tiene mucho sentido para la doctora porque la forma como la mira rompe su corazón.
Mamá se levanta del asiento y pide en su mente al Supremo ser la persona más fuerte del mundo, tiene la ilusión que no sea verdad lo que le está pasando, al dar el paso tuvo un mareo y se balanceó por la impresión. La doctora cómo el rayo de la luz apareció y se pone por detrás, con sus brazos libre la rodea para evitar que pueda caer, la ayudó para que se mantuviera derecha.
La doctora sintió mucha empatía por semejante tristeza.
Mamá se queda callada, sin moverse no lo asimilaba ni un centímetro, luego expresa—. Cáncer en el cerebro —esas palabras le resulta imposible seguir teniéndolas en su pecho—. ¿Por qué doctora tengo está enfermedad? Justo cuando tengo la vida que quiero y de pensar que quería pasar con mi familia un verano inolvidable y ahora la trayectoria cambio en otra dirección expliquemelo...
—Solo le puedo decir que cualquier enfermedad forma parte natural de los seres vivos, ya sea por factores de genética o de otra forma, y pues aunque la vida la está poniendo aprueba, no quiere decir que todo terminó, debe luchar con todas sus fuerzas y demostrarle a esa enfermedad lo contrario. Usted debe confiar en la ayuda de los especialistas, pero tiene que poner de su parte.
Mamá se quedó pensando que la vida no es segura en ningún momento.
Un aire escapa de su boca violentamente después de aguantar la respiración.
¿Qué más pasará por su mente? Sin duda ha perdido mucho ánimo. Es un momento fatal.
Trata de asimilar la noticia, aunque no es fácil de digerir, está en un tormento entre la vida y la muerte pero sentía que estaba más en esa línea final. Es igual que si fuera empezar una guerra que tendría que terminar de la mejor manera.
De tantos pensamientos que tenía, una leve ráfaga de tranquilidad recorre su cuerpo, se despide y agradece la atención. La doctora la acompaña a la puerta y se retira.
A cada paso que da mamá, se ve su descontento, tiene la ansiedad de salir como sea del hospital.
Continúo andando por los pasillos con las manos temblorosas, cualquiera que pasa por esa noticia actúa como un desquiciado. Si, bien ella tiene el deseo de gritar, correr hasta no poder más, sin embargo se frenó, por el “que dirán”
Una vez fuera, se conmocionó y por un segundo se desoriento y de nuevo se tambaleó, su piel clara se volvió pálida; a unos metros del hospital se dirigió y se sentó en una de las bancas del parque, alrededor abundan árboles frondosos de un tono verde brillante muy bonitos, se veía el lugar muy tranquilo. Se queda inmóvible a modo de estatua, parecía que se olvidó hasta de respirar.
Con la cara entre sus manos, no aguanto más y lloro sin contención, ni vergüenza, gritaba desde el fondo de sus pulmones, su corazón se hizo pedazos, sabía que esas lágrimas eran inevitables, esa agua no la ahoga, ese sentimiento no la puede detener, estaba segura que atravesaba en su vida una situación muy traumática. Nunca antes tuvo tanto miedo que incluso castañeaban sus dientes.
Se negaba aceptar racionalmente lo que estaba ocurriendo.
La invadió la oleada de tristeza y perdió la noción del tiempo, solo le resbalaban sus lágrimas por las mejillas, su mente había perdido poder. Estuvo un buen rato así, sin que nadie la viera, lo que fue preferible para ella.
Con la mirada en dirrección hacia arriba vio el bastó cielo que estaba delante de ella, no era su aliado parecía melancólico, ese manto grisáceo no tardaba en llover. Hasta que una sola gota golpeo su rostro, pensó que era de esperanza para poder seguir, parpadeó con fuerza para dejar atrás las lágrimas y reponerse pero sus ojos le pesan de tanto llorar.
Ya se avecina una tormenta, los árboles se agitan con el viento, a los costados se arremolinan varias hojas sin embargo con todo ese aire, entrecerró los ojos para protegerse de cualquier piedrita que vuele. Unos segundos después, cerró por completo los ojos para aguzar el oido y escuchar al viento y las hojas que se mecian. Les prestó atención esa música la acurrucó, le dio algo de paz y serenidad. Quiso en ese momento que el tiempo se detuviera y la ayudará a pensar bien, tal vez era un engaño de ella, para no ver el dolor que la destrozaba por dentro. Suelta un suspiro dramático hacia el cielo como haciendo una plegaria muda.
Agarra el poco ánimo que le queda, y se levanta, sus piernas por si solas avanzan entre las personas, aunque ella ni siquiera las percibía; tan pronto chocó con unos señores eso la despavilo; busca con los ojos donde se ubica la parada del bus. Cuando haya el camino se aproxima ahí.
Enseguida llegó, se subieron las personas pero ella no subía. Se quedó frente a la puerta, no quería ir al trabajo, una vez que las puertas estaban apunto de cerrarse, un impulso hizo que subiera. Cada escalón que pisa lo hacía con pesadez, en pocos segundos llegó arriba y paga; ubica un asiento para después sentarse, con un aspecto afligido y preocupado.
Las veinte personas ubicadas en sus asientos, no se percataron de su dolor como si fuera un pasajero más.
En el trayecto se queda pensativa.
En aquel momento delante de ella, pasó una sucesión de imágenes de su vida y reflexiono largo y tendido ¡que es lo que va a pasar conmigo! Esos pensamientos la conducían a la desesperanza. Porque una madre no solo significa cambiar pañales. Es cambiar tu vida, tu tiempo y tu forma de pensar, dar infinito amor, dar todo el corazón para sacar adelante a sus hijos, más aún. Una madre quiere que sus hijos les vaya bien en todo y, que aprendan de sus errores y crezcan cumpliendo sus sueños.
Quería continuar viviendo para dar su gran amor y cuidar de mi.
Ante sus ojos, se sintió condenada por eso se atreve a suscitar interrogantes en su mente que para ella es razonable, porque no hay nada que suceda en la vida si hiciste algo malo. Las preguntas que se hacía eran: «¿Por qué a mí? ¿Qué estoy pagando? ¿Será que no he sido lo bastantemente buena, por eso recibo un castigo? ¿He trabajado realmente duro en mi vida? ¡Qué es lo que hecho mal! ¡No puedo morir, aún no!».
Simplemente es darse cuenta que la vida es así.
Estaba dispuesta a hallar las respuestas. Aunque no entendió el porqué, ni de dónde venía la prueba.
Además no quería que papá me criara, eso sería demasiado duro, estaba muy aterrada.
Su cuerpo recorrió muchas emociones: miedo, soledad, tristeza y desesperación. Consideró que si escuchaba en ese mismo momento la voz del Altísimo y le dijera que todo estaría bien se sentirá más tranquila, en cambio piensa que está muy lejos como para que se ocupe de ella. Tenía la tristeza instalada igual que un cementerio.
Saca de su bolso de mano, unas toallitas húmedas para limpiar su rostro y, luego se retoca para que no refleje su lamento. Respiró hondo para tener mejor aire en los pulmones. Para inmediatamente mandar un mensaje de texto a papá, teclea “voy en camino para el trabajo cariño" y envía. Guarda el celular, sin ver si vio papá el mensaje.
La tarde era húmeda con una leve llovizna.
Antes de darse cuenta, ya estaba en el trabajo, cansada, agotada en medio del dolor que quema su corazón, tuvo que tener una tremenda fuerza de voluntad, con el rostro relajado como si nada hubiera pasado, se desliza donde está papá.
—Que te dijo el doctor Cielo —cuestiona preocupado.
—Bueno..., me comentó que tengo mucho estrés y mi cuerpo está cansado, es por eso que debo estar tranquila y, como es normal me mandó algunos medicamentos y vitaminas —considera cuidadosamente cada palabra, dibujo en su rostro una sonrisa forzada y parpadea para contener las lágrimas tuvo una perfecto dominio, que papá se la creyó.
—Entiendo, me alegra que solo sea eso.
La noticia real quedó flotando solo en la mente de mamá.
No sabe cómo darnos la noticia, eso sí tenía que buscar la forma, no lo podría ocultar por mucho tiempo porque la enfermedad irá avanzando.
Mamá contaba los minutos para terminar su trabajo, sobre todo quería ir a descansar, la dificultad es que tenía que cumplir con su jornada laboral. Es difícil trabajar teniendo en mente su estado, estrictamente se obligó a pensar en cualquier cosa, antes que en su enfermedad, así se les fueron las horas.
Las últimas luces del crepúsculo se han apagando.
Finalmente el día se acabó.
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