XXVII


Fue abrir un poco la puerta del granero, que se toparon con cuatro hombres esculturales, vestidos de diferentes oficios, que las miraron con cierta sonrisa picarona, logrando que abrieran la boca asombradas aventurando a la suerte de que les entrara alguna mosca.

-Hola -Saludó el que iba vestido de bombero-, estamos buscando a la afortunada que se casa -comentó con un guiño de ojos-, espero que no seáis ninguna de vosotras dos, porque no me quedará más remedio que raptaros - Ante aquello, su prima sonrió de forma tonta, mientras que Silvia se sonrojaba completamente-. Y es para poder entrar antes de que nos arranquen aquí la ropa alguna de ellas -Carraspeó un poco sin dejar de lado el buen humor.

-Claro -Se aclaró la garganta Elisabeth, al tiempo que lo agarraba del brazo y lo entraba dentro del granero-. Ella -La señaló con un gesto de cabeza-. Es la afortunada en casarse, yo...

-Está casada con un maravilloso hombre y es madre de tres duendecillos - Interrumpió Silvia, volviendo a recuperar el mando de sus hormonas, al tiempo que le sacaba la lengua a su prima por su mirada asesina-. Podéis pasar, supongo que os han explicado lo que tenemos preparado.

-Que pena, que estéis atrapadas -Suspiró el bombero-. Tendré que buscar a otra bella flor, que hacer sonreír ésta noche -Comentó entrando aún cogido del brazo por Elisabeth.

-Fácil, con las cerca de las sesenta mujeres que hay ahí fuera -Sonrió Silvia-. Aunque veo que estáis acostumbrados, porque no os veo nada asustados.

-A decir verdad, puede decirse que estamos curados de espantos -señaló divertido y restándole importancia, que fuera casi toda la población femenina del pueblo-. Nos han explicado, que tenemos a una mascota -Comentó con cierta duda, alzando una ceja dudoso por aquella información tan poco frecuente.

-Sí -Soltó explayada Elisabeth, soltando al hombre del brazo, para brincar toda alegre hacia Alex, colocarse tras su espalda y apoyar sus manos en sus hombros, dándole un beso en la mejilla y recibiendo a cambio una sonrisa rancia.

El bombero, observó por un momento a Alex con el ceño fruncido, para después girarse a Silvia.

-Tú eres la novia -La señaló con el dedo-. Y él, es quien recibe las bromas por así decirlo... -Habló aún dudoso-. O acaso vais a querer un espectáculo algo sado, siendo él el que...

No pudo acabar, a causa de las palabras vociferadas por Alex.

-Pon un dedo tuyo en mi cuerpo, y te juro que te arranco la manguera de cuajo -Amenazó entre dientes y mirada afilada.

-¡Alex! -Le encasquetó riendo Elisabeth una colleja en la nuca-. Compórtate, son nuestros invitados.

-Pervertidas -Masculló entre dientes.

-Pobrecillo -Rió su prima, acariciando de forma exagerada el cabello de él-, sabemos que estas asustado y por ello, de tus insultos -Siguió hablando con tono melindroso-. Pero tranquilo, si vas a estar muy bien cuidado.

-Brujas locas -Volvió a mascullar-, cualquiera diría, que vais a realizar un ritual y yo soy el sacrificio...

-Quejica -Volteó los ojos Elisabeth, al tiempo que soltaba un profundo suspiro.

El bombero, carraspeó un poco por lo que estaba viendo allí.

-Creo que ya me hago una idea de lo qué llega a ocurrir...

-Sí -Sonrió satisfecha Silvia-. Es mi noche, pero él, se ha ganado de tener la suya por ciertas cosillas hacía mi persona...

-Veo, que no nos vamos aburrir en ningún momento -Acabó por reír el bombero-. Entonces, voy a buscar a mis compañeros ya que está todo aclarado.

-Bien -Asintió Silvia-, te acompañamos, pues tenemos que controlar la entrada para cierta subasta.

Cuando volvieron a salir fuera, los tres hombres se hallaban arrinconados por las dos más viejas del lugar.

-Mildred y cloe... -Las llamó Silvia con tono reprobatorio-. Dejad que se muevan, que deben entrar para ofrecernos su espectáculo a todas, no solo a dos -Marcó sonriendo de forma ancha-. Pero empezad a formad la cola, que debemos haceros entrega de un numero para el divertido sorteo de...

-¡Alex, tu esclavo por un día! -Gritaron a coro, unas que se hallaban a un lado de ella, posicionándose animadas enfrente suyo, para formar el principio de la cola.

-Esclavo, esclavo... -Repitió divertida por lo que podría ocurrirle al chico, si dejaran al libre albedrio el sorteo.

Miró un segundo a su prima de forma confabuladora, compartiendo de aquel modo el secreto que se traían entre manos.

Cierto, iban a proceder a sortear a Alex por un día. Siendo la ganadora, quien se lo llevaría a su casa o le haría firmar un contrato, donde él aceptara su mando para una fecha determinada.

Pero lo que ninguna de aquellas lindas mujeres sabía, es que se trataba de un sorteo amañado. Ellas, ya tenían a la ganadora perfecta.

Por lo que habían visto y oído, allí don listillo rehuía un poco de cierta jovencita de la localidad. Mandy Smith, una bella pelirroja de veinte un años, algo tímida por ser la hija del pastor. Pero quien por lo visto, se sonrojaba de forma violenta y perdía el habla coherente, cuando Alex se hallaba en la misma habitación que ella. Observando como él, era casi recíproco en su actitud con ella.

Aquel leoncito, ponía distancia pues no quería ser cazado por la bella chica. Sabía, que tenía las de perder, si se acercaba mucho a ella. Era su punto débil.

Lástima, que su libertad iba a tocar fin.

También había que indicar, que la inocente Mandy, estaba completamente ajena a lo que se iba a vaticinar aquella noche allí.

Por el momento, ya la veía en la cola acompañada de su mejor amiga, quien era parte de la estratagema, para que ella hubiera acudido aquella noche allí.

Solo tenían que dejar apartado el resguardo que iba con el numero que se le entregaba a ella, y cuando sacaran una papeleta que fuera la guardada. Y en aquellos juegos de malabares, Elisabeth era la reina.

Solo rezaba, porque los dos decidieran dejar su tontería de lado y al día siguiente, les agradecieran todo el esfuerzo de ellas.

Y ahora en un rato, le tocaba a ella misma, el mirar de escabullirse hacia la casa de Donovan, para celebrar su verdadera fiesta privada de despedida.

Bien mirado, era el mejor día para poder acudir a él. Por fin, podría acostarse con su prometido. Pensó soltando un profundo suspiro de impaciencia y siendo roto, cuando su móvil pitó con la entrada de un mensaje.

Apartándose un poco de su prima y de la fila de mujeres, sacó del bolsillo con una sonrisa nerviosa el aparato, sabiendo que debía de ser de él.

Y así fue.

Comprobó instantes después con el rostro colorado como la grana, cuando al desbloquear el aparato, casi se mete un guarrazo de culo al tener que trastabillar por la sorpresa, al haber recibido por parte de él una fotografía.

¡Y menuda fotografía!

Solo veía las piernas de Donovan recostadas en la cama, mostrándole al hombre desnudo de cintura para abajo, esperándola con una enorme erección que se sujetaba levantada toda ella solita... Seguida de unas palabras... "Pensando en ti"

Sí, mejor iba adelantando a primera posición el sorteo de Alex, para poder así llegar a sujetar aquello antes de que bajara...

De modo, que haría primero el sorteo para poder ver la reacción de Alex y luego, se marcharía de allí, solo dejando notificada a su prima.

Bien, entraría dentro para tomarse una copa y refrescarse, pensó sonriendo de forma tonta. Y así, controlaba como se comportaban todas las mujeres.


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