IXXX
BIEN, EN TEORÍA IBA A SER EL ÚLTIMO CAPÍTULO... PERO @sareli29 ME CHINCHÓ A SEGUIR AQUÍ MISMO CON LA HISTORIA DE Alex.
De modo, esperando que no os moleste, aún nos van a quedar unos pocos capítulos... Decidí intercalar la historia del primo, en pocos capítulos. Cierto, creo que me tocará quitar lo de EPILOGO jajajajja Por que a éste paso, llego a 20 capítulos más jajajjaja Muchos besos, en el siguiente hay desnudo, tocamiento y.... jajajjajja
No se quedó para ver como Mandy, solucionaba el que le hubiera tocado un premio tan peculiar como aquel. Sin que nadie se diera cuenta, salió del lugar para coger el camino que iba en dirección a la propiedad de Donovan.
Decidió hacerlo a pie, por el medio del sendero que a más tardar, llegaría en unos quince o veinte minutos. De aquel modo, llamaría menos la atención y nadie, sabría donde estaba realmente.
Por fin, iban a tener una noche tranquila para ellos, donde poder jugar para desprenderse ella de su equipaje de más.
Una enorme sonrisa llevaba en el rostro, al pensar que iba a poder abrazar aquel cuerpo a su libre antojo, sin mil pares de ojos atentos a sus movimientos... Dormir abrazada al calor de su cuerpo... Y ver sus ojos y su sonrisa, nada más despertar.
Aspiró con fuerza y henchida de felicidad, al no creerse poseedora de tanta buena suerte.
¡Donovan la amaba!
Miró la hora en su reloj, viendo que mejor apresuraba un tanto el paso, pues su prometido tenía planes para los dos y tenían que regirse por cierto horario.
¿Qué sorpresa sería?
Muy a su pesar, tuvo que dejarse llevar como un perro hacia donde se hallaba su enemigo principal número dos, Elisabeth. Quien sonreía divertida, esperando que la abrumada Mandy se acercara a ella, para poder entregarle como puro esclavo.
Le parecía increíble, que fueran a dejarlo en manos de aquella joven, habiendo consumido aquella maldita pastilla.
Gimió horrorizado y desesperado para sí mismo, viendo que no iba a ser buena idea. Aquello, era como ponerle a un niño un bol de caramelos suculentos y nunca vistos, para decirle, que si no cogía ninguno en un plazo de treinta minutos, se le entregaría el doble... Era de idiotas, se sabía que la tentación a mano, podía más que el razonamiento.
Observó a su ninfa de sus sueños, acercarse allí a paso forzado, gracias por el empuje de su amiga.
Solo bastaba un micro segundo, para que un hombre supiera que era más valiosa que el oro y todo diamante raro.
Una belleza etérea, con un alto precio a pagar.
Pero aquella dulzura y timidez... Bien podían valer, el querer quemarse uno por un momento en el infierno, si así probaba aquellos carnosos y rosados labios.
Era la única mujer, con la que podía alimentarse solo del aire, si podía quedarse horas observando aquellos preciosos ojos verdes enmarcados por su cabellera roja como el fuego.
Pero por desgracia suya, era una joven de anillo en el dedo, por un beso de pasión. Bueno, así lo había marcado su padre desde un principio, al ser el cura del pueblo.
Y él, no era hombre respetuoso para ella, según la mirada de ese poder. Se merecía, a alguien más puro y cercano a ella.
De modo, que más le valía morderse el labio hasta sangrar, para no besarla y cerrar los puños bien fuertes, para no agarrarla como hombre de las cavernas y sucumbir a su deseo, calmado por aquellos dos largos años que la conocía.
-¿Qué se supone que conlleva él como premio? –Escuchó la tímida voz, preguntarle a Elisabeth.
-Lo que él, se deje hacer –Se encogió de hombros la mujer con un guiño pícaro de ojos-. Tú te lo llevas, y ya os pondréis de acuerdo en sí dais un apaño ésta noche –Mandy, abrió los ojos de forma desorbitada-. Bueno, me refiero que si tienes algo roto en casa, por así decirlo... -Carraspeó un poco la mujer, para no fastidiar la jugada que habían ideado.
En todo momento la había mirado a ella fijamente, observando como ésta era consciente de él, y aún se había sonrojado más.
Siempre había sabido, que no le resultaba del todo desinteresado a la curiosidad de la joven.
-¡Pero no puedo llevármelo a casa! –Dijo apurada con tono estrangulado, estrujando sus manos.
-Llévalo donde quieras –Apresuró Elisabeth-. Pero que sea rápido el salir del granero, pues hemos tenido un pequeño percance al tenerlo bajo nuestra custodia –No pudo evitar que se le escapara una pequeña carcajada, mientras que la joven chica fruncía le ceño algo dudosa-. Le han dado en la bebida media pastilla de viagra y...
-¡OH por dios! –Retrocedió la joven dos pasos.
-Sí –Se acercó a ella, para agarrarla del brazo y acercarla al fin al premio, quien se hallaba callado y las miraba todo serio-. Ya mismo entra en fase de celo por así decirlo y créeme, que aquí corre peligro con tanta mujer...
-Genial Elisabeth –Soltó socarrón con mirada despectiva-, ha quedado más que claro, que me habéis tratado como a un perro lleno de pulgas –Se giró a mirar por un segundo a su dueña, por calificarla con algún apodo, con cierta mirada amable-. Pero tampoco hace falta que le pintes un infierno a la dulce jovencita, que ha resultado ganadora...
Sabía que su tono, era imperdonable. Pero era mejor para su tranquilidad. Tener a las mujeres de su alrededor aquella noche, enfadadas con él, antes que fogosas por el deseo.
Lo que no se esperaba, es que su dulce ninfa, se fuera a encrespar tanto.
-Ésta dulce niña, no se asusta porque tú vayas a entrar en fase de erección en tus calzones –soltó con tono sarcástico, alzando un tanto su barbilla-. Pero si en verdad, deseas apagar el efecto de esa pastilla, metiéndote entre las piernas de una o varias mujeres aquí presentes –Se alzó de hombros-. Comprendo que al pertenecerme, puedo hacer lo que me plazca contigo, como entregarte en ofrenda a ellas y tú, no podrás rechistar.
Su verde era desafiante, por ninguna milésima de segundo, se había vislumbrado sonrojo alguno. Solo el mismo fuego que su larga cabellera.
Vaya, con su virginal ninfa, pensó sonriendo con una mueca socarrona. Sorprendido, de que le estuviera aguantado aún la mirada con gran carácter.
¿Sería todo teatro ensayado? Eso, iba a tratar de averiguar en un periquete.
Y en menos que canta un gallo, sorprendiendo también a Elisabeth por su velocidad, alargó su brazo para reposar su mano tras la cabeza pelirroja y de un solo tirón, la acercó a un centímetro de él, para mordisquear de forma juguetona sus labios, antes de besarlos de forma dura y corta...
-Solo me interesa meterme entre tus piernas, como creo que ya hace tiempo dedujiste por ti sola –Susurró mirándola fijamente-. Ahora, déjate de tanto orgullo y sácame de aquí, sino quieres que lo haga yo, cargando contigo en mis hombros. Llévame a casa de mi primo Donovan.
No hizo falta picar al timbre, pues Donovan había dejado la puerta libre de cierre. Sabían que iban a estar solos... Todos tenían algo que hacer aquella noche, pensó con sonrisa traviesa.
Subió con paso apresurado las escaleras, sin mirar en ningún momento a su alrededor, para detenerse con el corazón desbocado en el dormitorio de él.
Aspiró profundamente, alzó su brazo y llamó dos veces con el puño.
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