019. muse
↯ CAPÍTULO DIECINUEVE. . . !
▬ ❝ musa ❞ ▬
narrador omnisciente
actualidad
Las manos de la pelirroja tomaban algo de calor mientras mantenía el vaso de café humeante entre estas, dándole breves sorbos para así no quemarse la garganta.
El viento helado movía las palmeras a las afueras del establecimiento con cierta fuerza, haciendo que un par de muecas se formasen en los labios de Barbie.
—Pronosticaron mal clima por el resto de la semana —la voz de Alexa, una de sus compañeras de turno más reciente (pues había entrado apenas hace un par de semanas), se escuchó a su par—. Las olas están brutales: y se oyen... wow.
—La verdad es que me da miedito el mar cuando hay tormentas —Bárbara le dio otro sorbo a su café—. Se oyen las olas bien feo cuando se rompen, y los rayos caen directamente en el mar, eso está un poquito peor.
—Ósea si, pero es un espectáculo digno de ver, aunque claro, eso debe de depender de la compañía: seguro no has estado con la persona correcta cuando azotan estos climas a Mazatlán —la rubia se encogió de hombros, dirigiéndole una mirada significativa—. Aunque eso si: con el cielo cómo está, no creo que muchos vengan al centro a comer, aquí se inunda bien rápido... ¡mira, ya se están quitando los de los camarones!
Alexa tenía razón. Eran pocas las personas que se atrevían a salir en medio de un pronóstico de tormenta, pero al menos la pelirroja tomaba consuelo de que su turno estaba por finalizar.
—Tranqui —Barbie dejó su café de lado al ver que entraba una pequeña familia y se paraban, viendo el menú—. Solo nos quedan diez minutos y fuga.
—Si, si... un consuelo, mínimo —la de cabellos rubios se acomodó junto a la pelirroja—. Iré a preparar mis cosas y las tuyas para apenas terminar con la familia irnos, ¿si? —le dirigió un muy pequeño guiño.
La pelirroja asintió, sin extrañarse ante aquel acto. Le dirigió una ladina sonrisa amigable y se giró a aquella familia que parecía estar lista para ordenar.
[...]
—Puedo llevarte sin problema a tu depa, seguramente me queda de paso.
Alexa no era disimulada, y no era una novedad para los del establecimiento que la rubia sentía cierta atracción por Barbie, quien al parecer era la única que no notaba las verdaderas intenciones de la muchacha, aunque estas fueran demasiado obvias.
—Gracias Ali, pero estoy bien —se puso la capucha de su chaqueta al sentir como las gotas de lluvia caían con mayor rapidez que hace unos segundos—. Mi amiga no tarda en pasar por mi.
—Puedes ir a mi casa y así nos conocemos más —insistió ella—. Algo tranqui, lo prometo.
—Mejor hay que ponernos de acuerdo para hacer un plan después, ¿va? —a la Iriarte no le gustaba rechazar a las personas, mucho menos a las que eran demasiado amables con ella, pero de verdad que esa noche no podía—. Es que tengo que comenzar a realizar un par de prendas para mis exámenes y no quiero atrasarme con eso.
La rubia asintió, insatisfecha con sus resultado—. Pero hay que hacer el plan, eh... porque no voy a aceptar que me rechaces dos veces.
—No te apures, no lo volveré a hacer: ahorita porque si ando muy ajetreada con la escuela —el sonido de un auto aproximándose provocó que ambas mirasen hacia la carretera un tanto neblinosa—. ¡Ah! Ya llegaron por mi.
Bárbara se giró hacia Alexa de nuevo, con una pequeña sonrisa en los labios.
—Nos vemos el Lunes, Ali —la de ojos claros se adelantó a abrazarla y Alexa, nada lenta, no dudó en devolverle el abrazo—. Vete con cuidado.
—Igual tu —besó la mejilla de la chica Iriarte más tiempo del necesario y cuando esta estaba subiendo al auto gris, le lanzó una de sus peores miradas a la conductora antes de perderse entre los coches del estacionamiento.
La morocha aferrada al volante miró extrañada a la chica que se alejaba de a poco hasta que la puerta se cerró y la perdió de vista. Apenas y su mejor amiga toco el asiento del auto, no dudó en hablar.
—Muy extraña la rubia esa —alegó con el ceño fruncido, arrancando el auto.
—Acaba de empezar a trabajar aquí la semana pasada —informó la pelirroja, exprimiendo su cabello ligeramente empapado—. Es bastante amigable.
—Amigable —se burló la castaña—. Pues nada más contigo, reina, porque a mi me lanzó una mirada que si fuera navaja me mataría pero en fua.
—Ay, no seas exagerada —Bárbara negó—. Es cool.
—Culera, más bien —la de ojos claros le proporcionó un golpe en el hombro haciendo que se quejase—. ¡Auch...!
—Es nueva en Mazatlán —siguió la chica, mirando con diversión a su dramática amiga.
—¿Y? —inquirió Natalia, con falsa indignación—. También se ve medió empalagosa.
—Lo es cuando agarra confianza.
—Mmm —Natalia miró por el rabillo del ojo a su amiga, quien se miraba a través del espejo de su auto: entonces una idea le cruzó por la cabeza, y sin pensarlo chillo, asustando a su amiga en el proceso—. ¡Claro! No pues ya entiendo la mirada de perro que me tiro la bruta esta.
—Nat...
—Le gustas, reinota —sonrió orgullosa ante su descubrimiento—. Soy la mera verga, deberían darme un premio por este don que tengo.
—Achis no, yo no le gusto —negó casi de inmediato la pelirroja, con los ojos bien abiertos—. No hay chance: no.
—Pues díselo a su forma de tratarte —Natalia se detuvo en un semáforo y la miró expectante—. Es más, ¿ya te invito a salir, o me equivoco?
La pelirroja enmudeció de repente. Mantuvo su rostro al frente y sintió cómo sus mejillas se sonrojaban.
Ósea si la había invitado a salir y todo el rollo, pero en plan de amigas... ¿no?
—¡Ja, lo sabía! —la morocha volvió a poner el auto en marcha apenas y el foquito se tornó verde—. Mi cuñado en proceso se enterará de esto... —se rió de forma maquiavélica—. Se tiene que poner las pilas porque llega esta rubia y se las pone difíciles... ¡andas con todo, Barbirix!
—¡Natalia! —volvió a quejarse la chica Iriarte, lanzándole una mirada de "ya cállate por favor" a su amiga.
—¿Qué? —soltó ella, con falsa inocencia en su voz—. Por cierto, ese chisme lo tengo pero si bien desactualizado.
—Pero si te lo dije todo el día después de la fiesta —comentó confundida Barbie, dejando de lado su sonrojo.
—Ósea si, pero estaba toda cruda güey, no mames: no me acuerdo ni de la mitad —dio vuelta en una de las calles, haciéndole una seña con la mano a Bárbara para que hablara—. Así que en lo que llegamos a tu casita, vas a repetirme todo lo qué pasó con lujo de detalle.
La pelirroja suspiró, y subiendo una de sus piernas al asiento para poder recargar la barbilla, habló.
—Ya vez que me marco cuando Mau y tú estaban tomándose un shot con un tequila nuevo —Natalia sonrió, como si recordara aquello, aunque no era así: apenas se acordaba de la mitad de la fiesta y estos sólo eran de las quizá tres primeras horas de esta—. Pues ya me salí para hablar con él porque él mother fucker de Guille le subió a la música.
—Aja si, ¿y luego?
—Pues en poquitas palabras, me dijo que le gustó.
Dice la leyenda que los oídos de Barbie no fueron los mismos después de el grito que Natalia soltó.
[...]
narra bárbara
actualidad
No sé cómo, pero llegamos a una de las pizzerías más cercanas a mi depa (pues Nat juraba que no aguantaría más chisme sin algo de comer) y me hizo contarle de inicio a fin toda esa conversación.
En todo momento abría los ojos, chillaba, y sonreía con emoción hasta el extremo donde los que nos dieron la pizza la miraron como si estuviera loca (y eso que íbamos en el carro).
—No se ve romántico en los streams y mira nomas —la castaña se rió—. Solo se tuvo que emborrachar para amarrarse los huevos y decirte lo que todos sabíamos.
Me limite a reír, sintiendo mi cara arder, y no precisamente por el frío que se colaba por las rendijas de la ventilación.
—Entonces ya son como novios...
Cuando le vi las intenciones de seguir chillando como patito de hule no hice más que cambiar el tema.
—Ya hay que hablar de algo más —ofrecí, dándole un sorbo al refresco que me había comprado hace unos instantes.
—Bu —me mostró la lengua de forma infantil y retomó el camino hacia mi departamento—. Aburrida.
Charlamos un poco más el resto del trayecto hacia mi depa, mientras que la tormenta comenzaba a fortalecerse, moviendo con mayor fuerza todas las palmeras plantadas en el malecón. La noche había caído, y el olor a tierra mojada me inundó las fosas nasales.
Nat me termino llevando a mi depa hasta las nueve pasadas, pues juntas nos terminamos la pizza. Le di las gracias por alimentarme y hacerla de mi chofer y me despedí de ella con un beso en la mejilla para así subir a mi casita.
Llegué a mi departamento, cerré la puerta con seguro y me apresuré a tomar un baño, pues sentía que apestaba a comida chatarra. Me puse mi pijama y desenredé mi cabello, considerando el cortármelo después.
—A la madre, ¿cómo que me faltan dos años para cantar 22 de Taylor? —murmure, reproduciendo aleatoriamente canciones de la güera a través de mi celular—. A la roña, me vale: de todos modos la voy a cantar como si los tuviera.
Mientras esparcía crema por mi rostro para hidratarlo, me dedique a gritar la canción a todo pulmón.
—Nunca quise ser tanto un niño como en el The Eras Tour —lloriquee—. Un pinche sombrerito de Taylor es lo que necesito para morir en paz.
Cuando la mejor parte de la canción se iba a reproducir, el sonido de un par de mensajes entrantes hicieron que aquella parte transcurriese en silencio.
—¡Chingado! —golpeé con las palmas de mis manos—. ¿Quién osa interrumpir el pinche puente de 22?
Mire mi teléfono, sabiendo que fuese quien fuese me desquitaría, pero todo ese sentimiento feo de odio se esfumó cuando leí el nombre en la bandeja de notificaciones.
👤 ro <3 te mando mensaje:
acabo de llegar a mi
casitaa
tú ya estás en la
tuya, preciosa??
márcame cuando puedas
🫶🏻
Inconscientemente sonreí ante sus mensajes, ahora escuchando como "Delicate" se reproducía, haciendo que mi estomago diese un vuelco.
Se escuchará cruel, ya saben, por mis ex-novios, pero es la primera vez que alguien me producía sentimientos de este calibre y con simples mensajes.
Me perdieron.
Me terminé de esparcir mis productos de skincare en el rostro en un tiempo récord y, tomando asiento sobre mi nuevo escritorio repleto de hojas con diseños inconclusos que debía de ir terminando pues algunos eran mis exámenes finales del semestre, no dude en llamarle.
Para mi sorpresa, contestó al primer tono.
—Hola Jocy —saludó con efusividad, alzando y bajando sus cejas una y otra vez.
Sonreí al verlo sentado en su set up, solo que con el ángulo de la cámara distingo al de sus streams: técnicamente lo tenía de frente, sonriéndome bien bonito.
Ay, es que él es la definición de bonito + guapo.
—Hola, Ro —salude de regreso manteniendo mi sonrisa, recargando mis codos en los reposabrazos de mi silla.
El sonido de la lluvia golpeando en mi ventana fue de repente el único sonido que se escuchaba. Por mi parte, me había perdido entre los ojos marrones del chico, el cual mantenía su mirada fija en la cámara.
—Se escucha que se está cayendo el cielo allá —se removió en su silla un par de segundos después, ladeando ligeramente la cabeza—. Y tu traes un suéter y eso que nunca usas, ¿apoco si esta haciendo frío?
Seguramente el poquito frío que hacía aquí no se comparaba de ningún modo con el que hacía allá en el norte a inicios de Noviembre, pero para mi, una persona friolenta y acostumbrada al calor, un vientesito chiquito era más que suficiente para chingarme un café, taparme con más de cinco colchas y ver sin cesar Crepúsculo.
—Pues frío, frío, no. Pero... —alargue la "e", abrazándome más a la cobija sobre mis hombros— yo soy pero si bien friolenta. Así que, maybe me estoy muriendo de frío.
¿Lo peor? Es que hoy puede caerse el cielo y mañana el clima estará mucho más caliente que de costumbre por la lluvia evaporada.
—Pronto me tendrás ahí y mira —chasqueo los dedos— así se te acaba el frío, muñequita.
No sé precisamente porque me sonroje.
Si por su insinuación con notable doble sentido.
O, si por el nuevo apodo.
¿A quien engaño? Fue por ambas cosas.
Y él, nada baboso, se dio cuenta de que yo me di cuenta, por lo que se soltó a reír a carcajadas.
—Pues mira, Rogelio —sus ojos entrecerrados me hicieron ver lo inconforme que se sentía al oírme llamarlo por su primer nombre—. Te vas a arrepentir porque el calor va a estar pero si bien ojete.
—Na —se encogió de hombros—. Me vale el calor si voy a estar contigo.
—Ta' bueno Rog...
Me interrumpió.
—¿Cómo que Rogelio? No, no, Jocy —chasqueo la lengua y me señaló—. Yo te digo bien bonito y tú me dices bien feo —bufo—. "Rogelio" pff, ¿qué es eso?
—Pero así te llamas, Ro —oculté una risa, pues su comportamiento se asimilaba a los berrinches que hacían mis primos cuando algo no les gustaba.
—Pues si, Jocy, así me llamo, pero para ti no soy Rogelio.
—¿Ah, no? —él asintió, luciendo bastante seguro—. ¿Entonces que eres?
Sonreí satisfecha al dejarlo sin palabras:
Barbie 1 - Roier 0
Cuando vi que no reaccionaba y creí que de verdad se había quedado meditando todo en el espacio tiempo, decidí que era momento de tomar la charla por otro rumbo pues lo que menos quería era incomodarlo.
Ahora que lo pensaba, la pregunta de "¿qué eres?" Podía traducirse a "¿qué somos?" Y siendo honesta, también me hubiese quedado como él.
Rápidamente Sebastián me siguió el hilo de la conversación y me contó lo que él hizo el resto del día como por ejemplo, prender stream. Esta vez él había prendido más temprano que de costumbre y no pude verlo por mi mal wifi en el trabajo.
Además que Alexa no me daba mucha chance de tener privacidad.
—¿Y tu, guapa? —me dirigió una ligera sonrisa después de describirme como se agarro a putazos con el McTrio, Rivers, Spreen y Quackity dentro del "Party Animals"—. ¿Qué hiciste hoy?
—Pues terminar los dibujos de los diseños finales del semestre no —suspire, cansada—. No llevo ni uno solo, simples rayones todos feos.
Alcance a agarrar una de mis hojas de diseño, mostrándola a la cámara.
—No tengo imaginación y esto es para mediados de Noviembre, finales.
—¿Esa es una araña, verdad? —Roier señaló una de las imágenes donde se veían los indicios de una sudadera con una araña en medio con colores fucsias—. Se ve cool.
—Culera, mejor dicho —un puchero se formó en mis labios—. Esta toda bien pinche trocha, ¡mira!
Roier negó, con una de sus manos en su barbilla—. Yo la veo bastante bien, Jocy.
—Lo dices porque te gusta Spiderman —murmure, dejando caer mi rostro en la mesa—. El lunes tengo que llevar un avance y esto no es un avance.
—¿En qué te estás inspirando, pues?
Creo que ese era mi principal problema.
No tenía una inspiración. Simplemente ponía garabatos a lo pendejo, esperando que estos tomaran forma conforme pasase el tiempo, pero esto no ocurría.
Y mientras el tiempo transcurría, el final del semestre se acercaba y casi me respiraba en la nuca.
—Ni eso tengo, ¿tú crees? —murmure, derrotada—. Al inició del semestre me ofrecieron a un chico o chica de algún taller para así no tener estos dilemas a estas alturas, pero no lo creí necesario porque soy pésima socializando.
—Entonces lo que necesitas no es inspiración, sino más bien una musa —sonrió irónico al decir la última palabra, frunciendo su nariz como si aquello le causase diversión.
Y aunque para él fue una broma, para mi tuvo todo el sentido del mundo.
—¡Si! —eche mi silla hacia atrás y salte, asustándolo por mi repentino grito—. ¡Exactamente es lo que necesito!
—¿Eh?
—Eres un genio, Tripón —chille y aplaudí, sintiéndome motivada de nuevo—. Y como se te ocurrió a ti, serás mi modelo.
—Estas loquita, bonita... —él negó, quizá pensando que seguía siendo algún tipo de broma, pero quizá al verme saltar por toda mi habitación cayó en cuenta que había tomado en serio su sugerencia—. ¿Me lo estás diciendo enserio?
Me acerque a mi celular de nuevo mientras asentía, tomando asiento otra vez.
—Sip —acerque la silla al escritorio y acomode mis hojas de diseño—. La moda del 2024 son los vestidos de tirantes y con colores más o menos de Otoño, ¿sabias?
—No... —murmuró él, aún anonadado por lo que podía oír.
—Pues ahora lo sabes —eleve mis ojos hacia la pantalla, manteniendo mi sonrisa—. Pero, antes que nada, claro, ¿quieres ser mi modelo? Digo, no vas a modelar ni nada, solo voy a usar tus colores clave para desarrollar la ropa, no voy a mencionarte ni nada, pero si no quieres...
Me interrumpió.
—Muñequita, úsame como quieras —se abrió de brazos—. Soy tuyo, la neta: me vale si pones o no mi nombre, tu úsame, mi amor.
El lápiz al cual le sacaba punta para no perder ni un solo segundo de mi potencial 10 cayó al escritorio apenas y aquellas últimas dos palabras salieron de su boca, porque fue el momento preciso donde todo se me bajo y subió en un parpadeo.
Intente disimular mi sonrisa, pero fue literalmente imposible hacerlo: más sabiendo que él me miraba fijamente, orgulloso quizá de mi reacción.
Nunca me prepararon para esto; se que he tenido novios, si, pero es que Sebastián era otro nivel sumamente diferente, porque provocaba que mi corazón palpitara con rapidez, tanto así que podía oírlos dentro de mi cabeza como un constante "pum, pum, pum".
Su voz había sonado tan encantadora, bajita y seductora al mismo tiempo... ¡que debería ser completamente ilegal porque te puede matar!
—Puta madre, Jocy, eres tan linda —me dedico nuevamente una sonrisa—. Toda tierna la loquita.
—¡Cállate! —balbucee, apuntándolo con el lápiz—. O te despido como mi musito.
Él alzó exageradamente las manos a los lados, cerrando los ojos con fuerza: sonreí, un tanto burlona ante su par de acciones.
—¡No, no, todo menos eso...! —pidió, imitando la voz de Homero Simpson, volviendo a hacer un puchero.
—Pues estás advertido, Sebastián —baje el lápiz de nuevo y lo lleve hasta la hoja, comenzando a trazar un par de líneas, simulando los bordes del primer vestido.
Tenía una pequeña idea en mente; me gustaba mucho el color de los ojos del chico a través de la pantalla, entonces el primer color que utilizaría sería un marrón oscuro.
—¿Qué vamos a hacer para el primer vestido, amor?
—¡Rogelio!
Cuando lo oí reír supe que seria una noche larga, muy larga, pues al parecer me había conseguido a un don bromitas siendo yo la seriedad (ajá) encarnada en persona.
[...]
narrador omnisciente
actualidad
—Ya no me vuelvo a quedar contigo, güey: eres un pinche cargado con tu invitada —gruñó Sarah, lanzándole una almohada a su hermano menor desde el comedor.
Roier, quien esquivó exitosamente el cojín, le lanzó una mala mirada—. Ya cállate y mejor sigue checando lo de los boletos del avión, pinché quejumbrosa.
La castaña rodó los ojos, igualmente haciendo lo que el chico le pedía.
—Es que tú también no mames, baboso: casi es la una de la mañana y me tienes como pendeja viendo boletos para Mazatlán —bufó ella, soltando un bostezo en media queja.
—Para el favor que te pido cada dos años, Sarah —rezongo Roier, saliendo de la cocina con dos platos en mano—. Y todavía que me lo vas a echar en cara para que te piche un café.
—Y soporta, pinche sin tripita enculado.
El streamer rodó los ojos pero de igual forma tomó asiento a la par de Sarah, extendiéndole uno de los platos que contenía pan tostado con nutella encima, mientras que él se quedaba con el otro restante.
—Mira pendejoier —la mayor le dio una mordida a su pan, señalando la pantalla con su mano libre—. Hay un vuelo para el veinte de diciembre.
—No pues si quieres ya búscate uno para el próximo año, estúpida —fue broma, pero al ver que la chica si se disponía a buscar vuelos para el año próximo, bufó—. ¡No mames Sarah, era puro coto, güey! —alegó él—. Falta un vergo para el veinte de diciembre... no: búscate una fecha más cerquitas.
Sarah murmuró con la boca llena un "pinche exigente" mientras hacía lo que él le pedía: se suponía que ella debía de mandarlo a él, no al revés.
—Mira, mira: este es para el diez —alzó una ceja, inquisitivamente.
—Ándale, esa está mejor —asintió Roier—. Creo que no tengo ya nada para esas fechas, y si las tengo, pues las cancelo: ni pedo.
—¿Entonces ya te lo compro?
Él asintió—. Si, si. De una.
—¿Y la vuelta, papi? —preguntó de nuevo, dándole otra mordida al pan.
—Pues... para el veinte.
—¿Tan poquito, hermanito? —Sarah rió—. La idea era no verte para la cena de navidad, nalgón.
—Pinche culera —Roier le lanzó una mala mirada—. Si por mi fuera no me regreso hasta nuevo aviso, güey.
—Ya pues —soltó un bostezo, echando hacia atrás su trenza toda chueca—. Entonces para el veinte... —murmuró.
—Sip.
Sarah compró los boletos y se retiró al cuarto de invitados que el chico tenía en su casa. Roier se encargó de apagar su laptop y el resto de las luces de la sala, regresando a su cuarto y girándose sobre su cama, con la pelirroja rondando por su cabeza una y otra vez, como últimamente le ocurría.
La cuenta regresiva para poderla tener de frente, sin una pantalla de por medio, había comenzando en su cabeza: a pesar de que para eso aún faltase un mes.
Mientras intentaba dormir, sentía los ojos claros de la chica grabados en su cabeza. Moría por ver si en persona brillaban más que por el celular.
Deseaba que el mes se pasase rápido, para que así cuando menos se lo esperase, tuviera entre sus brazos a la pelirroja que de más de una forma, se había tatuado en su corazón.
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