001. rodrigo
↯ CAPÍTULO UNO . . . !
▬ ❝ rodrigo ❞ ▬
narra bárbara
actualidad
—¡Ay, ay, pinche madre! —me coloqué debajo del chorro de agua al sentir un ardor horrible en mis ojitos—. Y ya es tarde, chingado.
En mi defensa, la alarma no había sonado (esa es una advertencia de que ya es tiempo de un cambio de celular, no sé).
Me terminé de bañar lo más rápido que pude –de puro milagro no me caí– y me puse lo primero las primeras dos prendas que se me cruzaron en medio: un top de crochet verde de tirantes y un par de jeans cargo. Me coloqué un poco de corrector bajo mis notorias (y hereditarias) ojeras, un poquito mucho de máscara de pestañas (les juro que no parezco araña patona) e hidratante de labios con color rosita.
Desenrede mi cabello con rapidez y sin cuidado (mi lema es que si no duele no sirve), tome mi bolsa, mi celular, mis audífonos, mis llaves, verifiqué que todo estuviese apagado, y salí corriendo de mi departamento como si mi vida dependiera de ello hacia el elevador. Cuando baje de este, sintiendo la presión en mi nuca, saludé al portero del edificio (un hombre de 50-60 años bastante amigable) y me permití tomar un respiro al menos unos segundos.
Digo segundos porque al minuto de haber estado parada en medio de la banqueta escuché un claxon delante mío. Rápidamente me di cuenta de que el auto de mi hermano estaba aparcado delante mío, esperándome.
Hice una mueca y de nuevo corrí hasta la puerta de la jeep.
—Eres una lenta —fue lo primero que escuché al poner mi trasero en el asiento de copiloto—. Me cae que los caracoles llegan más rápido a no sé pinches donde que tú.
Arrancó.
—Si, si, perdón —baje la cosa esa que está arriba de los asientos delanteros con la que te puedes cubrir del sol y a veces, dependiendo del auto, ver tu reflejo a través de un espejo pequeño—. Mi alarma no sonó.
—Ay aja —rodee los ojos al oír su tono irónico—. Más bien no la oíste, Barbie —no dije nada, me dediqué a quitar el rastro de rímel de la zona inferior del ojo—. Seguramente te quedaste viendo como babosa todo el stream del sin tripa.
Detuve mis movimientos y lo observe de reojo—. Claro que no: solo lo vi a la mitad y me tire a dormir.
Mentí, esta vez rociándome algo de perfume.
—Si tú lo dices, pelirroja.
No le respondí de nuevo: baje la ventana de mi lado, observando el hermoso malecón más o menos transitado (más que nada por turistas), mientras ponía algo de música: no dude ni dos veces en poner a Paulo Londra, mi cantante favorito.
—Por eso —desvíe mi mirada hacia mi hermano, curiosa—. ¿A quien prefieres, pues? ¿Al Paulo o al Roier?
Me quede callada, sin saber que podría responder.
Amo a los dos, los admiro mucho, y son igual de imposibles para mi: no podría elegir a uno de los dos aunque quisiera.
—Iiihh —bufé al oír una burla por parte de mi hermano—. Haber si dices lo mismo cuando tengas novio... ya te vi, y...
Lo dejé de escuchar después de unos minutos, abriendo de par en par mis ojitos.
¡Roier! Diosito santo, se me olvido darle los buenos días al sin tripa.
Wow, eso rimó, eh.
Aún sin prestarle ni una pizca de atención a mi hermano me dedique a tomar mi celular y adentrarme a la única app donde podía comunicarme directamente con él. Rápido le envíe mi típico mensaje de buenos días exclusivo para el chico.
Buenos días
Rodrigo.
Que tengas un
bonito día
<33
Salí de Instagram con un click y dejé de lado mi teléfono, concentrándome en la letra de "Adán y Eva" y en el mar al otro lado del malecón, mientras que una sonrisa adornaba mis labios.
¿Qué puedo decir? Maybe se oye raro, pero el simple hecho de poder hacerle estas pequeñas notas a Sebastián me hacía sentir bien. Muy bien.
—Justo lo que te decía, mira nomas esa sonrisa— mi hermano me miró rápido con complicidad—. No me digas que ya tienes novio real no fake.
Reí ante eso último.
—Nada que ver, yo ahorita no quiero novio —dije, divertida—. Solo vi que Roier subió algo y ya.
—"No quiero novio" —alce una ceja en su dirección al oír como me arremedaba con un tono más chillante que el mío—. Ay, pero no fuera el Roier porque no lo dudabas ni dos veces, morra.
—Pues claro que si, ni que estuviera mensa o algo —alegue—. Nada de ir tras un plebe que no sea el Roier. ¿Y si un día tengo novio y el tripón me nota? No, no... yo tengo que estar disponible pa' él.
Escuché reír al vaquetón a mi lado, pero igual no le preste atención.
Como bien dicen por ahí, soñar no cuesta nada.
A los pocos segundos, me terminé uniendo a sus risas: desde que cada quien creció, no teníamos este tipo de momentos juntos tan seguido como antes.
Hace unos meses dejé mi casa y me independicé a mis posibilidades. O bueno, al menos una parte, pues el departamento básicamente es mío. Cuando mis padres se divorciaron mi madre me ofreció un departamento con tal de que no me fuera a vivir con mi papá, y bueno, vi la oportunidad y la tomé.
Aún así, habló bastante con mi papá.
Y a Mauricio, mi hermano mayor por dos años, mi padre le ofreció una jeep último modelo y él nada pendejo fue y la aceptó.
Ahora es mi chofer personal o algo por el estilo.
O bueno, a veces.
[...]
—Estoy que me muero del sueño —me tiré (literalmente) contra mi pupitre, dejando caer mi mochila al suelo.
—Entonces deja de dormirte tarde —habló Natalia, mi única amiga desde el kínder.
Era una chica alta, aunque cualquiera es más alto que yo (mi metro sesenta y tres se defiende un poquito). Tiene la piel bronceada, común con el sol de Mazatlán, ojos marrones y grandes acompañados por unas largas y abundantes pestañas naturales, un cabello ondulado-lacio azabache y un cuerpo ectomorfo.
Era mi mejor amiga. La amaba, y me gustaba pensar que ella a mi.
—No puedo —suspire, alzando un poquito mi cabeza.
—De que puedes, pues si puedes —mi ceja se alzó en su dirección—. De que quieras pues ya es otra cosa, Barbie... —sonrió cómplice—. Todo por ver al Roier ese.
Alce mi dedo indice en su dirección, moviéndolo de lado a lado.
—No bables así de él, no en mi presencia —brame, lanzándole una mala mirada en modo de broma.
Ella rió.
—Ya pues, perdón —levantó las manos a los lados de su cabeza, con inocencia.
La mire con los ojos entrecerrados—. Consideraré tu disculpa sólo si me compras una lateada de oreo del Caffenio.
Caffenio es una franquicia de cafeterías nacida en Sinaloa: y, en otras palabras, es el amor de mi vida.
—Deja te lo pido —sacó su teléfono y fue cuestión de minutos antes de que su atención recayera en mi de nuevo—. Mientras llega tu café, vamos por algo a la cooperativa: unos pingüinos o algo.
Asentí. Me tomó de la mano y me hizo ponerme de pie para caminar junto a ella.
[...]
narra roier
actualidad
—No mames, ¿cómo que Rodrigo? —el ceño se me frunció apenas y releí el mensaje por séptima vez—. O no sabe escribir, o no durmió bien...
Me metí una cucharada de cereal a mi boca, dejando de lado el celular, aún con el ceño fruncido.
No sabía como o porque aquella chica –es niña, lo comprobé entrando a su perfil– seguía ahí, rondando por mis pensamientos.
¿Lo peor? Es que hablaba conmigo mismo de ella, la tal tbh_barbie. ¿Tbh? ¿Qué significarán aquellas tres letras? ¿Sus apellidos? Quien sabe, pero esa era una de las preguntas que no me ayudaban a quitármela de la cabeza.
No mames, me estoy volviendo loco.
Me pase las manos por la cíen y negué.
Es una fan más solamente.
Una fan que me procura.
Que me da las buenas noches y los buenos días.
Que me cuenta su vida...
—Ya me la mame.
Me puse de pie bruscamente y me aleje de la mesa y por ende de mi celular, guiándome hasta la cocina.
Fingí seguir con tranquilidad el resto de la mañana, haciendo actividades cotidianas para mi, intentando olvidar ese Rodrigo de mi cabeza.
Ni siquiera me queda el nombre.
—Ya güey —me mire atentamente en el espejo—. Fuera pelirrojas, hola pensamientos puritanos.
Quisiera decir que sirvió.
Y si lo hizo.
Hasta media tarde nada más.
Chinga'o, pues.
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