Capítulo 8
- No termina de convencerme ninguno.
- Te he dicho que todos los que te has probado te sientan de maravilla.
Era el día de su cita con Claus. Mi consejo había sido que fuera sencilla y natural, que no se arreglara demasiado, pero ella quería y tenía que causar buena impresión. Buscando el modelo adecuado tendrás al hombre adecuado. Así era como pensaba y el mío era completamente diferente.
- Al final llegarás tarde y eso si que no le va a gustar.
- Iris, nena, lo bueno se hace esperar.
Media hora más buscando conjuntos para nada. Al final una camiseta negra, con una chaqueta de cuero blanca, unos tejanos claros y una gorra en la cabeza. Después de tanta decisión se había vestido como le había aconsejado.
Una vez Cleo se hubo marchado tuve que saber cómo ocupar mi tiempo. Empecé por ir pasando apuntes a limpio y a mirarme el temario para el examen siguiente. Cuando pasé los apuntes me di cuenta de que ya habían pasado dos horas. Eran las cinco de la tarde, una buena hora para hacer un descanso. Puse música y me encerré en la habitación. Me tumbé en la cama y cuando me desperté eran las nueve de la noche. Al salir me di cuenta de que Cleo aún no había regresado.
- Bueno, parece que al menos la cita le está yendo bien.
Cogí mi teléfono y revise los mensajes recibidos, el último era de Markus. Estuve tentada de llamarle, pero entonces recordé que debía hacerlo sufrir. Abrí al nevera de la cocina y me preparé un sandwich vegetal acompañado de un zumo de de naranja natural.
Reinaba un silencio increíble en la casa, hasta que desde la habitación de Cleo empezaron a salir unas risitas tímidas que se creían que no había oído.
Me senté en el sofá y estuve mirando la pared como una idiota. No quería encender la televisión y delatar que me encontraba en el piso. Tenía cierta gracia el hacerles que se creyeran su jueguecito de que se encontraban solos en el apartamento. La puerta de la habitación de Cleo se abrió lentamente y yo me agazapé para quedar disimuladamente en el sofá. Sabía muy bien que quien iba a salir no era Cleo.
- Hola Claus - me asomé para que pudiera verme y vi que estaba muerto de verguenza.
- Hola... Iris - tenía la voz entrecortada, pero a la vez áspera y seductora. - He salido a por un poco de agua.
- En la nevera hay una jarra o puedes encontrar botellas en el armario de arriba. Lo que prefieras. -Abrió la nevera y se llenó el vaso hasta arriba. Me levanté y vi qué estaba sólo con la ropa interior. Era verdad lo que Cleo dijo que tenia un cuerpo precioso, pero en lo que me fijé fue en su trasero. Lo tenía muy bien puesto. Me acerqué sigilosamente por detrás y le cogí de las manos para que el vaso dejase de temblar. - ¿Nervioso?
- No, no es lo que parece.
Me giré hacia la habitación de Cleo y estaba allí asomada con una sonrisa en los labios.
- Veo que te has encontrado con Iris. ¿Vuelves a la cama?
Claus se metió en la habitación como alma que lleva el diablo y mi amiga se quedó mirándome fijamente.
- Ya te vale - dijo cerrando la puerta con el pie.
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- Arriba dormilona que no vamos a llegar.
Me había quedado dormida de nuevo a pesar de haber descansado esa noche del tirón. No podía creer lo que vi nada más levantarme. Cleo estaba junto a Claus y éste le estaba cogiendo de la cintura con una sonrisa radiante en los labios y un brillo especial en los ojos. No iba a preguntar algo que la respuesta era obvia.
- Claus se ha ofrecido a llevarnos a clase.
- ¡Qué amable por tu parte! Muchas gracias.
Subimos al coche y yo estaba completamente asombrada de ir en un Audi azul marino recién estrenado. Me acerqué a Cleo pero la única respuesta que obtuve fue que me lo contaría todo cuando llegaremos a casa.
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La clase de aquel día fue bastante tediosa. Tenía el material, los apuntes y el temario memorizado en mi cabeza. Aún así no conseguía entender nada, no dejaba de mirar a mi compañera y Cleo estaba escribiendo una cantidad de apuntes en sus hojas. Intenté copiarme para ver si entendía algo pero era imposible. Recogí mis cosas y salí fuera. Me encendí un cigarrillo mientras salía y no quería aceptar que lo que me estaba pasando era cierto. Lo vi desde la puerta del aula pero seguí adelante, ignorándole. Sólo debía pensar en el plan, era lo único que debía tener en mi mente.
- Todas las veces que nos encontramos estás -. Le ignoré por completo, de hecho, ni le miré a la cara. - Te fuiste el otro día. No pudimos hacer nada de lo que había planeado. - No le miraba, seguía a lo mío. Sólo debía pensar en el plan. - ¿Qué pasa? Ahora es que ni me hablas.
- Soy una mujer de pocas palabras. y además no entiendo ni porqué estamos hablando.
- Bueno, no sé. Creí que nos llevábamos bien.
Nunca habíamos hablado exceptuando la primera vez en la máquina de café y decía que nos llevábamos bien. Le dejé con la palabra en la boca y me dirigí a la cafetería, tomé mí teléfono y le mandé un mensaje a Cleo en el que le pedía que nos viéramos en la cafetería. Me contestó que no esperaba ni a que terminara la clase y que ya iba para allí.
- Gracias por mandarme el mensaje. No te imaginas lo que me estaba aburriendo. No entendía absolutamente nada.
- Por el mismo motivo me he ido yo. ¿Sabes quién vi fuera? Pues bien, que sepas que he empezado a llevar a cabo el plan-
- ¿Lo has visto? ¿Qué ha ocurrido?
- No estaba muy por la labor de saber que me estaba diciendo, pero sólo me he quedado con una frase.
- ¿Cuál?
- Ha tenido la desfachatez de decirme que nos llevábamos bien. Pero bueno, me he quedado alucinada con la respuesta -. Hice una pausa y me la quedé mirando fijamente -. Ahora que Claus no está delante me vas a contar que es lo qué paso.
- Cuando llegamos a casa tú estabas durmiendo. Le serví un café y en seguida estábamos en la habitación charlando. Estuvimos casi una hora hablando de nosotros y conociéndonos mejor. Cuando menos me lo esperé lo tenía encima besándome, y lo cierto es que hace maravillas con su lengua. Fuimos avanzando hasta que llagamos a lo que te interesa que te cuente supongo. No entraré en detalles, sólo te diré que no tiene desperdicio ni en cantidad ni en calidad. Es muy dulce y cariñoso, daba la sensación de que él tuviese miedo de que me fuera a romper.
- Bueno, ¿cómo es que salió a las nueve de la noche de la habitación? - estalló en carcajadas con la pregunta.
- Bueno, no esperábamos que estuvieras en el comedor. Cuando salió y te vio allí se quedó un poco cortado. Cuando oí tu voz desde la habitación me estaba descojonando, por poco pensaba que me meaba encima de la risa. Al salir de la habitación y ver como le abrazabas por detrás de nuevo me tuve que contener la risa ya que no le viste la cara.
- He de aclarar que no quería ponerte celosa ni nada. Sólo es que lo vi tan nervioso y tenso que intenté tranquilizarlo.
- No te preocupes, cuando volvimos a encerrarnos en la habitación lo hablamos y ni el mismo entendía porqué se puso tan nervioso.
- No te das cuenta de cómo cambia tu actitud ni tu voz cuando hablas de él, ¿verdad?
- Pues no, no me he dado cuenta, porque no me cambia. Hablo igual y no hay nada raro en mí, así que deja de montarte películas en la cabeza.
- Me limito a decir lo que veo.
. Lo que te digo es que tienes mucha imaginación, además de un serio problema en la vista.
- Muybien, entonces déjame hacerte un pequeño interrogatorio y según lo que contestes veremos si tienes razón o no.
- De acuerdo.
Me apoyé en la pared que tenía justop detrás con la espalda erguida y me dejé caer lentamente hasta terminar sentada en el suelo con las manos entrecurzadas sobre las rodillas y una libreta abierta encima como si fueran las páginas de un cuestionario.
- ¿Su nombre es Cleo?
- Sí.
- ¿Estudia actualmente historia del arte?
- Sí.
- ¿Tuvo anoche una cita con Claus?
- Sí.
- ¿Disfrutó de ella?
- Sí.
- ¿Lo volvería a ver?
- Sí.
- ¿Se ha enamorado usted de él?
- Sí - se lo pensó un momento. - Disculpa, quise decir no.
- Lo siento, pero la primera respuesta siempre es la válida.
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