Capítulo 5
Al principio de la cita llevé yo las riendas y esperaba que fuese en todo momento. Sabía de sobras en que llegarían un momento en que las tornas cambiarian. En las citas que había tenido siempre lideraba yo.
Él fue tras de mí, siguiéndome a un paso más lento como si quisiera quedarse atrás. A la vez, me iba mirando de tanto en tanto, como para cerciorarse de que seguía ahí y no me había escabullido en alguna esquina.
De camino a la cita las palabras de Cleo sonaron en mi cabeza del mismo modo que un disco rayado no deja de sonar en una gramola. ¿Tenía remordimientos por haber ido a aquella cita? Una parte de mí me decía que debía ir y probarme a mí misma. Probarme que esta vez no me iba a dejar llevar por las emociones. Tenía que ser un pensamiento firme, no como otrasveces que me lo había dicho a mí misma y terminaba haciendo lo contrario. Luego estaba la otra parte de mí que me gritaba a voces que no debía ir. No dejaba de pensar que una vez Cleo había antepuesto nuestra amistad a ella misma, pues por mucho que ella lo negara seguía sintiendo algo por Markus. ¿Estaba traicionando a una amiga? ¿Me estaba comportando de una manera egoísta?
A pesar de mantener las distancias con él, mostrándome fría, de mis enormes ganas de que empezara la cita de verdad, no pude dejar de pensar que estaba traicionando a una amiga. Una cosa tuvemuy clara y es que iba a contárselo con todo lujo de detalles al llegar al apartamento. Le contaría que me había mostrado fría y distante, que le había hecho sufrir pero, por ejemplo, lo del beso me lo guardaría para mi. Le diría que en todo momento yo había sido el centro de atención hablando tan sólo yo y no permitiéndole desmontar mis argumentos.
Cuando volví de mis pensamientos me di cuenta de que se había colocado a mi lado, siguiendo mi ritmo. No abrió la boca, le temblaban las manos y un sudor frío le cayópor la sien. Estaba hecho un flan, al igual que yo, con la diferencia de que él no se molestaba en disimularlo. ¿Era miedo por lo que pudiese pasar o más bien se podía calificar como un miedo al hecho de que tenía a su lado una mujer hecha y derecha? También me pregunté si las historias que se contaban de la cantidad de chicas con las que había estado eran mentira.
De pronto, sin darme cuenta él había adoptado una posición altanera. Espalda recta, cabeza erguida y sonrisa de superioridad en los labios.
- ¿Siempre das esa imagen de superior y de chica mayor como primera impresión? ¿Lo haces para intimidar al que va contigo?
- Y tú, ¿siempre das esa imagen de niño desvalido? Supongo que es así como consigues que las chicas se acerquen más a ti, dando pena.
- Hasta el momento no me ha fallado.
Me giré. Tuve intención de contestarle y con una muy buena respuesta. De repente tuve sus labios sobre los míos y me estaba besando. No supe como reaccionar e imaginé que mi respuesta no fue la más adecuada ya que le planté una bofetada en toda la cara.
Por su expresión comprendí que no estaba acostumbrado a que las chicas lo rechazasen y menos aún dos veces. Era de esas personas que siempre consiguen lo que quieren y que no reciben quejas de ningún tipo. No iba a ser conmigo así de ninguna de las maneras. Había encontrado a la horma de zapato y no permitiría que fuera el quién tomase las riendas de la situación.
Me encendí un cigarrillo y disfruté de la nicotina entrando en mi cuerpo e inundando mis pulmones, brindándome una falsa sensación de tranquilidad.
- ¿Nerviosa?
No me pude contener ya que en su cara se había dibujado esa sonrisa pícara que tanto me gustaba y me estaba haciendo perder el control sobre mí misma. Me lancé sobre él y le devolví el beso que me había dado antes-. Se lo esperaba y no le cogió desprevenido. Me abrazó por la cintura y empezó a jugar de una manera que me gustaba demasiado.
- Creía que tú eras la que no iba a ceder y que iba a llevar las riendas de la situación, pero por lo que veo se han cambiado las tornas - se le dibujó una mirada de superioridad que me hizo volver al mundo real.
- De eso nada, la situación sigue estando bajo mi control - me mentí a mí misma y fui consciente de ello, pero el tono de mi voz seguía dando a entender que era yo quien mandaba. - Y por eso se terminó, cada uno a su casa. O al menos yo, si tú quieres quedarte a la espera de que alguna caiga rendida a tus pies será decisión tuya.
Me giré y fui hacia el metro. A través del escaparate de la tienda podía ver como se había quedado de pie dónde lo había dejado, y de dónde se iba a mover dentro de un rato o no. No me importó. No esperaba para nada ese final y yo no se lo iba a poner nada fácil. Aunque tuve un momento de debilidad seguía siendo una chica con recursos y siempre me guardaba un as bajo la manga. Se podría decir que él había ganado esa batalla pero no sabía que esa guerra acababa de empezar.
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Durante todo el camino las únicas palabras que me dirigió Cleo fueron para aconsejarme que ropa debería llevar para la fiesta a la blanca a la que me habían invitado para celebrar la despedida de una amiga. En ninguna de las veces que me habló esa tarde mencionó a Markus. Supongo que era más fácil para ella hacerlo de ese modo, como si no hubiese existido. Pero ella era mi amiga y yo necesitaba compartirlo con alguien. Barajé un momento las posibilidades. Con Cleo estaba claro que no iba a poder ya que no sería justo para ella. Mandy era demasiado exagerada como para poder contarle algo, pues siempre lo sacaba todo de quicio. Mi madre. imposible, aún me arrepentía de cuando le conté la edad y el modo en que perdí virginidad. La última opción era Louis, mi gay favorito. Le conocí poco después de conocer a Cleo. Era una de esas personas que siempre están ahí para escuchar. Aproveché que Cleo entró en una tienda para manejable un mensaje.
NECESITO HABLAR. APURADA. NO TENGO SALIDA.
A los cinco minutos ya tenía la respuesta
ESTA TARDE ESTOY EN TU CASA.
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