Capítulo 29
Des de que contesté diciendo que sí que iría a comer con sus padres Markus había estado compotándose de una forma muy rara. Evitaba coincidir conmigo en el piso, cosa un poco difícil ya que vivíamos juntos. Los ratos que pasábamos uno al lado del otro se los gastaba pegado al teléfono y sin dirigirme la palabra. Lo que más me sorprendió es que cada vez lo asemejaba más con aquella imagen inicial que había tenido de él en un principio.
- ¿Ocurre algo que deba saber?
- En absoluto - sin mediar palabra se levantó y se fue del apartamento.
Me levanté y empecé a rebuscar como una loca en todo el piso alguna pisa que pudiera explicar su comportamiento. Rebusqué en cada uno de los rincones que se me ocurrieron que pudieran ser un buen lugar para esconder algo. Cuando esa opción no me di la solución fui a todo lo contrario, busqué en los lugares más obvios, pero sin respuesta.
En el momento en que estaba arrodillada en el suelo, mirando por debajo del sofá, oí abrirse la puerta de nuevo.
- ¿Qué demonios estás haciendo? - Tuve que buscar alguna excusa que fuese plausible. Pero lo único que pude hacer fue balbucear cosas sin ningun sentido -. Entiendo, te dije que no pasa nada, ¿por qué demonios no puedes creerme?
- ¿Te arrepientes de haberme querido a presentar a tus padres?
- ¿Te arrepientes tú de haber aceptado?
- Claro que no.
- Pues quédate tranquila, si te digo que no ocurre nada. Deja de ser tan desconfiada.
- Lo siento - me sentía mal. Llevabamos unos meses juntos y el hecho de que fuesemos a vivir juntos era una señal de que aquello iba en serio. Además, la intención de que quisiera que conociese a sus padres era que quería formalizar aquello.
Pensándolo fríamente no es que me arrepintiera, pero a lo mejor después de haber estado tanto tiempo sola, para mí aquello estaba yendo a unos pasos agigantados. Intenté explicárselo pero cuando mis labios se separaron para empezar a hablar me di cuenta de que lo dijera como lo dijera iba a sonar mal. Parecería que no estaba preparada y que no quería estar con él.
No era así. Quería a Markus. Amaba a Markus. Elegí a Markus. Nada debía despistarme y tenía que ir a por todas con él.
Desde mi conversación con Cleo y haber afirmado públicamente que había vuelto a caer en las redes de Roy hice todo lo posible por cambiarlo. Los actos de una persona los escogía uno mismo y no le venían impuestos. Escogí, de nuevo, eliminar a Roy de mi vida. Al menos en todo aquello que implicara sentimientos de por medio. No quería hacer daño a ninguno de los dos.
No quise apartar a Roy de mi vida de una forma tan drástica como hice después de fiestas. Al fin y al cabo, él no hizo nada malo. Solo tuvo el valor de declararse sin miedo al rechazo. Obviando su declaración de unas semanas atrás, como amigo no pude tener ninguna queja.
- ¿En qué estás pensando? - me sorprendió Markus por la espalda rodeándome con sus brazos.
- Créeme, es mejor que no quieras saberlo - intenté que mi risa sonara burlona para quitar hierro al asunto.
Giré sobre mis talones y le rodeé con mis brazos. Le besé dulcemente en los labios y acerqué mi cuerpo al suyo. Pude notar al momento, por la intensidad con que me devolvía el beso y por la dureza de su cuerpo que no le cogía para nada desprevenido.
Todo mi cuerpo se vio envuelto por unos escalofríos y por la espalda empezaron a recorrerme como pequeñas descargas eléctricas. Markus empezó a acariciar mis piernas y a subir hasta llegar a la parte baja de mi espalda. Me cogió con fuerza y sin apenas esfuerzo me tenía en el aire. Instintivamente mis piernas le rodearon la cintura y mis brazos se agarraron con más fuerza a su cuello. Nuestros labios se juntaron con más pasión, dejando la suavidad y el romanticismo al lado.
- No parecía que fueras tan fuerte - dije con un poco de sorna.
- Hay muchos aspectos de mí que no son para nada lo que parecen - empezó a morderme el labio de forma juguetona.
Ese mordisco hizo que mis caderas se encendieran más. Notaba como los pantalones que llevaba puestos, empezaron a molestarme. Se lo hice saber acercando mi cadera a su pelvis. Noté la dureza de su cuerpo e hizo una sola para mirada para saber que los dos queríamos ir al mismo lugar.
Sin soltarme ni dejar de besarme con fuerza me llevó hasta la habitación y se paró a los pies de la cama. Por un segundo creí que me iba a tirar con fuerza sobre ella, pero hizo todo lo contrario. Dejó caer todo el peso del cuerpo sobre mi y me acompaño hasta que quedé completamente recostada. Mientras tanto, descubrí que tenía unas manos sorprendentemente hábiles ya que cuando estuve completamente tumbada en la cama, descubrí que mi sostén estaba desabrochado.
- ¿Cómo...?
- Shhh - me interrumpió -. Ya te dije que escondía algunos trucos.
- Enseñáme alguno más -. No fui yo la que habló en aquellos momentos, fue mi cuerpo llevado por el deseo el que pronunció esas palabras.
- Como gustes -. Con un ligero movimiento de sus dedos mi blusa estaba abierta y mis pechos completamente expuestos ante él.
Sus labios se posaron rápidamente sobre mis pezones rosados y empezó a lamerlos suavemente. Un temblor se apoderó de todo mi cuerpo, hubiese deseado poder levantarme y abalanzarme sobre su cuello, pero sus manos me sujetaban haciendo la fuerza contraria, manteniéndome postrada en la cama.
Mi espalda se arqueó buscando la cercanía de nuestros cuerpos. Entendió que toda yo pedía más de él y dio unos leves mordiscos en mis pezones los cuales hicieron que diera pequeños gritos de placer.
Sin soltarme las manos en ningún momento fue bajando hasta posar sus labios sobre mi pelvis cubierta aún con los pantalones. Notar su respiración sobre el ombligo hizo que cada vez me costara tener control sobre mi propio cuerpo y suspiré profundamente.
Me soltó las manos y desabrochó mis pantalones con la misma habilidad con que se deshizo de mis prendas anteriores.
Tal vez, en otras circunstancias hubiese pensado en que ropa interior llevaba en ese momento pero tal y como estaba aquello me dio lo mismo.
De un tirón tenía los pantalones y mi ropa interior por debajo de las rodillas. Estaba completamente desnuda ante él. Los nervios y la excitación que sentía hicieron que se me escapara una risa nerviosa.
- ¿Te diviertes?
- No imaginas cuanto.
Su boca se acercó lentamente hacia mi vagina. Notar su aliento y respiración hizo que un cosquilleo recorriera todo mi sexo. Empezó a besarlo lentamente mientras lo acariciaba con su lengua.
- Me encanta que estés así de humeda para mí.
No fui consciente de lo excitada y preparada que estaba para él.
- Poséeme - de nuevo mi líbido hablaba por mi nublando toda mi razón.
- Prometo hacerlo pero dejame disfrutarte un poco más -. Acarició mis labios con su lengua y noté como mi propia humedad se mezclaba con la mia -. Quiero que sepas cual es tu sabor.
Tras decir eso subio de nuevo hasta llegar a mis labios y, de nuevo, me besó ardientemente. Encontré cierto placer y morbo en notar el sabor de mi sexo. Era extraño y excitante a la vez e iba a ser algo que iba a pedir de forma más recurrente.
Aproveché que el se reincorporó para sentarme en la cama. Me fui a abalanzar sobre sus labios y a cogerle por las caderas, haciéndole entender que yo quería disfrutar también de él pero me lo impidió.
- Quiero verte disfrutar - me susurró mientras me sujetaba por los hombros.
Acto seguido volvió a tumbarme y con su cuerpo recostado al lado del mío me cogió por la barbilla y me giró la cabeza. Esos ojos verdes, nunca antes, me mostraron tanta lujuria. Me besó tiernamente durante largo rato. De repente, colocó sus dedos sobre sus labios e instintivamente los lamí y los introduje dentro de mi boca. Un ronco gemido salió de sus labios.
Sin previo avisar ni decir nada condujo su mano hasta mi sexo e introdujo los dedos que lamí dentro de mí. Estaba demasiado excitada, perdí por completo el control de mi cuerpo y exploté con sus dedos en mi interior. Mientras me rendía al placer que me provocó ese juego no dejó de mirarme en ningún momento. Una sonrisa traviesa se dibujo en su sonrisa y yo me sentí morir de verguenza.
- Lo lamento, sabes que normalmente me lo tomo con más calma.
- Me encantó - tras pronunciar esas palabras se desabrochó el pantalón y me mostró su miembro aún duro y su ropa interior completamente mojada -. Quiero que me vuelvas a hacer sentir así.
Ambos nos quedamos tumbados en la cama. Miré al techo y suspiré profundamente. Inconscientemente volví al pasado y recordé la que había sido mi primera vez con Roy, y de hecho mi primera vez. Sentí que era horrible pensar en eso en aquellos momentos pero mi mente fue traicionera. Sentí lo mismo con la misma intensidad pero, ¿debía pensar en él justo en ese momento? ¿Cómo es posible que no pudiera entregarme por completo a Markus con la misma intensidad que lo hice con Roy?
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