Aquello empezaba a parecer una broma pesada del destino. ¿Era casualidad que segundos después de que Roy me hubiera dicho lo que seguía sintiendo por mi me llamase Markus?

No pude contestar esa llamada. Me quedé petrificada. Sostuve el teléfono en la mano, con la mirada fija en la pantalla pero sin ver nada. Haber oído las palabras de Roy desbarataron mi mundo en cuestión de segundos.

Aunque solo fuera por imaginar, pensé durante unos segundos como hubiera sido mi vida en esos momentos si en lugar de haberle echado de mi casa me hubiera arrojado a sus brazos. Tuve que hacer acopio de todo mi valor, respirar profundamente y enfrentarme a la vida real que conocía y me gustaba. Descolgué.

- Caray, me sorprende que contestes.

- ¿Y eso?

- Creí que ya estarías durmiendo.

- Aunque no te lo creas hace nada que se han ido todos.

- Me lo imaginaba, por eso ya te dije que me quedaba a dormir con mis padres quienes por cierto han preguntado por ti.

-¿Acaso saben que existo? - aquella afirmación me dejó fuera de mis casillas. Al instante de pronunciar esas palabras vi lo ridículas que sonaban.

- A ellos no les oculto nada. Además eres muy importante para mi, por tanto, han de saber de tu existencia.

- Vaya, ¿y qué opinan de que su hijito del alma se esté haciendo mayor? - a broma era de la única manera que pude afrontar las cosas para no sentirme una completa desgraciada. Mientras hablaba con Markus las palabras de Roy no dejaron de sonar en mi cabeza.

- Pues, estan bastante sorprendidos de que haya sentado la cabeza.

- No es que eso diga mucho a tu favor.

- ¿Sabes que dicen también? Se mueren de ganas por conocerte.

- Y yo a ellos - me sorprendí a mi misma pronunciando aquellas palabras e imaginándome el momento en que me los presentara. Supondría que aquello era oficial y que ibamos en serio. Si daba ese paso, no habría marcha atrás. Markus sería el definitivo y yo, por fin, viviera mi cuento de hadas.

- Si te parece lo organizo todo para que os conozcáis. No lo voy a hacer de hoy para mañana. Para mi el momento en que tu conozcas a mis padres y ellos a ti ha de ser memorable para ambos.

Ahi estaba de nuevo el Markus ilusionado, con un punto infantil, entusiasta y optimista que todas las chicas que pasaron por su vida nunca llegaron a conocer. El mismo que hizo que me enamorara de él y que mi vida se encontrara en el momento que lo hacía.

- Esperaré impaciente.

Nos despedimos hasta dentro de un par de horas y me metí rendida en la cama. Los párpados empezaron a pesarme y fui cayendo en un soporifero sueño. Estaba de pie en el apartamento y había dos puertas abiertas ante mi. La puerta de la izquierda insinuaba una habitación iluminada y repleta de gente. Se oía música, risas y conversaciones des de ella. La puerta de la derecha solo dejaba entrever una mesa preparada para dos personas con una vela encendida en medio. Ambas puertas tenían una cosa en común. En las dos había una figura masculina vestida de esmoquín de espaldas a mí. Cuando di un paso enfrente para acercarme las dos figuras tendieron su mano izquierda con la palma abierta, ofreciendóme a que me agarrara a ella y que viviera una de las dos vidas, de las dos oportunidades que me presentaban completamente diferentes pero con una sola cosa en común, el ser amada por alguien.

No fui nunca una especialista en sueños pero supe muy claro lo que significaba. No era tan díficil. Había dos personas a las que deseaba entregar mi corazón incondicionalmente sin miedo al fracaso, y solo debía escoger a cual de las dos se lo daba. Al fin y al cabo, no se puede querer con la misma intensidad a dos personas.

Desperté que los primeros rayos de luz entraban por la ventana. Con esa luz matutina acusaba un terrible dolor de cabeza a modo de buenos días, consecuencia de la resaca que iba a tener.

Miré el teléfono y vi la hora. Debía ir a trabajar. Entré de cabeza en la ducha y a la vez que dejaba que el agua cayese encima de mi terminando de despertarme me cepillé los dientes. Al salir cogí un analgésico y un vaso de agua y me lo tragué esperando que bajara junto con el terrible dolor de cabeza que estaba sufriendo. Supe que no iba a soportar la luz directa del sol en los ojos, al salir del apartamento me puse las gafas de sol y me dirigí a la galería. Antes de salir del apartamento me giré un momento para comprobar que Markus aún no había vuelto a casa.

- ¿Cómo te encuentras? - Cleo no faltó a su promesa de llamarme a la mañana siguiente.

- Os odio, no debisteis dejarme beber tanto.

- Creo que ya eres mayorcita para controlarte a ti misma - una sonrisa socarrona fue lo único que obtuvo por respuesta.

- Podriamos vernos después del trabajo.

- Claro - oí como respiraba al otro lado de la línia -. Dile a Markus que venga también. Ibamos a ir a verte con Claus así que creo que va estupendo.

Agradecí mucho a Cleo el esfuerzo que hizo por aceptar a Markus en mi vida y no tratarlo como había hecho durante los últimos años. La simple idea de que fuesemos a quedar como cuatro parejas normales me hizo ir al trabajo con una energía renovada.

Mi esfuerzo duró muy poco rato. Al lado de la puerta de la galería me esperaba Raoul y se acercó a mi con una mezcla de verguenza y arrepentimiento en la cara. Supuse que aquello eran los remordimientos por el modo en que le hizo comportarse el acohol y que lo qué venia ahora eran unas disculpas.

- Iris, lo lamento de verás - me dijo mientras abría la puerta de la galería.

- No creo que sea a mí a quien debas pedir disculpas, sino más bien a Roy.

- No, es a ti, estoy seguro. Verás lo de anoche...el mensaje... - la voz empezó a temblarle, haciéndole más difícil que pudiera articular palabra.

- No le des más importancia de la que tiene. Ya está todo hablado - por una parte hubiera querido matarle la noche anterior.

Por su culpa Roy se había presentado en mi casa y había hecho la declaración de que nunca había dejado de amarma. También es verdad que si no hubiera sido por su actuación jamás hubiera tomado la determinación de escoger.

- Si se la doy. Él fue creyendo que le escogerias a él y todo porqué yo se lo dije.