Capítulo 26

Cogí a Cleo de la mano y salimos al comedor otra vez.

Automáticamente mi vista se dirigió hacia la puerta y contemplé que estaba cerrada. Por un momento respiré profundamente y me tranquilicé. Hasta el momento en que le vi sentado en la silla que ocupaba yo antes.

- Si quieres que me vaya solo tienes que decirlo.

- De eso nada, eres mi invitado y de aquí no te mueves - Raoul se levantó de su silla y se quedó de pie al lado de Roy con una mano encima de su hombro. Parecía un perro marcando territorio, solo faltaba que se le orinara encima.

Cleo se acercó a Lewis y le susurró unas palabras. Se levantó y vino hacia mi.

- No te preocupes, lo último que quiero es meterte en un apuro. Él no estará aquí cuando Markus llegue - se dio media vuelta y se dirigió a su sitio -. A no se que tú quieras que él siga aquí.

Supe que no lo dijo por hacerme daño y que solo fue su forma de que afrontara la realidad. Tal y como estaba no lo digerí bien y le respondí levantándole el dedo corazón. No me lo tuvo en cuenta, solo se rió.

Miré la mesa y las botellas de vino estaban vacías. Fui a la nevera con la esperanza de que quedara alguna que me pudiese beber yo sola con la intención de digerir aquella situación. Para mi desgracia lo único que quedaba con alcohol era cerveza y no de las que más me gustaban.

No pude permitirme el ser exquisita, así que agarré una, la abrí y empecé a bebermela sin poder apartar la vista de Roy.

- Creo que esta cena nos está sorprendiendo a todos de principio a fin.

- Gracias.

- ¿Por qué? - Cleo me miraba extrañada.

- Sé que te costaría mucho ceder tu habitación a Markus. Seguro que te ha costado un mundo venir a la que era tu casa sabiendo que ibas a coincidir con él. Lamento que hayas tenido que aguantar todo lo que hemos hablado de él sabiendo el daño que te hizo. Significa mucho para mi que siempre hayas estado a mi lado.

- Y nunca dejaré de estarlo. Eres mi mejor amiga, te considero una hermana y además no podría dejar de tener a mi lado a la que será la futura madrina de mi hijo.

- ¿Qué? - digerí la notícia junto  con un trago de cerveza. Todo dejó de tener importancia. Abracé a Cleo fuertemente entre mis brazos y sin saber cómo la levanté unos cetímetros del suelo.

Claus vino corriendo alarmado y me lanzó una pequeña mirada de reproche.

- Tranquilo, no haría nada que pudiera perjudicarle.

- Veo que se lo has dicho.

- No creo que hubiese podido escoger un momento mejor.

- No habria habido un momento mejor.

Les miré y me quedé embelesada, contemplando como por enésima vez aquella noche Claus rodeba entre sus brazos a Cleo y la miraba sabiendo que era lo más precioso para él en ese mundo.

No les tenía ninguna envidia. Yo también encontré a quien me mirara de ese modo haciéndome sentir especial. No estaba allí en aquellos momentos y, si bien, no les tenía celos supe que en cuanto le tuviera delante le haría saber lo importante que era para mi.

- ¿Vuelves con nosotros?

- Lo he vuelto a hacer, ¿verdad?

- Bueno, cada vez te ocurre menos a menudo. Eso es buena señal - Cleo empezó a reírse de una forma muy escandalosa.

Cleo y Claus fueron los primeros en marcharse sin hacer ningun ruido. Ella prometió llamarme a la mañana siguiente para hablar y si era necesario vernos, a pesar de insistirle en que me encontraba perfectamente. Lewis y Raoul se fueron cerca de las dos de la mañana. Aunque lo más acertado sería decir que Lewis se llevó a Raoul. Éste habia bebido tanto alcohol que no perdió oportunidad de ir insinuándose a Roy, que de forma muy educada lo rechazaba constantemente con una risa vergonzosa.

Empecé a recoger todo el piso para que cuando llegara Markus al día siguiente no se diera cuenta del desastre tan grande que habíamos orquestrado. En silencio, Roy empezó a echarme una mano.

- No es necesario.

- No me cuesta ayudarte.

- Me refería a que no es necesario que te quedes - me sentí muy mal por ser tan seca, pero no quería estropear lo que tenía en aquellos momentos. Después del tiempo que pasó no quería echarlo todo por tierra.

- Sabes que no haría nada que pudiera perjudicarte. Me alegro mucho de que esté con Markus y nunca fue mi intención ponerme en medio.

- No lo has hecho.

- Creía que lo hice al besarte.

- Eso no tuvo ninguna importancia.

- Entonces, ¿por qué me evitas desde que sucedió?

Aquella pregunta me cogió completamente desprevenida y no supe como reaccionar. Yo sola me metí en ese embrollo e iba a tener que salir por mi propio pie, sin ayuda de nadie.

- Es lo mejor para todos - empezaba a parecer un disco rayado con la contestación.

- Iris, no te entiendo. No sé porqué ma alejas de tu lado. No sé cuantas veces tendré que disculparme por haberte hecho daño cuando estábamos juntos. Sé que por mi culpa desconfías de los hombres y que te cuesta más confiar. Me duele haberte hecho eso, pero se me agotan las ideas. No sé de que otra manera demostrarte que ya no soy ese tipo, que he cambiado y que solo miro por tu bien.

- No te des tanto protagonismo - intentaba sonar distante, pero notaba como mis defensas iban cayendo progresivamente. Aún y así, tuve que mantener el tipo -. No tienes que demostrarme nada.

- No quiero alejarme de ti y me duele que te hayas distanciado. Lo que más me duele es nunca haber sabido el motivo. Dices que el hecho de que te besara no tiene nada que ver pero estoy convencido de que si - se alejó, cogió su chaqueta y fue hacia la puerta -. Mira, siempre estaré ahí para ti. No me alejaré de tu lado por mucho que tú lo desees. He aceptado que tu corazón pertenece a otro y que es él quien te hace feliz -. Hizo una pausa para coger aire, ya que se alteró un poco -. Sé que no soy nadie pero necesito pedirte que acpeptes una cosa de mi.

- ¿Qué? - en cuanto lo pregunté supe que debía haberme quedado callada.

- Por mucho que quisiera negarlo, nunca he dejado de amarte.

Sin más se marchó y cerró la puerta.

Mi móvil empezó a sonar en el bolsillo. Respiré hondo, lo cogí y miré la pantalla. Markus.


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