Capítulo 23

Seguí como flotando en una nube. No me percaté de nada. En mi vida todo se había reducido a él. Me aislé completamente en un mundo de fantasía donde solo tuve ojos para el que se había convertido en mi hombre ideal.

Markus no dejaba de colmarme de atenciones y a mi me encantó sentirme querida, reconocida, valorada, mimada y todo aquello que él pudiera brindarme.

- Nena, pasamos demasiado tiempo juntos. Tú antes no eras así, costaba mucho separarte mucho de tus amigos.

Hacía semanas que no sabía nada de nadie excepto de una persona. Nunca lo llegué a pensar de esa manera pero al habermelo hecho ver, me había convertido en una persona bastante odiosa.

Mi primer instinto fue llamar a Cleo pero no contestó al teléfono. Intenté contactar con Louis pero no hubo manera. Probé con Claus pero nada. Seguí por Mandy, Sean y algunos pero no hubo manera. Me vi con el teléfono en la mano y el número de Roy en la pantalla. Estuve tentada de llamarle y quedar con él pero no pude, no quise, no arriesgué.

- Nadie contesta a mis llamadas.

- Eso es porque se han dado cuenta de que eres una amiga horrible - empezó a reirse y se dirigió a la cocina.

Lo miré y vi que estaba usando toda la batería de cocina y que la mesa estaba puesta para cinco personas. ¿Cómo era posible que no hubiese visto lo que ocurría en mi propio piso?

- ¿Esperamos a alguien?

- Yo no, tu sí. Te he organizado una pequeña cena de amigos con Cleo, Lewis, Claus y Raoul.

- ¿Tú no estarás?

- Nunca podría imaginarme unos invitados que tuvieran menos ganas de tenerme de anfitrión - esbozó una sonrisa que hizo que cayera en el sofá -. Aunque sean tus amigos deberías arreglarte un poco.

Sin protestar y como la buena niña que era entré en mi habitación, cogí la ropa y me metí de cabeza en la ducha. Mientras el agua caliente caía por mi cuerpo no pude dejar de pensar que había tomado el camino correcto. Le conocía bien y supe quién era. El Markus que todas habían descrito y del que maldijeron en tantas ocasiones. El que habían hecho que le cogiera manía sin ni tan siquiera conocerle, no era el mismo que estaba en aquellos momentos en mi cocina terminando de preparar una cena.

Salí del baño vestida pero con el pelo envuelto en una toalla. Me acerqué por detrás, sin hacer ruido, y le mojé la espalda por completo.

- ¿Cuándo te vas a convertir en el rompecorazones que siempre se creyó que eras?

- Vamos a volver a eso.

- Lo siento, aunque esté de maravilla contigo, no puedo dejar de tener ese miedo.

- Como te he dicho más de una vez eso no va a pasar.

- ¿Por qué conmigo no y con otras si?

- Ellas no son tú.

- Soy igual que las demás.

- De eso nada, eres única.

- ¿Por qué?

- Desde que me viste y hablamos por primera vez nunca fuiste tras de mí.

- ¿Lo que me diferencia es que te costé más que las demás? - tenía una mezcla entre indignación y triunfo. Aún y así le dejé continuar.

- Supiste buscar algo más en mí que una cara bonita. Te molestaste por hacer un esfuerzo en conocerme más de lo que ninguna lo intentó jamaás. Dejaste huella en mí. Aún y cuando tenías las referencias existentes de mi apostaste por mi.

Me dejó sin palabras, lo había conseguido. Hizo que no me diera ningún miedo gritar en voz alta que estaba enamorada de él.


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