4. El banquete👑

Su padre, el anterior Rey, siempre exigía su atención a las lecciones sobre la guerra y las buenas costumbres. Bueno, pues no logró enfocar toda la entereza de Boun. Sin embargo, algo se le pegó. Actualmente, le falta poco para lograr formar un gran ejército y marchar hacia Tróade en busca de la cabeza hueca del usurpador de Ésaco.

Le demostraría al mundo que él era el indicado para montar el caballo de Ares y dominarlo. También llevarlo a la prosperidad y cambiar las leyes que mitigan la sociedad. Él quería marcar el cambio, ser supremo.

-Majestad. - Vociferó con fuerza militar uno de los guardias más leales. Hincándose en una de sus rodillas y bajando la cabeza en reverencia.

-Espero noticias, Cástor. ¿Qué quieres? -Preguntó el rey haciendo un ademán con la mano para restarle importancia a su excesiva formalidad, aún cuando no hay nadie alrededor. Cuando se levantó respondió con la misma fuerza.

-El rey del pueblo vecino ha llegado, no he visto a la cortesana Nerea, pero sí su regalo.

- ¿Regalo? Querrás decir tributo, Cástor.

-Lo siento mi señor, este siervo es inculto. -La seriedad excesiva en el guardia le hacía reír. Aún no entendía por qué era así.

Sonrió calmado. Colocó sus manos tras la espalda y caminó lentamente pensando en lo que implicaban las palabras. Se detuvo frente a la última pintura que tenía de su maravillosa tierra. Cada vez que la veía, no podía evitar pensar que era majestuosa en todo aquel terreno rico en piedras preciosas y tesoros imprescindibles para el desarrollo de la nueva arquitectura occidental que quería emplear en su cultura.

Pronto sus dientes hicieron ruido al tensar la mandíbula. Por unos minutos, había olvidado el tema inicial de lo que eran realmente esos "regalos". - ¿Y los invitados?

-Están todos junto a él, majestad. - Pasó una mano por el lienzo con simple roce, era un amuleto para él de fuerza, valentía y sobre todo, calma.

-Bien, reciban a los perros como lo que somos, bestias cordiales. -Giró sobre los talones y se dirigió hacia Cástor. -Por lo pronto, acomódalos en los aposentos de invitados y que esperen al banquete en la noche.

- ¿Qu... qué? Mi príncipe, eso sería una ofensa. -Regañó el guardia con sumo respeto, pero consternado por sus palabras.

-Exactamente Cástor, quiero lograr ofenderlos lo más que pueda. Espero que el Rey se encumbre por fin y me dé motivos para tomar su cabeza en público de una vez por todas. -Boun se retiró a bañar con la mayor calma del mundo.

Efectivamente, la noche había llegado para dejar ver las luminosas antorchas y arreglos en el salón de fiesta. El banquete de bienvenida era algo más que detestable para Boun, sin embargo, en su posición de rey, había pocas cosas de etiqueta que podía eludir.

La danza merodeando junto a la música tocada por las cortesanas armonizaba el ambiente. Las telas brillantes y coloridas adornaban el lugar. Los invitados nobles y el rey extranjero se divertían con las exóticas mujeres a su disposición y el vino rojo como la sangre que se derramaba en las guerras era un majar digno de ellos.

La presencia del rey de Hélode fue anunciada mientras entraba haciendo que todos se levantaran y se inclinaran en modo de saludo, todos menos el otro rey presente. Quien solo levantó la copa y bebió de un trago derramando más por su barbilla que dentro de su boca. Boun rechinó con sus dientes en desaprobación sin dedicar una mirada detenida.

Para ningún reino cercano era secreto que ambos reyes se detestaban tanto que, si les dieran la oportunidad, lucharían a muerte. Nadie sospecharía en vano si creyeran que se apuñalarían por las espaldas sino quisieran tanto mantener sus puestos en el poder y no provocar guerras innecesarias. Puesto que ambos perderían debido a la ola de calor que ese año azotaba a ambas regiones.

-Doy la bienvenida al rey Ésaco. Espero que su corta estancia en mi espléndido reino sea de su agrado. -Bramó Boun levantando su copa con vino para darle un pequeño sorbo. Solo por educación. La palabra ''corta'' era más una advertencia de que lo quería fuera rápidamente.

Ésaco correspondió al gesto realizando la misma acción, pero más desmedida. Poniendo una socarrona sonrisa en su boca. El resto de la nobleza estaba más atenta a ellos, no fuera a ser que debieran salir corriendo.

-Como agradecimiento al rey de estas maravillosas tierras por el buen comercio que se da entre ambos reinos, le he traído verdaderos manjares. Unas bellezas que de seguro no dudará en tomarlas como nuevas cortesanas. -Era un reto a mantener a su lado a personas del reino enemigo. Corría el riesgo de que fueran espías y terminar siendo traicionado. Sin embargo, era un riesgo a correr. Mas su atención no se posó en los bellos cuerpos danzantes de las bellísimas mujeres frente a él, en cambio, centró su mirada en algo más allá. Captó al único esclavo encadenado desde su cuello, sus muñecas hasta los tobillos. Pronto fue saciada la curiosidad. Un guardia rudo de músculos tiró de la cadena hacia el centro del salón.

El esclavo tenía algo raro que no sabría describir. Desprendía un aura diferente, una sensación irreconocible de que no era quien parecía. Quedó pensando tanto tiempo en el esclavo, y en lo que se ocultaba bajo su cabello desdeñoso y aquellas marcas rojas en su piel que, su consejero carraspeó bajo para que saliera de su espiral. Iba a responder a las palabras de ofrecimiento que ignoró del otro rey, pero un acto desesperado irrumpió en la calma del salón.

Aquel esclavo había empujado al guardia que lo sujetaba logrando zafarse del agarre a la cadena. Corrió, pero no hacia la salida, sino que hizo algo que jamás esperó ni presenció antes. El esclavo como pudo rodeó la cadena por el cuello de Ésaco.

Boun rió intentando ocultarlo. Quería dejarlo hacer lo que quisiera, pero sabía que no podía. Si se regaba que permitió que asesinaran a un rey en su presencia, en su casa, los rumores de antes serían considerados tontos en comparación. Miró en el salón, los cobardes e inútiles sirvientes que tenía por guardias el otro rey, estaban sin moverse. Y Boun se preguntó si era porque lo querían muerto o porque tenían miedo de que terminase muerto si se movían.

Con solo mirar a su otro guardia más leal, Polideuces, gemelo de Cástor, este ya estaba detrás del esclavo pateando una de sus rodillas haciendo que cayera sobre estas.

Ésaco en seguida sacó su espada para matarlo, pero Boun intervino. -Rey de Tróade.

Cuando se aseguró de tener su atención prosiguió. -Si no es mucho para su majestad, quisiera pedirle un favor antes de que continúe.

-Lo escucho. -Masculló entre dientes sin apartar la mirada del esclavo. Había una furia que no quería explorar, pero tampoco dejar que el esclavo la explorase por algo que él también quería hacer. No lo culpaba, se compadecía porque el esclavo solo tenía una mala posición para realizar tal hazaña.

-Me place tener el honor de ser yo quien le dé el merecido a este ser inferior. Quiero conservarlo en mis sótanos y tenerlo torturado y atormentado. ¿Me ayudaría en esta pequeña petición? Le compensaré por ello con mis mejores concubinas y un tesoro invaluable.

Eso captó la total atención de todos los presentes, incluyendo la de Ésaco. - ¿Solo por torturar a este esclavo? ¿Es que le conoce de algo?

- ¿De dónde podría conocer a semejante inmundicia? -Rió alto y grave. Los presentes que temían lo peor cuando lo vieron levantarse de su asiento real y caminar hasta el lugar del otro rey, disimuladamente rehuyeron unos pasos atrás. Boun, con una enorme sonrisa se acercó lo suficiente para susurrarle algo sin que el resto escuchase. -Lo que sucede es que me gusta mantener ciertos fetiches para mí mismo, ya sabe, no siempre podemos parecer como monstruos delante de nuestros súbditos. No queremos una sublevación por razones tan tontas como el corazón blando de otros.

Ésaco le miró a los ojos sonriendo con la maldad de los pensamientos pronunciados y asintiendo. Boun señaló un camino opuesto al del esclavo. -Entonces, sígame, le enseñaré las joyas que adquirí en mi última negociación con el occidente.

Antes de seguirle los pasos, llamó a Agelao quien corrió a su encuentro. -Que lleven al esclavo a mi alcoba y llamen al doctor para que atienda sus heridas, sin excepción.

- ¿Señor...? -Inquirió dudoso.

-Además, quítenle esas horribles cadenas, no se ven bien con el resto del palacio. Báñenlo y denle ropa nueva. Manténgalo en mi alcoba hasta que llegue y deja a Polideuces para protegerlo. Estoy seguro que Ésaco no cumplirá con su palabra.

- ¿Me dice que lo conservará como sirviente a su lado? Puede ser un espía y...

-Agelao, no refutes una orden. Síguela al pie. -Dijo entre dientes con molestia. Era leal su consejero, pero odiaba ser desobedecido, pues seguía siendo el señor del reino.

- Sí, mi señor.

👑👑👑

¿Qué les parece?

¿Creen que Kaos se enamore y logrevencer a Hades?

🤔
Bueno, al menos ya se van a conocer.

¿Cómo les irá...?😏

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