Capítulo 17
Donde Armin da una excelente muestra de que cuando se enamora,
no tiene conexión entre su cerebro y sus acciones.
Jamás en su vida Sophie se había sentido tan incómoda como cuando llegó a la espléndida fiesta que se estaba realizando en honor a su matrimonio en la mansión Warren.
Después de la conmoción dentro de la iglesia, se habría sentido satisfecha de servir pasteles y té en la iglesia. No le hubiera importado. Pero no, la boda debía celebrarse, de la forma más extravagante, y tan pronto como la ceremonia había terminado, Sophie fue llevada a la que pronto dejaría de ser su casa y solo le había quedado un poco de tiempo para ir a su habitación para lavarse la cara antes de que fuera llamada a saludar a sus invitados abajo.
Era notable, que la presencia de todos los invitados solo era para pretender que nada había pasado y ver como estaba el ambiente en la casa donde vivían los gemelos. Mañana no hablarían de otra cosa, y probablemente ella sería el tema principal de conversación, incluso durante los próximos meses. Y seguramente al año siguiente nadie podría decir su nombre sin añadir, "La conoces. De la boda que interrumpieron".
Los pensamientos de ella fueron quebrantados por una de las invitadas —Que ceremonia tan encantadora, Lady Stewart. —
Lady Stewart. Ahora era Lady Stewart.
Podría haber sido Lady Castlereagh.
Lady Sophie Stewart, supuso, era un lindo nombre, no tan elevado, pues seguramente no podía compararse con ser la Vizcondesa de Castlereagh, pero... Tragó saliva, en un intento de sacar ese nudo de su garganta, de algún modo, siguió arreglándoselas para no borrar la sonrisa que se había fijado en su cara hacia cinco minutos.
Le habría gustado mucho mas haber sido Lady Castlereagh.
Le gustaba más esa idea, ser Lady Castlereagh. Ella era una mujer feliz, con una sonrisa y una vida plena y completa. Tenía un perro, o quizás dos, y muchos hijos. Su casa era calurosa y cómoda, bebía el té con sus amigos y se reía.
Lady Castlereagh se reía y era feliz.
Pero nunca sería esa mujer. Se había casado con Alexy, y ahora era su esposa, e intentaba cuando podía, no imaginarse que clase de vida podría tener. Aún no sabía lo que significaba ser Lady Stewart. A pesar de creer conocer a su ahora esposo, con los ultimos acontecimientos y lo que dijo Armin sobre el "Molly House". No sabia quien era realmente Alexy.
La fiesta continuó, y Sophie se veía obligada a bailar con su nuevo esposo, quien era, tenía que aceptar, bastante talentoso. Luego bailó con su padre, porque así debía ser.
—Hiciste lo correcto, Sophie —le dijo él tratando de que ella estuviera más tranquila. A pesar de que entendía en que clase de situación estaba ella. Ella no dijo nada. —Estoy orgulloso de ti. —Ella casi sonreia. — pero creo que estaría más tranquilo si fueras feliz — murmuró con desánimo.
— papá... — iba a defenderse, pero no la dejo seguir hablando.
— Está bien, no tienes que decir nada más —
La familia de Alexy había regresado para el baile. Lord Castlereagh era el más efusivo, e inclinado a la conversación de los dos padres de los gemelos. Estaba encantado con Sophie. Ella era a su ver, una magnífica persona. Una esplendida violinista y una persona impecable. Rechazar a Armin delante de todos, había sido un gesto realmente maduro y sensato.
Sophie simplemente ya no estaba de acuerdo en casarse con su hijo de dudosa reputación; pero había afirmado su decisión en frente de todos, en una escena digna de Jane Austin.
Ella logró evitar a su nuevo suegro la mayor parte de la fiesta, gracias a Dios. Logró evitar a casi todo el mundo, lo cual era sorprendentemente fácil, teniendo en cuenta que era la novia. No quería ver a nadie, porque los detestaba. No quería ver a Alexy, porque eso solo la llevaría a pensar en su próxima noche de bodas, y no quería ver a Marianne o Maggie, porque le harían preguntas, y entonces Sophie lloraría.
Lo que le dejaba a los invitados, y a la mayoría ni siquiera los conocía. Y no había nadie allí con quien quisiera encontrarse. Así que se encontró ubicada en una esquina, y después de un par de horas, todos parecían haber bebido tanto, que nadie notaba que la novia estaba sentada sola. Lo cual era un alivio de verdad.
Y seguramente nadie tomó nota cuando se escapó a su alcoba para tomar un corto descanso. Probablemente eran muy malos modales por parte de una novia huir de su propia fiesta, pero en ese momento, a Sophie simplemente no le importaba. Se deslizó por las escaleras traseras, para no encontrarse con algún invitado errante, y con un suspiro de alivio, entró a su cuarto y cerró la puerta detrás de ella.
Apoyó la espalda contra la puerta, soltando el aire despacio hasta que sintió que no había dejado nada dentro de sí. Y pensó —Ahora lloraré.
Quería hacerlo. De verdad, lo quería. Se sentía como si hubiera estado conteniéndose por horas, simplemente esperando tener un momento a solas. Pero las lágrimas no venían. Estaba demasiado atontada, demasiado deslumbrada por los eventos sucedidos en las pasadas veinticuatro horas. Y por eso estaba, de pie allí, mirando fijamente su cama. Recordando.
¿De verdad solo habían pasado doce horas desde que había yacido allí, envuelta en los brazos de Armin? Parecían años. Era como si su vida se hubiera dividido limpiamente en dos, y ahora estuviera mas enfocada en el después de.
Cerró los ojos. Quizás si no lo veía, lo olvidaría. Tal vez debería pedirle a Alexy irse a alguna región de Escocia. Quizás si...
—Sophie.— Se congeló. Dios santo, no. Movio su cabeza negando levemente.
—Sophie. — Ahi estaba de nuevo. Abrió los ojos despacio.
—¿Armin? —
Entre la penumbra de la habitación logro verlo. Él parecía un desastre, despeinado y sucio, lo que solo podía ser resultado de una loca carrera a caballo. Debía haber entrado de la misma manera que lo había hecho la noche anterior. Debía haber estado esperando por ella.
—Sophie —dijo él de nuevo, y su voz fluyó a través de ella y se fundió a su alrededor.
Ella tragó saliva. — ¿Por qué estás aquí? —
Él caminó hacia ella, y su corazón se acelero. Su cara era tan atractiva, tan querida, tan absoluta y maravillosamente conocida. Conocía la curva de sus mejillas, y el color exacto de sus ojos, mucho mas azul cerca del iris, fundido con un grisaseo. Y su boca, vaya que conocía esa boca, su apariencia, su sabor. Conocía su sonrisa, conocía sus ceños, y conocía...
Conocía demasiado.
—No deberías estar aquí —dijo, el tono nervioso de su voz desmentía la quietud de su postura.
Él dio un paso hacia su dirección. No había rabia en sus ojos, lo cual, no entendía. Cualquier otro se hubiera sentido ofendido. Pero la forma en la que la estaba mirando, tan intensa y posesiva, y definitivamente no era la forma en la que una mujer casada debería permitir que el hermano de su esposo la mirara.
—Tenía que saber por qué —dijo él—. No podía dejarte ir. No hasta que supiera por qué. —
—No —susurró ella—. Por favor no hagas esto. — Por favor no me hagas arrepentir. Por favor no me hagas anhelar, desear y preguntarme nada. — suplico ella de nuevo. Puso los brazos contra su pecho, como si quizás asi simplemente podría estar sola, y...
—Sophie... — volvio a hablar Armin.
—No —dijo ella con más fuerza esta vez.
Pero él se acercó mucho más. Lentamente, sin ninguna vacilación. —Sophie —dijo, su voz era cálida y llena de propósito—. Solo dime por qué. Luego me alejaré y te prometo nunca acercarme a ti otra vez, pero debo saber por qué. — Sonaba como una locura porque eran hermanos.
Ella negó con la cabeza. —No puedo decírtelo. Ni debo.— porque quiza la situacion de su familia debia seguir siendo un secreto.
—Me lo dirás —la corrigió.
—No —le gritó, ahogándose con la palabra—. ¡No puedo! Por favor, Armin. Debes irte. —
Él no dijo nada por un buen rato. Solo la miró a la cara, y prácticamente podía ver lo que estaba pensando. No podía permitir esto, pensó, una burbuja de pánico empezó a crecer dentro de ella. Debía gritar. Tenía que echarlo. Debía salir corriendo del cuarto antes de que pudiera arruinarle sus cuidadosos planes para el futuro. Pero en su lugar, se quedó allí, y él dijo...
— Tu familia ya esta dejando de percibir el dinero del titulo, lo sé... — Esa no era una pregunta.
No le contestó, pero sabía que su cara la delataría.
—Sophie —dijo él, su voz era suave y precavida—. Puedo ayudarte. Incluso mucho mejor que mi hermano. —
—No —dijo ella—. No puedes y eres un tonto por... —se interrumpió, demasiado furiosa para hablar. ¿Qué le hacía pensar que podía correr y arreglar las cosas, cuando no sabía nada de sus problemas? ¿Acaso pensaba que había cedido por algo pequeño? ¿Algo que pudiera ser superado fácilmente? Definitivamente Armin estaba subestimandola. —No lo sabes —dijo—. No tienes ni idea. —
—Entonces dímelo.— se encogio de hombros dando a entender obviedad.
Sus músculos se estaban agitando, y se sentía caliente... fría... todo a la vez.
—Sophie —dijo él, y su voz era tan calmada.
—Tú no puedes arreglar esto —ladró ella. — porque no eres mi esposo —
—Eso es cierto. pero no hay nada que te abrume que no pueda ser superado. —
—¿Por qué dices eso? —le exigió ella—. ¿Por que tu eres el heredero al titulo de tu familia? Eso no funcionará, Armin. Tu no puedes cambiar el pasado, y no puedes arreglar el futuro para satisfacer tus antojos. — Ella se cubrio la cara con ambas manos.
—Sophie —dijo él, mientras extendía la mano para alcanzarla.
—No. ¡No! —lo empujó lejos, rechazando su oferta de consuelo—. No entiendes nada... para ti todo esta tan perfecto... —
—No es cierto. — Después de todo eso, la miró. Solo la miró y la dejó estar en píe luciendo pequeña, pálida y dolorosamente sola. Y le preguntó. —¿Me amas? —
Ella cerró los ojos. —No me preguntes eso. —
—¿Lo haces? — Trato de estar serio, porque la situación lo exigía y quería estarlo.
Él notó como la mandíbula de ella se apretaba, vio la forma en que sus hombros se tensaban y se elevaban, y sabía que estaba tratando de negar con la cabeza, cosa que parecia no poder conseguir. Entonces él caminó hacia ella, lentamente, respetuosamente.
Estaba herida. Tan lastimada como él. Estaba tan herida que ese sentimiento se extendió a través del aire, se envolvió alrededor de él, alrededor de su corazón. Sentía dolor por ella. Era algo físico, terrible, agudo, y por primera vez empezó a dudar de su habilidad de hacerlo desaparecer.
—¿Me amas? —preguntó él.
—Armin... —
—¿Me amas? —
—No puedo... —
Él puso las manos sobre sus hombros. Ella retrocedió, pero no se alejó mucho. Armin le tocó la barbilla, levantando su rostro hasta que pudo perderse en el verde de sus ojos. —¿Me amas? —
Finalmente, Sophie se quebró. —Sí —sollozó ella, mientras se derrumbaba en sus brazos—Pero no puedo. ¿No entiendes? No puedo. Tengo que detener esto ya que tu no eres capaz.—
Armin no pudo moverse en un rato. Su admisión debería haberlo aliviado, y de alguna forma lo hizo, pero más que eso, sentía como su sangre comenzaba a acelerarse en sus venas.
¿Acaso no había sido lo único a lo que no le había apostado en la vida? Ahora él creía en el amor. Creía en su poder, en su bondad, en su rectitud. Lo veneraba, lo respetaba por su rareza. Y sabía, en ese momento, en ese lugar, mientras ella lloraba metiéndose entre sus brazos, que debía atreverse a hacer algo por eso. Por el amor.
—Sophie —susurró, y una idea empezó a formarse en su mente. Era descabellada, mala, y completamente desaconsejable, Nathaniel en otro momento de su vida la reprobaria, pero no podía escapar del pensamiento que estaba corriendo en su cerebro.
Ella todavía no había consumado su matrimonio.
Ellos todavía tenían una oportunidad.
—Sophie. —
Ella se apartó. —Debo regresar. Se extrañarán si no lo hago. —
Pero él capturó su mano. —No regreses.—
Sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Qué quieres decir con eso? —
—Ven conmigo. Ven conmigo ahora. —Se sentía mareado, peligroso, y solo un poco loco, para variar —. Todavía no eres su esposa. Puedes anular el matrimonio. — Queria apostar todo, y se lo apostaria a favor de Sophie, la violinista.
—Oh no. —Negó con la cabeza, tratando de soltarse de su asimiento—. No, Armin... Estas loco, Alexy es tu hermano —
—Sí y Sí. —Y entre más pensaba en eso, más le encontraba sentido. No tenían mucho tiempo; después de esa noche sería imposible para ella decir que estaba intacta. Las propias acciones de Armin se habían encargado de eso. Si tenían alguna oportunidad de estar juntos, tenía que ser ahora. No podía secuestrarla; no había forma de sacarla de la casa sin despertar una alarma. Pero podía lograr que tuvieran un poco más de tiempo. El suficiente para resolver que hacer. Tiró de ella para ponerla más cerca.
—No —dijo ella, su voz estaba subiendo de tono. Empezó a forcejear realmente para liberarse, y él podía ver como el pánico empezaba a crecer en sus ojos.
—Sophie, sí —dijo él.
—Gritaré —dijo en tono de amenaza ella.
—Nadie te escuchará, todos han estado bebiendo —
Lo miró consternada, no podía creer lo que le estaba diciendo. —¿Estás amenazándome? —preguntó él con diversión en su mirada.
Ella negó con la cabeza. —No. Estoy salvándote de que hagas mas locuras en este día . —
Y antes de que tuviera oportunidad de reconsiderar sus acciones, la agarró por la cintura, la tiró sobre su hombro, y salió corriendo del cuarto.
•••••••
Bueno... No se que me paso, me aloque un poquillo... Se que tarde en actualizar pero tenia carencia de como llegar a una idea dramatica.
Besos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top