Capítulo 13
Aquí es donde ocurre, donde la pasión de Sophie se desborda y la virginidad de Armin (también la de Sophie) pasa a ser pasado.
Londres, tan solo unos instantes después del capítulo anterior...
Repentinamente Sophie, animada por el fuego de su interior, presionó las manos fuertemente en las mejillas de Armin, acercando su boca hacia ella para darle un timido beso. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero estaba segura que debía haber reglas para esto, pero en ese momento era lo que menos le importaba. Solo quería besarlo.
Armin entendió al instante y una de sus manos fue por sus caderas, quemándola a través del delgado tejido que la cubría con el camisón. Luego la apretó más contra su cuerpo, y ya no había más espacio entre ellos. Sophie empezó sentir como caía, y luego ambos estaban sobre la cama, estaba de espaldas, con el cuerpo de Armin presionándole el suyo, el calor y el peso exquisito de un hombre. Era mejor de lo que jamás había algunas veces intentado imaginar.
Se sentía finalmente como una mujer.
Sophie sentía como si pudiera envolverse alrededor de él y no quería nunca dejarlo ir.
— Armin... — susurró mientras retorcía los dedos en el pelo de él. Armin disfruto de aquel instante, donde ella murmuraba su nombre. Se quedó quieto, esperando que le dijera más.
—Te amo —dijo ella, porque sentía que dentro de todo esto, necesitaba que algo fuera cierto.
Ella sabía que mañana él la odiaría.
Mañana lo traicionaría, pero en esto, por lo menos, no queria mentir. Quería que el sintiera que de verdad su sentimiento era verdadero. —Te deseo — continuo hablando cuando él levantó la cabeza para mirar fijamente sus ojos. La miró un largo tiempo y ella supo que le estaba dando una última oportunidad para retractarse de su decisión. Deseaba besarlo, que la tomara, y olvidar que estaba susurrando palabras de amor.
—Sofi...—
En un último impulso al ver duda en Armin, Sophie puso un dedo en su boca. Y susurró: —Quiero ser tuya — y luego agregó—: Esta noche. — dijo con una voz aguda, tan femenina y seductora que Armin sintió que perdía los estribos por unos momentos.
El cuerpo de él se estremeció, su respiración se movió sobre los labios de ella. Él gimió algo, tal vez su nombre, quizás fue un gimoteo sin sentido y entonces su boca se encontró con la de ella en un beso. Ella no pudo evitar moverse debajo de él y deslizó las manos hacia su cuello, luego dentro de su chaqueta, donde sus dedos buscaban desesperadamente su piel.
Armin con una ruda maldición, se levantó, aún sobre ella, y le dio torpes tirones a su chaqueta y a su corbata para quitárselas. La ropa le empezaba a estorbar.
Sophie lo miró fijamente con los ojos abiertos de par en par, jamás lo había visto de esta forma, tan viril, tan ruda. Él se estaba quitando la camisa, no lentamente o con sutileza, sino con una velocidad frenética que enmarcaba su deseo.
Era obvio que no tenía control. Acababa de convertirse en un esclavo de ese fuego al igual que ella.
Echó la camisa a un lado y ella quedó boquiabierta al verlo, los músculos que se esculpían y se estiraban debajo de su piel.
Le gustaba lo que veia. Decididamente ella levantó una mano cautelosamente y la puso contra su piel. Su sangre saltó y pulsó enloquecio, y estuvo a punto de apartarse.
—No —dijo él y envolvió sus dedos alrededor de los de ella y los llevó a su corazón. La miró a los ojos.
Ella no podía apartar la mirada.
Y luego de algunos minutos de intercambiar miradas él regresó, puso su cuerpo caliente contra el de ella, sus manos iban a todas partes y sus labios a todas partes también. Y el camison, ya no parecía cubrir mucho de ella. Estaba arriba contra sus muslos, luego se quedó junto alrededor de su cintura. La estaba tocando, rozando la superficie de su estómago.
Armin estaba sin aliento, con tanto deseo de probar cómo sería estar dentro de ella. Quería comprobar si estar con ella era mucho mejor de lo que imaginaba cada noche.
—Armin... — dijo casi sin aliento, porque los dedos de él, se habían posado sobre su pecho.
—Oh, Sofy —gimió él, apretándola, rozándole la punta y Dios santo. Sophie no entendía ¿Cómo era posible que sintiera eso allí?
Sus caderas se arquearon, anhelaba estar más cerca. Necesitaba algo que realmente no podía identificar, algo que la llenaría, que la completaría.
Por su parte, Armin estaba tirando del camison de ella, y lo deslizó sobre su cabeza, dejándola escandalosamente desnuda.
La respiración de él se aceleró, y entonces se puso sobre ella de nuevo, desplazando sus manos hacia las ataduras de sus calzones. Ella abrió los ojos como platos, y observó. —Seré cuidadoso — le susurró — Te lo prometo. —
—de acuerdo —dijo ella, arreglándoselas para sonreír temblorosamente.
Los labios de Armin se curvaron como respuesta. La termino de despojar de la última prenda que le impedía tocarla completamente y después se puso de pie para sacar su propia ropa.
Sophie agradeció que la oscuridad de la habitación fuera cómplice de aquello, no sabría cómo reaccionar al verlo con más claridad totalmente desnudo.
Armin no estaba muy seguro de cómo seguir, tenía algunas nociones y por eso se detuvo, acostándose al lado de ella.
—Podría dolerte. Me han dicho que siempre duele al principio. —
Ella agitó la cabeza negando. —No me importa. —
Él dejó que su mano pasara por algunas de sus curvas lentamente. —Solo recuerda, si sientes dolor, después mejorará. —
—¿Cuánto mejora? —le preguntó, su voz era susurrante y extraña.
Él le sonrió mientras posaba los dedos en su cadera. —Me han dicho, que bastante. —
—¿Bastante —preguntó, ahora apenas si podía hablar—, o... muchísimo? —
Él se movió sobre ella, asegurándose de que su piel tocara cada pulgada de su cuerpo. Eso era perverso.
—Muchísimo —contestó, pensando en lo bien que se sentía el simple autoplacer y que seguramente no era nada comparado con esto —. Más que muchísimo, en realidad. — suspiro y decidió ser honesto con Sophie, esperando que eso la tranquilizara. — si te tranquiliza... Jamás lo he hecho tampoco... —
Extrañamente funcionó, Sophie decidió confiar en Armin y aquel deseo que sentía dentro de ella. Las piernas de ella se extendían, abriéndose para él y el cuerpo de él entró en el espacio entre ellas. Podía sentirlo, duro, caliente y urgente contra sí. Se puso rígida, y él debió haberlo sentido, porque sus labios canturrearon un suave —Shhhh— en su oreja.
Su boca se deslizó a lo largo de su cuello hasta el hueco de su hombro, y luego su mano tocó su pecho, acariciándolo en círculos, su boca se posó sobre la punta. Para Armin era mucho mejor, aunque habría imaginado que el pecho de Sophie era más grande, el tamaño era bastante bueno.
Ella se estremeció debajo de él.
—Armin —lloriqueó ella, porque no sabía que más podía decir. Estaba perdida en la sensación, completamente indefensa contra su asalto. No podía explicarlo, no podía racionalizar. Solo podía sentir, y esa era la cosa más aterradora y emocionante que podía imaginar.
—Tócame —dijo él en voz ronca.
Sus labios se apartaron, y sus ojos se encontraron con los suyos —En todas partes —le rogó.
Solo entonces, Sophie comprendió que tenía las manos a los lados, agarrando las sábanas como si ellas pudieran mantenerla sensata.
—Lo siento —dijo ella, y luego empezó a reírse.
Inevitablemente un lado de su boca de Armin se levantó. —Vamos a tener que quitarte esa costumbre —murmuró él.
Ella llevó sus manos hacia su espalda, explorando ligeramente su piel.
—¿No quieres que me disculpe? —le preguntó ella. Cuando él bromeaba, cuando la fastidiaba, la hacía sentir más cómoda. La hacía ser audaz.
—No por esto —gimió él. El tacto de ella contra su piel, era simplemente inexplicable.
Ella frotó sus pies contra sus pantorrillas.
Y entonces él empezó a hacerles cosas innombrables con sus manos.
Sophie jadeo. Estaba tocándola íntimamente, de formas que no sabía que podía ser tocada. Eso debió haber sido la cosa más horrible del mundo, pero no lo era. La hacía estirarse, arquearse, retorcerse. No tenía ni idea de lo que estaba sintiendo. Pero quería más. Era su único pensamiento, lo único que sabía.
Armin estaba llevándola a alguna parte. Se sentía atraída, tomada, transportada.
Y lo quería todo.
—Por favor —suplicó, la palabra se deslizó espontáneamente de sus labios—. Por
favor... — sonaba como una súplica aquella frase.
Pero Armin, también estaba perdido entre todas esas sensaciones. Solo atiendo a decir su nombre. Lo dijo una y otra vez, como si sus labios hubieran perdido la memoria de todo lo demás.
—Sofy —susurró, su boca se movía hacia la hendidura entre sus pechos.
—Sofy —gimió, mientras deslizaba un dedo dentro de ella.
—¡Sofy! — ahogo su exclamación. Ella lo había tocado. Suavemente, tentativamente. Pero era ella. Era su mano, su caricia, y la sentía como si de repente se hubiera encendido.
—Lo siento —dijo ella, intentando apartar su mani.
—No te disculpes —se quejó él, no porque estuviera furioso, sino porque apenas si podía hablar. Encontró su mano y la trajo de vuelta.
—Esto es cuanto te deseo —le dijo, envolviéndola alrededor de él—. Con todo lo que tengo, con todo lo que soy. —
Su nariz estaba apenas, a centímetros de la suya. Sus respiraciones se mezclaban, y ya casi era como si fueran uno...
—Te amo —murmuró él, acomodándose en su posición, frotando levemente su entrada.
—Yo también te amo —susurró ella.
Pero a Armin ya no le importaba si ella había querido decírselo o no. Se lo había dicho, y nunca podría retractarse. Era suya. Y él era suyo.
Mientras estaba quieto, presionando muy suavemente en su entrada, comprendió que estaba al borde de un precipicio.
Nunca amaría a otra mujer de nuevo.
Nunca podría amar a otra mujer de nuevo.
No después de esto. No mientras Sophie caminara en la misma tierra. No podría
haber nadie más.
En ese instante no le importaba ni Alexy, ni la sociedad, ni lo que dirían si alguien se enterase de aquello.
Simplemente...
Lo hizo.
Ella soltó un pequeño jadeo cuando él empujó hacia delante, pero cuando Armin bajó la mirada hacia ella, no parecía estar adolorida. Su cabeza estaba tirada hacia atrás, y cada respiración estaba acompañada con un pequeño gemido.
Sus piernas se envolvieron alrededor de su cuerpo y sus caderas se estaban arqueando, suplicándole que continuara.
—No quiero herirte —dijo él, cada músculo de su cuerpo le pedía que avanzara.
Nunca había deseado tanto algo de la forma en que la deseaba en ese momento, pero no podía hacerle daño.
—No me estás hiriendo —gimió ella, y él no pudo seguir evitándolo, no con esa sensual voz. Capturó su pecho en su boca mientras empujaba a través de su barrera final, entrando totalmente dentro de ella.
Si ella había sentido dolor, ya no le importó. Ella soltó un chillido callado de placer, y sus manos se agarraron ferozmente a él, manteniéndolo en el lugar con intensidad. Y todo el tiempo, su cuerpo le reclamó, moviéndose en un ritmo que estaba más allá del control.
Él gimió, apartándose finalmente de su pecho. Era demasiado difícil. Necesitaba espacio para respirar, para lanzar un grito apagado, para tomar el aire que parecía no llegar a sus pulmones.
Él debía esperar. Estaba tratando de aguantar tanto como fuera posible aquel frenético ritmo que ella exigia. Pero ella estaba agarrada a él, enterrando las uñas en sus hombros, y su cuerpo estaba arqueándose. Y la sintió. Tensándose, apretándolo, estremeciéndose alrededor de él, y se dejó ir. Derramándose dentro de ella.
— Dios... —dijo él casi sin resuello, cuando se derrumbó sobre ella. Había pensado que sería bueno, pero aquello había sido lo mejor en su vida, no podría vivir sin más de eso.
Sophie parecía complacida y sonriente, poco a poco el cansancio apareció y finalmente ambos se quedaron dormidos juntos dentro de aquella habitación testigo de lo que había pasado entre ambos.
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>:v Tengan su cochino lemon, nomás me hacen escribir cosas sucias.
:v bueno, por lo menos Armin ya no es virgen.
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