35. Defensa.
Hoseok tomó el estrado con un aire de nerviosismo, pero había una firmeza inusual en sus ojos. Vestía con formalidad, aunque el ajuste de su corbata indicaba que la incomodidad lo perseguía. Cuando se sentó, echó un rápido vistazo hacia Jimin, quien apenas podía mantener su mirada fija en el suelo. Al otro lado de la sala, Yoongi observaba a Hoseok con curiosidad y una ligera desconfianza. Ambos sabían que el testimonio de Hoseok podía ser crucial.
El abogado defensor comenzó, directo al punto:
—Señor Jung, ¿puede decirnos qué sabe acerca de la relación entre Jimin y Min Yoongi?
Hoseok respiró hondo antes de hablar, su voz era serena, aunque cargada de emoción.
—Jimin y yo nos conocemos desde hace años. Somos amigos cercanos, aunque para ser honesto, mis sentimientos hacia él han sido algo más que amistad durante mucho tiempo. —Una confesión silenciosa recorrió la sala. Hoseok continuó sin detenerse—. Lo he amado desde hace seis años, y precisamente por eso sé lo que siente. Sé cómo se expresa cuando está feliz y cuando no lo está, y nunca lo había visto tan seguro ni tan enamorado como lo está de Yoongi.
El abogado defensor asintió, alentándolo a continuar. —¿Puede explicar esto con más detalle?
Hoseok asintió, dirigiendo una rápida mirada a Jimin antes de continuar.
—Hace unos meses, Jimin me escribió mensajes, preguntándome cosas que nunca me había preguntado antes. —Sacó su teléfono móvil, mostrando capturas de pantalla que habían sido autorizadas como evidencia. La jueza dio permiso para que se proyectaran en una pantalla frente a los presentes. Hoseok señaló uno en particular, que decía:
Hoseok.
Maldito descerebrado
Donde cojenes
Te habías metido.
Y por que no
Me has contestado
Mis 555 mensajes
10:03PM
No tenia celular.
Perdón.
10:04 PM
Olvídalo...
Estas bien?
10:04 PM
No te preocupes, estoy
mejor que nunca.
10:05 PM
Sabes lo que pase
Por tu culpa.
10:06 PM
No se...
¿Puedo preguntarte Algo?
10:06PM
Si.
10:10 PM
¿Como se enamora
A alguien?
10:10PM
Hoseok sonrió con tristeza al recordar ese momento.
—Ese mensaje fue el primero. Después vinieron más, donde me contaba cómo se sentía cada vez que estaba cerca de Yoongi. Me decía que estaba enamorado, que nunca había sentido algo así por nadie. Y por eso estoy aquí, para decir que su relación con Yoongi no fue forzada, no fue manipulada. Fue Jimin quien dio el primer paso, quien lo buscó, quien se enamoró.
La jueza, que hasta ese momento había escuchado en silencio, intervino.
—Señor Jung, permítame preguntarle algo. Usted fue inicialmente presentado como testigo en contra del demandado. Ahora, sin embargo, está aquí apoyándolo. ¿Puede explicar el motivo de este cambio?
Hoseok tragó saliva, notando cómo la atención de la sala entera recaía sobre él. Sus ojos encontraron los de Jimin, que ahora lo miraba con lágrimas contenidas.
—Porque me equivoqué. Yo... pensé que tal vez Jimin estaría mejor sin Yoongi, que alguien como él no podía hacerle feliz. Pero estaba ciego por mis propios sentimientos. Lo he amado durante seis años, y durante esos seis años nunca lo había visto tan triste como lo está ahora, separado de Yoongi. Ni siquiera cuando perdió a su madre.
Un suspiro colectivo recorrió la sala. Jimin dejó caer una lágrima. Yoongi, desde su asiento, miraba a Hoseok con una mezcla de incredulidad y gratitud. El peso de las palabras de Hoseok estaba cambiando algo en el aire, rompiendo las mentiras tejidas por Taehyung y el padre de Jimin.
Hoseok dirigió una última mirada a la jueza.
—Estoy aquí porque amo a Jimin, y a diferencia de Taehyung, yo quiero que Jimin sea feliz. Y aunque me duele admitirlo, esa felicidad está con Yoongi, no conmigo, no con Tae. No puedo quedarme callado mientras veo como lo destrozan.
El abogado defensor tomó nuevamente la palabra. —Eso es todo. — Menciono dejando que el silencio pesado en la sala hiciera eco antes de continuar con su siguiente testigo.
Hoseok, al bajar del estrado, evitó las miradas de todos, excepto la de Jimin. Por un instante, sus ojos se cruzaron, y aunque no hubo palabras, Jimin le agradeció en silencio.
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Seokjin se sentó en el estrado con una calma inusual, su rostro serio pero sereno mientras los murmullos en la sala se apaciguaban. Era el momento de uno de los testimonios más inesperados. Hasta ese momento, Seokjin había sido una figura en el centro de varias especulaciones, pero nadie esperaba que fuera llamado para defender a Yoongi. Incluso Jimin intercambio miradas incrédulas con Yoongi cuando su nombre fue anunciado.
El abogado defensor se acercó al estrado, sin rodeos. —Señor Kim Seokjin, ¿puede decirnos cuál es su relación con Min Yoongi?
Seokjin entrelazó las manos frente a sí y comenzó a hablar con una voz pausada.
—Yoongi y yo fuimos pareja hace algunos años. Pero, para ser claro, eso quedó en el pasado. Ahora somos simplemente conocidos.
El abogado asintió. —¿Por qué decidió aceptar testificar hoy?
Seokjin miró por un momento a Yoongi, luego a Jimin, quien parecía estar al borde de las lágrimas. —Acepté porque es lo correcto. Porque, aunque mi relación con Yoongi terminó hace mucho tiempo, sé quién es él como persona, y sé que las acusaciones que enfrenta ahora no tienen ningún fundamento.
El abogado inclinó la cabeza. —¿Puede explicar eso con más detalle?
Seokjin respiró hondo antes de hablar, con un tono lleno de honestidad.
—Cuando Yoongi y yo estuvimos juntos, él fue... reacio. Siempre mantuvo cierta distancia, no porque no me quisiera, sino porque le costaba aceptar quién era, su identidad, sus sentimientos. Yo intenté acercarme, intenté que se abriera, pero nunca fue algo natural para él. Sin embargo, cuando lo veo con Jimin... —Se detuvo un momento, y su mirada se suavizó mientras veía a la pareja—. Es diferente. Todo lo que hace, cada gesto, cada palabra, cada acción, está pensada con Jimin en mente.
El abogado lo alentó a continuar. —¿Cómo puede afirmar esto con tanta certeza?
Seokjin esbozó una pequeña sonrisa nostálgica. —Yoongi nunca fue una persona que mostrara su afecto abiertamente. Pero con Jimin, lo hace, aunque le cueste, justo ahora no ha dejado de mirarlo, aun cuando enfrenta un juicio y podría perder mucho. —Se dirigió directamente a la jueza, con convicción.—Puedo asegurar que Yoongi nunca manipularía a Jimin ni lo obligaría a nada.
El abogado dejó que el peso de las palabras de Seokjin llenara la sala antes de continuar.—Por último, señor Kim, ¿hay algo que quiera añadir sobre su experiencia con Min Yoongi que pueda ser relevante para este caso?
Seokjin tomó un respiro profundo y enderezó la espalda, su mirada recorrió la sala antes de detenerse en el juez.
—No sobre Yoongi.—anunció con firmeza. El murmullo de la sala se intensificó, y el abogado defensor lo instó a continuar con un movimiento sutil.
Seokjin tragó saliva antes de hablar, su tono bajo pero decidido. —No estoy aquí solo para hablar sobre mi experiencia con él. Estoy aquí porque hay algo que necesitan saber.
La atención en la sala era total. Los ojos de Jimin estaban abiertos de par en par, y Yoongi, aunque intentaba mantener la compostura, apretó los labios con fuerza.
—Hace unos meses, Kim Taehyung me buscó —continuó Seokjin—. Me ofreció dinero. Dinero para que interviniera en la vida de Yoongi y causara un conflicto entre él y Jimin. La idea era que, con mi presencia, Jimin dudara de Yoongi y todo se viniera abajo.
Un leve jadeo recorrió la sala. La jueza levantó la mano para pedir silencio.
—¿Aceptó ese dinero, señor Kim? —preguntó la jueza, su tono afilado.
Seokjin asintió con un gesto contenido.
—Sí. Lo acepté. Pero no lo hice para dañar a Yoongi, llegue a pensar que realmente Jimin estaba siendo obligado, Taehyung me convenció con mentiras, quería entender qué estaba pasando, por qué alguien como Taehyung estaba tan interesado en separarlos.
La tensión en el aire era palpable mientras Seokjin continuaba:
—Lo que vi no fue manipulación, no fue control. Vi dos personas que se aman de verdad.
El abogado defensor aprovechó el momento. —¿Está diciendo, señor Kim, que todo esto fue orquestado por Kim Taehyung?
—Sí —respondió Seokjin con determinación—. Lo hizo porque no puede aceptar que Jimin haya seguido adelante sin él.
Los murmullos se intensificaron una vez más, y Seokjin, consciente de que sus palabras podían cambiar el rumbo del juicio, se recostó en el asiento del estrado. Ya no tenía nada más que ocultar.
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