29. Mamá.
Los últimos cinco días habían pasado volando para Jimin. Estar con la madre de Yoongi había sido una experiencia reveladora y reconfortante. Habían ido de compras, reído juntos, y compartido historias. Ella tenía un sentido del humor afilado y una habilidad natural para hacer que cualquier situación pareciera ligera y divertida. A menudo se burlaba de Yoongi, sacándole sonrisas a Jimin y haciendo que se sintiera como en casa.
Ahora, en su última cena juntos, se sentaron alrededor de la mesa, disfrutando de una comida casera que la madre de Yoongi había preparado con esmero. Las luces cálidas de la lámpara colgante iluminaban suavemente el ambiente, creando un aura de intimidad y cercanía.
—Bueno, chicos, esto ha sido muy divertido —dijo la madre de Yoongi, levantando su copa de vino—. Me alegra tanto haber pasado estos días con ustedes.
—Nosotros también lo disfrutamos mucho, mamá —respondió Yoongi, sonriendo—. Gracias por todo.
—Sí, realmente ha sido maravilloso —añadió Jimin, asintiendo con gratitud—. Gracias por hacerme sentir tan bienvenido.
La madre de Yoongi sonrió ampliamente.
—Fue un placer, Jimin. Me alegra que te sintieras así. Eres una persona encantadora, y me encanta verte con mi hijo. Pero... —hizo una pausa, mirando a ambos con una expresión juguetona—. Les tengo un pequeño consejo para el futuro.
Yoongi levantó una ceja, curioso.
—¿Consejo?
—Sí —dijo ella, inclinándose hacia adelante con una sonrisa pícara—. La próxima vez, sean un poco más discretos. Apreciar el paisaje en cualquier lugar puede ser... un poco arriesgado. —Ambos chicos se sonrojaron, recordando el incidente en el coche.
Jimin se rió nerviosamente.
—Lo tendremos en cuenta.
—Y sobre esas marcas de amor en sus cuellos... —continuó, señalándolos con un gesto exagerado—. Quizás quieran cubrirlas un poco mejor. No es que me molesten, pero, ya saben, no todo el mundo es tan tolerante.
Yoongi se rió, sacudiendo la cabeza.
—Gracias por el consejo, mamá.
La cena continuó con risas y recuerdos compartidos, y al final de la noche, cuando era hora de despedirse, hubo abrazos sinceros y promesas de visitas futuras.
—Cuídense mucho, chicos —dijo la madre de Yoongi, abrazando a Jimin con fuerza—. Y no olviden venir a visitarme pronto.
—Lo haremos, mamá. Gracias por todo —dijo Yoongi, besando su mejilla.
—Fue un placer, señora Min —añadió Jimin, sonriendo.
—Llámame mamá, Jimin —respondió ella, sonriendo con calidez—. Y cuídense mucho.
Con una última mirada cariñosa, Yoongi y Jimin se despidieron y salieron de la casa, listos para regresar a su hogar.
••••••♥️••••••
El camino de regreso fue agotador. Jimin, agotado por los eventos de los últimos días, se quedó dormido en el asiento del copiloto. Yoongi, a pesar del cansancio, seguía conduciendo con determinación, deseando llegar a casa y descansar. Sin embargo, cuando se acercaron a su vecindario, Yoongi notó una multitud rodeando su casa.
A medida que se acercaban más, la ansiedad empezó a crecer en su pecho. Las luces de la policía parpadeaban intensamente, iluminando la escena con destellos azules y rojos. Yoongi estacionó el coche rápidamente y bajó, pero antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, varios oficiales se acercaron y separaron a Jimin de su lado, esposándolo sin explicación.
—¡¿Qué está pasando?! —gritó Jimin, luchando contra el agarre de los policías—. ¡Yoongi!
Yoongi intentó avanzar hacia Jimin, pero un oficial lo detuvo.
—¡Esperen, esto tiene que ser un error! —exclamó Yoongi, su voz llena de desesperación.
Jimin, en medio de la confusión, buscó respuestas con la mirada. Fue entonces cuando los vio. Detrás de la barrera policial estaban su padre, Taehyung y Hoseok. Su padre tenía una expresión impenetrable, mientras que Taehyung y Hoseok parecían preocupados y angustiados.
—Papá... —murmuró Jimin, incrédulo—. ¿Qué está pasando?
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