26 | Caída
Un golpe seco, contundente, me distrae de las frases que arrasan mi cabeza en ecos estridentes cargados de una revelación que se me antoja cruel pero no por ello menos certera.
—¡Ahora sí! —El arma regala otra ráfaga de tiros—. ¡Te tengo!
No me hace falta mucho para entender lo que está pasando. Tae ha abandonado su escondite. Lo ha hecho para desviar la atención de Lee del mío. ¡Ay, no! ¡Se está exponiendo! ¿Por qué? ¡Es demasiado peligroso!
Me falta tiempo para salir justo en el instante en el que la silueta de la persona que más me importa en el mundo zigzaguea apoyado sobre los codos por entre los muertos.
—Ya decía yo que era raro que te quedaras quieto.
El agresor se lleva la mano a la cabeza. Un raudal de sangre le baja por la sien y le tiñe de color rojo medio rostro. Tae le ha debido golpear.
—Estaba seguro de que andabas en la habitación de la ropa pero no importa. —Se abre paso entre los cuerpos que se le atraviesan, a patada limpia—. Ahora que te he visto, no tienes escapatoria.
Los balazos que impactan sobre la carne de los caídos me aterran. No. Los cuerpos saltan y se mueven bajo la presión de las balas en un baile grotesco. No, no. Tae trata de usarlos como escudo, como puede. ¡No! Agarro impulso. No sé muy bien cómo lo hago pero el caso es que me acerco y consigo asestarle a Lee un golpe con el bate en plena nuca.
—Pero qué... —Éste se tambalea, aturdido—. Quién...
Trato de propinarle un segundo golpe pero esta vez no me sale bien. El tipo reacciona más rápido de lo que lo haría cualquier otro en esa situación. Mi arremetida termina en su hombro.
Mierda.
—¡Estás muerto! —brama—. ¡Seas quien seas, vas a morir!
Me escabullo tras la primera habitación que encuentro. No sé si me ha llegado a ver pero, por si acaso, me preparo junto al umbral. El corazón me papita a mil por hora. Me centro en el sonido de sus botas. Levanto el bate sobre la cabeza.
—Se acabó tu jodido espectáculo, Lee. —La voz de Yoon Gi, fuerte y firme, interrumpe la escena—. Detente.
No me atrevo a mirar pero tampoco me hace falta; me lo imagino todo a la perfección. El líder, con ese gesto altanero tan suyo que desprende autoridad, le ha encarado aunque seguro que no lo ha hecho desarmado. Yoon Gi es temerario pero también inteligente y calculador. No se expondría sin la seguridad apropiada.
—¡Y aquí, estimado público, tenemos al gran Min Yoon Gi! —La ironía de Lee rezuma odio por los cuatro costados—. ¡Si buscan un culpable para toda esta desgracia, no lo duden! ¡Es él!
—Has perdido juicio.
—¿Yo? —parpadea—. A mí me parece que fuiste tu el que lo perdió hace ya bastante, cuando esos Hijos de la Nueva Era te comieron la sesera con sus estupideces sobre el elegido.
—Baja eso.
—Después de ti, gran jefe.
Efectivamente. Tal y como pensaba, Yoon Gi también va armado. Ay; ¡se van a matar! ¿Qué hago? ¿Qué?
—¡Por tu culpa me quedé en esta maldita zona roja! —El tono del agresor adquiere un matiz histérico—. ¡Había que buscar al elegido para salvarnos, dijiste! ¡Prometiste que todo iría bien! ¡Y que los tuyos vendrían a buscarnos! —Rompe a sollozar—. Pero, mientras luchábamos por la utopía irreal de tu mente, el mundo ha caído. Todo es polvo, muerte, desastre... Y Woo Chang ya no está.
—Lee...
Abandono de nuevo mi escondite. Los cadáveres de dos personas que no reconozco se me atraviesan. Me veo en la necesidad de saltarlos.
—No existe ningún elegido y nadie que nos va a venir a rescatar, ¿verdad? —El hasta entonces segundo al mando prosigue—. Todo fueron mentiras. No tendría que haberte creído.
—Que yo sepa, no te puse una pistola en la cabeza para que me ayudaras. —Yoon Gi, al que por fin he detectado, sucio y salpicado de sangre, levanta el revólver que lleva en la mano—. Ahora, en cambio, sí.
—¡Vete al infierno!
El disparo me estalla en los tímpanos. Es tan rápido que no tengo ni idea de quién de los dos ha sido. Quiero acercarme pero tropiezo y termino de rodillas entre los muertos. Mis ojos se chocan con el forcejeo subsiguiente. Yoon Gi sigue vivo y Lee también. La bala se ha incrustado contra el techo.
—¿Me buscabas, hijo de puta?
Tardo unos instantes en procesar que Lee accionó el gatillo pero Tae le cayó por la espalda y desvió la trayectoria de la munición hacia arriba. Ahora trata de reducirle apretándole la garganta con la barra de metal.
—¿Qué decías, cabronazo? —sisea—. ¿Que nos asesinas para ahorrarnos el sufrimiento de la última trompeta?
—No... Yo... —Lee se revuelve, en vano—. Escucha... No... No le he hecho nada... A Jung Kook...
—Claro que no. —La respuesta suena fría—. De lo contrario, te hubiera matado en ese mismo momento.
—Tae... Entiéndelo...
—No, entiéndelo tu. No me importas ni tu ni tus dramas mentales.
El forcejeo continúa los segundos que Yoon Gi tarda en meterse, arrebatarle el arma a su ex amigo y propinarle un puñetazo en la cara que le deja tumbado en el suelo.
—Nos íbamos a casar... —El tipo se retuerce, mareado como un borracho al borde del coma etílico—. Pero ya no está... No está... Woo Chang... Mi Woo Chang...
—Woo Chang era un un buen tipo. —Las palabras de Yoon Gi suenan duras—. Si te viera ahora estaría decepcionado de ti.
Me siento extraño. Tengo la sensación de que, pese a que escucho y veo lo que me rodea, estoy perdiendo la noción de la realidad. Todo se torna confuso. El mundo empieza a darme vueltas. El desagrado se adueña de mi ser. Las personas se me figuran minúsculas, desconocidas, molestas.
¿Qué me pasa?
Tae Hyung se me acerca y me pregunta si estoy bien. Su mirada rebosa preocupación; ha notado que algo me sucede.
—Kook —insiste—. Peque, dime algo.
No lo hago. No puedo hablar. No sé por qué pero no puedo. Esa extrañeza me domina. Me paraliza. Me bloquea. Me aturde.
—Jung Kook —repite—. Eh, venga, respira, ¿sí?
Lo hago. De hecho, no noto ansiedad. Ni miedo. Pero tampoco alivio. No siento nada. Solo vacío. Es como si estuviera muerto.
"Estoy aquí para que te vengues por el dolor acumulado", me repito yo mismo, sin querer, en la cabeza. "Es lo que todos desearían".
STOP.
No, yo no.
"Sí, lo deseo" me contradigo. "Lo anhelo más que nada".
Intento centrarme en Nam Joon a fin de distraerme de la idea. Acaba de aparecer procedente del office en donde ha permanecido resguardado y se ha lanzado a comprobar el estado de Su Ji.
—¡Nam! —Ella se esfuerza por saludarle con su tono de siempre—. Qué bueno que estés bien, cobardica.
—No me llames así, que ya te he dicho que mato zombies. —La voz del aludido suena apagada. Parece estar a punto de llorar—. Eres una niña estúpida. No sabes admitir los puntos buenos que tengo.
—Sí los acepto. —Su Ji busca su mano—. Solo que nunca te los digo.
El chico no responde. Se limita a aceptar el contacto y a examinar sus heridas con evidente consternación. La sangre que emerge de su abdomen denota la gravedad.
Su Ji... Mi amiga del alma...
Me gustaría ir junto a ella. Quiero sonreírle, decirle que se recuperará y que todo estará bien. Mas, sin embargo, el estancamiento que me domina no me permite hacer nada.
"Jung Kook".
Un par de manchas alargadas se deslizan como serpientes, procedentes del techo, una por cada lado de la pared. Son esas inmundas sombras. Por fin las veo. Es verdad que están aquí. ¡Mierda! ¿Por qué no he alertado? Dios mío; ¡pero qué demonios me sucede!
—Están... —Me cuesta horrores arrancarme las sílabas de la garganta—. A- aquí... —El frío se me mete por los huesos—. Co- corred...
La oscuridad invade el fondo del pasillo. Han llegado al suelo y la posibilidad es una sola: ir hacia atrás.
—¡Retroceded! —Tae Hyung alza la voz en mi lugar—. ¡Vamos! ¡Moveos! ¡Hay que salir de aquí!
Tarde.
He dado el aviso muy tarde. Antes de que podamos parpadear, los cuerpos tiroteados de nuestros compañeros se incorporan con una rapidez pasmosa que pone los pelos de punta. Los huesos de sus extremidades chasquean al acomodarse en el tronco. Sus ojos vacíos no nos miran pero nos ven.
—¡La puta madre! —Nam Joon entra en pánico—. ¡Joder, joder, joder!
—Usa tu tiempo útil en ayudarme en vez de escupir palabrotas. —Su Ji trata de incorporarse, entre gestos de dolor—. No me apetece morir devorada, ¿sabes?
—Ni herida eres capaz de pedirme algo con buenas formas.
—Tu tono tampoco es que sea la personificación de la dulzura.
Ay; me encantaría decirles que no es momento de pelear. Que deben darse prisa. Que hay que huir antes de que la salida quede tapada. Pero no lo hago. Sigo bloqueado, en trance.
—¡Centraos en escapar! —Escucho a Tae—. ¡Dejad de discutir!
Los gritos se adueñan del corredor. Dios mío; no. Había más gente escondida en los despachos. Y los están devorando. ¡No puede ser!
El cuerpo de un joven estudiante es el primero que se nos tira encima, con la boca llena de sangre fresca y masticando todavía la carne de alguna víctima. Le siguen otros tantos, entre ellos los que fallecieron de forma repentina. Su tez verdosa y las profundas líneas moradas bajo los ojos son inconfundibles.
—¡Jung Kook! —Alguien me llama pero no le reconozco—. ¡Jung Kook! ¿Por dónde tenemos que ir?
Me limito a observar cómo las sombras nos cercan por las paredes, rodeándonos al igual que lo hacen los muertos.
No hay salida.
Yoon Gi echa mano del arma de Lee pero las balas solo sirven para detenerles unos segundos. Tae Hyung golpea a todos los que puede con el tubo. Ambos tratan de proteger a Nam Joon, que huye con mi amiga cargada a la espalda, hacia el office. Lee se limita a mirar, de rodillas y con los ojos llenos de lágrimas, la catástrofe que ha creado.
—¡Jung Kook!
Sí, soy consciente de que me necesitan. Que vivan o mueran depende de mí pero no soy capaz de reaccionar.
"Cuánta responsabilidad, querido yo. Solo recuerda que la humanidad no se salvará sin un gran sacrificio".
—¡Niño, espabila!
Niño. Ese es Yoon Gi. Le admiro mucho.
—¡Kookie!
Su Ji. La quiero a rabiar.
—¡Peque, vamos!
Tae. A él le amo con cada trocito de mi maltrecho corazón.
Se suceden más disparos. Gritos desgarradores. Gruñidos. Aullidos. El caos es absoluto. Y, sin embargo, lejos de prestarle atención, los pies me llevan hacia la oscuridad. Un paso. Dos pasos. Tres. Una de las sombras imita mi imagen. Cuatro pasos. Cinco. Me sonríe. Seis pasos. Abre los brazos con la intención de recibirme.
"Por fin, mi estimado Jung Kook. Bienvenido".
El refugio ha caído.
La supervivencia ahora depende de la habilidad de Jung Kook.
Sin embargo, éste parece haber sucumbido a incesantes llamados de la oscuridad.
No te pierdas la próxima actualización.
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