VASIILIA
Pintura al óleo colgada en el Palacio Real de Dragosta. En ella se representa a Anghelika en los tiempos en los que su figura era venerada y su presencia anhelada por los humanos. Se decía que los hombres enloquecían ante su belleza y hacían todo lo que ella deseara.
¡Ah! La Nación Vampírica. Un lugar donde la vida es eterna y la sangre corre como la cerveza en una taberna durante el Mes del Comercio, momento en que abundan los víveres y el dinero.
Durante siglos, los humanos adoraron a los vampiros como criaturas destinadas a salvarlos del azote de los salvajes licántropos. Los nombres de Drago y Anghelika eran celebrados por todos los rincones de Skhädell pues a su paso exterminaban a aquellos monstruos salvajes.
Sin embargo, los humanos no tardaron en averiguar, de la peor manera posible, que los hermanos vampiros no estaban allí para salvarlos sino para gobernarlos y servirse de ellos a su antojo...
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