epílogo.
Según una creencia tradicional oriental, todos nacemos atados a un hilo rojo, el cual nos conecta al amor de nuestras vidas.
Este hilo puede estirarse, acortarse, doblarse y dar la vuelta al mundo, pero jamás se corta.
Esta bonita manera de graficar el destino de nuestras vidas, nos explica qué tan fuerte son los poderes del amor.
Dos personas entrelazadas por el destino, llámese hilo rojo o no, siempre terminarán encontrándose y permanecerán ligadas para siempre.
La primavera estaba llegando cuando ingresó a la cafetería con una expresión de cansancio, estornudando contra su bufanda mientras soltaba un quejido bajo.
A pesar de que hubiera sol, se seguía sintiendo un viento helado que obligaba a todas las personas a salir abrigados para no terminar con un resfrío, y él no iba a ser la excepción, porque siempre había tenido un sistema de salud algo delicado; por otro lado, no podía enfermarse porque tenía que seguir trabajando, no le gustaba dejar sus cosas tiradas por algo tan mínimo como un resfriado.
Odiaba esos primeros días de primavera, cuando esos días eran una mezcla de calor y frío imposibles de combatir.
― ¿Qué va a querer, señor? ―preguntó la cajera.
― Un capuchino de vainilla para llevar ―pidió extendiendo los billetes para pagar.
― Lo llamaremos cuando esté listo, ¿cuál es su nombre?
― Christopher Bang.
La chica asintió y Bang Chan caminó para sentarse en la barra, mirando por el ventanal hacia la calle.
El día anterior, Sana le había enviado un mensaje diciéndole que ya no podía seguir en una relación con él, así que Bang Chan volvía a estar, "oficialmente", soltero, aunque si era honesto con todo el mundo, tampoco es como si hubiera tenido una relación profunda luego de su fallido matrimonio, cuatro años atrás.
Cuatro años desde la última vez que vio a Felix, llorando en la puerta, cerrándola para luego sólo existir el silencio.
Una vez Felix se marchó, Bang Chan terminó su relación con Seungmin, que le miró con una frialdad enorme y desprecio en sus ojos, pero a Bang Chan no podía importarle menos, no cuando se sentía perdido y vacío por dentro, como si algo no estuviera bien a su alrededor.
Había vivido por más de trece años con la presencia constante de Felix a su lado, ya fuera como amigo, novio o esposo, y las cosas sin él se sentían extrañas, dolorosas, pero por sobre todo, desconocidas.
Luego de eso no tardó en ir a la oficina del gerente de la empresa, presentando su carta de renuncia para luego vender el departamento en donde había vivido con Felix por diez años, mudándose a un lugar mucho más pequeño, con una cama individual donde no sintiera esa constante soledad que le había invadido los últimos días desde que Felix se marchó sin mirar atrás, siendo contratado semanas después en una pequeña empresa mobiliaria, donde nadie le conocía ni juzgaría.
Aunque eso no evitó que rompiera a llorar cuando estaba guardando las cajas y encontró ciertos papeles que Felix había abandonado: eran esos papeles de adopción que nunca le mostró a Bang Chan, porque cuando lo iba a hacer, comenzó el principio del fin.
Bang Chan lloró, desesperado, leyendo los trámites, recordando todas esas veces que hablaron sobre adoptar, sintiéndose más miserable que nunca por no haber pensado un poco más en el corazón de Felix. Luego, guardó los papeles al fondo del cajón, prometiéndose que, algún día, los volvería a leer.
De esa forma comenzó una nueva y solitaria vida como soltero, aunque siendo sincero, nunca se quitó el anillo de matrimonio a pesar de que las actas de divorcio ya estaban firmadas, así como Felix lo había querido.
Hubo un breve instante donde pensó no seguir llevando a cabo el divorcio, después de todo, Felix se había marchado, ¿cómo iba a saber él que esos trámites nunca se llevaron a cabo? Así, si Lee Felix volvía, podría volver a insistir en ello, podría...
Pero ese breve pensamiento desapareció cuando, un día, mientras cruzaba por el parque, se encontró con ese hombre al que Felix buscó cuando se olvidó de su cumpleaños, jugando con su hija en el parque.
HyunJin no le había visto, demasiado concentrado en cuidar de su pequeña hija, y pensó entonces que, un día, Felix podría realmente encontrar a alguien que le amara, a una persona que nunca le haría lo que él le hizo, alguien con quién querría compartir el resto de su vida, y entonces Felix querría casarse, descubriendo que el divorcio nunca se llevó a cabo.
Y Bang Chan no podría soportar verlo volver para exigir la separación, buscando compartir su vida con otro hombre que no fuera él.
Así que llevó a cabo todos los trámites al día siguiente, sin necesidad de que Felix estuviera presente porque los papeles ya estaban firmados.
Dos años después, había visto a Seungmin a lo lejos, saliendo con otro trabajador de la empresa donde había trabajado, ambos tomados de la mano con bolsas de compras, riéndose, metidos en su propia burbuja. Si mal no recordaba, se llamaba Changbin.
También perdió contacto con Jisung y Minho, lo normal, considerando que el mejor amigo de Felix trató de golpearlo con un palo cuando él se marchó, siendo sólo detenido por su novio. Sabía, porque también los veía a veces (pero se ignoraban mutuamente, tensión floreciendo apenas se acercaban), que ahora estaban casados y Jeongin tenía un hermanito menor de cuatro años que habían adoptado, Lee Junho.
Daehwi fue otro en contraer matrimonio, pero contrario a lo que todos esperaban, no había sido con Juri (su relación había terminado meses después), sino con otra chica llamada Kwon Eunbin. Contrajeron matrimonio unas semanas atrás, así que en ese instante estaban en luna de miel, disfrutando de su nueva vida juntos.
El único que parecía haberse quedado estancado fue Bang Chan, que nunca pudo lograr mantener otra relación más allá de unos meses, donde lo principal siempre había sido lo carnal y no lo sentimental: nadie lograba causar aquel revuelo en su corazón como lo hizo otra persona de años atrás, nadie podía provocar que las palabras salieran de su boca en alguna conversación profunda que ayudaría a que los sentimientos florecieran, nadie causaba que de su garganta lograra salir un simple Te quiero, y todos se alejaban porque podían notar el distanciamiento entre ellos.
Bang Chan no los retenía, ¿para qué iba a hacerlo? Nunca fue capaz de forzar sus propios sentimientos para sentir algo por personas que le eran, tristemente, indiferentes.
Durante mucho tiempo, también, pensó en volver a buscar a Felix, pero siempre descartaba aquel pensamiento cuando recordaba que si Felix se había ido fue por cuenta propia, y si deseaba volver también lo haría por su deseo personal. Aprendió, con el pasar de los días, de las semanas, de los meses, que Felix tenía razón sobre sus sentimientos: era momento de repararlos, de construirlos otra vez, de no seguir presionando, o habrían terminado rotos, odiándose por no ser capaces de sentir lo que al principio los unió con tanta fuerza.
Pero eso no significaba que no le iba a extrañar, porque era mentira si lo decía: Bang Chan seguía extrañando un montón a Lee Felix, tanto como el primer día que se marchó.
― Bang Chan ―llamó una de las chicas que atendía en la barra.
Bang Chan se puso de pie, suspirando, tomando el vaso de capuchino, saliendo de la tienda a paso apresurado, pensando en las compras que debía hacer ese día para la semana.
Había avanzado una cuadra cuando escuchó un grito lejano, alguien pronunciando su nombre, pero pensó que se había confundido porque, ¿quién lo iba a llamar para hablar con él?
No, sólo cuando una voz conocida lo llamó, tomándolo del hombro, se detuvo.
― Bang Chan, Chan, ¿eres tú?
Apenas consciente de sí mismo se giró, encontrándose con esos tiernos, amables ojos que tanto había amado.
Lee Felix le observaba frente a él, sonriendo enormemente, su cabello teñido de negro oculto bajo un gorro de lana.
― ¿Felix? ―preguntó con la voz titubeante.
― ¡Chan! ―saludó Felix sin dejar de sonreír, abrazándolo de golpe―. ¡Ha pasado mucho tiempo, ¿no crees?!
Asintió, aunque sabía que Felix no tuvo que haberlo visto, así que se obligó a aclarar su garganta.
―Sí, cuatro años, para ser exactos... ―contestó humedeciendo sus labios.
― ¡Te llamé en la cafetería, pero no me notaste! ―habló Felix haciendo un puchero―. ¿Cómo has estado? ¿Es mi idea, o has crecido unos centímetros?Sin poder evitarlo soltó un bufido, rodando los ojos.
― Vaya, eres tan divertido ―gruñó con ironía, causando que la sonrisa de Felix aumentara un poco más―. Bien, ¿y tú?
―¡Maravillosamente bien! ―contestó Felix con entusiasmo.
Bang Chan le observó en silencio, notando su cabello brillante, sus ojos sonrientes, sus hoyuelos hermosos marcándose, su sonrisa mostrando sus dientes. Podía notar su piel un poco más oscura, pero sana también, y no pudo evitar rememorar la última vez que le vio, todo lloroso y encorvado, pálido, ojeroso, quebrado.
Pensar en eso provocó un estremecimiento poco notable, porque no pudo evitar culparse por haber destrozado a esa hermosa persona frente a él.
Felix seguía hablándole, así que se obligó a escucharlo:
―... ¡estuve viajando por muchas partes! Hace un año estaba en la India, ¡¿puedes creerlo?! Luego decidí hacer un tour por Europa, ¡vi un montón de cosas hermosas! Dios, ¡me habría encantado llevarte conmigo!
Asintió, sonriendo, no pudiendo evitar sentir su estómago contraerse cuando la mirada de Felix se suavizó.
― ¿Estás de paso, entonces? ―preguntó Bang Chan titubeante.
Deseaba invitarlo a un café, a su departamento pequeño, a la plaza, a algún lugar donde pudieran hablar con calma, donde pudiera estar a su lado sin que nadie les molestara, donde pudiera decirle todo lo que no pudo decirle cuatro años atrás.
― Sí, vine a ver a Rechel y Olivia ―contestó Felix―, la siguiente semana partiré a recorrer América, ¡ya lo estoy ansiando!
Volvió a asentir, su garganta apretándose mientras trataba de forzar a las palabras a salir.
― Tú... uh... ¿tú... querrías...? ―Felix le miró, inquisitivo, y deseaba hacerse pequeñito, desaparecer de allí―. ¿Eres feliz?
A último minuto no pudo evitar cambiar su pregunta, sintiendo ganas de llorar porque Felix se veía tan contento, tan satisfecho, que sintió que él no hacía falta en su vida, ya no más.
Después de todo, él había sido el culpable de romperle su corazón, de quebrarlo, de destrozar sus sueños.
¿Cómo podía volver a pedirle otra oportunidad cuando se comportó de esa forma con Felix?
El más alto, frente a él, lucía un poco decepcionado.
― Lo soy ―afirmó el menor.
Entonces estaba bien. Si Felix era feliz, todo estaba bien.
― Me alegro por ti ―contestó Bang Chan educadamente―. Ya debo irme, Lix, tengo cosas que hacer y...
― No te preocupes ―asintió Felix retrocediendo―, debo volver a la cafetería, ¡dejé al esposo de Olivia solo! Noona me matará si se entera de eso ―Felix hizo amago de inclinarse para darle un beso, pero pareció pensarlo mejor porque se echó hacia atrás, su sonrisa titubeando―. ¡Fue un gusto verte, hyung! ¡Espero que estés muy bien!
Bang Chan asintió, forzándose a sonreír.
― Espero que tú también, Felix.
Se giró, dando unos pasos, su alma cayendo a sus pies mientras se forzaba para no romper a llorar mientras caminaba, tratando de no girar para gritarle a Felix que le quería, que no le dejara, que le perdonara, pero sabía que todo había sido dicho años atrás, que Lix era ahora feliz y eso era lo único que bastaba.
¿Qué le importaba su propia infelicidad si Felix por fin logró ser feliz?
A nadie, ni siquiera a él.
Ni siquiera-
― ¡Bang Chan!
Felix le giró, agitado, sus mejillas coloradas, y le dio un beso fugaz en la mejilla para luego tomarle la mano libre, sintiendo una pequeña hoja de papel contra su piel.
Le miró, perdido, enamorado de esos ojos tan hermosos y dulces.
― Te dejé mi número de teléfono ―balbuceó Felix avergonzado, alejándose, sin perder el rubor de su rostro―, si... si quieres, mañana podemos salir por un café y... y bueno...
― Me encantaría ―dijo, y sin poder evitarlo, sonrió también, sus hoyuelos marcándose, sus ojos convirtiéndose en dos medialunas.
Felix le correspondió su sonrisa, agitando su mano mientras comenzaba a correr.
― ¡Espero tu llamada, Bang Chan hyung!
Por primera vez en su vida, Christopher Bang sintió que esos primeros días de primavera no eran tan malos como había pensado al principio.
Fin.
Gracias por leer <3
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