IX


Hellen


Decir que quedé maravilla con la presentación de la banda sería quedarme corta. Y lo que aumentó aún más mi disfrute fue que tocaron todas las canciones que tenía en una de mis listas de reproducción de Spotify. Lo único que podía reprochar era que el espectáculos se hubiera terminado tan pronto. No era novedad que el tiempo jugara en tu contra cuando disfrutabas de algo. Pero bueno, dicho esto, hubo otro aspecto, en adición a la música, que me cautivó: el nuevo saxofonista. Desde el primer cruce de miradas, pese a que nunca lo había visto antes en mi vida, sentí una afinidad especial con él, cual si fuera alguien que conocí en el pasado. Definía esta sensación como inexplicable, que no dejaba de ser bonita porque jamás la había experimentado a mis veinte años.

     —¿Crees que no te he estado viendo? —me preguntó Elina cuando terminó la presentación—. Solo falta que te pongas a babear por el saxofonista.

    —Ssshhh —le respondí, poniendo mi dedo índice sobre mis labios.

    —Solo admite que te parece guapo.

    —Está bien —cedí ante su petición—. Sí me lo parece.

    Aunque mi conexión con el nuevo saxofonista trascendía su mera apariencia física, debo admitir que también me parecía atractivo. Su piel oliva, su cabello negro, sus ojos claros, que, aún sin haberlos vistos de cerca, estaba segura de que eran verdes. Asimismo, el cárdigan negro que llevaba, junto con la camisa rosada por dentro le sentaba a la perfección. En pocas palabras, el adjetivo «guapo» no era suficiente para describirlo.

    Yara me invitó a reunirme con ella y el resto de la banda después de la presentación. Pero, en cambio de ir al camerino en sí, fuimos a una especie de sala de espera exclusiva para bandas y artistas dentro del club. Todos los integrantes de Phorow ya me conocían, así como a Elina, debido a que habíamos asistido a otras presentaciones juntas. En lo personal, tenía una buena relación con cada uno de ellos. Dicho de otra forma, en términos de caerme mejor, ninguno destacaba por encima de otro. Ahora bien, el nuevo saxofonista era un completo desconocido para mí, lo que me generaba el ansia de que nos presentáramos mutuamente.

    —¡Lo hicieron genial, chicos! —Los felicité, viéndolos con orgullo a todos, en especial a Yara.

    Yara captó mi mirada de orgullo, se acercó a mí y, además de darme un abrazo, me agradeció con mucha emoción.

    —¡A mí también me encantó su presentación! —les dijo Elina en tono de felicitación—. Han mejorado muchísimo desde la última vez que los vimos.

    —¿Estás insinuando que éramos malos antes? —le preguntó Jan a Elina, arqueando una ceja.

    A Jan le gustaba provocar a Elina con comentarios para sacarle su mal genio, pero lo hacía en son de broma y sin ninguna mala intención. Yo tenía la sospecha de que se sentía atraído por ella en secreto. No obstante, él estaba al tanto de las preferencias de Elina, por lo que sus posibilidades de tener algo con ella eran casi nulas.

    —¡No empieces, Jan! —le respondió Elina.

    —Pero las cosas no habrían salido tan bien si no hubiéramos contado con nuestro nuevo integrante estrella. —Abel señaló al saxofonista recién integrado y le otorgó los méritos que merecía. El chico inclinó la cabeza en agradecimiento por el gesto.

    —Él es Laurent, el nuevo saxofonista —dijo Yara, dirigiéndose a Elina y a mí. Luego, le pidió a Laurent que se acercara y nos saludara.

    La conexión que había sentido con Laurent, al cruzar nuestras miradas durante la presentación, se intensificó ahora que lo tenía frente a mí. Este sentimiento era novedoso y seguía sin comprender por qué me impactaba de esta manera. ¿Acaso él era mi alma gemela o algo semejante?

    —Hola, chicas, mucho gusto —nos saludó él, estrechando la mano de Elina y la mía. Mi corazón dio un vuelco al confirmar que sus ojos eran tan verdes que relucían tal si fueran esmeraldas. Y, por si fuera poco, su encantadora voz también me cautivó—. Como dijo Yara, soy Laurent.

    —Encantada —le dije, sintiendo una emoción indescriptible—. Yo soy Hellen, la hermana de Yara.

    —Es un placer, Laurent. —Elina, tras saludarlo, me miró de reojo y advirtió mi hipnotización por los ojos de Laurent. Luego, pecando de sincera, agregó—: Yo digo que eres mejor saxofonista que el anterior.

    —Aprecio tus palabras —le agradeció Laurent con una sonrisa suave—, pero estoy seguro de que el anterior no lo hacía mal.

    —Yo no te diré decir que eres mejor saxofonista que el anterior, sino que tienes un toque único y especial —dije yo, mirando a Laurent. Hasta este momento, su presencia aún me mantenía hipnotizada—. ¿Habías tocado en una banda antes?

    —No, nunca —me respondió él—. No había estado en una banda ni en una presentación ante tanta gente.

    —Solo basta con ver sus videos en Instagram para saber que Laurent tiene un talento especial —dijo Archie, interviniendo en nuestra plática.

    —¿Cómo tienes tu Instagram para ver los videos? —le preguntó Elina a Laurent, que me dio un golpecito cómplice con el codo.

    Según Laurent, su nombre de usuario era una combinación rara de palabras que hasta él mismo olvidaba, así que sacó su celular para verificarlo y darlo correctamente.

    —Búscalo tú, Hellen —agregó Elina—. Yo no tengo internet.

    ¿Elina sin internet? Podría haberse inventado una mejor excusa. Sin embargo, entendiendo sus intenciones, saqué mi celular y me metí en Instagram. Le pedí a Laurent que me repitiera el nombre de usuario, pues no era fácil de recordar, y vimos sus videos tocando el saxofón. En verdad, su talento era excepcional.

    Antes de salirme del perfil de Laurent, Elina notó que aún no lo había seguido, de modo que fingió querer ver algo en mi celular, hizo clic en «seguir» y me dio otro golpecito cómplice con el codo.

    —Te seguiré de vuelta —aseguró Laurent, y sacó su celular para hacerlo en este mismo instante.

    Y, así, la noche pasó desapercibida para nosotros. Elina y yo nos despedimos de Yara y los demás, instándoles a que no se tardaran mucho en invitarnos a otra presentación. Lamenté no haber tenido más tiempo para compartir juntos, sobre todo para seguir cerca de Laurent y no dejar de experimentar esa sublime conexión que sentía con él.

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