soledad.

Comenzaba a desesperar, Zaphiri no había respondido ninguno de sus mensajes, eso era algo raro ya que...el bicho siempre se tomaba un par de minutos para responderle, sin importar la situación.

La tranquilidad y paz que se respiraba en su departamento lo estaba sofocando, como extrañaba todo el alboroto que su amigo hacía, escuchar la televisión a un nivel elevado, oírle gritar a los protagonistas, escuchar sus risas y pasos mientras juega con lo cachorros, que invadiera la privacidad de su estudio para contarle algún chiste absurdo o solo para sentarse a su lado mientras el escribe.

Pero no había nada de eso, solo el silencio, incluso los cachorros se encontraban muy callados, decaídos, se podía ver qué extrañaban tanto a Zaphiri como él.

-¿ya sabes algo de él?

-...no, aún no me habla.

-...no te preocupes, debe tener mucho trabajo.

Sus amigos intentaban animarle, ya que el cubo se hallaba muy deprimido, pero nada, no lograban sacarle una sonrisa ni a tirabuzón.

Después de su pequeña escena de celos el acuariano había reflexionado un poco. Fue un tonto al hacer semejante berrinche. Zaphiri no estaba haciendo nada malo, solo hablaban, debió de controlar su impulso y acercarse para llamar su atención y recordarle...recordarle... qué...que solo eran amigo y podía hablar con quién quisiera.

-soy un tonto.

No podía reclamar nada ya que ellos no eran nada salvó amigos, sin importar cuanto deseara ser algo más.

-tal vez... debería de intentarlo.

Pero le costaba mucho trabajo ya que bueno, en su vida había tenido una relación, almenos no con un hombre. Había tenido una gran cantidad de novias, incluso estuvo a punto de casarse con una pero al final se dió cuenta que no la amaba tanto, si le apreciaba pero no la amaba. La verdad es que le había costado mucho el aceptar sus sentimientos por el bicho y ahora.

-debe...estar enojado.

Y cómo no estarlo si se la paso toda la semana haciéndole caras e ignorandole, lo más probable es que estuviese furioso y con justa razón.

Pero no se daría por vencido, ahora que finalmente había aceptado lo que sentía lucharia por ganárselo, y si tenía que competir con ese idiota pelirrojo o cualquier otro lo haría.

-ya llegue.

Cuando entro sus pequeños hijos salieron a recibirlo, felices de tenerlo en casa y es que hasta a ellos les molestaba el silencio que reinaba en su hogar cuando sus papás no estaban.

Reviso nuevamente su celular pero nada, ni un correito o llamada perdida.

¡Ah!

Suspiró desganado, ahora tendría que idear una manera de ganarse su perdón.

-mmm...tal vez algo con manzanas.

Para pasar el rato y no volverse loco con el silencio se la paso revisando recetas de cocina que incluyeran manzanas, le daría una sorpresa a su bicho cuando regresará y...y se armaría de valor para declararse.

Pero pasaron tres días más y nada, seguía sin señales de su amado.

Ese día se levantó harto de la situación, prendió el radio en la estación donde Zaphiri siempre la dejaba, una estación que gustaba pasar música de los setentas y ochenta, odiaba admitirlo pero el ruido lo tranquilizó un poco, incluso se atrevió a tararear la letra, como Zaphiri lo hacía siempre que él cocinaba.

Ya tenía preparada la cena que le iba a preparar, incluso escribió un panfleto de como se confesaría. Estaba por subirse a cambiar cuando el timbre sonó, de forma despreocupada fue a abrir, posiblemente se trataba de hasgardo que iba a avisar sobre una reparación o algo, pero no fue así, al abrir se topó con una sorpresa.

-Hakurei, Aeras... hola.

Frente a él estaban los amigos de su bicho, emocionado comenzó a buscarlo con la mirada, esperando que se encontrará tras ellos y que había llamado a la puerta por que olvidó la llave o algo así.

Pero Zaphiri no estaba tras sus amigos, ni en el pasillo o lobby. Solo estaban frente a él Hakurei y Aeras con un semblante...triste.

-krest...yo...tenemos que hablar.

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